Asamblea Constituyente en Bolivia:
¿Reformar o refundar el Estado?
29/06/2006
- Opinión
La realización de una Asamblea Constituyente es un evento político
extraordinario en la vida de las naciones, a través del cual pueden
ocurrir dos grandes sucesos: o se emprende una profunda reforma
constitucional conservando, sin embargo, una serie de principios legales
generales básicos; o bien se trastocan y modifican los nudos más densos
del ordenamiento político de un país, se ponen en cuestionamiento los
cimientos mismos del orden estatal que se refunda a sí mismo a través de
la Constituyente. Esta disyuntiva ha resquebrajado el ambiente político
boliviano durante cinco años y se encuentra, hoy, abierta en Bolivia
A comienzos del año 2001 en Bolivia se difundió un cartel en el cual,
sobre una imagen difuminada de los "guerreros del agua" que sostienen una
manta donde se lee "Asamblea Constituyente con todos los sectores
sociales", se asienta el siguiente texto: "sin intermediación partidaria
para que el pueblo decida el país donde queremos vivir".
El próximo 2 de julio se elegirán en ese país andino los 255 diputados a
la Asamblea Constituyente que debe iniciar su trabajo el 6 de agosto. Esa
Asamblea Constituyente, sin embargo, continúa "intermediada" por los
partidos políticos y las agrupaciones ciudadanas formales y, junto al
tema de "las autonomías", se ha convertido en el nuevo eje de la
confrontación política en la Bolivia del gobierno de Evo Morales. En las
siguientes páginas revisaremos panorámicamente el especial momento que se
abre en la sociedad boliviana a partir del 2 de julio, comenzando por sus
antecedentes.
De dónde sale la exigencia de Asamblea Constituyente
Existen cuando menos dos antecedentes importantes a la exigencia popular
de Asamblea Constituyente. Por un lado, desde la década de los 90´s
algunas organizaciones sociales de los pueblos originarios de Tierras
Bajas comenzaron a hablar de la necesidad de una reforma estatal a
realizarse a través de una Asamblea Constituyente. Esto sucedía en medio
de la ola de reformas constitucionales, auspiciadas en varios países de
América Latina por organismos financieros internacionales, que
introdujeron al andamiaje legal básico el reconocimiento del "carácter
multiétnico y pluricultural" de sus respectivas naciones. Reconocimiento
constitucional y jurídico que, por otro lado, no tuvo mayores efectos(1).
El segundo y más potente empuje a la exigencia de Asamblea Constituyente
ocurre tras la Guerra del Agua. Entre 2000 y 2001 en Cochabamba se vivió
un interesante experimento de "control social" de la empresa de agua
potable, SEMAPA, "recuperada" por la población movilizada a la
trasnacional Bechtel. Durante casi un año se produjo en esa ciudad un
gran esfuerzo de deliberación y organización colectivo para subordinar la
dirección de SEMAPA a la decisión, intereses y necesidades de miles de
ciudadanos agrupados en múltiples comités de agua potable, juntas
vecinales y otros organismos territoriales y gremiales de base. En aquel
entonces, una y otra vez las decisiones de las asambleas de vecinos sobre
la mejor y más factible manera de solucionar el problema del
abastecimiento de agua en las zonas marginales de la ciudad, chocaron
contra la estructura normativa municipal y contra el andamiaje
institucional del Estado en medio del cual se desarrollaban las
actividades de la empresa. Comenzó entonces a cundir un sencillo
razonamiento que se volvió poco a poco sentido común: "si las leyes y las
instituciones obstruyen y dificultan el cumplimiento de lo que es la
decisión democrática de la población sobre un problema tan importante
como el agua... ¡hay que cambiar las leyes y las instituciones!". En
infinidad de reuniones y asambleas de barrio, se llegaba después de tal
constatación a la pregunta: ¿Cómo se cambian las leyes y las
instituciones? Y la respuesta que floreció fue: "a través de una Asamblea
Constituyente(2) ".
