Otro golpista más

16/04/2002
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Carta abierta a Monseñor Ignacio Cardenal Velasco Arzobispo de Caracas Respetado Monseñor Velasco. Hubiera preferido no tener que escribir esta carta. Me veo obligado a ello en razón de la anterior carta abierta que le escribí titulada "Los otros feligreses", la cual fue publicada por el diario El Globo en su edición del viernes 5 de abril de 2002. En ella, iluso de mí, le pedía que hiciera una representación más justa de su feligresía, que incluyera en sus responsabilidades de representación pastoral a los cristianos católicos venezolanos que impulsamos el proceso constituyente previsto en el cumplimiento de la Constitución Nacional de la República Bolivariana de Venezuela, a los que no le rezamos al fundador del Opus Dei, Monseñor Escrivá de Balaguer, y que, en cambio, le rezamos a Monseñor Oscar Arnulfo Romero y los Mártires Jesuitas de El Salvador. Usted nos respondió pública y contundentemente una semana más tarde, el viernes 12 de abril de 2002, firmando el Acta del Golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez Frías y contra la primera Constitución Nacional fruto de la voluntad popular expresada en Referéndum. Reconocerá usted, monseñor Velasco, que me metió en un problema ético. Como podrá darse cuenta, no pertenezco al grupo de los que buscan la verdad de lo ocurrido el jueves 11 de abril como si para llegar a esa verdad no fuese necesario buscar elementos antes y después. Me sitúo entre los ciudadanos que buscamos a los responsables de un Golpe de Estado que, madurado a lo largo de por lo menos dos años de bombardeo mediático ininterrumpido, el jueves 11 de abril de 2002, con el desvío de la marcha opositora de la ruta que tenía prevista a una abierta maniobra de provocación sobre la concentración popular de apoyo al gobierno nacional que estaba en Miraflores, entró en su fase final. La provocación produjo el enfrentamiento previsible y el saldo de muertos y heridos fue presentado por el ex -Comandante General del Ejército, rodeado de generales, como la justificación de la felonía. El derrocamiento se definió en la madrugada del viernes 12 de abril, con el recibimiento que Monseñor Baltasar Porras hizo en Fuerte Tiuna al Presidente Chávez en calidad de prisionero, y se consolidó en la tarde de ese mismo día viernes 12 de abril, en el Palacio de Miraflores, en un acto de usurpación violatorio de todo lo violable, que usted refrendó no sólo con su presencia sino con su firma, monseñor Velasco. Después, en la noche de ese mismo día viernes 12 y durante todo el sábado 13 de abril, anunciado por un estruendo de pueblo que sacudió los barrios que rodean a Caracas, se produjo ese fenómeno político que hoy es asombro de todo el mundo y que los golpistas se niegan a leer, en el que el pueblo de Venezuela, el uniformado y el sin uniforme, le dio un contragolpe descomunal a las fuerzas usurpadoras, y en menos de cuarenta y ocho horas restituyó en el poder al presidente constitucional Hugo Chávez Frías y la vigencia plena de la Constitución Nacional de la República Bolivariana de Venezuela en la madrugada del domingo 14 de abril de 2002. El lunes 15 de abril de 2002 amaneció un país haciendo el macabro balance de muertos, heridos y damnificados a causa del fallido intento de Golpe de Estado perpetrado entre el jueves y el sábado (algunos de cuyos coletazos, expresados en saqueos e incendios con su saldo de muertos y heridos, duraron hasta el martes 16 de abril), y usted sabe, monseñor, que las consecuencias de un Golpe de Estado son responsabilidad de los golpistas. Justamente por eso le solicitábamos a la Conferencia Episcopal Venezolana, en la carta para la que estábamos recogiendo firmas, que se distanciase diametralmente del golpismo en el que venía apareciendo como institución. Que la Iglesia Católica venezolana tenía que comprometerse con la Paz y la Paz era el respeto a la Constitución Nacional. El que no quisiera a Chávez de presidente que se pusiera a trabajar por el Referéndum Revocatorio. La Constitución Nacional votada por el pueblo venezolano no solo prevé la disidencia, la oposición al gobierno, sino que le da mecanismos concretos para expresarse y para tomar decisiones sobre confirmar o revocar el mandato de cualquier autoridad electa. Si suspendimos la recolección de firmas para esa carta es porque carece de sentido solicitar el respeto a un derecho que ya nos han conculcado. El cumplimiento de la Constitución nacional era, es y será la paz, monseñor, y usted, con sus obras, con sus actos, se hizo cómplice del operativo político-militar que más cerca nos ha colocado de una guerra civil. Los cristianos católicos que, a plena conciencia, seguimos impulsando el proceso constituyente, tenemos que sobreponernos al escandaloso hecho de que la máxima autoridad de nuestra Iglesia en Venezuela sea sencillamente otro golpista más. Esperando sus más sinceras palabras de contrición, me despido de usted respetuosamente. PS: Permítame una sugerencia monseñor Velasco: Ni se le ocurra decir que lo engañaron. En la edición del diario La Razón de fecha 28-04-2002 aparece una entrevista realizada por el periodista Manuel Isidro Molina al dirigente nacional del partido Unión Francisco Javier Arias Cárdenas. El conocido ex- candidato presidencial revela que una de las reuniones de la conspiración a la que asistió hace cosa de dos meses, en la que se discutían los detalles del plan y en la que estaban dueños de medios de comunicación social, fue realizada en su residencia monseñor Velasco, y usted estaba presente.
https://www.alainet.org/es/active/1995

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