“¿Cuándo dijo Chávez que no se podía hacer negocio con los capitalistas? Más bien viene convocando a los capitalistas desde el primer día.”
Roberto Hernández Montoya

Según alguien -de cuyo nombre no quiero acordarme- “el proceso revolucionario trató de construir un modelo alternativo que muestra pocos avances y no permite enfrentar un desajuste que revive el tema de los problemas estructurales de la economía, como la escasa inversión” ¿Como pueden caber tantos desatinos en tan poco espacio?

Basta recorrer las ciudades venezolanas para observar todo lo contrario: decenas de gandolas con materiales de construcción para edificaciones que parecen levantarse casi de un día para el otro, ventas de automóviles como nunca antes, centros comerciales con colas inmensas en sus estacionamientos y clientes que compran desde bienes para satisfacer necesidades básicas hasta lujos y caprichos.

Cuando el Presidente Chávez reúne al empresariado nacional, para anunciar medidas claves sobre política industrial, estímulos agrícolas, proyectos de infraestructura y agilización cambiaria, está en la vía de la profundización estructural de la economía, la cual no puede estar aislada del contexto político.

Y no busca simples ganancias monetarias. Como sabiamente lo expusiera John Kenneth Galbraith: “La prueba de un éxito económico no es la cantidad que producimos, sino lo que hacemos para que la vida sea tolerable o agradable”.

Revisión

Chávez es fiel a sus “tres erres”. Lo es al liberar de la presentación previa de documentos y algunos requisitos, ante CADIVI, a aquellas empresas cuya solicitud no sobrepase los 50 mil dólares para la importación de bienes de capital e insumos para la producción.

Al día siguiente bajó el llamado “dólar paralelo”, a pesar de estar excluidas las importaciones de bienes de consumo para necesidades creadas. Pero las inversiones no pueden ser sólo en divisas; de hecho, es dudosísimo catalogar de inversión a la compra de dólares.

El Estado, y ahora el empresariado inteligente que seguirá aquí porque sabe que no hay otro sitio con mejor futuro, ampliará las redes de transporte y reforzará las industrias que contribuyan, con su producción, a “disminuir los niveles de pobreza y resolver los problemas estructurales de nuestra sociedad”.

Rectificación

“Eliminamos el Impuesto de las Transacciones Financieras” y los agarró a todos de sorpresa. Claro que siempre hay un tonto que no se conforma y que pide el retorno de la venta libre de dólares en el banco; y siempre hay un vivo que “estimula” al tonto para que lo diga.

Pero mucho más profundos fueron los anuncios en materia agrícola: los planes Deuda Cero y Cosecha Segura, con subsidios que garantizan el trabajo de quienes conjugan sus esfuerzos, con la tierra fértil, para producir los cereales necesarios en la ruta a nuestra ansiada “Soberanía Alimentaria”.

Reimpulso

Adicionalmente, el Presidente Chávez anunció la creación de un fondo de mil millones de dólares para el desarrollo del sector productivo estratégico, reactivó el XIV Plan Excepcional de Compras del Estado y abrió espacios para alianzas “aguas abajo” en petroquímica y siderurgia.

A cambio, sólo pidió la misma reciprocidad en cuanto a franqueza, honestidad y sinceridad. Con algunos ya se logra…

Fedeindustria recibió con agrado los anuncios presidenciales y declaró su compromiso en contribuir para lograr la mayor calidad de vida posible de los sectores de la nación.

Pero, un vocero de otro organismo similar –de cuyo nombre tampoco quiero acordarme- habitual defensor del Fondo Monetario, el sistema neoliberal, el libre mercado, las privatizaciones y la flexibilización laboral, calificó a las medidas como “insuficientes” y “muy poca cosa”.

Me hizo recordar a Cristóbal Jiménez, cuando nos canta “puede que hasta de un bejuco, vuelva a guindarse Tarzán”.

jaquematos@cantv.net