Historia de una voz que habló y que sigue hablando en clave de pueblo
03/04/2008
- Opinión
Y la muerte del pueblo fue como siempre ha sido:
como si no muriera nadie, como si no pasara nada,
como si fueran piedras caídas sobre la tierra,
o agua derramada sobre el agua.
Pablo Neruda.
como si no muriera nadie, como si no pasara nada,
como si fueran piedras caídas sobre la tierra,
o agua derramada sobre el agua.
Pablo Neruda.
Tras 60 años de impunidad… ¡Jorge Eliécer Gaitán Vive![1]
En uno de sus libros[2], el cronista e investigador Arturo Alape, evoca una escena conmovedora: en la esquina occidental de
Esa voz fue adquiriendo su tono y su argumento durante la primera mitad del siglo XX. Estudió en
Pero ¿qué fue lo que hizo que aquella voz fuera especial? ¿Qué fue lo que marcó y lo que marca la diferencia con las impostadas voces de los políticos y los manzanillos de ayer y de hoy?
Al decir las personas que vimos hace un momento, agolpadas frente a un parlante en la esquina de
Esa voz es la encarnación de la esperanza, pues le habló y le sigue hablando con argumentos y sin rodeos al capital, al poder y al autoritarismo, protagonistas de la barbarie que se ha empeñado en desangrarnos. No en vano el maestro Eduardo Umaña Mendoza, nos recuerda que es imposible olvidar que, tras
Tras la defensa de los trabajadores bananeros, la voz empezó a meterse en lo más profundo del corazón de su gente, pero entonces sobrevino la zozobra, y tuvo que acostumbrarse a vivir en medio de la amenaza permanente. Esta situación lo llevó a pronunciar una sentencia que se convertiría sin saberlo en una suerte de profecía: “Todo aquel que busque el cambio sociopolítico, todo aquel que luche por el pluriclasismo y la pluriétnia en el suelo de la patria, está definitivamente condenado a muerte”.
Pero la voz no sabía de exilios, ni de miedos, ni de silencios obligados. Por eso arreció su tono y movilizó a los suyos, llenó las plazas públicas, atemorizó a los poderosos. Así lo recuerda uno de aquellos que aún permanecen ateridos al parlante de
Con la llegada a la silla presidencial del conservador Mariano Ospina Pérez (1946-1950), se desató en el país una de las épocas más aciagas de nuestra historia, página que se conoce popularmente como
En medio de este ambiente de odio y de violencia la voz arreció su lucha. Entonces dirigió al presidente Ospina Pérez varios memoriales de Agravios[3], en el que detalló, de manera pormenorizada y sustentada en pruebas y testimonios, la escala de atropellos que iban “desde la apasionada hostilidad sectaria hasta el asesinato realizado con las más monstruosas características”. En dicho documento la voz denunció crímenes cometidos por parte de ciudadanos conservadores, bandas armadas, la fuerza pública, o las autoridades locales en: Samaniego, El Guamo, Chita, Moniquirá, Pamplona, Anserma, Sandoná, Laguado, Ráquira, Guamaltan, Linares, Jericó, Villa del Rosario, Sahagún, Armenia, Soatá, Sardinata, Túquerrez, Roncesvalles, Mogalabita, Cúcuta, Belén, Cuaspud, Quibdo, Aguaclara, Fauna, Sardinata, Ebéjico, Zetaquirá, Cite, Yacopí, Concepción, Chiquinquirá, Tamba, Machetá, Charalá, El Banco, Ceilán, Manta, Tota, El Peñón, Abejorral, Maceo, Durania, Sincelejo, Natagaima, Pasca, Sesquilé, Convención, Teorama, Ginebra, Córdoba, Santo Domingo, Ovejas, Guateque, Sutamarchán, Icononzo, Chiscas, Guacamayo, Ramiriquí, Junín y El Peñol.
En su última comunicación, en abril de 1948, la voz concluyó su reclamo de verdad y de justicia, con una sentencia a favor de la adopción de medidas que garantizaran la no repetición de lo sucedido: “Tengo la certeza de que el solo hecho de que las autoridades subalternas lleguen al convencimiento de que el alto gobierno está resuelto a sancionar inflexiblemente a cuantos quebranten las garantías ciudadanas y de que los funcionarios sospechosos de atentar contra ellas no hallaran recompensa oficial sino la destitución inmediata de sus cargos y la judicialización inmediata de sus actos, cambiaría radicalmente el clima de violencia que viven innumerables municipios del país”. Pero no hubo respuesta del gobierno y las masacres continuaron.
