Humillación trasatlántica
24/04/2008
- Opinión
El doctor Alan García quería que el Parlamento Europeo pusiera al Movimiento Revolucionario Túpac Amaru en la lista de organizaciones terroristas que manejan Bruselas y Estrasburgo.
Entonces recurrió, a través de la Cancillería, a sus nuevos aliados: los diputados europeos del Partido Popular, el partido de José María Aznar, el heredero del franquismo victorioso, el que hizo de bajista en la reunión de las islas Azores, aquella en la que Bush le anunció al mundo que invadiría Irak y masacraría a los iraquíes en busca de las armas de destrucción que él sabía que no existían.
Dos de esos 24 diputados del aznarismo en Estrasburgo –Ignacio Salafranca y Fernando Fernández– presentaron entonces el asunto como una enmienda a uno de los documentos-marco de la inminente cumbre Europa-América Latina a realizarse en nuestra capital.
Pues bien, vino la votación y el planteamiento fue derrotado en el pleno de ayer (se aprobó, en cambio, exigirle a las FARC la inmediata liberación de Ingrid Betancourt). Y esto a pesar de que el Partido Popular Europeo (PPE) –la unión de la centroderecha con vagas raíces demócrata-cristianas– es el más numeroso en asientos de toda la Eurocámara. En efecto, el PPE posee 268 de los 732 puestos. Sin embargo, la moción fue respaldada por 271 votos, rechazada por 275 (votos socialistas y verdes) y mereció la abstención de 16.
El gobierno peruano había planteado que el "rebrote" del MRTA –algo que la prensa próxima a la policía política de García considera un hecho– hacía necesaria esta especie de interdicción internacional. A la hora de las réplicas se escucharon argumentos como este: cuánto podía favorecer al señor Fujimori el que la Eurocámara dijera ahora, y a pedido del gobierno de Lima, que el MRTA era una organización terrorista vigente. A los populares que representaban la posición peruana les costó mucho salir del apuro.
La derrota de García adquiere dimensiones internacionales. Lo increíble es que su canciller se haya dejado mangonear por "el héroe del Frontón", Luis Giampietri, y haya echado mano al auxilio del aznarismo que acaba de perder su segunda elección consecutiva ante Rodríguez Zapatero. Si el Apra continúa en el seno de la II Internacional, la del socialismo europeo que comenzó con inspiradores como Kautsky y terminó con rematadores de activos como Felipe González, será por olvido u omisión. No tardará García en ordenar el traslado de todo el menaje aprista al nuevo hogar.
Ahora bien, ¿era veraz decir que el MRTA se ha reactivado y se yergue como amenaza para la estabilidad democrática? No, no era veraz. ¿Supuso García que las mentiras de Alva Castro y su prensa prosperarían en un pleno donde se discuten temas como Kósovo o la puesta en marcha de Galileo, el sistema de navegación satelital europeo? Todo indica que sí. No se explica de otro modo que se haya expuesto a una humillación trasatlántica completamente innecesaria. A no ser que le haya querido hacer otro favor a Fujimori justo cuando su prensa celebra los once años del rescate de los rehenes de la embajada japonesa.
Lo más paradójico quizás resulte que un presidente de la República que alguna vez dio una orden tan ambigua que produjo una masacre de más de doscientos prisioneros rendidos y un vicepresidente que fue uno de los que ejecutó esa sanguinaria represalia, se atrevan, temerariamente, a lanzarse a esta aventura europea. Digamos que el naufragio de periplo tan insensato estaba cantado.
Como en esta columna no hacemos del enredo un capital ni del misterio un cielo protector, iremos al grano: a estas alturas de la historia, ¿ha sido el MRTA una organización terrorista? No, en sentido estricto. Ha sido una organización subversiva y guerrillera que utilizó métodos terroristas y que los padeció por parte del Estado. Porque si siguiéramos la lógica de los ñaños y las ñañas del pensamiento correcto y los intereses concretos, ¿fue Javier Heraud un terrorista porque murió con un arma a la mano? Y Luis de la Puente Uceda –por el que sacó la cara el Vargas Llosa de los sesenta– ¿era un terrorista? Y el movimiento de La Convención, ¿era terrorismo rural? ¿Cuántos años le hubieran caído al terrorista Francisco de Miranda, que nació en Caracas, luchó como oficial norteamericano contra los ingleses colonialistas, participó en la revolución francesa protagonizando la toma de Amberes en 1792, se enfrentó a los españoles, gracias a la ayuda británica, en la América harta del siglo XIX, y murió en una mazmorra gaditana en 1817? ¿Cuántos años, ah? ¿Y con jueces con rostro o sin rostro?
