Sandinismo: Sectores populares en la encrucijada

29/06/2006
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Breve y necesaria contextualización histórica Para hablar de la situación actual de Nicaragua es menester recordar que estamos hablando de un pequeño país de Centroamérica, uno de los más empobrecidos y expoliados de nuestra América, quien desde su independencia de España en 1821 fue varias veces intervenida militarmente por las tropas norteamericanas. Contrariamente a muchos países de América Latina, Nicaragua no conoció una etapa de desarrollo democrático y de fortalecimiento de sus instituciones, y su secular atraso económico propició también el atraso de su clase política. Después de un intento fallido de una revolución liberal, a finales del siglo XIX, Nicaragua pasó a ser prácticamente un protectorado yanqui, administrado alternativamente por los dirigentes de los partidos tradicionales llamados liberales y conservadores. En los años 20 surge una generación de patriotas que se enfrenta a la oligarquía y a los yanquis. Encabeza esta resistencia Augusto C. Sandino, General Hombres Libres, quien con miles de campesinos descalzos forma Ejército Defensor de la Soberanía Nacional y lleva adelante una lucha de carácter patriótico, nacionalista y antiimperialista, que cuestiona el régimen oligárquico prevaleciente y propone también importantes cambios sociales. En 1933 Sandino expulsa a los invasores, pero los marines ya habían organizado un ejército títere, y formado a sus principales cuadros. El principal de ellos, Anastasio Somoza, convertido en jefe del ejército, asesina a Sandino. A partir de ello se abre un período de represión y muerte contra los dirigentes y campesinos sandinistas, junto con la implementación de un modelo de gobierno inicialmente de corte paternalista, que se transforma en una de las más feroces dictaduras de América. Este fue un largo período de represión y descenso de las luchas populares. El atraso económico, la inexistencia de una clase obrera, junto con la represión, impidieron el desarrollo temprano de luchas por la democracia, y no digamos de luchas por transformaciones más radicales. Durante muchos años el rol de oposición a la dictadura fue ocupado por el oligárquico Partido Conservador. El pueblo permanecía sometido a los dos partidos tradicionales. Las elites de ambos partidos pactaron numerosas veces el reparto de cuotas de poder entre ellos ignorando los intereses del pueblo. Con un analfabetismo superior al 60 %, y con una férrea dictadura, las ideas revolucionarias comienzan a hacerse presentes a través de literatura clandestina, de reducida circulación. Aunque se había fundado un Partido llamado Socialista en el año 1944, el economicismo, legalismo y eventualmente la cooptación por la dictadura de algunos de sus líderes, no le permiten jugar un rol de mayor relevancia. Carlos Fonseca, el Fundador del Frente Sandinista ilustra esta realidad con la siguiente reflexión: “Después del asesinato de Augusto C Sandino o lo que es lo mismo, desde la implantación del régimen somocista, durante mas de veinte años, la lucha popular de Nicaragua estuvo bajo la exclusiva dirección de políticos que representan una posición capitalista. Estos políticos, por lo general titulándose conservadores, a veces titulándose liberales, llevaron al fracaso la lucha popular, paralizaron las acciones de las masas obreras y campesinas, paralizaron a todas las personas dignas y volvieron impotente al pueblo. Los métodos de acción política de estos elementos, sus tendencias a las pláticas por arriba, despreciando el combate popular por reivindicaciones sociales y revolucionarias, penetraron - incluso - al movimiento estudiantil”. (1) En 1956 se forma de manera independiente la primera célula marxista, en la cual se integra Carlos Fonseca como miembro del ala radical del PSN. Ese mismo año, el Patriota Rigoberto López Pérez ajusticia al Tirano. Se inicia así el proceso de ascenso de la lucha revolucionaria. El contexto internacional que se abre posteriormente en el que destaca la revolución cubana, favorece este ascenso, que se expresará en múltiples intentos organizativos y guerrilleros que conducen al nacimiento del FSLN en 1963. Tras casi 20 años de lucha guerrillera clandestina inicialmente en las montañas, que asume luego un énfasis insurreccional en las ciudades, el FSLN se convierte en el mayor movimiento social que ha conocido nuestra historia, al combinar la lucha política, la lucha social y la lucha militar, hasta llegar a ser una formidable fuerza popular victoriosa que vence política y militarmente a la dictadura somocista que había sostenido durante mas de 40 años el imperialismo norteamericano. El 19 de Julio de 1979 triunfa la Revolución Popular Sandinista. Con esta victoria, se derrocó a la dictadura y se cierra una de las páginas más tristes de la historia nacional, abriendo las oportunidades a todos los sectores sociales de construir una Nicaragua, con independencia nacional, Democracia Popular y Justicia social. No pocas de las transformaciones iniciadas a partir de esa victoria permanecen aún, aunque algunas de ellas persistan, tan solo como referencias inolvidables, de un acumulado histórico innegable. En esa amalgama de pasado y presente, de lo que es y lo que fue: - La apertura a la democracia formal, aún con sus limitaciones, como hecho indudable - La conquista de la dignidad e independencia nacional, trasformada entonces en cultura popular. - La conciencia de los Derechos de las mujeres, que comenzó por la conciencia