Así, es desde 2001 cuando la idea de la necesidad de realizar una
Asamblea Constituyente comienza a abrirse paso en el movimiento social
boliviano. Dos rasgos de ese evento se fueron deliberando y aclarando en
el tiempo, en medio de las grandes confrontaciones sociales que
desgarraron al país: la asamblea constituyente debía, en primera, ser
"fundacional y soberana". En segunda, debía rebasar la camisa de fuerza
de la estructura partidaria de la representación política abriendo paso a
la participación y a la palabra de los múltiples y distintos sectores
sociales organizados en una compleja constelación de instancias, juntas,
comunidades, ayllus, asociaciones, sindicatos y federaciones sociales.
Durante los siguientes años, la exigencia de Asamblea Constituyente se
fue generalizando a todo el país; tanto así que a partir de octubre de
2003, durante la "Guerra del Gas" cuando cae el entonces presidente
Sánchez de Lozada, las dos demandas principales del movimiento social
boliviano quedaron sintetizadas en "reapropiación social de los
hidrocarburos" y "Asamblea Constituyente".
Es en este marco que durante la gestión del presidente Carlos Meza
(octubre 2003-junio 2005), se abre la discusión sobre la convocatoria a
una Asamblea Constituyente. En 2004 se inaugura una oficina estatal para
organizar la Constituyente y la discusión pública auspiciada desde ahí se
centra en el carácter fundacional o no de dicho evento, opacándose el
debate acerca de las formas de representación política legítimas en una
sociedad como la boliviana, donde más del 60% de la población se auto-
adscribe como indígena y, sobre todo, donde más del 80% de los habitantes
están organizados en distintas asociaciones, comunidades, sindicatos,
gremios, juntas vecinales, etc. que intervienen directamente en la
solución de sus problemas colectivos y sus asuntos públicos.
Tras la asunción de Evo Morales al gobierno en enero de 2006, la primera
medida política de gran impacto es la promulgación de la Ley de
Convocatoria a la Asamblea Constituyente (LCAC), ocurrida el 6 de marzo
pasado. Asociada a dicha ley se presenta asimismo la cuestión de las
"autonomías departamentales" cuya génesis reseñamos brevemente para
completar este bosquejo de los antecedentes del escenario político
actual.
Bolivia es un estado central y unitario, conformado por 9 departamentos
cuya máxima autoridad política es un Prefecto que, hasta las elecciones
de 2005, era designado directamente por el presidente del país. Bajo esta
forma organizativa se agigantan los problemas, malestares y
cuestionamientos que acarrea la "centralización" de las decisiones
políticas principales, aún en estados federales. En el caso boliviano, la
centralización ha sido denunciada como un mal estructural de la
institucionalidad estatal, sobre todo por las élites terratenientes y
agroindustriales de los departamentos del oriente y el norte del país:
Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando.
A comienzos del año 2005 hubo en Santa Cruz una gran movilización
auspiciada por el empresariado que, aprovechando como pretexto el alza en
los precios internos del diesel que se utiliza para la agroindustria,
denunciaba el "centralismo secante" y exigía "autonomía departamental".
Esto ocurría en medio de la gran división que por aquel entonces
desgarraba al país entre quienes exigían la nacionalización de los
hidrocarburos entregados a las transnacionales y quienes, más bien,
defendían el status quo en virtud de sus importantes negocios de
provisión de servicios a tales corporaciones extranjeras: una fracción
del empresariado cruceño y tarijeño. En enero de 2005 la oligarquía del
oriente del país organizó pues, su propia movilización financiando un
"paro departamental" en el que obligó a sus empleados a acudir a un
Cabildo. Fue entonces cuando se estableció la "autonomía departamental"
como bandera política de las regiones del oriente. Tal demanda de
autonomía, funciona a dos niveles. Por un lado, sirve de coartada para
las élites que se dotan de un "enemigo" a combatir y a partir del cual
movilizar el apoyo popular: el centralismo. Por otro, tal dispositivo
discursivo efectivamente recoge cierta sensación de malestar, muy
extendida en las tierras bajas bolivianas, sobre el carácter conflictivo
de los habitantes andinos y permite que fluyan y se exacerben las
discrepancias que atraviesan a los sectores populares de estas dos
regiones, en tanto los "cambas" suelen quejarse de la ambición hegemónica
y el desprecio de "los andinos".
