Uruguay estudia la nueva doctrina militar argentina
La necesidad de una estrategia regional de defensa
13/03/2007
- Opinión
Desde que Argentina encaró un giro doctrinario en su política militar, los medios conservadores del Mercosur desestimaron la nueva hipótesis de conflicto sobre recursos naturales. Ayer, se sumó un diario uruguayo para alimentar falsas preocupaciones.
Parece que la idea del presidente venezolano Hugo Chávez sobre una organización que fusione a las Fuerzas Armadas del Mercado Común del Sur (Mercosur) para adoptar una estrategia regional de seguridad, soberanía y defensa se hace cada vez más necesaria, sobre todo por las suspicacias que surgen desde los medios hegemónicos frente a las iniciativas de algunos gobiernos progresistas de América del Sur en materia de defensa nacional.
Chávez lanzó su propuesta a mediados del año pasado, en un acto por el 195 aniversario de la independencia de Venezuela, del cual habían participado varios jefes de Estado latinoamericanos, entre ellos, Néstor Kirchner (Argentina), Evo Morales (Bolivia) y Nicanor Duartes Frutos (Paraguay), que refrendaron en esa oportunidad la adhesión de la República Bolivariana como miembro pleno del Mercosur.
El presidente venezolano planteó su idea no sólo en el marco del nuevo papel que iniciaba en el bloque regional, sino a partir del cambio de doctrina de defensa en su propio país tras el golpe de Estado de 2002, como respuesta a la amenaza estadounidense, y también por las reconfiguraciones militares que se venían estudiando en Brasil, Argentina y Bolivia.
Estos cuatro países de la región lograron avances importantes, aunque individuales, para despegarse del Sistema de Interamericano de Defensa (SIAD) que impuso Estados Unidos durante la década pasada, permitiéndole incrementar su presencia militar en puntos estratégicos del Cono Sur para la supuesta lucha contra el narcotráfico y el terrorismo.
Brasil desarrolla desde hace unos diez años estrategias de resistencia en la selva amazónica para enfrentar, mediante una guerra irregular, la posible invasión de una potencia extranjera. En los últimos meses, ese peligro se hizo más patente. Un informe del Grupo de Trabajo del Amazonas (GTAM), conformado por representantes de la Agencia Brasileña de Inteligencia y de los órganos de seguridad, advirtió lo siguiente: \\\"Un elemento relativamente nuevo en materia de seguridad en la región amazónica brasileña es la creciente presencia de asesores militares estadounidenses y la venta de equipamientos sofisticados a las fuerzas armadas colombianas, supuestamente para apoyar los programas de erradicación de drogas, pero que pueden ser utilizados en el combate a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y al Ejército de Liberación Nacional (ELN)”.
Venezuela, por su parte, presentó en el 2004 el plan de “Defensa Integral de la Nación”, su nueva concepción estratégico-militar para acompañar los cambios revolucionarios encarados por el gobierno bolivariano y enfrentar varias hipótesis de conflicto: intervención militar de una potencia extranjera, como sucedió en Irák, golpe de Estado, conflictos regionales que amenacen su soberanía y las llamadas guerras de IV Generación (enfrentamientos no tradicionales, que buscan desestabilizar, desorganizar y destruir un gobierno establecido).
En un sentido similar se prepara Bolivia. Según declaró el ministro de Defensa, Walker San Miguel, la doctrina de seguridad y defensa “comenzó a tener matices propios” desde la asunción del gobierno de Evo Morales, con un reagrupamiento de militares en las localidades fronterizas, anteriormente descuidadas, y una especial atención en la región amazónica.
Mientras tanto, Argentina dio un giro en su política de defensa nacional, luego de casi tres años de estudio y análisis en un grupo de trabajo gubernamental que se encargó de elaborar un proyecto de “Defensa Nacional en la Agenda Democrática” que contemplara la “presencia constante” de las Fuerzas Armadas “en aquellos espacios terrestres, marítimos y aéreos de particular interés estratégico o que posean significativos recursos naturales”.