de la autoestima en miles de nosotras - La abolición de los órganos represivos, al servicio de la dictadura, y la construcción de instituciones profesionales y constitucionales para la defensa y orden interno. - La Democratización de la propiedad, que los procesos de contrarreforma emprendidos, no ha podido revertir de manera absoluta. - El desarrollo de una cultura de solidaridad y fraternidad, expresada masivamente en la Cruzada Nacional de Alfabetización. - La poesía, el canto, la música, la pintura, las danzas, que florecieron en medio de la agresión y la guerra: ¡fructificó la esperanza! - El desarrollo de masivas organizaciones populares y sociales. - El resurgimiento del antiimperialismo sandinista y el internacionalismo. - El establecimiento de un Estado promotor de los derechos sociales básicos de la población. La contrarrevolución animada y sostenida por el gobierno norteamericano, aplicando su estrategia de “guerra de baja intensidad”, afectó de manera profunda los objetivos inicialmente proclamados por la conducción revolucionaria y fue factor determinante en la derrota electoral que sufrió el FSLN en Febrero de 1990. En la lucha contra la dictadura no fue posible desplegar la organización reivindicativa del pueblo, debido a la represión. Sin embargo sectores como el magisterio, obreros de la construcción, organizaciones del campo, de mujeres y de manera especial organizaciones de estudiantes universitarios y de secundaria pudieron llevar a cabo, en medio de la más cruda represión, luchas sociales que fueron predecesoras de la explosión de organización popular que se experimentó en la década revolucionaria. Sindicatos sandinistas de la ciudad y el campo, movimientos comunales en los barrios, organizaciones estudiantiles, una organización nacional de mujeres, y hasta organización de niños sandinistas, constituyeron el tejido del movimiento social en el poder entonces., A riesgo de simplificaciones hay que decir que toda esta organización popular se concibió como instrumento de una estrategia de defensa de la revolución que tenía como elemento central la conducción político estatal de la vanguardia, FSLN. De esa manera, las organizaciones populares no se pudieron desarrollar de manera autónoma para que sus intereses particulares pudieran ser reivindicados frente al estado revolucionario, con su propia fuerza. Quizás la organización que pudo lograr cierto espacio para sus propias reivindicaciones fue la Unión Nacional de Agricultores y Ganaderos, (UNAG) que aglutinaba a pequeños y medianos campesinos, que le tocaba actuar en los sectores rurales del país, tal vez porque precisamente era escenario principal de las confrontaciones con la contra revolución, quien contó con la cooperación de una importante parte del campesinado nicaragüense. Asimismo, sectores de mujeres, influidos por el feminismo, empezaron a reivindicar su autonomía desde mediados de los años 80, logrando constituirse después de la derrota del 90 en uno de los movimientos sociales autónomos más importantes de la década de los 90. La derrota electoral y el proceso de transmutación del FSLN La derrota electoral del FSLN en 1990 coincidió con un proceso de reflujo de las ideas y de los procesos revolucionarios en todo el mundo. En ese contexto, aquella derrota fue asumida por los dirigentes y militantes sandinistas con variados niveles de comprensión. A riesgo de simplificarlos, diríamos que para unos significó el aniquilamiento de las posibilidades de construir una sociedad más justa y el fin de la utopía. A partir de esa perspectiva, iniciaron un recorrido de “ajustes a la realidad”, camino que desembocó para algunos en claudicación. Para otros, la derrota fue un revés en el camino de la lucha que, aunque estratégico, no significó el cierre de las esperanzas, el fin de la utopía o un punto final a las luchas por la construcción del otro mundo posible, ése que algunos seguimos llamando socialista. Después de la derrota del 90, la mayor parte del sandinismo se propuso resistir el proceso de restauración del régimen oligárquico. Sin embargo, esta voluntad no fue expresada ni en un programa ni en una estrategia ni siquiera en tácticas a seguir. El enfrentamiento de las complejas coyunturas de aquellos años impuso la lógica de priorizar las tareas inmediatas, postergando la urgente tarea de crear una nueva visión estratégica. Al pasar los años, los objetivos inicialmente proclamados fueron diluyéndose en la práctica y, como ha escrito recientemente Humberto Ortega, del “radicalismo” pasamos al “realismo político”. Las luchas en defensa de la propiedad -las tierras y las fábricas entregadas apresuradamente a campesinos, trabajadores y cooperativistas- adquirieron relevancia. Sin embargo, y lamentablemente, esas luchas sirvieron para encubrir la apropiación indebida de medios y bienes que hicieron algunos dirigentes sandinistas para su beneficio personal. Esta “piñata” debilitó la indiscutida fuerza moral y ética que hasta entonces tenía el sandinismo. Con la derrota electoral se diluyó también la conducción colectiva. Y Daniel Ortega -quien se mantuvo a la cabeza del partido- fue convirtiéndose en el principal y casi único representante del FSLN y en el negociador de todas las luchas sociales. Por su parte, el movimiento social -que no estaba en capacidad de representarse a sí mismo, acostumbrado a depender de la dirección de “la vanguardia”, carente de autonomía y personalidad política propia-, terminó siendo mediatizado por los intereses políticos del núcleo danielista, ya penetrados por