1. La Ley de Convocatoria, el referéndum y un poco de aritmética
La Ley de Convocatoria a la Asamblea Constituyente promulgada el 6 de
marzo pasado, estableció a los partidos políticos, a las agrupaciones
ciudadanas y a los pueblos indígenas como las únicas instancias capaces
de proponer diputados constituyentes (Art.7). En tanto no existe una
definición legal de lo que es un "pueblo indígena", esto significó un
dique a la aspiración de participación y representación política autónoma
de una extensa parte de la sociedad boliviana. Además, en una ley conexa
a la Convocatoria a Asamblea Constituyente, se estableció la
"convocatoria a referéndum nacional vinculante a la Asamblea
Constituyente para las Autonomías Departamentales". La pregunta que será
sometida a referéndum el próximo 2 de julio, al mismo tiempo que se
elijan los diputados constituyentes es la siguiente:
Art.4. Ley 3365: ¿Está usted de acuerdo en el marco de la
unidad nacional, en dar a la Asamblea Constituyente el mandato
vinculante, para establecer un régimen de autonomía departamental,
aplicable inmediatamente después de la promulgación de la nueva
Constitución Política del Estado en los departamentos donde este
Referéndum tenga mayoría, de manera que sus autoridades sean
elegidas directamente por los ciudadanos y reciban del Estado
Nacional competencias ejecutivas, atribuciones normativas
administrativas y los recursos económico-financieros que les asigne
la nueva Constitución Política del Estado y las leyes(3)?
Más allá de la confusa redacción de la pregunta, es claro que de ganar el
"sí" en algunos departamentos sobre todo en el Oriente del país, los
cambios institucionales derivables de tal decisión serían más parecidos a
una descentralización político-administrativa acotada y caótica, que al
establecimiento de regímenes autonómicos regionales o de una estructura
federal en el marco de un Estado nacional diseñado de otra manera.
La intención de las oligarquías orientales organizadas en los distintos
organismos y comités "cívicos" que pretenden asumir la representación
política regional ha sido clara desde un inicio: quieren tener
prerrogativas de decisión sobre los recursos naturales que se encuentran
en sus regiones. Y esa disputa no queda zanjada a través del referéndum.
La continuidad de los negocios extractivos de las transnacionales
asociados de manera limitada y en clara relación de subordinación, a las
empresas constructoras y proveedoras de servicios de Santa Cruz y Tarija
es lo que está en juego. Ese es el contenido que otorgan a la "demanda
autonómica" que, con justa razón ha sido una y otra vez denunciada como
"afán secesionista" tanto por el joven movimiento social regional como
por los pueblos originarios de Tierras Bajas(4).
El gobierno del MAS, al admitir la pregunta sobre la autonomías
departamental redactada de esta manera, en vez de asumir el problema real
de la estructura central y unitaria del Estado boliviano y presentar
alternativas políticas para ello, lo que ha hecho es quedar atrapado en
los afanes separatistas del "discurso autonomista" cruceño. De ahí la
confusa postura que el propio presidente Morales ha tenido en relación al
tema: primero convocó a votar por el SI en el referéndum y ahora llama a
la población a manifestarse por el NO. Aunque manifestarse por el NO, e
incluso si el NO ganara en los departamentos de las tierras bajas, no
resuelve el problema de una configuración estatal vertical y centralista,
muy poco adecuada para la regulación de la vida social en regiones tan
heterogéneas y diversas como existen en Bolivia.
Ahora bien, mencionamos arriba que en la Ley de Convocatoria a la
Asamblea Constituyente solamente se admitió la representación política a
través de partidos y organizaciones formales. Unas cuantas
consideraciones en torno a esto.
En las elecciones del 18 de diciembre pasado dos fueron los principales
actores políticos: el MAS de Evo Morales que obtuvo el 54% de la
preferencia electoral y la organización ciudadana de derecha PODEMOS
(Poder Democrático Social) que bordeó el 30% de los votos. En PODEMOS
convergieron dirigentes y funcionarios de varios partidos tradicionales
responsables de 20 años de neoliberalismo en Bolivia, en momentos en los
que las estructuras partidarias más antiguas (MNR, MIR, ADN, MBL, UCS,
UN) en tanto instancias de mediación habían colapsado en sus esfuerzos de
rearticulación política desde junio de 2005(5).
