Primera vuelta: la amenaza despótica

06/11/2006
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Y entiendo por democracia aquella forma de gobierno que se fundamenta en:

1. Un pacto preliminar y negativo de no agresión entre las partes que pretenden

constituir una asociación permanente;

2. Un segundo pacto positivo por el que las partes deciden establecer normas para la

resolución de las controversias futuras, sin necesidad de recurrir a la fuerza recíproca;

3. El sometimiento a un poder común que posea la fuerza capaz de hacer

respetar los anteriores pactos;

4. El reconocimiento y la protección efectiva de algunas libertades civiles y políticas

 capaces de impedir que el poder así constituido se convierta en despótico.

Norberto Bobbio (1)

 

Lucha por la hegemonía

 

La política es la condensación de la energía social: se presenta como una disputa de hegemonía, de sentido.

 

Los resultados de la primera vuelta muestran dos energías motrices en el electorado: la voluntad de cambio y la exigencia de respuestas a los problemas vitales.

 

Correa expresó de manera abstracta la voluntad de cambio, en torno al discurso del rechazo a los diputados y de la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente, pero no logró conectar esta propuesta al sentido profundo de un cambio para la vida, de otro mundo posible que ataque las raíces de la pobreza y la exclusión y garantice condiciones de vida digna para todos y todas.

 

Noboa se apoderó brutalmente del anhelo de respuestas vitales, en torno a un discurso clientelar, salvífico y anticomunista; y desde allí recolocó el proyecto de una economía de mercado, de un Estado disciplinario y de alineamiento con el eje Bush-Uribe.

 

La voluntad de cambio

 

La voluntad de cambio se expresa todavía en el rechazo, en una energía negativa. El voto nulo contra los diputados suma alrededor de 1 millón y medio de sufragios (a lo que habría que sumar un porcentaje de los votos blancos), aunque el poder del sistema busca ocultarlo y diluirlo.

 

Desde atrás viene el rechazo al sistema político: al inicio del proceso electoral, el 99% de la ciudadanía manifestaba que no confiaba en el Congreso; y las luchas sociales habían logrado contener la ofensiva neoliberal desde una táctica de resistencia que se enuncia en el discurso de NO al TLC, NO a la OXY, NO al Plan Colombia y  a la Base de Manta. Después de la caída de Gutiérrez y ante el proceso inconcluso de “que se vayan todos”, empezó débilmente a trazarse la transformación de la crítica negativa en un proyecto alternativo en torno a la exigencia de una Asamblea Nacional Constituyente.

 

El objetivo principal de las fuerzas revolucionarias estaba en fortalecer esa transformación, generar un poder constituyente, un poder paralelo, que se instituya en una Asamblea Nacional Constituyente originaria.

 

El objetivo principal de la derecha era contener esa emergencia y reinstalar la fuerza hegemónica del proyecto neoliberal. De hecho, éste ha sido el proceso frente a otros puntos de condensación alternativa.

 

Un proceso ejemplar es el seguido en torno al Tratado de Libre Comercio. En septiembre del 2004, cuando el Gobierno de Gutiérrez solicita a Bush incorporarse a las negociaciones del TLC, apenas un tercio de la población expresaba su rechazo al Tratado, luego de la Campaña Continental contra el ALCA. En diciembre del 2004 se constituye Ecuador Decide, bajo el liderazgo de Eduardo Delgado, y se relanza la campaña, esta vez contra el TLC, desde una alianza social-productiva. En diciembre del 2005, cuando debían cerrarse las negociaciones, dos tercios de la población, con una fuerte participación de los productores agrícolas y de las empresas farmacéuticas, expresan un rechazo activo. En el primer trimestre del 2006, las Cámaras empresariales manifiestan su preocupación por la fuerte oposición ciudadana al TLC e inician una fuerte campaña mediática que logra, de acuerdo a las encuestas de opinión, un empate “técnico” entre el rechazo y aceptación. Con ello, los negociadores pretendieron acelerar la conclusión de las negociaciones: para marzo del 2006 tenían listo el festejo. La resistencia de sectores sociales y productivos, que tenían en Ecuador Decide su referente, y la capacidad de movilización de la CONAIE lograron abortar el proceso. Hoy, desde la ofensiva electoral de la derecha, uno de los objetivos anunciados por Noboa es cerrar las negociaciones y firmar el TLC con los Estados Unidos.