los intereses económicos del emergente ”grupo económico sandinista”. Las organizaciones populares, que al inicio hicieron esfuerzos de resistencia al proceso de contrarrevolución e implantación del neoliberalismo en el país, terminaron muy pronto sometidas a los imperativos políticos impuestos por la dirección del FSLN. Así, las luchas de carácter popular pasaron a ser controladas por intereses políticos y no fueron el resultado de la dinámica propia de los sectores sociales. En las luchas se incluyeron demostraciones artificiales de fuerza, que pasaban rápidamente a la confrontación con métodos violentos, lo que anulaba las posibilidades de masificar y legitimar la resistencia popular al neoliberalismo. Cada una de estas confrontaciones violentas concluía con las negociaciones directas de Ortega con el gobierno de Violeta Chamorro, sustituyéndose así la legitimidad de la lucha y el liderazgo de sus dirigentes populares por el liderazgo de Ortega y la priorización de sus particulares intereses. Esta dinámica duró varios años. 1997 marca el punto de agotamiento de las luchas populares: una y otra vez instrumentalizadas desde arriba, se evidenciaron ineficaces para lograr algún resultado significativo para los intereses de la gente. Pactos, componendas y reparto de puestos de poder En el Congreso Sandinista de 1998, y en un contexto estremecido por las acusaciones de violación sexual interpuestas por su hijastra Zoilamérica, Daniel Ortega selló su viraje hacia la derecha dando todo su respaldo a la corriente del FSLN denominada “Bloque de Empresarios Sandinistas” e incrementando sustantivamente las cuotas de poder que ya tenían al interior del FSLN. En su alocución de cierre de aquel Congreso, Ortega, de manera unilateral e inconsulta, anunció su decisión de deponer la lucha popular para emprender el camino de la transacción y los pactos, camino que ya había iniciado en 1997 negociando con Arnoldo Alemán -recién llegado al gobierno- la Ley de la Propiedad Reformada, Urbana y Rural. Este viraje de Daniel se expresó primero marginando a los principales dirigentes de la corriente Izquierda Democrática, congelando la lucha popular y la lucha ideológica. Progresivamente optó por sustituir la lucha social por la lucha por los espacios de poder. Reemplazó la lucha cotidiana por el electoralismo. La lucha popular por el Pacto. La utopía por el pragmatismo. El llamado realismo político ocupó el lugar de la conciencia crítica. La dirección colectiva, por la promoción exclusiva de su liderazgo. Sustituyó en la dirección del partido a cuadros político- ideológicos por empresarios sandinistas. Sin ofrecer resistencia, favoreció desde el parlamento las políticas de privatizaciones, la legislación que restauraba la plenitud de la economía de mercado. A partir de ese año se inicia un proceso de transacción con este corrupto gobernante y con su Partido Liberal Constitucionalista (PLC). El proceso concluyó con un pacto entre las cúpulas políticas del FSLN y del PLC, que desembocó en una nueva y antidemocrática Ley Electoral y en Reformas a la Constitución para aumentar los altos cargos del Estado, repartidos por Alemán y Ortega entre sus allegados. A partir de entonces se hicieron evidentes las contradicciones que con la corriente pactista encabezada por Ortega tenían varios diputados sandinistas en el Parlamento. Víctor Hugo Tinoco y yo misma cuestionamos firmemente el pacto, pero mientras avanzaba en componendas prebendarías con Alemán (3) y la derecha, Ortega aplicó la represión interna, las purgas al estilo estalinista y todo tipo de maniobras para aniquilar cualquier expresión crítica en el seno del FSLN. A nuestro juicio, lo más grave del pacto FSLN-PLC fue el compromiso asumido por Ortega de desmovilizar las fuerzas sociales y neutralizar cualquier lucha popular. Con el pacto, se terminaron todas las resistencias a las privatizaciones, a las políticas del Fondo Monetario y del Banco Mundial y a las diversas expresiones de los planes de ajuste estructural. El pacto se expresó también, aunque calladamente, en numerosas negociaciones subterráneas en torno a la propiedad. Con ellas se incrementó el capital del emergente grupo económico sandinista, integrado también por ex-dirigentes obreros y campesinos, que ya para entonces usufructuaban propiedades negociadas en los Acuerdos de Concertación con el gobierno de Violeta Chamorro y ahora repartidas en el pacto con Alemán. Estas oscuras negociaciones permitieron también, sin ninguna denuncia u oposición del FSLN, que Arnoldo Alemán desplegara la corrupción más galopante nunca antes vista en Nicaragua. Así creció el nuevo grupo económico emergente liderado por Alemán, el nuevo socio de Daniel Ortega. Con la exclusión y el aislamiento de líderes históricos del sandinismo, y con la supresión de la conducción colectiva, las bases sandinistas, desprovistas de información adecuada, de educación política y no entrenadas en el debate, huérfanas del instrumental ideológico para enfrentar las nuevas condiciones nacionales, terminaron asumiendo como único liderazgo el del Secretario General del FSLN, Daniel Ortega. Están ahí las causas más inmediatas del caudillismo que hoy él ostenta. Estos nuevos rumbos políticos estremecieron la Ética sandinista. Los corruptos arnoldistas se convirtieron en los mejores y más firmes aliados. La lealtad a la causa fue reemplazada por la lealtad a su persona. Los símbolos de lucha roji-negros desaparecieron de las plazas públicas y fueron sustituidos por el rosado-chicha y el himno del Frente dejó de clausurar