El mosco en la sopa
06/09/2009
- Opinión
Todos hablan de la feria según les vaya en ella, todos menos los seguidores de Uribe, el Supremo. Y no lo hacen porque han atribuido la infalibilidad papal al Patriarca, dado el culto a la personalidad. Así que sobre la cumbre extraordinaria de UNASUR, en Bariloche, Argentina, todos los seguidores se deshacen en incienso y alabanzas a la gestión del infalible Señor Presidente en dicho evento. Para el resto de los terrícolas, basta con ver la aflicción en los rostros del Patriarca y de quien posa de canciller, un tal Bermúdez, o saber que el patrón no quería estar en la foto con el resto de mandatarios, para deducir cómo les fue.
Les fue mal. No a Colombia, que lleva dos siglos de mal en peor, aunque se escuden en “la patria” para convocar una solidaridad forzada en las consecuencias nefastas de sus tropelías. Le fue mal al Señor Presidente en la cumbre de UNASUR, donde esperaba hacer un gran espectáculo, para el cual pidió señal televisiva en vivo y en directo. Y en esto radica parte de su mala presentación, en que no fue a una cumbre de presidentes que integran sus naciones, sino a un reality, tipo consejo comunitario, donde pretendía emular con sus colegas en insultos y difamaciones, ante una audiencia colombiana que lo aplaudiría a rabiar en cada injuria. Calculó mal: los presidentes Chávez y Correa, que toman en serio la integración suramericana, no se dejaron provocar y lo dejaron como un patán.
No fue el Patriarca a la Unión de Naciones Suramericanas, ni siquiera a un acto diplomático, pues, la preparación para el evento consistió en promover una marcha mundial contra el Mandatario venezolano, por la mano paraestatal de sus seguidores. Para nadie es un secreto que es el uribismo, usando redes sociales en la Internet, el que organiza las marchas contra Chávez, incluso en la misma Venezuela. Lo curioso es que mientras promueve la desestabilización en el país vecino, denuncia la intromisión chavista en los asuntos internos de Colombia.
No fue el supremo a la cumbre de UNASUR, sino a un evento de campaña electorera interna, ante un auditorio de rústicos. Eso explica su discurso de entrada, en el cual promueve su nombre como imprescindible en la historia de Colombia, incluso, miente en el número de hectáreas de coca cultivada antes de él, o en la supuesta coca cultivada en el Caguán, o que sus aliados paramilitares han sido desmantelados. Lo mismo de siempre, que las FARC son muy malas y, por eso, él tiene derecho a ser mas malo que ellas, lo cual, hay que reconocerlo, ha logrado.
Sobre el tema central, el acuerdo militar con los Estados Unidos que facilita siete bases en territorio colombiano poco dijo. Sólo que hay que confiar en él, porque sí, aunque haya mentido tanto; que no se va a atacar a nadie, aunque promueva hostilidades contra los vecinos; que no revelará los términos del acuerdo, no tiene permiso para hacerlo, el acuerdo es secreto. Y es secreto hasta para los mismos colombianos.
Contrario a la actitud del patriarca, el ánimo de todos los demás presidentes era preservar el proceso de la integración regional. Por eso el tono ponderado observado por todos. Colombia no fue condenada por prestar sus bases a una potencia intervencionista y externa a la región, porque el consenso es el método para lograr conclusiones. Pero no por ello Colombia ganó confianza, hasta perdió la incondicionalidad de su aliado Perú. Aunque hay una condena a la violencia como método, no se declara a las guerrillas colombianas como terroristas, ni se avalan los métodos de terror del Estado colombiano. Por eso la desazón del Supremo y de su monaguillo en asuntos internacionales.
Sin embargo, el evento de los presidentes suramericanos fue un éxito. Dada la amenaza que Colombia introduce para todos, por desbordamiento del conflicto y por alianzas con el imperio, y dados los desplantes del Patriarca a la integración suramericana, preservar la unidad es parte de victoria. El tema de seguridad se seguirá tratando en otros ámbitos como en el consejo de defensa. Parece que todos han entendido que el mejor camino para prevenir una agresión en Suramérica no está en la interlocución con el patrón del Ubérrimo, sino en buscar acuerdos directos con el Gobierno estadounidense. La presencia de un bloque regional de naciones es garantía de lograr respeto en el concierto de las naciones poderosas.
Como consecuencia de esta cumbre se profundiza el aislamiento colombiano, una pérdida para los colombianos. Este aislamiento es inevitable, dados los rumbos divergentes entre el conjunto suramericano y la Colombia del Supremo. Mientras los demás países se orientan a la conformación de un bloque regional que integre economías, sociedades, culturas y defensa, esta nación en manos de terratenientes se inclina por retornar a ser colonia.
En esto se equivocan quienes piensan que la dirigencia criolla, predominantemente el lumpen empresariado, pretenden convertirse en un Estado asociado a los Estados Unidos, o que el Gobierno del norte los acepta en tal condición. La mayor oferta del imperio coincide con la mayor ambición local: Colombia un enclave colonial norteamericano y Uribe su cipayo. Tampoco es cierto que Colombia sea el Caín de América, no porque no lo pretenda, sino porque sólo alcanza a ser el judas del continente.
Que esto se haga en Colombia donde la Constitución se eclipsa ante lo que el patrón llama “Estado de opinión”, la misma demagogia que nombraba Aristóteles, tal vez sea de buen recibo. Lo que no tiene presentación es que se predique, como lo hizo el Patriarca en Bariloche, reconducir la comunidad suramericana a la égida imperial mediante la OEA. La colonia no es la meta de Suramérica.
Afortunadamente, nadie le hizo caso al Supremo, y UNASUR sigue adelante, pues, los bloques regionales de naciones se imponen como realidad en el mundo, luego de la Unión Europea. Se actualiza más con el discurso del partido demócrata del Japón, que acaba de ganar las elecciones, por medio de su líder Yukio Hatoyama, que hace de la integración de la región Asia- Pacífico su norte. Lo propio acontece en África. Y es saludable, porque el multilateralismo sólo se puede restaurar entre iguales, y los bloques regionales permiten hacer potencias de la unidad de las impotencias.
Ahora que el Supremo encontró el mecanismo de aparente legalidad para eternizarse en el poder, deben temer las naciones vecinas, pues, la justificación de sus exacciones la hace sembrando miedo en los ciudadanos, para luego ofrecer seguridad. Su primera elección tuvo el trasfondo de los falsos atentados que le organizaba su buen muchacho Jorge Noguera, con muertos incluidos. Para esta nueva elección el miedo lo está sembrando desde los países vecinos, particularmente Venezuela y Ecuador, pero incluye al conjunto de Suramérica. Por lo cual, habido el artificio jurídico, un referendo impulsado desde el poder, presentado como del pueblo, y tramitado a cualquier precio, sólo resta la legitimación. Y esta puede venir desde un hecho de guerra con los vecinos, que acumula ya intenso trabajo de justificación, que ha logrado el consenso del empresariado, y que tiene a los medios de comunicación colombianos ambientándola hasta en los programas de farándula.
Tal ha sido el último recurso de los tiranos, como el general Leopoldo Galtieri, jefe de la junta militar que gobernó Argentina, que inició la guerra de las Malvinas, no por nacionalismo, sino para obtener algún respaldo popular, y desviar la atención de sus exacciones. Y, ya se sabe, del Supremo se puede esperar cualquier cosa.
José Darío Castrillón Orozco
Psicólogo
Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas Nº 174
Corporación Viva la Ciudadanía.
https://www.alainet.org/es/active/32874?language=en
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