 

La fuerza de Correa se asentó en la expresión de esta energía, pero su debilidad estuvo en la incapacidad de transformarla en un proyecto alternativo, en un proyecto hegemónico: la fractura entre el discurso político y el discurso económico y la ausencia de una fuerza orgánica, la fractura entre la macrofísica y la microfísica del poder, el imaginario y la cotidianeidad, geopolíticamente la distancia entre Quito y la periferia.

 

Aunque esa debilidad en realidad es una debilidad de la tendencia alternativa. Ésta fracasa por dos límites: la incapacidad de una unidad programática y orgánica que transforme el rechazo en alternativa,  y el debilitamiento del sujeto histórico del cambio. El signo está en la suspensión de movilización social durante todo el proceso de la primera vuelta: la escena se mediatiza, la representación queda escindida de la presentación. Las vigorosas movilizaciones en contra del TLC y la OXY no tuvieron continuidad y no se proyectaron en el campo de la representación: el agotamiento del bloque social liderado por el movimiento indígena debilita esta mutación.

 

La seducción del poder

 

Se combinan dos crisis: una crisis de representación y legitimidad política, y una crisis social, en medio de un breve período de estabilización económica desde arriba.

 

Primero, la estabilización lograda a partir de la macrodevaluación que sustentó la dolarización y que se agotó a mediados del 2003, para devenir más bien en un factor de agudización de la crisis; y luego la estabilización por los efectos del alza del precio internacional del petróleo, del sostenimiento de las remesas de los migrantes y del lavado de dólares por las facilidades  de la dolarización y de la liberalización de la banca. Una estabilización coyuntural, no como resultado de la bondad del modelo, sino más bien a pesar del mismo, y que funciona únicamente como posposición de una crisis más profunda, por lo que puede mostrarse como la bonanza de los indicadores macroeconómicos exigidos por el capital mundial y los organismos internacionales, pero sin sustento en el crecimiento de la producción ni en el mejoramiento de los indicadores microeconómicos. Incluso la recuperación de algunos fondos para el presupuesto público como resultado de la declaración de caducidad del contrato con la OXY opera en esta misma dirección.

 

Nos movemos en la bonanza del capital financiero local y trasnacional y de algunos sectores exportadores, mientras las bases del sistema productivo se debilitan. Dos signos de esta paradoja: en el sector petrolero los beneficios de los precios internacionales altos se diluyen en la participación de las transnacionales y en la importación de derivados. Los bancos han trasladado las ganancias a depósitos afuera que sumarían alrededor de 3 mil 500 millones de dólares.

 

Esta situación abre el ánimo de las masas hacia los dos polos: el anhelo de cambio o la esperanza del salvador paternal, la proyección hacia la revolución o hacia el fascismo.

 

El camino del cambio ha transitado más los parajes de la ética y la anticorrupción – que fue el discurso que condujo los levantamientos contra Bucaram – y la exigencia de la reforma política – que fue el discurso que guió las rebeliones contra Mahuad y Gutiérrez – , sin poder atravesar el suelo de las transformaciones económicas. Y más bien en este campo se ha ido configurando durante un largo tiempo la cosmovisión de un mundo asentado en las virtudes de la empresa, así sea la micro y la micro-micro: el ideal no está en el trabajo, sino en el anhelo de ser “empresario”, aunque sea con el cajón de lustrabotas bajo el brazo.

