Santos, la OTAN y el nuevo espíritu de la patria boba en clave histórica

03/06/2013
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La solicitud de Juan Manuel Santos de pertenecer a la OTAN como política exterior de su gobierno al destape, no se reduce solamente a los enroques propuestos por el imperialismo de ahora, ejercido por USA y su brazo armado complementario de Europa - la OTAN - quienes buscan devolver la región al sur de Abiayala/América a su condición de miserable patio trasero, mediante un ambicioso plan orientado a destruir los procesos de integración de la CELAC, ALBA, PETROCARIBE, UNASUR y MERCOSUR, entre otros, tratados concretos que le han permitido a la región un blindaje frente a la crisis de la eurozona y de USA mismo, cuando se les dio por implementar en carne propia, las recetas con las cuales asolaron a las subordinadas democracias representativas de la región desde Méjico a la Argentina en los años 90, arrasando con sus frágiles economías satelitales.
 
Tampoco se circunscribe como hecho histórico y consecuente de una de las élites más retardatarias de la región, que tiene con USA unas relaciones de mayordomía, como sirviente de una gran potencia o un grupo de potencias asociadas, que a través de la Alianza del Pacífico; o el apoyo a las oposiciones de ultraderecha violenta de la región, que agreden la democracia,  que predican pero no aplican cuando pierden las elecciones; es mucho más que el intento por recuperar unos privilegios económicos y de ejercicio del poder ante el avance del "Castro Comunismo de izquierda", batido como terrorismo mediático, que dista muchísimo del socialismo conocido, pero sí está más cercana al capitalismo de estado, la concertación y el progresismo de un estado de bienestar, sin alterar las estructuras que un socialismo básico requeriría a nivel por ejemplo, del pensamiento, discurso y prácticas renovadoras desde el sistema educativo y la academia, en tanto orientadores espirituales estructurales.
 
Para explicar la actitud colonialista hipócrita de Santos y su posición farisea contra los procesos de integración, hay que mirar al pasado de ese mi país al que describe el académico inglés de derecha Malcom Deas (2000) en un artículo conmemorativo sobre la guerra de los Mil Días para Lecturas Dominicales de El Tiempo, quien señala como a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, Colombia era una isla conservadora rodeada de un mar de radicalismo, frase debida a la presencia de gobiernos nacionalistas y anti norteamericanos en Venezuela (Cipriano Castro), Ecuador (Eloy Alfaro) y Nicaragua (Santos Zelaya).
 
Más tarde, luego de la pérdida de Panamá, consecuencia de la guerra entre siglos mencionada en el párrafo anterior, otro presidente conservador de camándula disciplinada como Marco Fidel Suárez, el hombre que inaugura el lacayo enfoque del respice pollum (mirar hacia la estrella del norte =USA) acepta la "indemnización" de los USA 25 millones de dólares ratificado en 1921 bajo el gobierno imperial de Woodrow Wilson, uno de los ideólogos de la teoría del gran garrote y el patio trasero, que se conjugó con invasiones y desembarcos de marines, a lo largo del arco antillano y otros lugares del globo desde entonces. ¿Pero es el espíritu de la familia Santos la representación de una élite sometida a la fuerza por una gran potencia imperial?
 
 La respuesta es no. Las élites políticas en Colombia como ningunas en el continente, nacieron con una acendrada mirada del deber ser puesta en Europa y sus clones estatales de USA y Canadá, como metas de un ideal de país, nación y de raza, que las lleva desde sus inicios a traicionar el apoyo haitiano con hombres y armas de Petión: los hispanistas del estado de Cartagena de Indias según Gustavo Bell Lemus (1989) liderados por el gobernador García Toledo con los generales Del Castillo y Mariano Montilla, hicieron un acta de adhesión a su muy augusta monarquía británica, que hace fracasar según Lázaro Diago Julio (2007) la presión de los lanceros de Getsemaní ahora bajo el mando del Almirante José Prudencio Padilla. Durante ese periodo que se corresponde con la Patria Boba, uno de los bandos en conflicto según Nestor Emilio Mosquera (2011), va a hacer un acuerdo político en contra de la soberanía, que incluye la entrega de sus prisioneros al gobierno de USA, antecedente de la actual extradición lacaya.
 
