La IV Flota y la disputa por la hegemonía mundial

19/06/2011
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La paz y la guerra son dos episodios sucesivos en  las civilizaciones. Es en momentos de paz cuando se engendra la guerra, y es en la guerra cuando se genera la paz.
Hace seis décadas que culminó la última conflagración mundial, lapso de tiempo en el que Estados Unidos no ha dejado de estar involucrado en guerras focalizadas en Europa, Asia, África, Medio Oriente y Latinoamérica. A este periodo se le conoce como la  guerra fría, la guerra contra el comunismo.
Desintegrada la URSS a inicios de la década del 90 del siglo XX y, ya como potencia hegemónica unipolar, Estados Unidos emprende la guerra contra el “terrorismo” invadiendo a Irak y Afganistán en el Medio Oriente, y en América Latina desplazando y posicionando contingentes armados en bases militares bajo el  pretexto de la guerra contra las drogas.
En la actualidad, en una coyuntura internacional en donde la hegemonía de los Estados Unidos es cuestionada y disputada por la emergencia de China como nueva potencia, la IV Flota es reactivada para articular el dispositivo militar estadounidense  desplegado  en América Latina, como  parte de una  estrategia  bélica de magnitud global en el siglo XXI. Es propósito de esta presentación dilucidar la relación entre la disputa hegemónica mundial y el despliegue militar en nuestra región. 
Globalización, crisis económica y el dólar  
Para los Estados Unidos, la globalización significó trasladar gran parte de su industria a mercados potenciales con mano de obra barata en busca de mayor rentabilidad; y hacer del sistema financiero el sector de mayor rentabilidad de la economía, algo que finalmente terminó siendo el causante de la crisis financiera y económica. Ahora tenemos a los Estados Unidos con alto índice de desocupación, con una economía que no logra reactivar y con un  endeudamiento de 14.3 billones de dólares. Tenemos a Europa abocada al rescate de países quebrados técnicamente pero  que subsisten gracias a las boyas para salvar al sistema financiero y no al ciudadano.
Por otro lado, hay países en desarrollo aplicando políticas anti cíclicas. China está promocionando el mercado interno, la industria y la agricultura, la infraestructura, la tecnología, la ciencia y la educación mediante un programa económico anti crisis de 586 mil millones de dólares y  haciendo de la crisis la oportunidad para sentar la base de un nuevo crecimiento.
La demanda de materias primas por parte de China y otras economías en desarrollo, está permitiendo también a los países ricos en minerales e hidrocarburos sortear la crisis económica. A principios del año, el Financial Times informó que China  prestó 110.000 millones de dólares en el 2009 y el  2010  a las naciones en desarrollo, superando al Banco Mundial en el mismo periodo. También China es el primer acreedor de los Estados Unidos mediante la compra de bonos del tesoro público.
Mantener el rol hegemónico del dólar en el comercio y las finanzas internacionales es vital para la política y estrategia imperial de los Estados Unidos. El dólar es la médula del sistema financiero internacional, lo que le da una gran ventaja. Es por eso que como respuesta a la crisis está inundando de dólares “el mundo que, como el dinero falso, carece totalmente de respaldo” [1].  País que se atreva a optar por otra moneda está sujeto a una “gran presión y en algunos casos bajo devastadores ataques. Saddam Hussein, que prohibió la circulación del dólar en todas las esferas económicas de Irak, incluido el comercio del petróleo fue derrocado y ahorcado y su país quedó en ruinas. Muammar Gadafi inició el cambio en las transacciones de petróleo y gas libio a divisas árabes con respaldo en oro y los ataques aéreos se iniciaron casi de inmediato…Teherán tuvo que suspender su plan de eliminar el dólar para evitar ser víctima de una agresión” [2].  Esto no amilanó al presidente chino Hu Jintao quien manifestó días antes de su visita a los Estados Unidos en enero, que “la preeminencia del dólar es cosa del pasado”.
Alianzas estratégicas, tensiones y reconfiguraciones
Estados Unidos tiene claro que su alianza con Europa es una garantía fundamental para su hegemonía. Es sobre esta alianza que erige y expande la OTAN como el gendarme global bajo su férula. Pero es en época de crisis cuando las tensiones entre aliados se agudizan. Con el euro debilitado y zarandeado, con el precio del  petróleo en alza y el descontento social creciendo, Europa se asocia con Rusia en la construcción de ductos necesarios y vitales para el abastecimiento de gas.
Rusia, renaciendo desde sus cenizas y con la garantía de su poder atómico, demanda y clama ser considerada como protagonista decisiva en los asuntos globales, fundamentalmente en Europa, Medio Oriente y Asia. Necesita de sus vecinos europeos para garantizar que la paz perdure en el  continente, así como, para lograr el propósito de modernizar su industria que la convierta “en una de las cinco economías del mundo para el 2020”[3].
La OTAN invita a Rusia a integrase a su sistema militar, pero Estados Unidos persiste en instalar el escudo antimisiles en Polonia, lo que es inaceptable para Rusia. Por otro lado, Rusia no descuida su relación con países que integraron la URSS y busca darle nuevo dinamismo a la Comunidad de Estados Independientes (CEI) y a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC). Ya en el 2000 fomentó la Comunidad Económica Euroasiática (CEEA) y en el 2001 constituyó la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS)   con Kazajistán, Kirguistán, Uzbekistán y China y como observadores, a India, Irán Pakistán, Mongolia, Bielorrusia y Sri Lanka[4]
Es sobre esta última organización en donde Rusia y China apuestan su alianza estratégica mediante la red de oleoductos y gaseoductos ya construidos, como por construirse en Asia Central. El impacto geopolítico de esta organización   no sólo llega a la región con la mayor reserva de hidrocarburos, sino también a Europa y los Estados Unidos.