 

Noboa se apropia de este imaginario construido desde la hegemonía del capital, que traza un mundo a su imagen y semejanza, en donde la ilusión de los dominados es mirarse en el espejo del dominador y esperar la salvación por la donación. Doble seducción: la imagen paternalista del rico benefactor que abre la puerta al sueño de grandes masas de ser como él y al sueño de contar con una vivienda propia y con el acceso a la atención médica. Una imagen construida durante tres campañas, asentada en una red de micropoderes locales, construida bajo forma empresarial, desde la periferia hacia el centro.

 

El poder constituido ensayó inicialmente una salida ordenada: el control para una final lógica entre Cinthya y Roldós. Pero el libreto se rompió por el lado de la captación de la energía del rechazo a favor de la candidatura de Correa: éste despega a partir de que anuncia que va sin candidatos al Congreso, lo que dibuja ante la gente la coherencia con la propuesta de la Asamblea Constituyente.

 

Inmediatamente el poder buscó un reacomodo: introdujo el comodín de Gutiérrez, para bloquear la acción en la periferia; y rearticuló un nuevo eje en torno a Noboa, mientras lanzó una ofensiva general en contra de Correa. El nuevo acuerdo se expresó en la revisión de la resolución del Tribunal Supremo Electoral para reabrir la chequera propagandística de Noboa y en la soledad de Cinthya. La ofensiva millonaria mediática multiplica los gestos asistenciales: coloca en el imaginario el certificado de inscripción para la casa y la silla de ruedas.

 

Sin embargo el punto de quiebre se opera en la noche mediática de la CNN. El libreto abre las puertas a una ofensiva programática de Noboa: la proclama de un neoliberalismo radicalizado y el alineamiento internacional con el eje Bush-Uribe desde un fuerte discurso anticomunista en contra de Venezuela y Cuba. Mientras tanto, los otros dos candidatos del orden, especialmente Cinthya, cumplen el papel de contención a Correa, colocándolo a la defensiva. De esta manera Noboa construye el espacio de su electorado: desde la radicalización neoliberal convoca al gran capital, sobre todo comercial y financiero, organizado en torno a la oficialidad de las cámaras empresariales; y desde la marketinización de la dádiva clientelar convoca a los sectores marginales del campo y la ciudad.

 

La respuesta de Correa no se proyectó hacia la base económica y la construcción de un mundo de vida alternativo; más bien se enfrascó en la disputa con el viejo poder oligárquico. Nuevamente éste es un límite de toda la corriente alternativa; no pudimos ubicar con precisión el enemigo principal: dedicados a enterrar al león avejentado, no vimos la boa que se avecinaba. No vimos el proceso desde lo orgánico-económico, sino desde la representación-política, el ataque a la partidocracia, y nos dedicamos a enterrar un cadáver, mientras en la casa de a lado el imperio festejaba el nuevo nacimiento en la cuna del anticomunismo.

 

La incapacidad de los movimientos sociales de conectar la presentación con la representación coartó la construcción de la hegemonía alternativa, y con ello se dejó inermes a las masas para ser pasto de la seducción clientelar, sobre todo en torno a la vivienda y la salud; y, a partir de allí, de la contraofensiva anticomunista: el aterrorizamiento sobre las condiciones de vida mínimas de la gente con rumores de que Correa les va a quitar la casa, el negocio y hasta la familia.

 

La hegemonía se funda en la constitución de una frontera entre el bien y el mal. “Para que la revolución de la nación y la emancipación de una clase especial de la sociedad civil coincidan, para que un estrato sea reconocido como el Estado de toda la sociedad, se necesita (…) que todos los defectos de la sociedad se condensen en una clase, que esta determinada clase resuma en sí la repulsa general, sea la incorporación de los obstáculos generales; se necesita que una determinada esfera social sea considerada como el crimen manifiesto de la sociedad toda, de tal modo que su liberación se considere como la autoliberación general, Para que una clase de la sociedad sea la clase de la liberación por excelencia, es necesario que otra sea manifiestamente el Estado de sujeción”  (2)  

 