 Bolívar y Santander, pese al apoyo recibido de manos de Alejandro Petion, identificados con una estética del poder ejercida desde la racialidad europea, tampoco serán inmunes, y testimonios de ello son las cartas que se cruzan los dos próceres de la historia oficial de Venezuela y Colombia, en las cuales discuten la necesidad de mandar más esclavizados e indígenas a los frentes de batalla, pese al bajón en la producción agropecuaria de una economía esclavista en la Gran Colombia, con el ánimo de "aliviar las cargas poblacionales".
 
Pero esas élites también tomaban estas medidas por varios antecedentes señalados por los historiadores Dolcey Romero Jaramillo y Nestor Emilio Mosquera, entre las cuales enumero las siguientes: 1) El temor de las élites blancas y más o menos blancas, ante la repetición de un escenario haitiano en Cartagena y el resto de la Nueva Granada 2) Las estrategias étnicas de la guerra de castas aplicada por Agustín Agualongo, Tomás Boves y Monteverde, que movilizaron a cambio de tierras y ciudadanía, a los esclavizados e indígenas durante la contrarrevolución en favor del rey de España Fernando VII, para la época de la Patria Boba.
 
Durante el famoso Congreso Anfictiónico de Panamá de 1824, por ejemplo, mientras Bolívar congrega a todos los líderes independentistas de la época, excluye a Haití al que menciona como una potencia "extranjera"; Santander por su parte, conspirará en favor de USA para romper la unidad continental al sur de la naciente nación imperial, saboteando con éxito el sueño de una patria grande, como lo hace Santos ahora contra la unidad continental en esta nueva anfictionía, liderada, como diría Cristina Fernández de Kirchner, por líderes que se parecen mucho más a sus pueblos como el indígena Aymara Evo Morales, el zambo como yo pero de Barinas Hugo Chávez- y su heredero obrero Nicolás Maduro- o Luís Ignacio Lulla Da Silva, el mulato cuarterón surgido en los sindicatos del Brasil independentista de la integración.
 
Bolívar, que decretará fusilamiento fulminante en contra de Manuel Carlos Piar, Leonardo Infante o José María Córdoba, actuará sin embargo muy magnánimo -en sus propias palabras - con José Antonio Páez, llegará al colmo de la racialidad como instrumento de la justicia marcial en el caso de la Noche Septembrina, cuando condena al destierro a Santander, Florentino González y otros conspiradores que intentaron matarlo, pero a los pocos días hace fusilar a Padilla por desobedecer la orden de disolver la invencible marina de guerra en manos de pardos, en la cual figuraba el guerrero naval toludeño Joaquín Tafur (Cuello Blanchar 2011), hecho detonante que originó las discrepancias militares entre los dos grandes y reales libertadores de Venezuela y Colombia.
 
Estos hechos marcaron mucho más a Colombia como país con la mirada puesta en una "respice pollum de turno", por motivos unas veces netamente de interés comercial, otros por la estética racialista en el ejercicio del poder, basada en el ideal de lo blanco europoide como sinónimo de civilización, sustentada a su vez, en la versión racista de la enciclopedia de Denis Diderot, que blanqueó a los faraones del Egipto de la Negritud, civilización a la cual le tumbaron académicamente sus legados que pasaron a ser nombrados como obra de griegos y romanos (Nkogo 2007).
 