los actos de masas. El fetichismo religioso, sustituyo al laicismo. Daniel estableció el principio de que sin él como candidato sobrevendría el caos para el FSLN y el enmascaramiento ideológico como imperativo del marketing electoral se estableció como política permanente del partido. El gobierno pro-yanqui de Enrique Bolaños Este proceso, iniciado durante el gobierno de Violeta Chamorro, agudizado por el pacto con el PLC durante el gobierno de Alemán, encontró al FSLN en 2001, cuando llega al gobierno Enrique Bolaños, en estado de descomposición. Aunque ganó las elecciones dentro del PLC -el partido de Alemán-, Bolaños se enfrentó inmediatamente a Alemán acusándolo por corrupción. Daniel Ortega aprovechó la situación de inestabilidad que esta decisión creó, y en vez de asumir a fondo la lucha contra la corrupción, encarnada en Alemán, escogió el camino de “jugar a tres bandas”: pactar con Bolaños o con Alemán según conviniera a sus intereses. Todo esto explica por qué, a pesar de las grandes presiones de las bases sandinistas, y de la población en general, las posiciones de la dirección del FSLN ante la corrupción de Alemán y de su gobierno fueron prácticamente inexistentes. No fue hasta que Ortega logró pactar con Bolaños el control del Parlamento y otras prebendas, que el “danielismo” -hay que llamarlo así, y no sandinismo- dio sus votos para suspenderle la inmunidad a Alemán. No fue hasta entonces que Ortega dio la orden a una jueza sandinista para que dictara contra Alemán una sentencia condenatoria. La permanente intromisión del gobierno de Estados Unidos en el escenario político de Nicaragua, su odio visceral contra el sandinismo y la actitud sumisa ante el gobierno Bush del Presidente Bolaños fracturaron el precario equilibrio del pacto Ortega-Bolaños y favorecieron, con nuevos bríos, el “repacto” Ortega- Alemán (para entonces, ya condenado a 20 años de “prisión”, que cumple en su cómoda hacienda personal). Hasta esa prisión-hacienda llegaron innumerables veces Daniel y sus allegados a reunirse con Alemán, y en la borrachera de su maridaje ambos firmaron nuevos “acuerdos estratégicos” (¡con un reo condenado a 20 años por robo descarado del erario público!). En enero de 2004, una de esas reuniones quedó plasmada, como prueba imborrable del contubernio, en una ignominiosa fotografía que es hoy icono de la traición a los ideales del sandinismo. Los compromisos entre Alemán y Ortega van hoy mas allá de lo que aflora a luz pública: el reparto de todos los puestos públicos importantes, el reparto de sentencias judiciales -una para vos, otra para mí-, el reparto de fondos desde la Asamblea Nacional -uno para vos, otro para mí-, el reparto de leyes, el reparto de jueces y magistraturas… Además, esta repartidera la realizan con un descarado despliegue de poder inmune e impune, como una forma de sembrar el temor generalizado. Hoy, las decisiones de todas las instituciones del Estado en Nicaragua penden de manera directa de la voluntad de Alemán o de Ortega. Ambos caudillos imponen su voluntad al margen de la justicia y de las leyes. La percepción compartida de la mayoría de los nicaragüenses es que estamos en manos de dos grupos mafiosos. Y es que en realidad a través de la estrategia del pacto el danielismo está en el poder Se repartieron buena parte de las propiedades otrora del Área Propiedad del Pueblo, se repartieron a partes iguales la Corte Suprema de Justicia, el Consejo Supremo Electoral, la Contraloría General de la República, además de la presencia en el directorio de la Superintendencia de Bancos, del Instituto de la Vivienda, del Ministerio Público, de la Procuraduría de Derechos Humanos. Controlan las salas de apelaciones, y a la mayoría de los jueces del país. ¿Para qué ha servido ese poder? ¿En que a beneficiado al pueblo? Lo que vemos todos los días es que absuelven a los corruptos más corruptos como Byron Jerez, de quien se dice que “pagó” una millonaria tajada por los ocho fallos que lo absuelven. Diariamente salen libres narcotraficantes por fallos de jueces de reconocida militancia y altos magistrados puestos por el danielismo salen vinculados a los más deplorables casos, como la pérdida en la Corte Suprema de 600 mil dólares provenientes del narcotráfico. Y ese esquema de poder compartido, Daniel Ortega cierra espacios democráticos, persigue y castiga a quienes no piensan como él, usando su influencia y control en órganos como el poder judicial. El caso mas patético ha sido el del Cdte Henry Ruiz (Comandante Modesto) y otros compañeros que fueron condenados a un año de cárcel (condena que no se han atrevido a ejecutar) sólo por dar su expreso apoyo a Herty Lewites, Pero también hay muchos otros, como las amenazas a la propiedad y al empleo de los sandinistas que no respalden la candidatura de Daniel. A esta trágica situación hay que sumar que muchos de los actuales dirigentes del FSLN se han “convertido” a grupos religiosos fundamentalistas y supersticiosos, haciendo de la militancia política y de la magia religiosa una confusa mezcla, en la que los delitos se transmutan en pecados y el “amor” se ha vuelto la bandera política del FSLN. Esto ha coincidido, no de manera casual, con otro pacto, el amarrado entre el Cardenal Miguel Obando -enemigo frontal de la revolución sandinista y de la iglesia popular durante los años 80- y la familia Ortega-Murillo (esposa de Ortega y lideresa de la nueva “espiritualidad”), tras favores de Ortega a Obando, aprovechando los espacios del FSLN en el Poder Judicial y el Poder Electoral, hoy presidido por