Los últimos serán los primeros
- Opinión
La descolonización es equivalente a aquella frase bíblica que señala: “los últimos serán los primeros”. Esto significa que “los colonizados o esclavos modernos de la explotación capitalista y los excluidos de siempre, abandonen esa situación, y planteen su liberación, su igualdad con el colono y, asuman la lucha por ser mejores que los colonizadores o citadinos”, hasta llegar a ser los primeros en todos los ámbitos de la vida publica y privada.
Si los últimos tienen que llegar a ser los primeros, según Frantz Fanon, “el primer paso de la descolonización es la transformación del colonizado en un hombre nuevo que plantee su liberación”. Este nuevo modelo de hombres y mujeres, imperiosamente tiene que ser diferente al modelo occidental europeo, porque reproducir un modelo occidental, sería como reproducir el fracaso europeo y extender su dependencia al neocolonialismo, para librarse del colonialismo interno o paisano. Entonces, el modelo de hombres y mujeres de una nueva sociedad libre, tiene que reivindicar la cultura viva de los Indígenas y basarse en principios ético-jurídicos como el ama sua, ama llulla, ama q’ella, el ayñi, la mink’a, etc., que eran practicas jurídicas legitimas que permitieron -a nuestros antepasados- construir una sociedad solidaria, complementaria y reciproca, sin hambre ni miseria, sin ricos ni pobres, sin degradación ambiental ni acumulación religiosa de capitales.
Una vez que el colonizado, afirme su identidad cultural y establezca su diferenciación de la cultura occidental dominante, el segundo paso, es luchar por el reconocimiento de la igualdad. Lo cual equivale, a que los indígenas urbanos y rurales, las mujeres y los más excluidos, sean los primeros en el acceso a derechos y oportunidades, esto significa que los excluidos estén en el lugar del colono, que sus derechos sean tanto o mas respetados y protegidos que los del colono o citadino.
Después de afirmar la igualdad, el tercer paso del colonizado, consiste en “asumir la lucha para ser mejores que los colonos”. Esto se traduce en que los indígenas y excluidos, lleguen a tener profesionales, políticos, artistas, empresarios y otros que construyan una organización social y productiva desde su propia cosmovisión e historia, suprimiendo la visión occidental y la tradición judeocristiana. Deben diferenciarse definitivamente del occidentalismo globalizador, evitar sumergirse y desaparecer en el monopolio cultural o macdonalización e, impedir que los neocolonialistas, una vez más, trasladen su crisis a las espaldas de los indígenas. Este es nuestro desafío actual.
Entonces, los indígenas y los excluidos de Bolivia, ya han transitado estos tres pasos del proceso de descolonización, ya se han planteado vivir con dignidad y están buscando perfeccionar la autodeterminación que ya tienen, -por ello la autonomía no es el centro de sus demandas- porque viven de su trabajo, visten sus productos, consumen recíprocamente la producción nacional que generan los indígenas urbanos y rurales, no dependen de los recursos del Estado ni de la “caridad internacional”, y saben que son los primeros, que son más autónomos que el colono; también comprenden que bajo la conducción colonialista, no tendrán esperanza de preservar la comunidad ni esperanzas de una mejor vida, por ello, quieren afirmar su soberanía y superioridad, frente a una oligarquía colonialista, improductiva, antinacional y minoritaria.
Y este histórico proceso, no puede ser objeto de dialogo o “mediación católica”, porque no depende de un grupo de líderes simplemente, es la consumación que exige y demanda la conciencia política y social del pueblo bolivianos y los movimientos sociales. Tal como afirma Rafael Puente: “la descolonización del país nunca va ha ser fruto del consenso”. La descolonización va a ser producto de la confrontación ideológica, cultural, política y hasta violenta entre los colonizados que buscan afirmar sus derechos y el colono que quiere mantener sus privilegios de clase dominante y minoritaria. En consecuencia, lo único que le queda al colono es huir -así como lo hicieron sus pares de Argelia- o, conformarse con ser los últimos dentro de la nueva estructura social, y soportar a los primeros, a los excluidos de siempre.
- Ademir M. Muñoz Soliz es ejecutivo del Molimiento Comunero Quechua Martín Uchu de Cochabamba, Bolivia - y fundador deDel mismo autor
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