Concentrados en enfrentar a la partidocracia, identificada con el viejo poder del febres-borjismo, dejamos el campo abierto al crecimiento de un nuevo proyecto de dominación que combina tres elementos estratégicos que lo articulan al dominio imperial: la proyección hegemónica de la visión del mundo del capital desde el imaginario de la microempresa hasta el gran empresario exitoso y paternal, para posibilitar la radicalización del proyecto neoliberal que no ha logrado implantarse plenamente en nuestro país, sobre todo en la veta de la privatización del patrimonio nacional; la reedición del discurso anticomunista de las doctrinas de seguridad nacional y de prácticas autoritarias y despóticas – la colombianización del país –, para contener el avance que las fuerzas revolucionarias habían empezado a recorrer por el camino de la recuperación de la soberanía, y restablecer el alineamiento con el eje imperial Bush-Uribe; y el control clientelar de las masas para bloquear la proyección del descontento y el rechazo social hacia su transformación en poder constituyente.

 

En la periferia Gutiérrez iba construyendo su propio nicho de influjo temporal, inoculando en cada punto de la microfísica del poder el sentido del resentimiento y la victimización en un doble juego: la comparación entre el fracaso del “traidor” Palacio y la “estabilidad” del período gutierrista, sobre todo para los productores agrícolas; y la proclamación clientelar de la duplicación del bono de la pobreza.

 

Las fronteras del bien y el mal se habían trastrocado: el crimen perfecto pasó al bando de la amenaza comunista; y la bondad regresaba a manos de los explotadores y los traidores.

 

Correa, ensimismado en las cifras de las encuestas, buscó una salida en el mismo campo de la representación, con la proclamación del triunfo en primera vuelta. Empezó el reparto del billete de la lotería antes de haberlo comprado: anunció el nuevo gabinete. Y con ello dejó el campo libre para que la nueva figura del poder avance sin obstáculos. La sospecha de la manipulación de las cifras en las encuestas quizás no está en el resultado final, sino más bien en el inflamiento del crecimiento previo de Correa, a fin de producir un sentido triunfalista que bloquee  la energía del desenlace.

 

Las herencias

 

El ciclo se reproduce. Una vez consolidada la fase de reprimarización de la economía, articulada a un capital financiero local reestructurado después de la crisis bancaria del 98, y al capital financiero transnacional, el empleado tiene que hacer mutis por el foro para que entre nuevamente en escena el patrón. El PSC tendría un bloque parlamentario de 14 diputados, frente a los 25 del período anterior, con lo que perdería la base principal de su cogobierno desde atrás; mientras el PRIAN pasaría a ser la primera fuerza parlamentaria, con 30 diputados. Aunque ya no se trata de la antigua figura del magnate operando desde atrás a través de relaciones corporativas, sino más bien del funcionamiento de una empresa electoral que permite la acción directa del patrón: no es el feudo, sino más bien la hacienda, un renovado rentismo, que puede apoderarse no sólo de la renta de la tierra, sino sobre todo de la renta de los recursos naturales, en particular de la renta petrolera, para lograr un nuevo período de bonanza macroeconómica, con algunas dádivas asistenciales para garantizar el control social.

 

Y también se cierra el ciclo del viejo populismo bucaramista, para entregar la herencia al discípulo: el ausente por la víctima presente, en la renovación de una microfísica del poder, desde el centro hacia la periferia, asentada en una red de mandos medios de la policía y de las fuerzas armadas, sobre todo terrestres, activos y pasivos, diseminados a lo largo del territorio nacional. La presencia de Gutiérrez, sin embargo, no se reduce a la herencia populista, sino que se presenta bajo nuevas formas, sobre todo en la articulación de los poderes locales periféricos, especialmente en la Amazonía y en las provincias más deprimidas de la Sierra; y en la actuación como dispositivo para la participación política de los mandos militares, especialmente medios, pasivos e incluso activos.