Publicado en Diario La Primera 25-04-08
Entonces recurrió, a través de la Cancillería, a sus nuevos aliados: los diputados europeos del Partido Popular, el partido de José María Aznar, el heredero del franquismo victorioso, el que hizo de bajista en la reunión de las islas Azores, aquella en la que Bush le anunció al mundo que invadiría Irak y masacraría a los iraquíes en busca de las armas de destrucción que él sabía que no existían.
Dos de esos 24 diputados del aznarismo en Estrasburgo –Ignacio Salafranca y Fernando Fernández– presentaron entonces el asunto como una enmienda a uno de los documentos-marco de la inminente cumbre Europa-América Latina a realizarse en nuestra capital.
Pues bien, vino la votación y el planteamiento fue derrotado en el pleno de ayer (se aprobó, en cambio, exigirle a las FARC la inmediata liberación de Ingrid Betancourt). Y esto a pesar de que el Partido Popular Europeo (PPE) –la unión de la centroderecha con vagas raíces demócrata-cristianas– es el más numeroso en asientos de toda la Eurocámara. En efecto, el PPE posee 268 de los 732 puestos. Sin embargo, la moción fue respaldada por 271 votos, rechazada por 275 (votos socialistas y verdes) y mereció la abstención de 16.
El gobierno peruano había planteado que el "rebrote" del MRTA –algo que la prensa próxima a la policía política de García considera un hecho– hacía necesaria esta especie de interdicción internacional. A la hora de las réplicas se escucharon argumentos como este: cuánto podía favorecer al señor Fujimori el que la Eurocámara dijera ahora, y a pedido del gobierno de Lima, que el MRTA era una organización terrorista vigente. A los populares que representaban la posición peruana les costó mucho salir del apuro.
La derrota de García adquiere dimensiones internacionales. Lo increíble es que su canciller se haya dejado mangonear por "el héroe del Frontón", Luis Giampietri, y haya echado mano al auxilio del aznarismo que acaba de perder su segunda elección consecutiva ante Rodríguez Zapatero. Si el Apra continúa en el seno de la II Internacional, la del socialismo europeo que comenzó con inspiradores como Kautsky y terminó con rematadores de activos como Felipe González, será por olvido u omisión. No tardará García en ordenar el traslado de todo el menaje aprista al nuevo hogar.
Ahora bien, ¿era veraz decir que el MRTA se ha reactivado y se yergue como amenaza para la estabilidad democrática? No, no era veraz. ¿Supuso García que las mentiras de Alva Castro y su prensa prosperarían en un pleno donde se discuten temas como Kósovo o la puesta en marcha de Galileo, el sistema de navegación satelital europeo? Todo indica que sí. No se explica de otro modo que se haya expuesto a una humillación trasatlántica completamente innecesaria. A no ser que le haya querido hacer otro favor a Fujimori justo cuando su prensa celebra los once años del rescate de los rehenes de la embajada japonesa.
Lo más paradójico quizás resulte que un presidente de la República que alguna vez dio una orden tan ambigua que produjo una masacre de más de doscientos prisioneros rendidos y un vicepresidente que fue uno de los que ejecutó esa sanguinaria represalia, se atrevan, temerariamente, a lanzarse a esta aventura europea. Digamos que el naufragio de periplo tan insensato estaba cantado.
Como en esta columna no hacemos del enredo un capital ni del misterio un cielo protector, iremos al grano: a estas alturas de la historia, ¿ha sido el MRTA una organización terrorista? No, en sentido estricto. Ha sido una organización subversiva y guerrillera que utilizó métodos terroristas y que los padeció por parte del Estado. Porque si siguiéramos la lógica de los ñaños y las ñañas del pensamiento correcto y los intereses concretos, ¿fue Javier Heraud un terrorista porque murió con un arma a la mano? Y Luis de la Puente Uceda –por el que sacó la cara el Vargas Llosa de los sesenta– ¿era un terrorista? Y el movimiento de La Convención, ¿era terrorismo rural? ¿Cuántos años le hubieran caído al terrorista Francisco de Miranda, que nació en Caracas, luchó como oficial norteamericano contra los ingleses colonialistas, participó en la revolución francesa protagonizando la toma de Amberes en 1792, se enfrentó a los españoles, gracias a la ayuda británica, en la América harta del siglo XIX, y murió en una mazmorra gaditana en 1817? ¿Cuántos años, ah? ¿Y con jueces con rostro o sin rostro?
Publicado en Diario La Primera 25-04-08
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