Bajo esta premisa, el Ejército argentino diseñó un documento estratégico, cuya hipótesis de conflicto hasta el año 2025 será la “Guerra por los recursos”, relacionado especialmente con el Acuífero Guaraní, la mayor reserva mundial de agua dulce ubicada entre Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay a lo largo de 1.190.000 kilómetros cuadrados de territorio.
Los medios hegemónicos han dedicado especial interés a minimizar los eventuales conflictos que plantean estos planes nacionales de defensa y también a sembrar preocupación, ubicando a Chávez y Morales, por ejemplo, como presidentes que se proponen quebrar la paz latinoamericana.
En el caso argentino, el diario La Nación -medio que apoyó la Doctrina de Seguridad Nacional norteamericana y que justificó los crímenes de la última dictadura militar- es uno de los operadores más fuertes en contra de la nueva doctrina de defensa de Kirchner y llegó a calificar de “absurda” la hipótesis de conflicto por los recursos naturales.
El diario uruguayo El País, no menos conservador y reaccionario, se sumó a los temores que planteó El Mercurio (Chile), que vio en el giro militar de Argentina un potencial peligro para los recursos naturales de su propio país, a pesar de que el documento del Ejército argentino es bastante claro al respecto y no maneja ningún tipo de conflicto con países limítrofes ni regionales.
Según El País, las autoridades uruguayas estudian “con preocupación” este problema que se encuentra “tan presente en la agenda” de Tabaré Vázquez y de las Fuerzas Armadas orientales, que incluso llegó a tratarse “el sábado 10 en la recepción que ofreció la Embajada de Estados Unidos en honor al presidente George W. Bush”.
Habrá que ver qué plantea oficialmente el gobierno uruguayo, pero desde ya se hace necesario que las iniciativas que nacieron con espíritu nacional se integren a nivel regional, no sólo para despejar los falsos peligros que despiertan los portavoces locales de Washington, sino para desarrollar una estrategia en bloque más efectiva contra las diversas amenazas exteriores que se perfilan en América del Sur.
Parece que la idea del presidente venezolano Hugo Chávez sobre una organización que fusione a las Fuerzas Armadas del Mercado Común del Sur (Mercosur) para adoptar una estrategia regional de seguridad, soberanía y defensa se hace cada vez más necesaria, sobre todo por las suspicacias que surgen desde los medios hegemónicos frente a las iniciativas de algunos gobiernos progresistas de América del Sur en materia de defensa nacional.
Chávez lanzó su propuesta a mediados del año pasado, en un acto por el 195 aniversario de la independencia de Venezuela, del cual habían participado varios jefes de Estado latinoamericanos, entre ellos, Néstor Kirchner (Argentina), Evo Morales (Bolivia) y Nicanor Duartes Frutos (Paraguay), que refrendaron en esa oportunidad la adhesión de la República Bolivariana como miembro pleno del Mercosur.
El presidente venezolano planteó su idea no sólo en el marco del nuevo papel que iniciaba en el bloque regional, sino a partir del cambio de doctrina de defensa en su propio país tras el golpe de Estado de 2002, como respuesta a la amenaza estadounidense, y también por las reconfiguraciones militares que se venían estudiando en Brasil, Argentina y Bolivia.
Estos cuatro países de la región lograron avances importantes, aunque individuales, para despegarse del Sistema de Interamericano de Defensa (SIAD) que impuso Estados Unidos durante la década pasada, permitiéndole incrementar su presencia militar en puntos estratégicos del Cono Sur para la supuesta lucha contra el narcotráfico y el terrorismo.
