Derrotaremos al mercado especulativo y a sus falsas creencias

En la economía del mundo actual

08/09/2011
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“El sistema capitalista ha convertido todo en una mercancía.”
Rafael Ramírez
 
Aunque los medios internacionales traten de inculcarnos todo lo contrario, la llamada “crisis económica actual” comenzó en los Estados Unidos de Norteamérica.
 
Según Jesús Huerta de Soto Ballester: “Esta crisis surge de la expansión crediticia ficticia orquestada por los bancos centrales; ésta ha motivado que los empresarios invirtieran donde no debían”.
 
Acostumbrados desde siempre a comprar materia prima a precios irrisorios impuestos por ellos como compradores y a contratar mano de obra a salarios miserables adjudicados por ellos como patronos, las alzas naturales en ambos insumos no pudieron finalmente ser canceladas con falsos papeles.
 
Sus productos finales y sus mercancías dirigidas a satisfacer necesidades creadas por sus publicistas tenían que ser adquiridas y contratadas por todos los consumidores y a los precios que ellos quisieran, convenientemente disfrazados de ‘oferta y demanda’.
 
Pero el petróleo, los cereales, los lácteos, las carnes, las fibras y el sudor del obrero, del empleado y del profesional deberían, según ellos, estar en los niveles mínimos de supervivencia.
 
El Norte dejó de percibir sus acostumbrados elevadísimos márgenes de ganancia y nos culpó a todos. Su privilegiado 20% reclamó para sí el 80% del producto total del planeta. Y para convencernos, de que tenía que ser así, recurrieron a sus medios.
 
Quien paga es siempre el consumidor final
 
Washington insiste en involucrarnos a todos en la salvación de su sistema. Esta semana, el Director Gerente del Instituto Internacional de Finanzas, asociación que agrupa a los mayores bancos del planeta y cuya sede principal está en la capital norteamericana, mostró su preocupación por “la corriente negativa que enfrenta la economía global”.
 
Se declaró contrario a las medidas aprobadas recientemente en los llamados “Acuerdos de Basilea II” señalando que “esas medidas forzarán a los bancos a elevar sus reservas de capital, pero ese costo lo van a pagar los consumidores”. O sea: se les impone una medida para estar algo más seguros de que sus bancos estarán más sólidos y más confiables, pero ellos sólo lo harán si se lo pagamos nosotros.
 
Similares declaraciones leemos y oimos a diario, a traves de sus redes internacionales de información y sus representantes locales, en relación al comercio y la industria. En nuestros países, se quejan de los altos insumos y de la regulación gubernamental.
 
Por un lado declaran contra el alza de los precios, pero en paralelo señalan bajas ventas producidas precisamente por los elevados precios de sus productos. Si son fieles creyentes de la “oferta y demanda”, deberían entonces bajar los precios de lo que fabrican y venden.
 
Desean tener los mayores márgenes de ganancia, pero pagar salarios mínimos y contratar personal por cortos períodos para disminuir sus obligaciones laborales. Lamentan la inflación pero sólo se refieren a lo que pagan ellos, nunca a lo que pagamos todos.
 
La crisis económica es capitalista
 
Comenzando esta semana nuestro Comandante Presidente Hugo Chávez, a todos los venezolanos, a todos los habitantes de los países que conformamos los pueblos del Alba, a todos quienes vivimos en estas naciones del futuro, nos dijo: “Esta crisis surge de la expansión crediticia ficticia orquestada por los bancos centrales, y que ha motivado que los empresarios invirtieran donde no debían”.
 
Nos aseguró que: “Hay una serie de reuniones, de eventos, de preparativos, como el Consejo de Defensa, de Economía, el Banco del Sur, las economías complementarias suramericanas, la ecuación energética suramericana, que son muy importantes”.
 
Y les dejó un mensaje muy claro a los invasores: “Los imperios tienen un verdadero cáncer, que no tiene cura y es muy profundo; es un cáncer económico, el modelo económico profundamente engarzado con el modelo social que fueron creando. No les va a dar la economía y la crisis sigue trepidando por dentro”.
 