Curiosamente ahora, a través de la Ley de Convocatoria a Asamblea
Constituyente, son justamente esos partidos tradicionales los que
reaparecen como titulares válidos de la representación política -en tanto
conservaron su registro, aun si no obtuvieron prácticamente ningún
parlamentario en las elecciones últimas. Por su parte, los voceros y
figuras visibles de los múltiples movimientos sociales o bien no están
presentes -como es el caso, por ejemplo, de Oscar Olivera, vocero de la
Coordinadora del Agua-, o bien para lograr convertirse en candidatos a
constituyentes tienen que llegar a algún acuerdo con el MAS, con lo cual
se desnaturaliza, o al menos se complica, su carácter de representantes
autónomos de un determinado segmento social organizado y con capacidad de
movilización.
Las únicas "agrupaciones ciudadanas" que en estos comicios tendrán
representación nacional son dos: Concertación Nacional (CN) que agrupa
los intereses de las iglesias evangélicas y TRADEPA donde se aglutinan
jubilados de las fuerzas armadas. El esfuerzo que en marzo pasado
hicieron diversos sectores y movimientos sociales por postular candidatos
a diputados constituyentes a nivel nacional a través de la agrupación
ciudadana MUSPA (Movimiento Social Patriótico) resultó inútil, pues dicha
organización quedó excluida de la contienda mediante un argumento
administrativo de corte burocrático. En el MUSPA, agrupación nacional con
registro formal, se habían aglutinado a nivel de varios departamentos,
diversos representantes, voceros y militantes de múltiples movimientos
sociales a fin de participar en la Constituyente. En abril pasado y
después de haber sido inicialmente admitidos por la Corte Nacional
Electoral, fueron descartados más de 150 candidatos provenientes de los
movimientos sociales más representativos, mediante el argumento que el
MUSPA no presentó ante la Contraloría la "garantía" exigida en caso de no
obtener la votación suficiente(6). De esta manera se descartó al bloque
de representación política de la "izquierda autónoma" para la
Constituyente. Esto es, se canceló cualquier representación popular por
fuera del MAS. La única posibilidad de participación que les quedó a
tales candidatos fue la aceptación de la mediación del partido
gobernante. La mayoría prefirió quedarse afuera.
Además de las agrupaciones ciudadanas nacionales, existen diversas
entidades de este mismo tipo a nivel departamental sobre todo en las
zonas del Oriente y de Oruro en el altiplano occidental. Entre ellas
podemos mencionar en Santa Cruz, Autonomía Social Integradora (ASI),
Autonomía Para Bolivia (APB) , Movimiento de Acción Ciudadana (Maca); en
Oruro, Movimiento San Felipe de Austria (MSFA), Movimiento Autónomo
Regional (MAR), Alianza de Bases (Alba), Movimiento de Integración
Boliviana (MIBOL). Todas estas agrupaciones además de ser prácticamente
desconocidas, se aglutinan en torno a propuestas que al ser locales no
inciden en el ámbito de las decisiones políticas de fondo.
Finalmente, aún a nivel departamental los candidatos a diputados
constituyentes que no provienen de la estructura formal de los partidos,
han enfrentado enormes dificultades que en más ocasiones de las deseables
han terminado inhibiendo la participación. Por ejemplo, en el nor-oriente
del país, sobre todo en la región amazónica, hubo interesantes esfuerzos
organizativos que no tuvieron éxito. Rosario Aquim, frustrada candidata a
diputada constituyente por el departamento del Beni, dominado por
empresarios madereros y propietarios de fincas, expresa así lo que
sucedió:
"depuraron a la mala las listas de las agrupaciones ciudadanas
más representativas de los intereses de los indigenas y campesinos
del Beni, que son Cambio-Beni de Carlos Navia y Poder Amazonico
Social (PASO) de Palmiro Soria. Dicen que porque la Corte
Departamental en Trinidad está en manos de la ADN... Teníamos que
aliarnos con algún partido tradicional pero yo no quise(7) ".
Es relevante mencionar para concluir esta parte que ninguna organización
indígena se ha presentado como tal. Esto ocurre, en primer lugar, porque
la supuesta representación de los "pueblos indígenas" no quedó regulada
de ninguna manera. Y en segundo, porque los "pueblos indígenas" realmente
existentes, participan en política a través de sus organizaciones
naturales -los ayllus en el occidente, asambleas de pueblos en oriente,
etc.- o de sus representaciones sociales y sindicales -sindicatos,
federaciones, asociaciones, etc.-. De esta forma, toda la representación
política indígena que pueda haber en la Asamblea Constituyente, dada la
forma de la elección será posible solamente por la vía del MAS.
