Los gringos se quedarán chiflando en la loma
09/08/2006
- Opinión
Estados Unidos no tiene fama de cultivar la lealtad: no tiene amigos, sólo tiene intereses.Durante los últimos cuarenta y siete años, Estados Unidos ha implementado una política exterior totalmente ineficaz hacia el gobierno socialista cubano. Sus ejes de acción han sido el bloqueo económico, por un lado y, por otro, una inútil espera a que muera Fidel Castro.
El embargo económico, lejos de producir los resultados esperados, no ha conseguido el aislamiento de la isla. Más bien lo que se ha concretado es el aislamiento de Estados Unidos con respecto de Cuba. El resto de países del mundo abiertamente comercian, invierten y vacacionan en Cuba. Es más, durante los últimos 6 años la administración Bush no sólo ha endurecido las sanciones económicas sino, en forma continua, ha venido incrementando las restricciones para los viajes e intercambios de norteamericanos con académicos, científicos, artistas, atletas y líderes religiosos cubanos. Los programas de intercambio gente a gente han desaparecido y, lo que es más criticable, los viajes y la asistencia de cubanos americanos a sus familiares, que aún residen en la isla, han sido severamente restringidos y, en gran medida, anatematizados.
La debacle de las remesas familiares sólo ha servido para castigar la economía de las familias cubanas y agregar, a las condiciones de vida domésticas, limitaciones no ajenas a la mayoría de habitantes. Sin embargo la economía cubana, a nivel macro, no se ha visto afectada pues ha mejorado sus índices e indicadores con inversiones provenientes de Europa y Venezuela y China en el futuro cercano. Por otro lado, el descubrimiento de yacimientos petroleros en la plataforma continental de Cuba asegura prosperidad económica para fortalecer el desarrollo y seguridad energética a través de nuevas inversiones en la isla.
La tendencia incremental de las sanciones y restricciones ha provocado que Estados Unidos haya perdido el contacto y la relación con la gente de Cuba que podría ocupar posiciones destacadas en la institucionalidad que se vislumbra en el cercano futuro, tales como académicos, técnicos, funcionarios y otros cuyas intenciones no difieren de las actuales del pueblo y gobierno cubano: promover relaciones entre Cuba y Estados Unidos en términos de igualdad y mente abierta, mesa limpia y planteamientos claros. Estos sectores de la nueva estrategia política que vendrá no necesariamente simpatizan con la disidencia. Los gobiernos estadounidenses, a lo largo de estos cuarenta y siete años de bloqueo, han evidenciado obcecación a ultranza cuando se habla de procurar aperturas y se puede con certeza asegurar que será cuesta arriba para el gobierno norteamericano entablar relaciones genuinamente creíbles que demuestren un cambio radical en un muy corto tiempo. Estados Unidos no tiene precisamente fama de cultivar la lealtad: no tiene amigos, sólo tiene intereses… y, cuando así conviene a éstos, enemigos.
Un reporte de un par de meses atrás del Departamento de Estado sobre lo que se puede esperar en las futuras relaciones Estados Unidos-Cuba, evidencia claras contradicciones, por decirlo eufemísticamente. No emplea el mismo cartabón utilizado por la potencia hegemónica con las repúblicas de la ex Unión Soviética o Viet Nam ni tampoco se asemeja, en lo más mínimo, a la política que está siendo implementada por ella hacia China en la cual los puntos prioritarios son desarrollar contactos y comunicación diplomática fluida hoy día e intercambiar ideas con actuales y potenciales líderes con la mira en posibles transiciones y transacciones futuras.
Viajeros que han estado en Cuba en los últimos meses coinciden en que el contenido de un reporte adicional elaborado recientemente por el gobierno de Bush revela una serie de medidas más drásticas que habrán de imponerse al estoico pueblo de Cuba después de Castro pero, agregan, que tales bravuconadas solamente han servido para fortalecer y unificar al pueblo y a la opinión pública de la isla en contra de tan arrogante e inútil intento de asustar al heroico pueblo cubano con el petate del muerto.
Este reciente viraje en la doctrina Bush, que estamos comentando, revela la intención de otorgar más apoyo económico a la disidencia; el envío de libros y revistas, radios y máquinas de faxes así como el intento de incorporar a terceros actores a la raquítica oposición interna actual. La disidencia cubana en la isla es una pequeñísima facción con limitadísima influencia y es imposible que pueda convertirse en una expresión de peso en el futuro político cubano. Bush evidencia, y no por primera vez ciertamente, una ignorancia crasa al apoyar a una minoría a la vez que deja de lado al resto de la sociedad cubana.
El gobierno norteamericano, en sus pretensiones de prepararse para negociaciones con Cuba de concretarse la ausencia de Fidel Castro, confirma a plenitud varios puntos de agenda que busca procurar entre los que destacan impulsar la entelequia, ya fuera de contexto, de “destronar al comunismo” en la isla; que no ha identificado los contactos claves; que carece de información de inteligencia y de relaciones con actores con quienes debería actuar en el futuro para reestructurar las relaciones bilaterales bajo condiciones más democráticas y equitativas, despojadas de ese inútil e ineficaz macartismo trasnochado. De hecho, el reporte bajo análisis plantea que el objetivo de la política estadounidense es bloquear la formación de un gobierno de sucesión y apoyar el surgimiento de un régimen de transición, aseveración simplista y claramente descabellada, inconcretable en un esquema socialista de probado sustento popular como lo es el cubano.
El escenario que, con muy pocas dudas, se concretará en Cuba contiene elementos de continuidad y carece de modificaciones radicales en su forma soberana de gobierno. Tampoco debemos dejar fuera del esquema la solidaridad que muchísimos estados no alineados del mundo o no simpatizantes del todo con la política exterior del poder hegemónico, han manifestado al pueblo y régimen de Cuba. Este amplio espectro de gobiernos amigos leales jugará en su momento, sin duda alguna, roles de capital importancia en el necesario reacomodo de la sociedad cubana postCastro. Estados Unidos, por su lado, con sus planteamientos impositivos no llegará a ninguna parte y quedará marginado del proceso soberano del reacomodo en el régimen socialista de la isla. Los amigos leales de Cuba, en cambio, dirán presentes y estarán presentes para apoyar.
J. Santos Coy - Analista invitado de Incidencia Democrática.
Fuente: Boletín Noticias y Análisis de Tendencias Nº 1027/ Incidencia Democrática (Guatemala)
http://www.i-dem.org
https://www.alainet.org/es/active/12819
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