Septiembre marca el inicio de las actividades escolares en el nuevo año académico 2011-2012. La Revolución Bolivariana instaló diversas Ferias Escolares Bolivarianas donde el pueblo está adquiriendo productos esenciales para los niños, adolescentes, jóvenes y adultos estudiantes, a precios que significan ahorros entre el 30% y el 60% en lápices, cuadernos, creyones, sacapuntas, juegos geométricos, resmas de papel y uniformes en todo el territorio nacional.
 
Tenemos además la distribución gratuita de muchos de estos insumos a los estudiantes de menores recursos, desde siete millones de cuadernos provistos por Invepal hasta las Canaimitas que introducirán a nuestros descendientes en el mundo de la computación y la informática.
 
Así se lucha contra esa nueva invasión del Norte, disfrazada esta vez de “crisis económica mundial”. Las Ferias Escolares Bolivarianas se unen a los esfuerzos de Mercal y Pdval en la provisión de los bienes necesarios para satisfacer las necesidades esenciales del pueblo venezolano.
 
En esa misma línea el Gobierno Bolivariano decreta Leyes y crea instituciones que minimicen los efectos de la crisis económica capitalista del Norte. La Misión Vivienda y la Ley de Control y Regularización de Arrendamientos de Vivienda son otro paso en el camino a la verdadera revolución.
 
Otro paso importante ha sido la recuperación de las reservas venezolanas en oro y la nacionalización de la industria de tan valioso metal. Las reacciones han sido noticia en los medios internacionales.
 
Como “la mayor ganancia desde 2009” califican al alza del oro hasta los precios actuales. En el pasado mes de agosto, sobrepasó los 1.830 $ la onza.
 
Eso fueron más de 200 $ sobre el precio de julio en la Bolsa Mercantil de Nueva York. Supone un alza de 12,29 % y su mayor avance mensual desde noviembre de 2009, impulsado –según sus voceros- “por la volatilidad en los mercados de valores y las dudas sobre la marcha de la economía mundial.”
 
El mundo no es sólo el Norte
 
En su más reciente artículo: “¿Cómo evitar el prolongado letargo de la economía?”, Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001, expresa lo siguiente: “Antes de la crisis, y en gran medida en los Estados Unidos de Norteamérica, la economía mundial se hallaba sostenida por una burbuja”.
 
“La explosión de la burbuja dejó un excedente de endeudamiento e inmobiliario”. “El consumo se mantendrá bajo y en ambos lados del Atlántico la austeridad garantiza que no será el Estado quién llene el vacío.” “No es sorprendente, por lo tanto, que en estas condiciones las empresas aún las que tienen acceso a los capitales se resistan a invertir.”
 
Muy lejos estamos de querer rebatir ni mucho menos osar compararnos con un Premio Nobel de Economía que es respetado incluso entre nuestros compatriotas, pero la economía mundial no es sólo la economía del Norte. Incluso allá estan claros en quienes fueron los verdaderos culpables de su crisis capitalista.
 
Sus medios publicaron lo siguiente el pasado viernes: “Estados Unidos hace efectiva demanda contra bancos por engaños en hipotecas”. Y agregan: “La Agencia Federal Financiera de la Vivienda presentó hoy demandas contra 17 grandes bancos y entidades financieras de Estados Unidos en busca de compensaciones por las pérdidas generadas por las hipotecas de alto riesgo”.
 
“Entre los bancos demandados figuran Bank of America, Citigroup, Barclays y Nomura, a los que se les acusa de vender activos respaldados por hipotecas fraudulentas a los gigantes hipotecarios Fannie Mae y Freddie Mac, y ocasionar pérdidas millonarias durante la crisis financiera que estalló durante el año 2008”.
 
Agrega Stiglitz: “Las grandes empresas regurgitan liquidez, pero los bancos no otorgan préstamos a las empresas medianas y pequeñas que en toda economía son fuente de creación de empleos.” “Europa y Estados Unidos se hallan actualmente enfrentados a excepcionales dificultades políticas”.
 