un protegido de Obando, gracias al respaldo de Ortega. El viraje del Cardenal comenzó cuando se hizo claro que las raíces de la corrupción del gobierno Alemán tocaban también a la jerarquía católica y a instituciones ligadas a ella. Entre los privilegios gozados al amparo de la corrupción, el más conocido fue la introducción al país, libre de impuestos, de centenares de vehículos de lujo para allegados del Cardenal, a través de COPROSA, su ONG. Este otro pacto también ha tenido expresiones en las instituciones públicas. Fue evidente que el PLC demandaba la presidencia del Consejo Supremo Electoral para uno de sus militantes, y que fue el danielismo el que le dio la presidencia al cuestionado protegido de Obando. Pero también la ha tenido en la defensa pública de la figura de Obando, a través de campañas de radio, televisión, mantas, papeletas, “Obando: principe de la reconciliación, el FSLN te apoya,” rezaban mantas profusamente en todas las calles de Managua. O en las mantas alusivas a la Virgen María, firmadas todas oficialmente por el FSLN y la mezcolanza de actividades privadas como el matrimonio religioso de Ortega Murillo oficiado por Obando y llevado a la televisión profusamente, desde la secretaria de propaganda del Frente Sandinista, como si se tratara de un acto partidario. Es decir mientras desde el nivel central del FSLN las escuelas políticas quedaron clausuradas desde hace más de quince años, ahora - religiosamente- todas las sesiones de los máximos organismos del FSLN, incluido su Congreso, se inician con las “bendiciones” y la iluminación de los representantes de la máxima jerarquía católica. En conclusión el FSLN oficialmente cada vez mas controlado por el circulo intimo y su grupo económico, no sólo ha despojado al pueblo de este instrumento de cambio, sino que lo ha deslizado por el camino del conformismo y la resignación que inducen ciertas corrientes religiosas, por el opio del electorerismo, por la competencia insana de puestos de poder. Ha sido un cambio dramático de orientación para el que no estaba ni preparado ni diseñado el sandinismo. De Sandino todos cantábamos que el nunca quiso ser presidente, ahora las bases tienen que asumir que su futuro y el de la nación depende de que el Secretario General sea Presidente, y que nadie mas puede aspirar a serlo porque entonces se produciría la autodestrucción del FSLN y con ello el triunfo de la derecha. El empobrecimiento de la mayoría y movimientos sociales hoy Durante estos años el neoliberalismo ha logrado desmontar casi todas las transformaciones sociales que hizo la revolución en los años 80 y ha instalado un capitalismo voraz e inhumano. Se han privatizado los servicios públicos, se ha entregado nuestra economía a capitales transnacionales, se ha cedido el territorio nacional en concesiones mineras y forestales, se impulsa la privatización de la salud y de la educación. Florecen lujosos comercios, gasolineras, casinos, y para la gran mayoría del pueblo no queda otro camino que los mal pagados empleos de las maquilas, la emigración a Costa Rica y a Estados Unidos o la sobrevivencia en la más absoluta pobreza y falta de oportunidades. Los líderes oficiales del FSLN no han hecho nada para enfrentar el despojo hecho al pueblo de los logros revolucionarios y la cancelación de sus esperanzas en un futuro digno. Peor: también ellos han participado en ese despojo a través de las instituciones estatales que controlan y de las empresas que manejan. Sólo les queda la retórica revolucionaria, y la única “oposición” que practican se orienta a controlar más puestos de poder. Hay quienes desde la izquierda internacional respaldan a Ortega con el argumento de que la lucha no puede ser planteada desde una perspectiva moralista. Pero es que el efecto más importante que el pacto sigue teniendo en Nicaragua es la ausencia de resistencia y lucha de masas frente al neoliberalismo. Sucesivamente puede constatarse que al danielismo - independientemente de la retórica anticapitalista- han impuesto a las organizaciones populares que controlan una práctica de conciliación con las políticas neoliberales. El nombrar a los principales dirigentes de las organizaciones populares en cargos institucionales se convirtió también en un mecanismo para cooptarlos Sólo para dar un ejemplo: en el 2005 y durante la presidencia del parlamento en manos de René Núñez, dirigente del FSLN, se introdujo la aprobación del Tratado de libre comercio con los Estados Unidos, (DR-CAFTA). Simplemente introdujeron el tema, aunque estaba en su competencia legal impedirlo, y luego, vistiendo sus falsos atuendos de izquierda no dieron los votos, porque sabían que la derecha los tenía. Pero el colmo es que en los primeros meses del 2006, fueron los 38 votos de la bancada danielista los que garantizaron la aprobación de las leyes complementarias que permitirán la entrada en vigencia del CAFTA. Y es esa bancada de la “elite”danielista la que ha dado pase a las privatizaciones y a todas las políticas de Fondo Monetario en Nicaragua. En fin, han dado su respaldo material y práctico al neoliberalismo.. En los últimos años, influidos por las experiencias de lucha de los nuevos movimientos sociales, algunos sandinistas críticos a la conducción han intentado la articulación social a través de nuevas organizaciones que reivindiquen su autonomía frente a los partidos políticos y el estado. Pero buena parte de estos esfuerzos no han logrado desarrollarse por diversos factores y prevalece una lógica de descalificar y desarticular todo aquello no que puede