Movimientos Indígena y Elecciones Nacionales en Ecuador

23/10/2002
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La prensa ecuatoriana y los especialistas de la opinión pública en temas políticos han reaccionado de distinta manera frente a los resultados del domingo 20 de octubre. Algunos dicen que fue algo inesperado el triunfo de Lucio Gutiérrez con el 20% y el de Alvaro Noboa como segundo con el 18%. Se afirma que los dos son antisistemicos: uno desde cierta inclinación hacia la izquierda, Gutiérrez, y el otro con inclinación definida hacia de derecha, Noboa. De la misma forma en el foro-debate organizado por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO (miércoles 23) se ha hecho alusión a varios temas entre ellos la crisis del sistema de los partidos políticos, el surgimiento de un nuevo populismo, voto y región en un nuevo contexto internacional. Dentro de este debate, sin embargo, de manera muy curiosa no se ha hace mucha referencia al movimientos indígena del Ecuador, peor aún no esta presente en esa referencia los ejemplos de los otros movimientos indígenas en Abya Yala como es la del Qullasuyu (Bolivia). Dentro de este debate hay ciertos puntos de partida posicional relacionado con la estructura de una sociedad colonial en la que vivimos y el lugar que ocupamos en ella. Dentro de este marco, el triunfo de Gutiérrez es entendida o visto como un triunfo del militar que se rebela y "sacrifica su carrera por el pueblo" y sobre esa base seduce a las masas populares. Creo que en ella hay una miopía. Los analistas, entre ellos algunos profesores de FLACSO, caen en una posición ambigua en no querer valorar al movimientos indígena cuando bien se sabe que el actual crisis del sistema de los partidos tradicionales vienen por la emergencia del movimientos indígena de hace doce años. Desde nuestro punto de vista el triunfo de Gutiérrez no es entendible si no es por el respaldo y estructura simbólica-discursiva que le ha dado el movimiento indígena desde aquel 21 de enero de 2000 en la que CONAIE y ciertos sectores militares tumban a un gobierno envuelto por una corrupción galopante como fue la de Yamil Mahuad. Este recuerdo retumba fuertemente todavía en la memoria de los ecuatorianos, especialmente en los sectores indígenas politízados como movimiento social. Esto es muy claro de evidenciar. Gutiérrez gana básicamente en la sierra central desde Kotopaxi, Cañar, y parte de la Amazonia compuesta por una densa población indígena. Es decir capitaliza Gutiérrez sus votos en las provincias y no tanto en las capitales como es el mismo Quito. Aunque es evidente que en los sectores periféricos es notorio la adherencia a Gutiérrez mediado por la imagen del movimiento indígena. Así también es muy notorio los votos conseguidos por Alvaro Noboa que vienen desde la costa influido fuertemente por la oligarquía costeña. En este sentido el movimientos indígena del Ecuador pese a sus dificultades y cierto acercamientos a posturas liberales, ha creado un escenario electoral sumamente interesante. Porque ella es fuente de cambio y expresión del malestar generalizada de varios sectores sociales. Lucio Gutiérrez lo que ha hecho, en ese sentido, es capitalizar este nuevo escenario sociopolítico de la que algunos analistas no indígena no se han dado cuenta todavía. En las comunidades y regiones donde viajamos, aunque poco, se nota claramente un posicionamiento anti oligárquica entendida frente a élites tradicionales que gobiernan el Ecuador. En ese sentido estas élites banqueras, bananeras son definidas, desde los espacios indígenas, como los representantes del sistema político y económico que se han definido históricamente como contrarios a los indios pero muy cercanos a la políticas norteaméricas. El triunfo de Gutiérrez en esta primera vuelta entonces está marcado por este nuevo escenario social. En ello hay que resaltar nuevamente, el hecho simbólico, cargado de mucha emoción y zozobra, del levantamiento indígena del enero 2000 como un capital político que tiene su fuerza en cuanto un capital político, pero fundamentalmente como un capital político indígena. Es probable que en la segunda vuelta, de mantenerse y amplificarse esta imagen a otros sectores, podría tenerse resultados realmente sorprendentes. Claro esta que por medio la embajada norteamericana hará todo los esfuerzo posibles para que gane Alvaro Noboa como ha hecho con Alvaro Uribe en Colombia o con Gonzalo Sánchez de Lozada en Bolivia o en otros países de Abya Yala (América). El capital simbólico, en este sentido, es pues una fuerza movilizable justamente como estructuras simbólicas de rebelión de los indios. Esta fuerza que es la que resaltamos aquí, ahora se ha expresado en los resultados electorales que por su puesto podría canalizarse hacia eventuales nuevos levantamientos indígenas de no ser Gutiérrez el nuevo presidente. Tomando en cuenta además de que se ha tenido un 36% de abstención a nivel nacional. Lo que quiere decir que el capital político acumulado como voto es también canalizable como un canal de gran malestar en varios y grandes sectores urbanos por la falta de empleo y su consecuencia en la emigración hacia España, la dolarización de la economía, etc. Lo único que el movimiento indígena y la CONAIE en particular que no ha hecho es el no haber negociado con Gutiérrez en iguales condiciones especialmente referido a las primeras listas de sus candidatos porque en algunos sectores como en Pichincha no han ido los indígenas en la primeras listas sino gente que no es indígena. En esta relación la CONAIE no se ha autoreconocido como portador de su propia capacidad movilizadora en cuanto a sus recursos simbólicos y el potencial electorado indígena a la hacemos referente en este artículo. En este sentido la segunda vuelta es decisivo en Ecuador porque allí se definirán un conjunto de nuevos posibles acontecimientos en cuanto a la economía y la política. Mismo que esta dentro de un contexto internacional igualmente importante donde por ejemplo en Brasil Lula es el posible nuevo presidente y la subida vertiginosa en Qullasuyu del movimiento indígena desde tres grandes escenarios como es Achakachi y Charape y el movimientos de los ayllus distribuido entre Oruro, Cochabamba, Sucre. Lo nuevo, dentro de es contexto, es que los movimientos indígenas se presentan como potenciales fuerzas que podrían provocar futuras revoluciones políticas en contra de las estructuras coloniales del poder y su producción significativa como un conjunto de saberes coloniales de hacer política y administrar sus recursos. A decir de los debates subalternos, los nuevos movimientos indígenas de Abya Yala son portadoras de profundos y nuevos conocimientos en cuanto productores de un conjunto de saberes que son producidas en las calles y en las montañas donde se movilizan los indígenas. Esto es contrario, en este sentido, a la opinión dominante hasta ahora, de que los indios no saber hacer política y menos pueden administrar un país. ¿Qué difícil podría ser administrar un país si se sabe administrar la producción agrícola y pecuaria en condiciones adversas en cuanto a lo económico y los ambientales?. Creo es importante considerar estos detalles.
https://www.alainet.org/es/active/2753?language=en
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