Habiendo revisado los mecanismos formales de representación política,
vale la pena analizar brevemente el diseño electoral de la Constituyente.
La Ley de Convocatoria establece que serán 255 los diputados
constituyentes, divididos en 210 diputados uninominales y 45 diputados
plurinominales. Para la selección de diputados uninominales, los
ciudadanos votarán por tres diputados en cada una de las 70
circunscripciones electorales que existen en Bolivia. Por su parte, se
escogerán 5 diputados plurinominales por cada uno de los 9 departamentos.
Esta forma de representación sin duda constituye un avance democrático
pues la mayoría de los constituyentes, al ser uninominales, deben
responder a sus electores de manera más directa. Sobre todo en el campo,
la representación uninominal ha sido la vía para que ingresen diputados
indígenas al parlamento desde 1997. Sin embargo, esta virtud se enfrenta
con dos obstáculos: por un lado, como señaló Rosario Aquim para la región
amazónica, las organizaciones locales con mayor presencia indígena son
boicoteadas por las instituciones electorales tradicionales. Al no tener
casi ninguna experiencia en política formal son fácilmente descartadas.
Por otro, al difuminarse la representación política de manera local y
sobre todo en ausencia de las voces más claras de los movimientos
sociales más influyentes, el contenido de las propuestas locales se
diluye en un sinfín de necesidades de alcance limitado y los temas
generales de transformación estatal tienden a evaporarse.
Este diseño electoral tiende claramente a favorecer al MAS pues no sólo
éste ha sido el partido que más diputados uninominales ha conseguido en
las dos últimas elecciones, sino que además sus diputados son claramente
los "más legítimos" de todos, si consideramos el número local de votos
por un candidato, como un índice de su legitimidad. De alguna forma,
existe la intuición en la sociedad boliviana que en el "acuerdo político"
-lease arreglo o pacto entre dirigentes partidarios del MAS y de PODEMOS-
que permitió la aprobación en marzo de la Ley de Convocatoria a la
Asamblea Constituyente, se intercambió la aceptación por la derecha de
esta forma de elección por la inclusión del referéndum sobre autonomías
en la misma elección.
Finalmente, cabe mencionar que la posibilidad de impulsar grandes
transformaciones tanto del andamiaje institucional del Estado como del
cuerpo legal básico de la nación por la vía de la Asamblea Constituyente
también está limitado por su artículo 25 que se establece que la
aprobación de los nuevos artículos de la Constitución deberá contar con
dos tercios de votos. Leyéndolo a la inversa, esto significa que
cualquier coalición de 1/3 de los constituyentes tiene capacidad de veto
sobre las intenciones transformadoras de cualquier otro bloque. ¿Será que
el MAS logra obtener más de 185 diputados constituyentes para rebasar los
dos tercios necesarios para la aprobación de cuestiones de fondo? Esto
hubiera sido claramente posible si no se hubiera excluido desde el
Estado la representación política autónoma de la diversidad social
indígena y popular boliviana. Bajo las actuales reglas de elección habrá
que esperar después del 2 de julio para realizar cualquier prospectiva
pues es imposible saber qué ocurrirá en los distintos ámbitos locales.
Como conclusión de este acápite insistimos en que la Ley de Convocatoria
a la Asamblea Constituyente ha reducido el espacio político abierto por
los movimientos sociales en los años de lucha anteriores, tanto por los
actores que incluye como por las formas de hacer política que deja fuera.
Los movimientos sociales bolivianos entre el 2000 y el 2005 produjeron
por sí mismos la apertura del horizonte político y, por ende, la
posibilidad de redefinir la política, cuestionando no sólo las formas de
representación monopolizadas por partidos políticos tradicionales sino la
propia trama de poder inventada por estos. En las vísperas de la
elección de los diputados constituyentes más bien se vive la
reconstitución del viejo ámbito de lo político como espacio de monopolio
cerrado de la decisión pública. Así, el escenario actual ha dejado de ser
un espacio amplio de deliberación política e intervención directa sobre
el asunto público, para convertirse en un conocido teatro electoral.