La voz sabía que los suyos seguirían sus pasos. Entonces convocó al pueblo de todos los partidos a ser protagonista del acto simbólico de mayor contundencia de nuestra historia:
El 9 de abril, dos meses y dos días después de aquella manifestación a favor de la vida, la voz fue asesinada traicioneramente, tal y como sucediera con Rafael Uribe Uribe, asesinado a golpes de hacha en las escalinatas del Capitolio Nacional el 15 de octubre de 1914, y con los obreros de
Estos personajes lamentan el hecho de que esta tierra haya perdido a aquel dirigente y, sobre todo, que otra madre no haya parido a otro igual. Muy seguramente ellos, como nosotros, se preguntan qué diría aquella voz si llegara a presenciar el actual destino de la patria. De seguro que entonces, el Memorial de Agravios sería interminable, pero diría por ejemplo, que el 6 de junio de 1957 Guadalupe Salcedo, el líder de las guerrillas del Llano, fue asesinado por agentes de
Pero es seguro que no se quedaría ahí, la voz, recordaría que
Uno de estos personajes que evocamos cierra la conversa diciendo: “Siempre he pensado que la voz me persigue, pero hoy se que no es que me persiga su voz. Es al contrario: soy yo quien la persigo para aprisionarla, para tener su eco definitivo en mis oídos”. Lo curioso es que al momento de escribir sus palabras, aquella voz también retumba en mis oídos, y me acuerdo de la familia de Luís Eduardo Guerra, líder de la comunidad de paz de San José de Apartadó, y me acuerdo de su esposa Bellanira Areiza, y me acuerdo de su hijo Deiner de tan solo 11 años de edad. Me acuerdo del también líder Alfonso Bolívar Tuberquia, y de sus hijos, Natalia de 5 años y Santiago de 2 años, quienes fueran asesinados el 21 de febrero de 2005, en un operativo realizado conjuntamente por paramilitares del Bloque Héroes de Tolová, cuyo comandante es Diego Fernando Murillo, alias Don Berna, y tropas adscritas a
Las víctimas fueron presentadas ante la opinión pública como “guerrilleros caídos en combate”, a pesar de que los pequeños Deiner y Natalia fueron degollados, el cuerpo de Bellanira fue encontrado desmembrado, y el pequeño Santiago fue decapitado cuando apenas estaba empezando a hablar. Al ser enterado del hecho, el Presidente de
Sin embargo, tras la confesión de uno de los integrantes de la facción paramilitar que participó en el hecho,
Que bien le haría al país que la voz enviara un nuevo Memorial de Agravios, esta vez dirigido al presidente Álvaro Uribe Vélez, en el que le dijera que casos como este ameritan que por fin haya una investigación a fondo de las Fuerzas Militares, que para adelantar dicha investigación, tal y como lo solicitara al presidente Mariano Ospina Pérez en 1947, deben designarse “jueces especiales de reconocida idoneidad e independencia”, pues está claro que cuando se cuentan por cientos los “casos aislados” en que integrantes de
Por eso yo también quiero perseguir aquella voz. Por eso me he sumado al esfuerzo de los cientos, los miles de colombianos y colombianas que saldrán a la calle el próximo miércoles 9 de abril para hermanarse en un grito mudo pero contundente. Por eso, el próximo miércoles, a las 11:00 a.m., estaré en la calle 26 con carrera 7ª, dispuesto a caminar en silencio las 16 cuadras que separan
Saldré el próximo miércoles, para evidenciar el fracaso de quienes se abrogan el derecho de decidir la vida y la muerte. Saldré para evidenciar el triunfo rotundo de la vida. Por todo esto, saldré el próximo miércoles y al hacerlo no quiero evocar un Gaitán muerto. Quiero sentir que ¡GAITÁN VIVE!, quiero sentir que su pensamiento, sus ideas y su ejemplo son agua con la capacidad y la fuerza suficientes para mantener viva la esperanza, quiero recordar su grito y decir con las palabras suyas: “Ponga fin, señor Presidente, a la violencia. Todo lo que le pedimos es la garantía de la vida humana, la protección de los más débiles y la restitución de los derechos y la dignidad de las víctimas que es lo menos que una nación puede pedir”.