Santos y su familia de generales pro yankis desde los tiempos de la patria boba y de presidentes liberales adscritos a la doctrina del respice pollumn como Eduardo Santos, no recoge del suelo como reza un adagio de la región Caribe de Colombia, encarna por el contrario, todo el espíritu del general Tomás Cipriano de Mosquera sentando las bases del amarre necolonial, cuando inaugura con los negocios ferroviarios y de otra índole bajo la égida de la naciente USA imperial de la doctrina Monroe, al igual que otros presidentes, estadistas, comerciantes y empresarios gólgotas (partidarios del librecambio en el liberalismo) o conservadores latifundistas, que han diseñado la política económica, social, cultural, académica y educativa, con los ojos no puestos en la nación, sino en un centro metropolitano de hegemonía foráneo.
 
La Policía colombiana será diseñada según el modelo de un francés de apellido Gilibert, uno de cuyos descendientes fue el general de más rango en la Policía Nacional de mi país. Igual pasa con el ejército nacional, que desterró el legado de llaneros y zambos como Rondón y abrazó el modelo prusiano y francés, mientras en la marina se conservará por pura vergüenza y cargo de conciencia, el nombre del zambo José Prudencio Padilla, pero se abraza el modelo ideal del biotipo de una marina hecha con el espejo inglés que vetó a los descendientes étnicos de Padilla, Polonia, Barule y Benkos Biojó, para los cargos de oficialidad en la Armada Nacional, en contravía del biotipo nacional afrocaribeño que ejecutó la verdadera independencia absoluta y soberana de Colombia y Venezuela, el 24 de agosto de 1823 en las aguas del Lago de Maracaibo y la toma del Fuerte de San Carlos que resguardaba esa ciudad, siendo Padilla el único en la historia naval del mundo en forzar la barra y arrollar a los realistas en su principal bastión, que no por pura casualidad ha sido uno de los principales fortines políticos antichavistas. 
 
 Esta mentalidad racista de la Patria Boba que se quedó incrustada en buena parte del alma nacional de Colombia, duelo psicólogico de inferioridad con respecto a una realidad humana, social, política y cultural, que nos hace tildar de "latino" incluso hasta los productos culturales más puros de "la merienda de negros" – según el racista venezolano Ibsen Martínez- despreciada en el pasado y en el presente, en una patria grande marcada por el mestizaje de más de tres etnias. Ese no reconocimiento y ese desprecio, habla en los gestos otanófilos de Santos, en su costumbre ladina y tramposa que ha caracterizado a su élite o casta social, que ha parido a ilustres mulatos con pretensiones nazi fascistas como el finado Laureano Gómez, expulsado de un restaurante para blancos en el racista sur de USA, anterior a los años 60.
 
Es un conflicto de élites que no aceptan los otros ethos -afro e indígenas- que nos habitan como nación pluriétnica y que ha llevado a Colombia, a adoptar una mentalidad de "los mejores segundos" en la historia cultural, política y científica del orbe: tenemos el mito del "segundo mejor himno del mundo" surgido de un ficcional concurso que nunca sucedió. Somos el "segundo" mejor amigo de USA después de Chile, entre otros. Somos los “segundos” mejores productores de novelas después de la caída de Delia Fiallo y después del eje Televisa/Univisión/Telemundo, que sostiene con éxito la estética racista del mestizaje blanqueador y su mito anodino de la belleza latina, que unas veces incluye en otros ámbitos del “latinaje” a ultranza, a afrocaribeños como Sammy Sosa. 
 
¿Quiero decir esto que me avergüenzo de ser colombiano? Por supuesto que NO. Me avergüenzo del proyecto de nación que la Familia Santos y su kombo insisten deshonrosamente en imponerle a mi país como política exterior e interior sumisa y lacaya a los nuevos coloniajes. Me enorgullezco del legado afrocolombiano de la Reina Leonor, Barule, Benkos Biojó, José Prudencio Padilla y Polonia la jefe cimarrona al sur del Canal del Dique. Me enorgullezco de ser afrocolombiano descendiente de los cimarrones del canal del Dique, provenientes del palenque cercano a la Ciénaga del Corcho y que figura en el apellido Julio de mi madre Ana María Hernández Julio. Rechazo eso sí, la historia maniquea que crea héroes impolutos que no se puedan analizar como seres históricos de carne y hueso, con sus fobias raciales y racialistas.
 