2. Los contenidos de la Constituyente.
Dada la captura de la "política constituyente de la multitud(8) "
desplegada en años previos, por el orden legal instituido que tiñe la Ley
de Convocatoria a Asamblea Constituyente redactada por el vicepresidente
García Linera, los contenidos políticos de fondo parecen estar hoy,
curiosamente ausentes del debate. En Bolivia actualmente, si bien todos
hablan de la Asamblea Constituyente, en relación a los contenidos se
discuten o bien ideas sumamente generales, o bien cuestiones
estrictamente particulares. Proliferan en las distintas ciudades los
foros sobre tal o cual aspecto político o derecho específico; y ahí los
candidatos responden según el universo discursivo de sus intereses
coyunturales. Veamos por ejemplo, el caso de la discusión “Sobre la
reelección” tal como lo retrata La Prensa(9):
El planteamiento de sí a la reelección, según Romero jefe de la
bancada masista, está fundamentado en la idea de “dar continuidad
política a las políticas públicas estatales”. Romero complementó
que se planteará la reelección “por las circunstancias que
atraviesa el país, es decir que se requieren diseñar políticas
públicas para reconstruir un Estado que ha colapsado y que requiere
una gestión continuada de rotación de políticas de mediano plazo”.
La segunda postulante departamental del MAS en La Paz, Marcela Revollo,
consideró sin embargo que este tema es por el momento “irrelevante”. “Eso
(la reelección) se está dejando para la Constituyente, lo que se están
definiendo son más bien expresiones más generales de la reforma
política”, aseveró. Según dijo, la propuesta de su partido “apunta a una
democracia plural, una institucionalidad inclusiva e intercultural” y la
reelección queda para después. Al respecto, dirigentes de Poder
Democrático y Social y Unidad Nacional rechazaron la reelección por
considerarla una forma más de prorroguismo.
Esta es la tónica de la deliberación pública actual. Es decir, un típico
debate entre los que detentan el poder y los que lo perdieron, a fin de
ponerse de acuerdo en las posibles reformas al orden de gobierno. Los
temas de fondo presentados en años anteriores por la población movilizada
que impugnaban el conjunto de la representación política liberal,
comenzando por sus principios básicos; así como la estructura de la
propiedad tanto de los hidrocarburos como de la tierra y del agua, hoy
quedan fuera del debate auspiciado por la prensa y por las propias
instituciones políticas formales.
Así, se vuelve a presentar en Bolivia una escisión entre la discusión de
los intereses y expectativas de fondo de la población y sus formas de
agruparse y deliberar, por un lado; y la puesta en escena de ofertas
electorales de candidatos a constituyentes que hacen propuestas de
reformas puntuales.
Entre los temas específicos más importantes que están en la mesa del
debate público podemos enumerar: 1) el relativo a establecer un estado
laico, en virtud de que Bolivia sigue siendo, constitucionalmente un
estado confesional católico. 2) La cuestión de si el sistema político
boliviano debe continuar siendo "presidencialista" o conviene su
transformación en "parlamentarista" y 3) La propuesta de las feministas
de modificar la manera legal de filiación de los hijos del apellido del
padre al de la madre. Temas sin dudamuy importantes pero de mucho menor
alcance a la ambición indígena-popular de "refundar el Estado".
Entonces, lo que más se discute actualmente son, en el mejor de los
casos, diversas propuestas parciales de reforma política a consagrarse en
la Constitución. Veamos un ejemplo de lo que queda recogido por la
prensa, no por su particular importancia sino para evidenciar cómo se ha
modificado el universo de deliberación: de una búsqueda de transformar
profundamente la relación entre los gobernantes y los gobernados, a una
polémica entre gobernantes sobre la manera más eficiente de garantizar la
"gobernabilidad", es decir, la aceptación de sus decisiones por la
población.
_________
Cambios en los mecanismos de representación en el Congreso
Concertación Nacional Los representantes al Legislativo deberán
tener un periodo legislativo de cuatro años y podrán ser reelegidos por una
nueva gestión Constitucional, después de la cual quedarán deshabilitados
para volver a ejercer un cargo legislativo.
MAS Las elecciones de parlamentarios se realizarán por separado en
fechas distintas de las del Presidente, Vicepresidente y prefectos con el
objetivo de que los poderes Ejecutivo y Legislativo tengan distintos
periodos de permanencia en el ejercicio del poder, y serán elegidos por
cinco años.