Brasil desarrolla desde hace unos diez años estrategias de resistencia en la selva amazónica para enfrentar, mediante una guerra irregular, la posible invasión de una potencia extranjera. En los últimos meses, ese peligro se hizo más patente. Un informe del Grupo de Trabajo del Amazonas (GTAM), conformado por representantes de la Agencia Brasileña de Inteligencia y de los órganos de seguridad, advirtió lo siguiente: \\\"Un elemento relativamente nuevo en materia de seguridad en la región amazónica brasileña es la creciente presencia de asesores militares estadounidenses y la venta de equipamientos sofisticados a las fuerzas armadas colombianas, supuestamente para apoyar los programas de erradicación de drogas, pero que pueden ser utilizados en el combate a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y al Ejército de Liberación Nacional (ELN)”.
Venezuela, por su parte, presentó en el 2004 el plan de “Defensa Integral de la Nación”, su nueva concepción estratégico-militar para acompañar los cambios revolucionarios encarados por el gobierno bolivariano y enfrentar varias hipótesis de conflicto: intervención militar de una potencia extranjera, como sucedió en Irák, golpe de Estado, conflictos regionales que amenacen su soberanía y las llamadas guerras de IV Generación (enfrentamientos no tradicionales, que buscan desestabilizar, desorganizar y destruir un gobierno establecido).
En un sentido similar se prepara Bolivia. Según declaró el ministro de Defensa, Walker San Miguel, la doctrina de seguridad y defensa “comenzó a tener matices propios” desde la asunción del gobierno de Evo Morales, con un reagrupamiento de militares en las localidades fronterizas, anteriormente descuidadas, y una especial atención en la región amazónica.
Mientras tanto, Argentina dio un giro en su política de defensa nacional, luego de casi tres años de estudio y análisis en un grupo de trabajo gubernamental que se encargó de elaborar un proyecto de “Defensa Nacional en la Agenda Democrática” que contemplara la “presencia constante” de las Fuerzas Armadas “en aquellos espacios terrestres, marítimos y aéreos de particular interés estratégico o que posean significativos recursos naturales”.
Bajo esta premisa, el Ejército argentino diseñó un documento estratégico, cuya hipótesis de conflicto hasta el año 2025 será la “Guerra por los recursos”, relacionado especialmente con el Acuífero Guaraní, la mayor reserva mundial de agua dulce ubicada entre Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay a lo largo de 1.190.000 kilómetros cuadrados de territorio.
Los medios hegemónicos han dedicado especial interés a minimizar los eventuales conflictos que plantean estos planes nacionales de defensa y también a sembrar preocupación, ubicando a Chávez y Morales, por ejemplo, como presidentes que se proponen quebrar la paz latinoamericana.
En el caso argentino, el diario La Nación -medio que apoyó la Doctrina de Seguridad Nacional norteamericana y que justificó los crímenes de la última dictadura militar- es uno de los operadores más fuertes en contra de la nueva doctrina de defensa de Kirchner y llegó a calificar de “absurda” la hipótesis de conflicto por los recursos naturales.
El diario uruguayo El País, no menos conservador y reaccionario, se sumó a los temores que planteó El Mercurio (Chile), que vio en el giro militar de Argentina un potencial peligro para los recursos naturales de su propio país, a pesar de que el documento del Ejército argentino es bastante claro al respecto y no maneja ningún tipo de conflicto con países limítrofes ni regionales.
Según El País, las autoridades uruguayas estudian “con preocupación” este problema que se encuentra “tan presente en la agenda” de Tabaré Vázquez y de las Fuerzas Armadas orientales, que incluso llegó a tratarse “el sábado 10 en la recepción que ofreció la Embajada de Estados Unidos en honor al presidente George W. Bush”.
Habrá que ver qué plantea oficialmente el gobierno uruguayo, pero desde ya se hace necesario que las iniciativas que nacieron con espíritu nacional se integren a nivel regional, no sólo para despejar los falsos peligros que despiertan los portavoces locales de Washington, sino para desarrollar una estrategia en bloque más efectiva contra las diversas amenazas exteriores que se perfilan en América del Sur.
Fuente: Agencia Periodística del MERCOSUR (APM), Mar del Plata / Argentina
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