Transferencia Internacional de Tecnología: El caso peruano
- Opinión
En el Perú la producción de conocimiento local fomentada por el Estado en coordinación con la sociedad a través de instituciones o empresas privadas es muy poca, lo que nos deja sin participantes reales, sin capacidad de decisión en lo que llamamos la Sociedad de la Información en lo que se refiere a la Transferencia Internacional de Tecnología (TIT), la que se viene legislando en América Latina desde mediados del siglo pasado y que a duras penas ha sido integrada en nuestro país desde Estado solo de manera utilitaria en los sectores de defensa o producción confundida con una manera de fomento a la producción de conocimiento e innovación científica local.
Así, la nula cooperación entre los núcleos dirigentes de los diferentes sectores políticos y sociales hace imposible fijar un paradigma social de desarrollo con miras a potenciar la producción de conocimiento e investigación científica, a pesar de la labor realizada por el CONCYTEC[i].
Asimismo, la trunca industrialización peruana ha hecho que apenas generáramos innovaciones tecnológicas locales que estuvieran orientadas hacia la construcción de espacios socio institucionales con miras al uso plural e igualitario de éstas, dedicándonos a incentivar la transferencia de la tecnología como receptores competitivos.
Esta grave situación está íntimamente relacionada con los Acuerdos sobre Derechos de Propiedad Intelectual (DPI) del anexo 1C sobre Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (TRIPs) desde 1994, año en que nace la Organización Mundial de Comercio (OMC) -antes GATT-[ii].
Con la aplicación de la Transferencia Internacional de Tecnología, parte medular del Trips y ADPIC[iii], se intensificará el proceso de concentración de la investigación y producción de conocimiento en los países desarrollados, monopolizando éstos la producción de medicamentos, alimentos, tecnología informática, agroindustria etc. a la vez que los países en vía de desarrollo solo importarán o ensamblarán éstos productos terminados o cosechados, tendencia que ya se está mostrando actualmente.
Hasta hoy no hemos llegado a una real articulación de la sociedad desde y a través de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) producidas en los centro universitarios, desaprovechando éstas como posibilidad certera para enriquecer y fortalecer las interrelaciones comunales y elevar niveles académicos, ordenar el Estado [iv] y mejorar la comunicación de éste para con los ciudadanos pertenecientes a las distintas culturas que forman nuestra nación.
Para poder comprender esto es necesario analizar la idiosincrasia de nuestras clases dirigentes desde que nos conformamos como Estado nación y las políticas educativas respecto a la comunicación y transmisión de conocimiento en ciencia y tecnología a lo largo de nuestra historia, para poder sacar una rápida conclusión del peligro que corremos al fomentar en nuestras precarias condiciones la Transferencia Internacional de Tecnología como innovación y producción de conocimiento.
Con ello, la puesta en marcha de un proyecto científico-social para una democratización y construcción de redes de producción de conocimiento socio institucionales por medio del uso de los espacios comunes que las Nuevas Tecnologías ofrecen para crear flujos entre el conocimiento social y el académico por caminos democráticos en permanente y saludable construcción, no se concretarían perdiendo así la oportunidad de tener una interacción efectiva y una posibilidad de impacto más fuerte dentro de los cambios que como sociedad debemos hacer frente incluyendo en su construcción la posibilidad de satisfacer las necesidades multiculturales del Perú.
Aún no se ha trabajado en las implicancias culturales y económicas de la Transferencia Internacional de Tecnología y el aprendizaje y absorción de tecnología, lo que deja el campo libre a los productores transnacionales de tecnología, que en buena cuenta significa la anulación de apoyo a la producción de conocimiento local poniendo nuestra política educativa en manos de las tendencias del mercado, garantizando con esto la total dependencia cultural cognitiva, intelectual y creadora de nuestra sociedad.
La implementación en nuestro país de la Transferencia Internacional de Tecnología como eje de desarrollo científico en las actuales condiciones de nuestra educación, producirá una transferencia de tecnología controlada desde el centro hegemónico en donde solo se estaría transfiriendo la herramienta, el hacer, mientras el conocimiento, el saber, sería propiedad excluyente de los países centrales[v](6).
En conclusión, la implementación de las TIT, nos vuelve a coger desprevenidos sin marcar bien las pautas de desarrollo local de tecnologías, cayendo en la dependencia total de conocimiento de nuestra sociedad representada en el Estado por medio de la universidad.
Aún si logramos con nuestra presencia en las iniciativas que se dan en la construcción y participación en la Sociedad de la Información o en proyectos como el de Gobierno Electrónico y la labor del CONCYTEC y la Agenda Digital Peruana, estaremos en la triste condición en que solo los círculos políticos o académicos sean los que se preocupen por el tema – como sucede en caso de las OLPC- no llegando a tener base social, ocasionando la ineficacia del Estado para hacer una gestión transparente ante y desde la sociedad para la producción de conocimiento.
Andrea Naranjo es investigadora y antropóloga peruana.
* Este artículo fue escrito en octubre de 2004 para la Revista Talleres de Comunicación y actualizado en abril de 2007
[i] Ver Ciencia, Tecnología y Sociedad en el Perú. Memoria de un Compromiso. El CONCYTEC del 2001 al 2006, informe escrito por Benjamín Marticorena http://www.oei.es/salactsi/memoriaconcytec20012006.pdf
[ii] Taller Conjunto OMPI/OMC Derechos de Propiedad Intelectual y Transferencia de Tecnología Noviembre 2003 http://www.wto.org/spanish/tratop_s/trips_s/programme_wipo_s.doc
[iv] Una gran esperanza es la firma de la Carta iberoamericana de egov. 2007 en Chile
[v] Francisco Simón, La falacia de Internet