 

El poder tiene horror al vacío. Las tareas inconclusas de la revolución abren las puertas a la reconstitución del poder. Después de la caída de Bucaram, Alarcón instituyó el gobierno desde la sombra del PSC. Después de la caída de Mahuad, Noboa Bejarano instituyó el sistema de dolarización. Después de la caída de Gutiérrez, Palacio bloquea el cauce de la Asamblea Nacional Constituyente y abre la puerta al retorno del Coronel. El fracaso de Palacio es la carta de resurrección de Gutiérrez.

 

La actual reconstitución del poder apunta a la vinculación del poder económico, con el poder político, a fin de instaurar a plenitud el proyecto neoliberal y un Estado autoritario y policíaco. Aunque allí tiene dos límites: la debilidad del proceso económico productivo que puede proyectarse hacia la caída de la dolarización y la profundización de la crisis social; y los riesgos de la violencia que pueden proyectarse al involucramiento en una guerra regional.

 

Escenarios

 

La derecha ha retomado la iniciativa. Ha creado un escenario dominado por la visión de un neoliberalismo extremo y un Estado autoritario. Estamos ante la amenaza despótica; el riesgo es la concentración del poder económico y el poder político en torno a Noboa: la más grande fortuna del país con un control de la mayoría parlamentaria, lo que le permitiría reorganizar los organismos de control y la justicia de acuerdo a sus intereses, como ya lo hicieron en el período de la Pichi Corte, aunque ahora con una base “legal”.

 

Los pactos básicos de una democracia “liberal” corren el riesgo de desaparecer, tanto el pacto previo de no agresión entre las partes y la solución pacifica de los conflictos, como la vigencia de libertades civiles y políticas que impidan la conversión del poder constituido en despótico. Las posibilidades de avanzar hacia una democracia madura, en donde la representación de asiente en la presentación y en la participación se bloquean.

 

El eje Noboa-Gutiérrez-PSC puede constituir una mayoría parlamentaria que, no sólo bloquee la constitución de “un poder común”, una Asamblea Nacional originaria, incluso si gana Correa, sino que más bien consolide legalmente las formas extremas del neoliberalismo, que no ha podido implantarse en el país, empezando por la privatización de las áreas estratégicas, en especial del sector de hidrocarburos, y la eliminación de los derechos laborales.

 

La rearticulación del bloque dominante en torno a Noboa se realizará, no a costa de la actual participación de los grupos de poder, sobre todo del Partido Social Cristiano, que si bien sale golpeado electoralmente, todavía cuenta con diversos resortes de control de los puntos estratégicos de decisión; sino más bien a costa de la acumulación social bajo propiedad estatal y a costa de la sobreexplotación y precarización de la fuerza de trabajo. El modelo está en las actuales empresas de Noboa, regidas por un sistema extremo de tercerización en las relaciones laborales, y por un sistema de reproducción del capital hacia fuera en las relaciones económicas.

 

Los resultados de la primera vuelta consolidan una mayoría parlamentaria en torno al eje Noboa-Gutiérrez, que puede proyectarse a un reordenamiento de las alianzas con el Partido Social Cristiano. La fuerza del voto nulo contra los diputados, si bien es significativa, no es suficiente para avanzar en el camino de la ilegitimación del Congreso, como base de la legitimación de la Asamblea Nacional Constituyente.

 

¿Esto significa que fue errada la táctica del voto nulo para diputados, como argumentan diversos sectores democráticos de centro? Esta propuesta alteró el escenario de la primera vuelta que estaba orientado a una salida ordenada a una final “racional” en torno al PSC y la ID, y permitió la emergencia diferenciada de Correa, que hasta ese momento se movía en el montón, con el 6 o 7% de la intención de voto, hasta abrirle campo para acercarse a un triunfo en la primera vuelta. Sin embargo no podía reducirse todo a este recurso, pues se requería consolidar un proyecto de hegemonía alternativa. Y aquí es donde la presencia de Correa presenta límites estructurales tanto por la incapacidad de una respuesta orgánica que ligue la propuesta política radical con una forma de vida y un proyecto económico radical que responda a las necesidades y aspiraciones profundas de la población, como por la ausencia de un sujeto orgánico que porte esa propuesta. (3)  Aquí se muestra también el límite de las fuerzas de izquierda que no lograron construir esa perspectiva y más bien desembocaron en un fraccionamiento, con el debilitamiento del papel histórico de los movimientos sociales, en particular del movimiento indígena, que habían jugado un papel clave en la resistencia al modelo neoliberal.