MIR Por voto universal y directo, por un periodo de cuatro años, el
mismo que el presidencial.
PODEMOS Podemos plantea: a) la elección de tres senadores por cada
departamento. Si la elección se define en la primera vuelta, dos al ganador
y uno a la segunda fuerza. Si se realiza la segunda vuelta, dos senadores se
asignan en la segunda vuelta mediante sistema proporcional y el tercero al
ganador en la segunda votación; y b) la elección de no más de 100 diputados,
todos en circunscripciones uninominales, por simple mayoría. El Código
Electoral establecerá únicamente un número base para todos los departamentos
y la Corte Nacional Electoral fijará para cada elección, con base en los
datos oficiales del último censo, el número total de diputados para cada
departamento en función del criterio estricto de población.
TRADEPA Por medio de elección directa, suprimiendo a los
representantes plurinominales, y por cinco años.
UCS Para dar mayor seguridad en el cumplimiento de las obligaciones
legislativas, proponemos la elección de parlamentarios plurinominales cada
cinco años, alternos a la elección presidencial, es decir un 50 por ciento
de congresistas junto a la elección del presidente y el otro 50% a la mitad
de gestión de la elección presidencial, con el objetivo de que éstos puedan
cumplir su mandato ciudadano con derecho a la reelección.
UN Los congresistas tienen que ser elegidos por el mismo tiempo que
el Presidente y el Vicepresidente.
____________
Más allá de estas complicadas discusiones sobre formas de representación
y mecanismos electorales, que no recogen la voluntad política expresada
una y otra vez por los movimientos sociales en los años pasados, de
constituirse en sujetos legales de derechos políticos colectivos, es
decir, en "sujetos de derecho público"(10); la preparación "oficial" de
la Asamblea Constituyente consiste en hacer campaña electoral para llamar
a votar por los candidatos del gobierno. Una vez más no es la
deliberación lo que se privilegia sino el llamado a delegar la
representación. Y peor aún, el tratamiento de los asuntos políticos
relevantes, cómo las maneras posibles de "construir" un estado
auténticamente pluri-cultural, o la cuestión de los derechos colectivos
como mecanismo de modificar la relación estado-sociedad, no están en el
centro de la atención.
En cierta medida, durante el último mes, la reapertura del debate sobre
las autonomías re-politiza un poco el proceso electoral. Aunque por lo
general, las opiniones de los representantes de los movimientos sociales
coinciden en que esa es también una pugna entre quienes están en el
gobierno y quienes quieren recuperarlo
En síntesis, lo que se refleja en las campañas es una derecha sin
proyecto político, más allá de crear nuevas trincheras para su poder
apoyándose en las posturas de los Comités Cívicos. Y un partido
gobernante, el MAS, que prefiere apresuradamente poner en marcha planes
de reforma decididos y gestionados desde arriba (la nacionalización del
gas, la reforma agraria), en vez de comprometerse con la deliberación
amplia en la Asamblea Constituyente. Cada vez queda más claro que los
dirigentes del MAS quieren presentarse a sí mismos como los únicos
actores del cambio político y buscan que la Asamblea Constituyente sólo
sea la prolongación de ello, en vez de un escenario donde se favorezca la
deliberación y la construcción colectiva.
Por el lado de los movimientos sociales hay un lento y dificultoso
esfuerzo por recuperar la voz abriendo espacios para la discusión desde
la base. Entre los temas que se están debatiendo están 1) la estructura
de la propiedad de la tierra, 2) las formas de propiedad de los bienes de
la nación y la consagración legal de derechos colectivos 3) la estructura
política conveniente para el país. Sin embargo, habiendo quedado sus
figuras más visibles fuera de la Asamblea Constituyente, estas
actividades se hacen, una vez más, desde los márgenes, desde los bordes
de una estructura política que nuevamente los excluye. Por eso mismo, el
lenguaje que viene gestándose desde estos espacios está, nuevamente,
cargado de formulaciones que confrontan e impugnan; con la dificultad
anexa de que prácticamente todos no sólo votaron por Evo Morales en
diciembre pasado, sino que incluso apoyan críticamente las medidas que ha
emprendido.
