Reclamo palestino ante la ONU: Cuestión de negocios
03/10/2011
- Opinión
Desde Washington y Tel Aviv reafirmaron que la aceptación de un Estado Palestino dependerá de la negociación entre israelíes y palestinos, pero para Abbas las negociaciones seguirán estancadas mientras Israel continúe construyendo asentamientos ilegales.
Es el turno de que el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) emita su veredicto sobre la adhesión a la ONU de un Estado palestino soberano y de pleno derecho.
Si bien días antes del inicio de la última Asamblea General de la ONU, Estados Unidos ya había anunciado que vetaría cualquier intento palestino por lograr el status de Estado, el discurso de Barak Obama no hizo otra cosa que ratificar esa postura.
El presidente estadounidense basó su discurso sobre el pedido palestino en que la paz no se alcanzará por medio de declaraciones y resoluciones, sino que el único camino es la negociación entre las partes. Y, aunque el Mandatario no lo haga explícito, con Estados Unidos como “mediador”.
“La paz no vendrá por medio de declaraciones y resoluciones de las Naciones Unidas”, advirtió Obama. Y agregó que “son los israelíes y los palestinos quienes tendrán que llegar a un acuerdo en cuanto a los asuntos que los dividen”.
Sin embargo, el presidente estadounidense no puede ignorar que el Estado de Israel fue creado por la Resolución 181 de las Naciones Unidas, del 29 de noviembre de 1947, que estableció la partición de Palestina en un Estado judío y un Estado árabe (que nunca existió como tal), y una zona bajo control internacional que incluía a Jerusalén y Belén.
La insistencia de Estados Unidos para negociar la paz contradice su conducta en la ex Yugoeslavia.
Así, en 2008 el gobierno provincial de Kosovo –apoyado por Washington-declaró unilateralmente su independencia de Serbia situación que motivó el inmediato reconocimiento de la Casa Blanca a la nueva “República de Kosovo, a pesar de que la Resolución 1244 del Consejo de Seguridad de la ONU reconoce a la región como una provincia autónoma de Serbia.
Por otro lado, la defensa de la política exterior israelí del mandatario estadounidense difícilmente podría haber sido igualada por el mismísimo premier Benjamin Netanyahu.
En efecto Barack Obama ha ensalzado hasta la épica la historia reciente del pueblo israelí e invisibilizado el drama palestino: “Israel está rodeado de vecinos que han librado repetidas guerras contra el país. Ciudadanos israelíes fueron asesinados con misiles disparados contra sus casas y con bombas suicidas en sus autobuses”.
El mandatario agregó también que los niños israelíes crecen sabiendo que al resto de los jóvenes de la región se les enseña a odiarlos; y que un país pequeño como Israel “ve un mundo en el que los líderes de naciones mucho más grandes amenazan con borrarlos del mapa”. Estas declaraciones evidencian que Estados Unidos no puede ser considerado un negociador imparcial.
Por último, Barak Obama intentó justificar el accionar de Israel de una forma, como mínimo, peligrosa, al destacar que “el pueblo judío lleva la carga de siglos de exilio y persecución, y de los recuerdos frescos de que seis millones de personas fueron asesinadas simplemente por haber sido lo que eran. Esos son los hechos. No se pueden negar”.
Aunque estas palabras apuntaron a Mahmoud Ahmadinejad, presidente de la República Islámica de Irán -quien en varias oportunidades ha negado el holocausto y la existencia del Estado de Israel- el mensaje del mandatario estadounidense encaja como justificación de los asentamientos judíos en territorio palestino e ignora la expulsión y el asesinato de los pobladores de esas regiones, entre otras vejaciones.
Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) pronunció el discurso más esperado por los presentes de la Asamblea General.
Abbas recogió el guante de Obama y comenzó su disertación haciendo referencia al estancamiento de las negociaciones de paz.
El presidente de la ANP remarcó que “el gobierno de Israel se niega a comprometerse con los términos de referencia de las negociaciones que se basan en la ley internacional y las resoluciones de la ONU, y continúa intensificando frenéticamente la construcción de asentamientos en el territorio del futuro estado de Palestina”.
A lo largo de su disertación Abbas enumeró los continuos flagelos que Israel aplica al pueblo palestino y denunció la política de ocupación colonial de asentamientos desarrollada por Tel Aviv.
El mandatario de la ANP indicó que el pueblo palestino tiene como meta el reconocimiento de un Estado independiente de Palestina conformado por Cisjordania, Israel Este y la Franja de Gaza; con Jerusalén Este como su capital.
Además, Abbas aseguró que tanto la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), como el pueblo palestino, renuncian a la violencia y rechazan y condenan al terrorismo en todas sus formas, aunque continuarán con la resistencia pacífica y popular contra los asentamientos israelíes.
Y destacó que la decisión del pueblo palestino de llevar ante la ONU su pedido de adhesión, no es otra cosa que la demostración de su confianza a la opción política y diplomática.
Para finalizar, Mahmud Abbas enfatizó: “Es tiempo de que el pueblo palestino obtenga su libertad e independencia. Es tiempo de poner fin al sufrimiento de miles de refugiados palestinos en su tierra y en la diáspora”.
Cuando llegó el turno de Benjamin Netanyahu, premier israelí, no le quedaba mucho por decir: Barak Obama ya había defendido la postura de Israel en su discurso.
Netanyahu destacó que es en las Naciones Unidas donde Israel, año tras año, es injustamente condenado, alegando que 21 resoluciones emitidas por la Asamblea General de la ONU condenan a Israel, “la verdadera democracia en Medio Oriente”.
Sin embargo, lo que el Premier omitió decir es que cada una de esas resoluciones “desfavorables” fue incumplida por el Estado de Israel con el respaldo de Washington.
En sintonía con Obama, el Primer Ministro Israelí, destacó que en “Medio Oriente la paz debe basarse en la seguridad”. Y agregó que la paz no se consigue con resoluciones de la ONU, sino con la negociación entre israelíes y palestinos.
Benjamin Netanyahu señaló que un país “tan pequeño, rodeado de gente jurando su destrucción y armados hasta los dientes por Irán”, solo puede defenderse manteniendo la ocupación militar en territorio palestino.
Netanyahu manifestó que Mahmud Abbas le explicó que si Palestina iba a ser un país soberano no podría aceptar mantener la ocupación; a lo que el premier israelí le contestó que países como Japón, Alemania y Corea del Sur no perdieron su soberanía a pesar de contar cada uno de estos estados con tropas estadounidenses por más de medio siglo.
Queda claro que tanto Estados Unidos como Israel ya tomaron la decisión de desestimar, por la vía del veto en el Consejo de Seguridad, cualquier intento palestino por lograr su reconocimiento como Estado soberano.
A pesar de que Netanyahu afirme que Israel busca negociar con Palestina, la cuestión no pasa por la negociación. ¿Acaso se le pueden pedir más concesiones a un pueblo palestino que acepta establecer su Estado tomando como parámetro las fronteras de 1967, es decir en el 22 por ciento del territorio palestino histórico?
También se torna evidente que Estados Unidos es juez y parte en el conflicto porque en simultáneo con su rol mediador ejerce una ferrea defensa del accionar israelí.
Pero lo que logró el pueblo palestino con su pedido ante la ONU, a pesar de todo, es poner en evidencia la convivencia de ideas de Estados Unidos y de israelí, cuestión que obliga a Washington a decidir unilateralmente en contra de la voluntad internacional.
Agencia Periodística de América del Sur (APAS)
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