ser controlado por el danielismo. A pesar de ello se han hecho sentir agendas como los derechos de los consumidores, alrededor de una Red de Defensa de los Consumidores, o la lucha por el medio ambiente a través de organizaciones locales, o la lucha contra las privatizaciones, en especial la no privatización del agua, a través de una Alianza contra la Privatización del Agua. Se creo una articulación llamada. Movimiento social Otro Mundo es posible; como expresión de pequeños grupos que intentan una lectura y actuación alternativa frente a la realidad y que han organizados pequeñas manifestaciones contra la política guerrerista de Bush y participa activamente en el Foro Mesoamericano. Permanecen algunas Comunidades Eclesiales de Base, con algunos sacerdotes fieles a la iglesia popular, que realizan labor de concientización y organización. En el 2005 se constituyó el Comité de Acción Global, que aglutina a Ong y organizaciones municipales que actúan en jornadas y movilizaciones de rechazo a la mundialización capitalista. El año 2005 este Comité impulsó una jornada movilizativa contra la ratificación del CAFTA . o TLC entre Centro América y Estados Unidos. El Movimiento Autónomo de Mujeres (MAM), también ha mantenido su propia agenda y dentro de ella destaca su crítica al sistema, y la reivindicación de la política más allá de la vía partidaria. Unos de los movimientos sociales autónomos más emblemáticos ha sido el de los Obreros y campesinos víctimas del Nemagón, que ahora aglutina a organizaciones de bananeros, cañeros y afectados por insuficiencia renal crónica, que han trascendido de sus demandas contra las transnacionales responsables de la aplicación de pesticidas, a una denuncia integral del neoliberalismo. Este movimiento ha organizado varios plantones con miles de campesinos frente a la Asamblea Nacional, en demanda de una agenda reivindicativa que ha concitado la solidaridad de importantes sectores de nicaragüenses. La importancia de estas expresiones es su autenticidad e independencia. Porque en otros sectores hay una disputa por esa autonomía que aún no da sus frutos. Por ejemplo, el movimiento estudiantil ha empujado justas luchas, como la del 6% del presupuesto, pero casi siempre lo hace en un contexto y bajo formas de luchas que siguen siendo dictadas por las prioridades políticas que impone la cúpula danielista, y por ello ha perdido fuerza y legitimidad frente a las mayorías de ciudadanos nicaragüenses. La construcción de una nueva alternativa desde el sandinismo A principios del año 2005 un numeroso grupo de sandinistas inició un movimiento político para postular al entonces saliente alcalde de Managua, el sandinista Herty Lewites como candidato presidencial del FSLN. Correspondía resolver la aspiración de Lewites en elecciones primarias internas, según lo establecen los Estatutos del FSLN. Sin embargo, la respuesta de la dirigencia oficial fue la eliminación de las primarias y la proclamación ilegal y arbitraria de Daniel Ortega como candidato presidencial del FSLN, por quinta vez y tras tres derrotas consecutivas. La supresión de las primarias presidenciales fue acompañada de la expulsión del FSLN, sin que mediara ningún procedimiento legal, de Lewites y de Victor Hugo Tinoco. Toda suerte de descalificaciones fueron lanzadas contra Lewites y quienes le apoyaban: “agentes del imperialismo”, “agentes de la derecha”, “enemigos de los intereses populares”. Descalificaciones inconsistentes, pues Lewites había sido siempre una de las personas de más confianza del propio Daniel…hasta que osó desafiarle en su candidatura presidencial. Tinoco había sido Vicecanciller del gobierno sandinista y era miembro de la Dirección Nacional del FSLN, aunque desde el comienzo se opuso al pacto con Alemán. Estos actos autoritarios y arbitrarios concitaron un repudio generalizado del sandinismo y contribuyeron a ir aglutinando en torno a Lewites a sandinistas que durante estos años fueron marginados por Ortega: Comandantes de la Revolución como Victor Tirado, Henry Ruiz y Luis Carrión, intelectuales como la escritora Gioconda Belli, el poeta Ernesto Cardenal y el cantautor Carlos Mejía Godoy, Comandantes Guerrilleros como Mónica Baltodano y Rene Vivas. Y a un sinnúmero de líderes y militantes de base, que finalmente organizaron el Movimiento Por el Rescate del Sandinismo (MPRS), una fuerza política dispuesta a rescatar los valores e ideales sandinistas y a apostar por un proyecto que transforme integralmente la situación de nuestro país. En el contexto general que hemos descrito, explica la naturaleza de la disputa que hoy se presenta en la izquierda Nicaragüense. Daniel creó el liderazgo político de los empresarios sandinistas, del que Herty resultó al final el símbolo más visible. Daniel creó en las bases del Frente la falsa ilusión de que sólo ganando el gobierno se puede cambiar el país y las condiciones de vida de los pobres. Hoy una buena parte de esa base, piensa de manera “realista y pragmática” que en el mercado electoral Herty es mejor carta ganadora que Daniel. La gente quiere ganar, no quiere perder y a todos les indica la razón que con Daniel pierden. Por ello para muchos sandinistas apoyar a Herty Lewites no se reduce al apoyo a una candidatura presidencial. El aglutinamiento de miles de sandinistas alrededor del MPRS es la expresión de un cuestionamiento a la conducción del FSLN, a los pactos con los corruptos, al autoritarismo prevaleciente en las filas. Para muchos es la oportunidad de reclamar el retorno a los principios. Es la posibilidad de abrir