 

La táctica de voto nulo por los diputados apuntaba a la ilegitimación del Congreso para poder abrir paso a la legitimación de una Asamblea Nacional Constituyente originaria, como fuente del poder legislativo y como la última posibilidad de una salida democrática y en paz. Era la condensación de la fuerza del rechazo para proyectar su mutación en fuerza política alternativa. Estas posibilidades se abrían bajo la condición de la respuesta unificada del conjunto de las fuerzas alternativas.

 

A pesar de los silenciamientos y de las dudas, el resultado del voto nulo por diputados muestra una gran fuerza que sigue presente como anhelo de cambio profundo; la tarea es ahora convertirla en la base de la resistencia a la amenaza despótica o en la base de la Asamblea Nacional Constituyente originaria.

 

La implantación del modelo neoliberal requiere la contención y la derrota del bloque social alternativo; por lo cual el proyecto de Noboa es viable sólo bajo una política autoritaria y represiva: la perspectiva de la “colombianización” del Ecuador. El discurso anticomunista no sólo es un recurso electoral, sino un programa de reforzamiento de los dispositivos represivos y disciplinarios, estatales y paramilitares, de la movilización social que ha venido operando a lo largo de la última década en busca de un cambio profundo.

 

Creado el escenario en la primera vuelta, la estrategia electoral de Noboa ha provocado un vaciamiento del discurso. Todo gira en torno a la amplificación mediática de las ofertas clientelares y de los gestos salvíficos, mientras evita cualquier propuesta programática sobre el futuro económico y político del país.

 

El mayor peligro estratégico es que el vocero electoral de la corriente alternativa, Rafael Correa,  y especialmente la izquierda repitan la vieja historia y sucumban “al chantaje ideológico de la derecha aceptando sus premisas básicas”, terminen moviéndose dentro del terreno clientelar del enemigo, en una competencia imposible de ganar, pues las reglas de sentido en ese campo las controla el adversario; en lugar de esforzarse por crear las condiciones para un acto auténtico, “combatir la agitación derechista por alguna medida radical: no intentar defendernos diciendo que esto no es lo que queremos decir, que ya no somos los viejos socialistas (o los viejos comunistas),… sino con un resonante ‘¡Sí, eso es precisamente lo que queremos!’”. (4)

 

La energía social de cambio, si bien ha sido contenida temporalmente por la contraofensiva de  la derecha, ha sido también la fuente del primer resultado para el paso de Correa a la segunda vuelta y para el crecimiento del voto nulo y el voto blanco en contra de los diputados. El camino no es sucumbir “al chantaje ideológico de la derecha aceptando sus premisas básicas” de que no hay condiciones para el cambio y aclarar tímidamente que la Asamblea Constituyente pasará por la fórmula Roldós de la consulta previa, que fue derrotada por su ambigüedad. Una de las fuentes para el voto en la segunda vuelta está en la convocatoria al millón y medio de gente que votó nulo o en blanco para diputados en la primera vuelta; un retroceso en el anhelo de cambio puede debilitar esta convergencia. El camino del acontecimiento auténtico es ligar la necesidad de la Constituyente con las condiciones de vida de la gente, retomar el sentido de la ANC originaria como la última posibilidad de una salida democrática y en paz frente a la crisis. 