Por último, ante la imagen de Luis Eduardo Guerra, de su esposa Bellanira Areiza y de su pequeño hijo Deiner Guerra, ante la imagen de Alfonso Bolívar Tuberquia y de sus hijos Natalia y Santiago, al lado de la imagen del maestro Eduardo Umaña Mendoza, incansable defensor del los derechos humanos, y ante la imagen de las víctimas todas, quisiera recordar las palabras que la voz pronunciara el 15 de febrero de 1948 en el cementerio de Manizales, ante los cuerpos de las otras víctimas, las de ese entonces:
ORACIÓN POR LOS HUMILDES
Compañeros caídos en la lucha:
Discurría vuestra existencia de hombres buenos, de gente honrada y sencilla, sobre las mansas aguas, hacia el destino de todo humano vivir, cuando un golpe aleve de hombres malos y crueles os arrojó hacia las playas del silencio y de la muerte.
Verdad es que los hombres de ánima helada os arrancaron de nuestro lado, de nuestros brazos, de nuestras luchas, pero sólo consiguieron multiplicaros en lo íntimo de nuestra devoción, de nuestro recuerdo y nuestro afecto.
Verdad es que vuestras pupilas ya no se encienden en luz de amor por vuestras madres, por vuestras novias o por vuestros hijos: hombres malos las apagaron.
Verdad es que vuestras gargantas no serán ya el alegre clarín para cantar los cantos de la democracia que nuestras huestes cantan: hombres malos las silenciaron.
Verdad es que vuestros corazones no vibrarán más al ritmo de las emociones de los libres que las ideas liberales alientan: hombres malos las detuvieron.
Verdad es que vuestros brazos y vuestros músculos no modelarán ya sobre la tierra o en el taller el crecer del fruto y la riqueza de que la patria ha menester: hombres malos os lo impidieron.
Verdad es todo esto. Dolorosa verdad, angustiosa verdad, que golpea con golpe de ola la noche sobre nuestro corazón. Pero es verdad a medias.
La tiniebla de vuestras pupilas se ha trocado en luz de estrella conductora de nuestras gentes.
El silencio de vuestras gargantas es ahora grito de justicia en nuestras gargantas; el desaparecido ritmo de vuestros corazones es ahora indomable raudal de energía para nuestra fiera voluntad de lucha.
Vuestros miembros inmovilizados son ahora centuplicada fuerza que nos empuja sin tolerar descansos; y que no ha de suspenderse hasta devolver a
Verdad es, compañeros de lucha, tronchadas vidas, buenas y humildes, que os lloramos. Pero nuestro decoro nos impide lloraros adentro. Y en el río interior de nuestro llanto ahogaremos las dañadas plantas que envenenaron con su perfidia el destino de la patria.
Compañeros de lucha: sólo ha muerto algo de vosotros, porque del fondo de vuestras tumbas sale para nosotros un mandato sagrado que juramos cumplir a cabalidad. Seremos superiores a la fuerza cruel que habla su lenguaje de terror a través del iluminado acero letal. El dolor no nos detiene sino que nos empuja. Y algo profundo nos dice que al destino debemos gratitud por habernos ofrecido la sabia lección y la noble alegría de vencer obstáculos, de dominar dolores, de mirar en lo imposible nada más que lo atrayentemente difícil. Vuestras sombras son ahora la mejor luz en nuestra marcha.
Compañeros de lucha: os habéis reincorporado al seno de la tierra. Ahora, con la desintegración de vuestras células, vais a alimentar nuevas formas de vida. Vais a sumaros al cosmos infinito que desde la entraña oscura e insomne, alimenta al árbol y a la planta que sirven de alegría a nuestros ojos y de pan a nuestro diario vivir. Pero algo más vais a darnos a través de vuestro recuerdo, ya que la muerte en lo individual no es sino un parpadear de la vida hacia formas más elevadas de lo colectivo y de su ideal.
Compañeros de lucha: al pie de vuestras tumbas juramos vengaros, restableciendo con nuestra victoria los fueros de la paz y de la justicia en Colombia. Os habéis ido físicamente, pero qué tremendamente vivos estáis entre nosotros.
Compañeros: vuestro silencio es grito. Vuestra muerte es vida de nuestro destino final.
Jorge Eliécer Gaitán
- Iván Torres, Director, Fundación Cultural Rayuela
Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas, Corporación Viva
https://www.alainet.org/es/active/23296
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