una ventanita a la discusión política sobre el quehacer de la izquierda hoy en Nicaragua. En este contexto que las viejas tácticas de la descalificación, o los recursos administrativos como la expulsión, sólo han funcionado en una parte de las bases, porque si bien es cierto Herty es un empresario de centro, ¿Quién podría creer que un respetable poeta revolucionario como Ernesto Cardenal sea un agente del imperialismo, que Carlos Mejia Godoy es un trovador del Pentágono o que Henry Ruiz el mas Modesto de los comandantes es un ambicioso empresario ricachón? Como objetivo de corto plazo, el MPRS decidió construir una alternativa electoral para noviembre de 2006. En agosto de 2005 se estableció una alianza con el Movimiento Renovador Sandinista, fundado en 1996 por el escritor Sergio Ramírez y la Comandante Dora Maria Téllez. En mayo, con el Partido Socialista Nicaragüense y el Partido Verde Ecologista y mas recientemente con el Partido de Acción Ciudadana. La Alianza incluyen hoy a otros movimientos políticos y sociales no partidarios, como CREA (Cambio, Reflexión Ética y Acción) -que aglutina a miembros de la Juventud Sandinista y a combatientes de la defensa de la revolución en la década de los 80-, al Movimiento Autónomo de Mujeres (MAM) y a asociaciones de víctimas de plaguicidas (Nemagón). También se incluyen a personalidades a título individual, como el Comandante Guerrillero Hugo Torres, General retirado del Ejercito Sandinista, reconocido por su participación en acciones heroicas en la lucha contra la dictadura somocista. El escenario electoral de noviembre 2006 EL 5 de noviembre serán las elecciones generales en Nicaragua. El Frente Sandinista presenta nuevamente a Daniel Ortega como candidato presidencial, y muchos luchadores latinoamericanos piensan de buena fe que Daniel Ortega y el FSLN siguen siendo los únicos referentes de la izquierda en Nicaragua y por tanto, le endosan todo su respaldo, ignorando las dramáticas mutaciones político-ideológicas experimentadas por el FSLN y por Daniel Ortega en los últimos años. Pero como demostramos ese FSLN es hoy víctima del secuestro y control férreo de Daniel Ortega y de un pequeño grupo de dirigentes sandinistas, convertidos en empresarios a partir de las propiedades de las que se adueñaron con el reparto de bienes del Estado realizado tras la derrota electoral del FSLN en 1990. Pero ahora desde la izquierda también concurre otra fuerza a estas elecciones que es la Alianza MRS (Alianza Movimiento de Renovación Sandinista).(4) Por su parte la derecha concurre con dos fuerzas: el PLC de Arnoldo Alemán y una nueva agrupación liberal-conservadora, la ALN-PC, que trata de distanciarse de la corrupción y de los estilos mafiosos de Alemán y del PLC. La ALN-PC cuenta con el respaldo del gran capital nacional y especialmente, con el beneplácito del gobierno de Estados Unidos, que ha hecho y seguirá haciendo lo imposible por unir a ambos grupos. El escenario electoral nicaragüense está este año muy lejos de la polarización de contiendas anteriores, donde los votantes tenían que decidir siempre entre sandinismo y antisandinismo, pero donde los sandinistas tenían una única representación y a Daniel Ortega como único candidato. Este año, la Alianza MRS es la nueva fuerza política que reclama un cambio profundo para Nicaragua y que abrirá las posibilidades de una refundación del sandinismo para poder responder a las transformaciones que requiere nuestro país. La organización de esta nueva alternativa electoral sandinista fue urgida por miles de sandinistas opuestos al continuismo y a la corrupción de Daniel Ortega, quienes nos negamos a concurrir a las elecciones con una camisa de fuerza basada en la lógica de que no importa qué hagan los dirigentes, qué intereses favorezcan o cuán cuestionables sean sus conductas, porque al final los sandinistas tenemos que “cerrar filas” y votar por los candidatos que la cúpula “danielista” nos haya impuesto, porque de lo contrario “sos un traidor pro imperialista”. Ciertamente, el discurso de Ortega y sus acercamientos oportunistas a líderes de la izquierda latinoamericana buscan mostrarlo como un izquierdista radical. Lamentablemente, fuera de Nicaragua se desconoce la esquizofrenia del FSLN y de sus dirigentes: en la boca un discurso de izquierda y en la vida una práctica política corrupta y favorecedora del neoliberalismo y de los intereses de la derecha. El programa y el discurso del candidato de la Alianza MRS, Herty Lewites, es un discurso moderado, no comprometido demagógicamente con cambios para los cuales no existe aún una correlación favorable en Nicaragua. Lewites se ha proclamado de centro izquierda y sin duda lo es, pero dentro de las fuerzas que lo acompañan hay mucha gente que ha luchado y sigue resistiendo resueltamente el modelo imperante con radicalidad. Hoy, la realidad nicaragüense reclama cambios institucionales y legales inmediatos y en este objetivo podemos encontrarnos distintos sectores, aún desde matices y diferencias ideológicas, sabiendo que después de las elecciones otras luchas están por hacerse. Herty Lewites es un sandinista con larga trayectoria en el sandinismo y es un hombre que cuenta con respaldo y simpatía en amplios sectores del pueblo, más allá del sandinismo, por su capacidad para hacer cosas a favor de la gente. Es una opción de centro izquierda. Su candidatura presidencial ha abierto una oportunidad para superar el pactismo, la corrupción, el desprestigio de la clase política y el sometimiento de la nación a los intereses de Daniel Ortega y de