Con Pinochet no se muere la justicia
- Opinión
Algunos afirman que con la muerte de Pinochet, ahora sí, la transición comienza a cerrase definitivamente en Chile. Esta es la lógica de los amarres, de la mordaza y finalmente del olvido. Pinochet fue parte fundamental, pero no única de una política que asentó sus bases en el terrorismo de Estado y cuyos agentes, en nombre de ese mismo Estado, desaparecieron, mataron, torturaron y exiliaron. Así como la expresión “justicia en la medida de lo posible” no es justicia, la transición no se acaba con Pinochet muerto porque esta transición hacia el olvido fue precisamente la que posibilitó su propia impunidad y sospecho, que por extensión, la impunidad del régimen militar en su conjunto. Si no hubiese sido detenido en Londres, seguramente nunca hubiera pasado ni cercanamente por la puerta de tribunal alguno. Fue la acción internacional y no la iniciativa chilena la que al menos puso en evidencia que los asesinos y dictadores no pasan inmunes por el mundo. Fueron los otros y no nosotros mismos los que dieron el primer paso para enjuiciar a Pinochet. Le debemos una mano a la acción internacional.
Por muchos años imaginé el momento de la muerte de Pinochet, lo imaginé en la cárcel, en el exilio, en las largas tardes en que hacíamos fila frente a las puertas de
No hubo tierra en Chile para guardar los restos del personaje, no habrá santuario para la adoración y las cenizas se dispersarán y ese será a la larga la enorme recompensa para las víctimas de su acción.
¿Pensará Lagos que esta muerte es parte de la hojarasca?, ¿Pensará Eduardo Frei que hay que dar vuelta la hoja invocando razones de Estado?; ¿Pensará Alwin que hay que interpretar esta muerte en la medida de los posible?. Sabemos qué piensa
La Iglesia Chilena se ha escandalizado por la incipiente y abortada discusión sobre el aborto, incluida
En fin, se ha muerto y nosotros seguimos vivos, con alegrías y nostalgias, somos sobrevivientes, con buena memoria todavía. No quiero ser moderno, renuncio a subirme al carro del éxito del modelo que dejó el dictador, sigo con mis rencores, con mis rabias, con los fantasmas que me acompañan no como una pesada carga sino como un motor indispensable para revalorar la vida en toda su extensión.
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