Lula da Silva para rato
30/10/2006
- Opinión
La elección en Brasil fue un pulso entre la derecha y la izquierda. La derecha perdió. Con más de 125 millones de electores, en la segunda vuelta, Luiz Inácio Lula da Silva, ha sido reelegido con el 60.38% de los votos válidos, frente al 39.62% de su rival, Geraldo Alckmin, quien había logrado el 41.64% en la primera vuelta. Eso, a pesar de la campaña emprendida por el propio Alckmin, sobre supuesta corrupción en el equipo de Lula, algo que no llegó a ser mella en su reelección. Parece ser que su obra, durante cuatro años, habla mejor a la hora de las votaciones. La víspera, los movimientos sociales brasileños comenzaron esta semana a pronunciarse por la reelección de Lula da Silva y muchos definieron votar a su favor. El Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra, MST, emitió un comunicado firmado por su coordinador, Joao Pedro Stédile, que convocó a los movimientos sociales a movilizarse e ir a las calles a derrotar la candidatura del socialdemócrata Geraldo Alckmin.
Con su gestión durante cuatro años, Lula da Silva, aseguró el voto de los más pobres, los cuales se encuentran ubicados en el nordeste, la región más pobre del Brasil, y las zonas urbanas, como las “Fabelas”, quienes han sido los olvidados de siempre por anteriores administraciones. Estos de manera directa, fueron el centro de las actuales políticas de gobierno, dentro de las cuales destaca la lucha frontal contra el hambre, con el plan: “Hambre cero”. Además de haber ganado a las capas medias, que con el tiempo se fueron depauperando a causa de las políticas neoliberales, también se le puede atribuir la alianza inédita lograda con grandes empresarios, con los que consiguió equilibrar la economía de Brasil, y encaminarla hacia conformar a nivel mundial, una de las cuatro naciones denominadas emergentes.
Lula teniendo un origen de izquierda, y aunque se le critique de moderado, tuvo que moverse en medio de todas las fuerzas políticas, y dentro de todas las ideologías, llegando ha gobernar para todos los brasileños, lo que significó la construcción de un gobierno de unidad nacional. Esto sucedió, arrastrando las políticas neoliberales de sus antecesores, que le planteaban la obligación de sacrificar a su pueblo con el pago de la deuda externa, razón por la que realizando un gran esfuerzo, pudo encaminar sus políticas hacia la inversión social, que salta a la vista, no podía ser de otro modo. En su primer mandato Lula promovió la recuperación del papel del Estado como proveedor de políticas públicas.
Ahora con el triunfo asegurado, Lula se dispone a tender puentes, establecer y consolidar relaciones, con “todos los partidos políticos”, y “tejer todas las alianzas necesarias”, para poder tener “tranquilidad, y aprobar todos los proyectos” grandes que el país necesita. Y es que su fórmula de gobernar para todos, dio resultado en Brasil, algo que le asegura continuidad en sus políticas públicas, que a estas alturas y por más de un período, pero además con la aprobación del Congreso, se han convertido en Políticas de Estado.
La elección en Brasil fue un pulso entre la derecha y la izquierda. La derecha, perdió. Con sus políticas de ajuste estructural o neoliberales, han ido perdiendo espacios no solamente en Brasil sino en toda América Latina, porque tiene muy poco que ofrecer. Eso fue algo que quedó claro por los gobiernos que antecedieron a Lula, que el programa de la derecha no ofrece al país ningún cambio significativo y si hubieran ganado la presidencia, hubieran puesto en riesgo las políticas sociales en curso, así como la expansión de las exportaciones que se apoya en una política externa por ellos torpemente criticada. Existe incluso la fuerte convicción de que un gobierno de derecha retomaría el asalto a la propiedad pública, los altos intereses, el recorte de los gastos sociales, las aventuras económicas neoliberales. Los neoliberales cuando gobernaron rechazaron una política industrial, comandada por el Banco Nacional de Desenvolvimiento Económico y Social, BNDES, en nombre de las mágicas cualidades del libre mercado.
Sus representantes asumieron el poder autoritariamente a través de los gobiernos militares en las décadas del 60 y el 70 y dejaron un rastro de estancamiento del crecimiento, concentración de ingreso, exclusión social, dependencia y falta de perspectiva. Por eso los excluidos de siempre, no los desean más en el poder por ninguna razón. La derecha salió derrotada, uno de sus mayores errores fue no haber logrado el consenso de todas sus fuerzas sobre un candidato propio, a pesar de los resultados porcentuales de Alckmin en la primera vuelta.
Los movimientos políticos dentro del Congreso de legisladores empiezan a tener un efecto negativo para la derecha. Incluso, se supo de la fusión de tres partidos de derecha, dentro del Partido Republicano, que suma 26 diputados federales, y tres senadores en la Cámara Baja, formarán parte de la bancada que apoya al presidente Lula. Tampoco la derecha les ha garantizado convertirse en diputados de primera categoría, y de manera utilitaria, lo coloca como de segunda categoría. Esto les acarrea otros problemas, porque como bancadas minoritarias, no podrán optar a dirigir comisiones legislativas, ni optar al Fondo Partidario, o lo que sería lo mismo la deuda política, que sería sólo del 1%.