Arnoldo Alemán. Después de 15 largos años de neoliberalismo y de corrupción, las fuerzas de izquierda y las fuerzas progresistas tenemos hoy la oportunidad de empezar a cambiar las cosas Para la izquierda ganar el gobierno es sólo una parte en la lucha de resistencia contra la mundialización capitalista. Nuestros argumentos como izquierda del sandinismo enfatizan en que el futuro del pueblo nicaragüense no puede descansar únicamente en que un candidato o una fuerza aunque se autoproclame de izquierda, lleguen al gobierno. En las condiciones actuales los gobiernos progresistas sólo son capaces de realizar cambios favorables al pueblo en la medida en que cuenten con organizaciones populares capaces de plantear sus propias agendas, sus propias reivindicaciones y sus propias luchas. Los movimientos populares y sociales en América Latina, actuando con independencia y autonomía han sido capaces de construir transformaciones, enfrentando a gobiernos neoliberales, y esa misma fuerza actúa como vigorosa presión ante gobiernos progresistas o de izquierda para seguir arrancando las transformaciones. Para mencionar un solo ejemplo: El Movimiento de los Sin Tierra de Brasil. Para sectores de izquierda sandinistas, en las condiciones de Nicaragua ganar las elecciones con un presidente de centro como Herty, comprometido en desmotar el pacto y la corrupción y abrir cauces para transformaciones sociales es una tarea estratégica. A la par hay que hacer esfuerzos por el fortalecimiento de movimientos sociales autónomos – de gobiernos y de los partidos-. Es mas, los movimientos sociales que nos están acompañando, lo hacen sin comprometer su autonomía. Porque ya sabemos que sólo si hay lucha de masas, habrá cambios. Lo quiera o no el gobernante de turno sea cual fuese su ideología. Para los sectores de izquierda del sandinismo, un presidente con antecedentes y un discurso radical, pero con un movimiento de masas, subordinado y falto de su propia agenda, terminará actuando – independientemente de su voluntad - en los estrechos marcos que impone el raquitismo de la economía nacional, la globalización neoliberal y los organismos financieros internacionales, como ha ocurrido ya con varios presidentes latinoamericanos. El desafío sigue siendo pues el de la construcción de la conciencia crítica del pueblo, el “soltar” a las organizaciones, desmovilizadas por liderazgos enquistados en espacios de poder, el desafío es el de la lucha de calles, el de arrancar al sistema las transformaciones a punta de combatividad e inteligencia, el de la formación política y de la educación para que el pueblo sea capaz de realizar sus propias transformaciones. El desafío sigue siendo presionar a quienes en nombre del pueblo ocupan espacios institucionales, para que realmente actúen en función de los intereses populares y no en función de los suyos propios o de los dirigentes que los colocan en esos puestos. El desafío al fin, es el del asedio perpetuo a la opresión, la construcción de un proyecto alternativo a la mundialización capitalista. Notas (1) Carlos Fonseca “Mensaje del Frente Sandinista de liberación Nacional, FSLN, a los estudiantes revolucionarios. Publicado en mimeógrafo en abril de 1968, desde algún lugar de Nicaragua. Publicado por la Editorial Nueva Nicaragua en el Texto: Bajo la Bandera de Sandino, Obras de Carlos Fonseca. 1981, pp 65 (2) Arnoldo Alemán Lacayo era alcalde de Managua cuando en 1992 fue acusado por Mónica Baltodano, de malversación fraude y peculado, en contra de los bienes de la Municipalidad de Managua. El fallo absolutorio fue extendido en Diciembre de 1996, poco antes de la toma de posesión como presidente de la República. La administración presidencial de Alemán (97-2001) se considera una de las más corruptas en la historia de Nicaragua, y por ello fue enjuiciado por el gobierno de Enrique Bolaños, y actualmente está condenado a 20 años de prisión, los que cumple en su hacienda personal. Daniel Ortega pactó con Alemán en 1999. Y volvió a pactar públicamente en el año 2004 a pesar de que para entonces Alemán ya estaba condenado por corrupto. (3) Arnoldo Alemán Lacayo era alcalde de Managua cuando en 1992 fue acusado por Mónica Baltodano, de malversación fraude y peculado, en contra de los bienes de la Municipalidad de Managua. El fallo absolutorio fue extendido en Diciembre de 1996, poco antes de la toma de posesión como presidente de la República. La administración presidencial de Aleman (97-2001) se considera una de las más corruptas en la historia de Nicaragua, y por ello fue enjuiciado por el gobierno de Enrique Bolaños, y actualmente está condenado a 20 años de prisión, los que cumple en su hacienda personal. Daniel Ortega pactó con Alemán en 1999. Y volvió a pactar públicamente en el año 2004 a pesar de que para entonces Alemán ya estaba condenado por corrupto. (4) Integran este movimiento comandantes de la Revolución Henry Ruiz H (Modesto) Luis Carrión, Victor Tirado López, y comandantes guerrilleros Mónica Baltodano, Dora María Téllez Hugo torres, Victor Hugo Tinoco (ex vice - canciller de la revolución, e intelectuales como Ernesto Cardenal, Gioconda Belli, Carlos Mejía Godoy, y dirigentes sociales y expresiones de la sociedad civil. - Mónica Baltodano, ex comandante del FSLN, actualmente es dirigente del Movimiento por el Rescate del Sandinismo, movimiento político que aglutina a miles de sandinistas crítico a Daniel Ortega que participa con otras fuerzas en una Alianza Electoral MRS en la campaña del 2005.
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