 

La defensa no está en empezar a dorar el rechazo al TLC, para proclamar en la mesa con la Embajadora norteamericana que el problema está en la forma como se ha negociado y no en la esencia del Tratado. El NO radical al TLC puede ser una de las fuentes de un “acto auténtico”, que cambie la dirección del sentido, sobre todo en el diálogo con los productores agrícolas de la Sierra y la Costa, con los arroceros, maiceros, soyeros, lecheros, con las comunidades indígenas, y con los pequeños productores y comerciantes urbanos, que están amenazados por la inminente firma del Tratado anunciada por Noboa, pero que en la primera vuelta cayeron seducidos por el clientelismo de Noboa o de Gutiérrez. En la larga lucha de resistencia contra el TLC hay un acumulado en la conciencia de la gente seducida temporalmente por el populismo, ahora nos corresponde activar ese acumulado en dirección a cambiar nuevamente la frontera del bien y el mal. “¡Sí, eso es precisamente lo que queremos!”, que no se firme el TLC, para poder defender la vida de los campesinos, para evitar que les quiten la tierra y el pan, defender el trabajo de los artesanos. No es el comunismo el que le va a quitar la casa y la tierra al campesino, el que va a destruir las fuentes de trabajo, sino una oligarquía rentista y cruel, en alianza con los monopolios transnacionales; la amenaza viene desde los banqueros corruptos y prófugos que ahora se frotan las manos para un retorno triunfal, en alianza con el capital rentista, local y transnacional, que buscará concentrar la renta agrícola y la renta petrolera, para una nueva fase de estabilidad ante el debilitamiento de las bases de la dolarización.

 

La defensa no está simplemente en explicar por qué no declarar “terroristas” a las FARC, sino en enfrentar el Plan Colombia en su totalidad, como un plan guerrerista del imperio de conquista geopolítica de la Amazonía, como un plan que amenaza la paz y la integridad territorial. La larga resistencia al Plan Colombia puede ser la base de un “acto auténtico” que incida en el cambio de sentido, sobre todo en el diálogo con los militares patriotas, ahora enredados en los hilos del partido paramilitar de Gutiérrez. “¡Sí, eso es precisamente lo que queremos!”, no involucrarnos en el Plan Colombia, como plantea Álvaro Noboa, cuando se proclama amigo del otro Álvaro y dice que reforzará la presencia militar en una estrategia de yunque y martillo. Queremos un territorio de paz y eliminar la presencia de bases extranjeras. La “colombianización” del Ecuador no está sólo en la frontera; sino que se proyecta al interior, con la implantación de amenazas en contra de los opositores y con la actuación creciente de bandas paramilitares. El peligro viene del Norte y hay poco tiempo para convocar a los patriotas civiles y militares a defender la paz y la soberanía. Habrá que ver si en las Fuerzas Armadas se han agotado las reservas de soberanía y dignidad tras el influjo de Sociedad Patriótica, que ha devenido el partido de los militares y policías.

 

La soberanía es el eslabón perdido que han construido los pueblos de nuestro Continente para transformar la energía de rechazo en poder constituyente: Venezuela y Bolivia han sentado las bases del nuevo poder y de la nueva economía en el control soberano de los recursos naturales, en particular de los recursos energéticos, orientados para el bienestar común. El contraataque imperial busca contener este eje del mal… ejemplo. Sobre todo el ataque a Chávez se ha constituido en un recurso clave del imperio en medio de las campañas electorales, como ha sucedido sobre todo en Perú y Nicaragua. El error del sector revolucionario puede venir de dos lados: la renuncia a la autonomía y a la construcción de un camino propio creando la imagen de una dependencia de procesos externos, o el silenciamiento de la senda solidaria, creando la imagen de una renunciación al ideal bolivariano y latinoamericano.

 

La salida pasa por la creación de momentos simbólicos fuertes masivos en torno a la fortaleza programática para el cambio como la posibilidad de realizar las aspiraciones vitales de la gente.

 

Para ello, el paso clave está en la reconstitución de un frente orgánico con participación de todas las fuerzas que luchan por una salida alternativa, reconstituir el camino del sujeto histórico. El sujeto no está sólo en la acción del candidato Correa; la participación de los actores sociales y de las fuerzas de izquierda, en un proceso autónomo y de convergencia con Alianza País, es decisiva. La hegemonía alternativa implica la construcción de un sujeto histórico capaz de realizar el programa de cambio como un proyecto de vida. La firme acción de un bloque social-político alternativo, en coordinación o no con Correa, puede modificar la actual correlación de fuerzas.