Lula, tal como lo ha demostrado, no significa improvisación, ni tampoco prepararse sólo para las elecciones y no para gobernar. La práctica de sus primeros cuatro años, demostró para quién gobierna, y su partido, el Partido de los Trabajadores, que si posee un verdadero programa de gobierno, está más mucho más preocupado por los pobres. Eso representa a las mayorías excluidas por siempre. Pero como el mismo Lula indicara: Ahora los pobres serán actores de las decisiones políticas.
- Arnoldo Villagrán - Analista de Incidencia Democrática.
Fuente: Incidencia Democrática (Guatemala)
http://www.i-dem.org
Con su gestión durante cuatro años, Lula da Silva, aseguró el voto de los más pobres, los cuales se encuentran ubicados en el nordeste, la región más pobre del Brasil, y las zonas urbanas, como las “Fabelas”, quienes han sido los olvidados de siempre por anteriores administraciones. Estos de manera directa, fueron el centro de las actuales políticas de gobierno, dentro de las cuales destaca la lucha frontal contra el hambre, con el plan: “Hambre cero”. Además de haber ganado a las capas medias, que con el tiempo se fueron depauperando a causa de las políticas neoliberales, también se le puede atribuir la alianza inédita lograda con grandes empresarios, con los que consiguió equilibrar la economía de Brasil, y encaminarla hacia conformar a nivel mundial, una de las cuatro naciones denominadas emergentes.
Lula teniendo un origen de izquierda, y aunque se le critique de moderado, tuvo que moverse en medio de todas las fuerzas políticas, y dentro de todas las ideologías, llegando ha gobernar para todos los brasileños, lo que significó la construcción de un gobierno de unidad nacional. Esto sucedió, arrastrando las políticas neoliberales de sus antecesores, que le planteaban la obligación de sacrificar a su pueblo con el pago de la deuda externa, razón por la que realizando un gran esfuerzo, pudo encaminar sus políticas hacia la inversión social, que salta a la vista, no podía ser de otro modo. En su primer mandato Lula promovió la recuperación del papel del Estado como proveedor de políticas públicas.
Ahora con el triunfo asegurado, Lula se dispone a tender puentes, establecer y consolidar relaciones, con “todos los partidos políticos”, y “tejer todas las alianzas necesarias”, para poder tener “tranquilidad, y aprobar todos los proyectos” grandes que el país necesita. Y es que su fórmula de gobernar para todos, dio resultado en Brasil, algo que le asegura continuidad en sus políticas públicas, que a estas alturas y por más de un período, pero además con la aprobación del Congreso, se han convertido en Políticas de Estado.
La elección en Brasil fue un pulso entre la derecha y la izquierda. La derecha, perdió. Con sus políticas de ajuste estructural o neoliberales, han ido perdiendo espacios no solamente en Brasil sino en toda América Latina, porque tiene muy poco que ofrecer. Eso fue algo que quedó claro por los gobiernos que antecedieron a Lula, que el programa de la derecha no ofrece al país ningún cambio significativo y si hubieran ganado la presidencia, hubieran puesto en riesgo las políticas sociales en curso, así como la expansión de las exportaciones que se apoya en una política externa por ellos torpemente criticada. Existe incluso la fuerte convicción de que un gobierno de derecha retomaría el asalto a la propiedad pública, los altos intereses, el recorte de los gastos sociales, las aventuras económicas neoliberales. Los neoliberales cuando gobernaron rechazaron una política industrial, comandada por el Banco Nacional de Desenvolvimiento Económico y Social, BNDES, en nombre de las mágicas cualidades del libre mercado.
Sus representantes asumieron el poder autoritariamente a través de los gobiernos militares en las décadas del 60 y el 70 y dejaron un rastro de estancamiento del crecimiento, concentración de ingreso, exclusión social, dependencia y falta de perspectiva. Por eso los excluidos de siempre, no los desean más en el poder por ninguna razón. La derecha salió derrotada, uno de sus mayores errores fue no haber logrado el consenso de todas sus fuerzas sobre un candidato propio, a pesar de los resultados porcentuales de Alckmin en la primera vuelta.
Los movimientos políticos dentro del Congreso de legisladores empiezan a tener un efecto negativo para la derecha. Incluso, se supo de la fusión de tres partidos de derecha, dentro del Partido Republicano, que suma 26 diputados federales, y tres senadores en la Cámara Baja, formarán parte de la bancada que apoya al presidente Lula. Tampoco la derecha les ha garantizado convertirse en diputados de primera categoría, y de manera utilitaria, lo coloca como de segunda categoría. Esto les acarrea otros problemas, porque como bancadas minoritarias, no podrán optar a dirigir comisiones legislativas, ni optar al Fondo Partidario, o lo que sería lo mismo la deuda política, que sería sólo del 1%.
Lula, tal como lo ha demostrado, no significa improvisación, ni tampoco prepararse sólo para las elecciones y no para gobernar. La práctica de sus primeros cuatro años, demostró para quién gobierna, y su partido, el Partido de los Trabajadores, que si posee un verdadero programa de gobierno, está más mucho más preocupado por los pobres. Eso representa a las mayorías excluidas por siempre. Pero como el mismo Lula indicara: Ahora los pobres serán actores de las decisiones políticas.
- Arnoldo Villagrán - Analista de Incidencia Democrática.
Fuente: Incidencia Democrática (Guatemala)
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https://www.alainet.org/es/active/14224
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