Rechazo el colonialismo con toda la ira justificable de quien conoce su historia y que se niega a repetirla. Rechazo una academia y un sistema educativo colonialista y racista. Rechazo la actitud lacaya de Santos, queriendo engatusar a Colombia por una invitación a formar parte de la OCDE, lo cual implica un alto riesgo para la economía colombiana que pudiera contaminarse de la crisis europea y gringa, con su montón de dólares dinerófagos que no tienen respaldo en oro. Rechazo el riesgo de otanizar a Colombia porque llenará de más deshonor al ejército de mi país, que ahora tendrá que combatir bajo una bandera de atracadores y genocidas profesionales en Irak, Afganistán y Siria, ahorrándole dinero a los "contratistas" de mercenarios como Black Water y su kombo...Peor que en los viejos tiempos.
 
La invitación de Colombia a la OCDE, es el cambio de cuentas de vidrio por el oro de la soberanía dueñas de las riquezas naturales estratégicas, que pretenden apropiarse los herederos de Colón y de los piratas que le robaron Malvinas a la Argentina de Belgrano y que remplazará como excusa, la justificación de las bases militares de USA en suelo nacional. Será la cuña militar para proceder cuando lo crean necesario los imperialistas, contra la integración continental independentista y soberana de UNASUR, ALBA y CELAC.
 
La Otan permitirá a los barcos piratas militares ingleses de ahora atracar en nuestros puertos, bajo la flamante bandera ladrona y narcotraficante del león dorado de los tiempos de la traqueta Reina Victoria y los China Trade, con su socio USA, que dio origen a la Guerra del Opio, primer antecedente del narcotráfico mundial que ahora le quieren achacar en exclusiva a Medellín y a Pablo Escobar. Contra todo ese legado de la Patria Boba que habla por la boca y las acciones del presidente Santos, protesto como académico militante afrocolombiano.
 
No se avizora fácil entonces el tránsito de Colombia a la paz y nos debemos preparar para ver otro genocidio político como el de la Unión Patriótica- según Libardo Sánchez- atacada desde sus liderazgos burocráticos. En el mejor de los escenarios, debemos estar preparados para ver el asesinato de los líderes desmovilizados en la vida política, así como al M-19 le tocó mirar al asesinato de sus líderes Carlos Pizarro León Gómez o Carlos Toledo Plata.
 
Preparémonos a ver el asesinato de más lideres sindicales y campesinos encargados de recibir las tierras negociadas en la Habana, que nunca fueron entregadas en los años 90 pese a contar con una Ley de Zonas de Reserva Campesina, sancionada en el gobierno de Ernesto Sámper, que este congreso colombiano con más del 50% de los congresistas de la coalición de gobierno, presa en la cárcel por el genocidio paramilitar, se negó a regular: con razón Capriles Radonsy o Matonsky, María "maquillaje" Machado y Julio Borges, vinieron a buscar en la mayorías de este gobierno de ultraderecha solapado y su parlamento, la democracia excluyente que en su país no pueden aplicar, vendiendo a Venezuela como si fuera la miserable y lacaya finca familiar.
 
 Tolú- Sucre.
 
Referencias e infocitas:
 
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Diago Julio, Lázaro (2007). Padilla: rutas de libertad, gloria y sacrificio. Ediciones Fondo Mixto de Cultura de la Guajira.
 
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James, C.L.R (2003). Los jacobinos negros. Toussaint L'Ouverture y la revolucón haitiana. Editorial Turner.
 
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Ocampo, José Fernando (2003). La pérdida de Panamá: cien años. De dónde partimos y a dónde llegamos. Recuperado el 1 de junio de 2013 de http://www.rebanadasderealidad.com.ar/internacional-323.htm
 
 Romero Jaramillo, Dolcey. El Fantasma de la revolución haitiana: esclavitud y libertad en Cartagena de Indias. 1812- 1815. Colección Bicentenario.
 
https://www.alainet.org/en/node/76490?language=es
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