 

Democracia capturada

 

La disputa no se realiza sólo en el campo de la práctica política. Hay un marco institucional capturado por el poder constituido que marca las cartas de la elección. En la primera vuelta se mostró el poder del control a lo largo de todo el proceso: la definición de las reglas reforzó el control de la partidocracia, que constituyó una mayoría segura para manejar el Tribunal Supremo Electoral y los tribunales provinciales, así como el Tribunal Constitucional. La fórmula D’Hont ponderado, resuelta por la mayoría parlamentaria, reforzó el sistema de plancha, a favor de los partidos. La aprobación de candidatos se sometió al cálculo de los resultados electorales, para tratar de crear una final controlada. Y, sobre todo, el permiso para la violación de la Ley de control del gasto electoral por parte de Noboa, abrió el paso a una presión ilegítima sobre la decisión de la población.

 

El objetivo final era el control del sufragio, tanto en el escrutinio como en la información. El contrato con E-vote para el escrutinio rápido de los votos, a fin de informar inmediatamente es una prueba de esta manipulación. Pero no fue una acción únicamente local, allí se articula la intervención de una red internacional de certificadores de la democracia, organizada desde las oficinas de la OEA, con participación de funcionarios activos y retirados.

 

La captura del sistema operó también desde el poder mediático y desde la alineación del voto mediante el manejo de las encuestas y las empresas encuestadoras.

 

Las reglas y los controles sistémicos no se han modificado para la segunda vuelta electoral, a pesar de las denuncias y las acciones de rechazo. Nuevamente los jueces serán los vocales partidarios del TSE y los observadores vinculados de la OEA.

 

Autonomía y convergencia

 

La respuesta del bloque alternativo debe combinar dos procesos: buscar cambiar la correlación de fuerzas electorales, y reorganizar las fuerzas populares a fin de parar la contraofensiva imperial-oligárquica y retomar la iniciativa hacia la Asamblea Nacional Constituyente originaria.

 

En la batalla electoral, ante los límites de Alianza País, la política debe ser de autonomía y convergencia. Asumir las responsabilidades con iniciativa propia para cumplir cuatro objetivos: dar continuidad a la lucha programática en torno a la Constituyente, El TLC, la paz y la soberanía, buscando ligarla a las condiciones de la vida de la gente; defender el espacio democrático ante la captura de los grupos de poder y las prácticas de fraude;  denunciar y contener la amenaza despótica de Noboa; y lograr un incremento del caudal de votos de Correa, para tratar de modificar la actual correlación de fuerzas electorales.

 

Y al mismo tiempo debemos avanzar en la organización política del pueblo y en la reorganización y unificación de las fuerzas sociales y políticas alternativas, para responder a las condiciones que se presenten después de los resultados electorales, ya sea en una táctica de resistencia, si triunfa Noboa; o en la proyección hacia la Asamblea Nacional Constituyente, si triunfa Correa. Ligar la respuesta electoral a una estrategia de construcción del poder constituyente, del poder paralelo, que tiene su primera forma en la organización política del pueblo.

 

Quito, 30 de octubre de 2006

 

 

Notas

 

(1) BOBBIO Norberto, El tercero ausente, Ediciones Cátedra, Madrid, 1997, p 12. Los subrayados son míos. Son los fundamentos de la democracia liberal.

 

(2) MARX Carlos, Contribución a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel, Introducción. El destacado es del original.

 

(3) Ver SALTOS Napoleón, Crónica de una democracia capturada, ALTERCOM, septiembre 2006.

 

 (4) ZIZEK Slavoj, ¿Lucha de clases o postmodernismo, en BUTLER Judith, Ernesto LACLAU y Slavoj ZIZEK, Contigencia, hegemonía, universalidad. Diálogos contemporáneos en la izquierda, Fondo de Cultura Económica, Argentina, 2000, p 135.

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