Después del dos de julio, una vez pasadas las elecciones de los
diputados, se abrirá un espacio en el cual, quizá, los asuntos políticos
verdaderamente importantes volverán a situarse en la agenda pública. Una
vez más, esto lo harán los diversos movimientos sociales autónomos, desde
la exclusión de la representación política formal y en una situación tal,
que se verán compelidos a "obligar" a los constituyentes uninominales
electos de cada región a asumir las posiciones de sus electores. Esto es,
nuevamente a través de una mediación impuesta. Pese a todo, hay
posibilidades ciertas de ampliación democrática en Bolivia y ahí se están
concentrando muchas de las preguntas políticas prácticas más
interesantes. En la posibilidad de refundar democráticamente un estado,
abierta por la constancia y tenacidad de la lucha de los hombres y
mujeres que se levantaron y movilizaron durante media década, los
diversos movimientos sociales no encuentran actualmente en el MAS a un
aliado, sino a una organización partidaria que quiere sumergir la
pluralidad política dentro de sí misma. Esto, en otros lugares del mundo
ya lo hemos experimentado y significa la clausura de una oportunidad
histórica. En todo caso, durante la segunda mitad de 2006 en Bolivia
estará expuesta en carne viva la tensión entre la capacidad creativa
desde la autonomía política del movimiento social y la restauración
estatal de la gobernabilidad colonial y de élite.
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Notas:
(1) Sobre esto ver Rodolfo Stavenhagen, "La emergencia de los pueblos
indígenas como nuevos actores políticos y sociales en América Latina" en
Escárzaga Fabiola/Gutiérrez Raquel, Movimiento indígena en América
Latina: resistencia y proyecto alternativo, CEAM-UACM-BUAP-Juan Pablos-
GDF, México, 2005
(2) Sobre esto puede revisarse Raquel Gutiérrez, "La Coordinadora de
Defensa del Agua un año después de la Guerra del Agua", en Gutiérrez et
al, Tiempos de Rebelión, Comuna, La Paz-Bolivia, 2001.
(3) Ley No. 3365 del 6 de marzo de 2006.
(4) En conversación con Jesús Castillo, representante de la Asamblea del
Pueblo Guaraní (APG) cuyos territorios están justamente en la más rica
zona hidrocarburífera de Bolivia, la región del Chaco, el dirigente nos
comunicó entre otras cosas su preocupación de que la legítima
reivindicación de autonomía que ha enarbolado la APG, sea desnaturalizada
por los "cambas ricos" -los empresarios cruceños- del Comité Cívico de
Santa Cruz. Participación de Jesús Castillo en las II Jornadas Andino-
Mesoamericanas organizadas entre otros, por el CEAM, en marzo pasado en
La Paz y El Alto, Bolivia.
(5) En junio de 2005 en medio de un bloqueo general de caminos, las
élites partidarias trasladaron la sede del Congreso Nacional de La Paz a
Sucre a fin de desconocer a Carlos Meza como presidente interino de
Bolivia y nombrar al entonces presidente del Senado, Hormando Vaca Díez
del MIR, como nuevo mandatario. La intención política de las élites
partidarias consistía en impedir que se abriera un nuevo periodo
electoral y, más bien, reorganizar sus fuerzas en torno al MIR desde la
presidencia para esperar tiempos políticos más calmados.
(6) Entrevista a Oscar Olivera el 7 de abril de 2006.
(7) Entrevista a Rosario Aquim en mayo de 2006
(8) Formulaciones y reflexiones en torno a esta idea fueron presentadas
en diversas publicaciones y foros públicos por los integrantes del Grupo
Comuna, Luis Tapia, Raúl Prada, Raquel Gutiérrez y Alvaro García Linera
entre 1999 y 2003.
(9) Del suplemento:”Usted Elige” - La Prensa- Bolivia
(10) Utilizamos esta expresión de Magdalena Gómez para explicar el
contenido de la Contrarreforma indígena en México, pues precisa las
intenciones y búsquedas de varios importantes movimientos sociales en
Bolivia.
>Ciudad de México/Sucre-Bolivia, junio de 2006
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- Raquel Gutiérrez y Dunia Mokrani son investigadoras del Centro de
Estudios Andinos y Mesoamericanos (CEAM), en México y Bolivia
respectivamente. Son colaboradores con el IRC Programa de las Américas
www.americaspolicy.org
https://www.alainet.org/es/active/12090
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