“Es difícil opinar sobre cual de las situaciones es peor: la parálisis estadounidense o la tambaleante estructura política europea.” “Los dirigentes europeos han tomado medidas decisivas pero los acontecimientos van más rápido aún que sus ratificaciones y su puesta en marcha.”
 
Petróleo y Libia
 
Necesitan energía en cantidades masivas para sus industrias. Sólo el petróleo es capaz de producirla a bajo costo. El petróleo, a pesar de las manipulaciones del mercado y el sometimiento de los respectivos gobernantes de algunos países productores de hidrocarburos, señala precios razonables e incluso muy bajos, pero que el Norte los considera elevados para sus propósitos.
 
El Brent supera los 113 dólares, OPEP está en 109 y la cesta venezolana vende a 102, por encima del West Texas International que marca 86 dólares por barril.
 
Mantener nuestra independencia económica es nuestra liberación. Y es también la razón de la invasión a Libia.
 
En su artículo “Detrás de Libia qué”, Julio Escalona denuncia, con la valentía que le conocemos desde hace más de medio siglo: “Imponer el capitalismo salvaje, la esclavitud para los trabajadores y el pago de superbeneficios a las élites tecnocráticas, científicas, intelectuales y militares al servicio del capital; la superexplotación de la naturaleza; la liquidación de los Estados y de las naciones soberanas”
 
Luis Britto García inicia su reciente artículo “Saqueo o Revolución Mundial” con la siguiente pregunta y su correspondiente reflexión: “¿Los países hegemónicos han tenido, tienen, tendrán otro método que la intervención militar para lidiar con su propia crisis y con los países periféricos?” “La fabricación de armamentos motoriza la industria.” “La recluta de mercenarios ocupa y aleja a los marginales.” “La destrucción de países para repartirse sus recursos anima la rebatiña financiera.”
 
El coloniaje mental
 
Pero en Venezuela, los medios nos quieren convencer de lo contrario. Sólo por citar ejemplos: Uno de sus diarios quiere convencernos de que “Conindustria quiere diálogo para revertir caída de la inversión, del empleo y de la producción nacional”.
 
Y en otras páginas leemos: “Un tercio de los empresarios no hará ninguna inversión” y “Empresarios rechazan aumentar la nómina”. El mismo cuento de allá, pero traducido aquí: salvemos sus ganancias para que podamos seguir comprándoles a sus precios.
 
Un conocido semanario, que confunde economía con administración de negocios, ataca directamente la nacionalización de la industria del oro y la repatriación de nuestras reservas en oro. En su opinión: esas reservas que están en las bóvedas del Banco Central no tienen ningún tipo de validez porque no tienen un certificado en inglés que otorgan en el Norte.
 
Este fin de semana presenciamos un diálogo, sin querer hacerlo y sólo porque aguardábamos un servicio de comida, donde se advierte la nefasta influencia de las secciones de economía de los medios informativos del Norte. El lugar era el mismo restaurant chino donde compramos comida asiática desde hace más de cuatro décadas.
 
Un hombre, venezolano sin lugar a ninguna duda, de edad madura, tras ordenar su compra saludaba a la señora china, quien está en ese restaurant desde el inicio, con descendientes nacidos en esta tierra pero con el notorio acento de los nacidos y criados en esa gran nación.
 
Al ser interrogado sobre su hijo, ya un adulto según sus propias palabras, el venezolano dijo muy ufano: “Nó. El se fué a los Estados Unidos. A vivir en Miami. Le vá muy bien. ¡Y ya es ciudadano norteamericano!” Y lo decía con una gran alegría.
 
La señora china le respondió: “pero usted está aquí en esta tierra de gracia.” Y el tipo respondía con gestos como resignado a vivir todavía en Venezuela.
 
Increíble. La china quiere más a Venezuela que ese paisano de mi color. No es ningún rubio, ni tiene los ojos azules.
 
Pero esa nacionalización gringa no es gratuita. Ese hijo ahora es candidato a servir en el ejército del Norte. Pudiera incluso ser uno de los soldados que utilicen en esas guerras que inventan para conseguir petróleo.
 
¡Y ojalá no se lo devuelvan nunca envuelto en una bandera norteamericana!.
 
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