Rusia y China necesitan contener la penetración y presencia de los Estados Unidos y la OTAN en Medio Oriente. La inestabilidad de esta región pone en jaque  las expectativas de crecimiento de ambos países. A China por ser su fuente principal de hidrocarburos, a Rusia porque la obliga a destinar gasto militar, y a ambos  porque les limita las posibilidades de millonarios negocios en la región.
China está aplicando la estrategia del beneficio mutuo con Japón, con los Tigres del Asia, con la India y con Australia, proyectando hacer de Asia el centro industrial, financiero y comercial del siglo XXI. Y como era de esperarse, Rusia no quiera estar ajena a este acontecimiento.  
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Pero es África en  donde se transluce en forma diáfana, la pugna y lucha entre la potencia en declive y la emergente, los Estados Unidos y China. Se proyecta que para el 2020 China adelantaría a EEUU como potencia económica y “lo mejor que puede hacerse es ralentizar su crecimiento económico, privarla de los minerales, dado que quien controle los minerales controla la economía mundial[5] .  “La causa de este desafío es la creciente demanda global y (…) la conducta agresiva y a veces monopolista de China en pos de los minerales…,El Consejo Nacional de Seguridad de EE.UU., el Departamento de Defensa (DOD) y el AFRICOM podrían desarrollar contingencias para enfrentar la eventual perspectiva de cortes de recursos y la posibilidad de conflicto por minerales estratégicos[6]
Esto permite entender por qué el Comando África de los Estados Unidos- AFRICOM, está muy activo con programas de capacitación, adiestramientos y ejercicios militares. La gráfica muestra los países en donde Estados Unidos ha realizado o pretende realizar ejercicios militares en África[7]. También África es “el laboratorio para la Fuerza de Respuesta de la OTAN de 25.000 efectivos, diseñada para ser desplegada dentro de un periodo de cinco días en cualquier parte del mundo y mantener operaciones, incluyendo misiones de combate, durante hasta seis meses. En otras palabras, es la primera fuerza militar de choque internacional del mundo[8].  El bombardeo a Libia es el anticipo de la llegada de estos efectivos.
América Latina y la IV Flota
Considerada como patio trasero de los Estados Unidos, América Latina  en las dos últimas décadas no ha estado ajena a la presencia de China. Lenta pero segura, China da el salto y en el 2010 se posiciona en la región como  el tercer país en Inversión Extranjera Directa (IED)[9] , luego de Estados Unidos y Europa. 
Si nos miramos en el espejo de África, no es difícil deducir que los Estados Unidos y Europa no le harán fácil el avance a China en nuestra región. Y es aquí en donde Brasil entra a jugar su rol como integrante del BRICS, foro que reúne a las principales economías emergentes como Rusia, Brasil, India, China y Sudáfrica.
Brasil siempre ha sido el interlocutor principal con los Estados Unidos en los asuntos de América del Sur. Pero en la medida que sin sometimiento y con políticas independientes asume protagonismo en asuntos globales, Estados Unidos estará presto a impedirle el paso. Y no hay que soslayar que Brasil es el principal socio comercial de China en América del Sur. “En el 2009 el Banco de Desarrollo de China concedió un préstamo a la empresa brasileña Petrobras por 10,000 millones de dólares, que avala con el suministro de 200,000 barriles diarios” [10].
Es en Venezuela donde China evidencia su necesidad estratégica por petróleo. Le ha proporcionado un crédito de 20,000 millones de dólares  que Venezuela  cancela con petróleo para “el 2010, 200 mil barriles diarios; para 2011, 250 barriles diarios y para 2012, no menos de 300 mil barriles diarios. Si a esto se agrega los 500 mil barriles diarios que Venezuela ya envía diariamente a China y 400 mil barriles diarios que producirá una empresa mixta bi-nacional en la faja petrolera del Orinoco, en 2012 Venezuela estará enviando a China más de 1 millón de barriles diarios, la misma cantidad  que exporta a Estados Unidos[11].
Es en este contexto que la IV Flota de los Estados Unidos tiene sentido. Para el Comando Sur, esta flota es el articulador del dispositivo militar que involucra ejercicios militares, operaciones conjuntas, bases militares, Plan Colombia y venta de armamento para abordar “amenazas domésticas y trasnacionales como organizaciones narcoterroristas, tráfico ilícito y disturbio social”[12], tal como lo indica la Reseña Cuadrienal de Defensa de 2010.  Entonces, no  estamos ajenos también a que se invoque al Consejo Nacional de Seguridad de EE.UU., al Departamento de Defensa (DOD) y al Comando Sur para “desarrollar contingencias para enfrentar la eventual perspectiva de cortes de recursos y la posibilidad de conflicto por minerales” y porque no, a la Fuerza de Respuesta de la OTAN, a semejanza de África.
La guerra  a nuestros pueblos
La hoja de coca se siembra desde hace miles de años y hasta ahora es parte consustancial de la cultura andina. Considerada hoja sagrada, sirve para hacer los “pagos” a los Apus y como vínculo de socialización en las comunidades del altiplano. Para el científico y médico cirujano Fernando Cabieses[13], la hoja de coca es  un estimulante tan igual que el café o el alcohol y además del alcaloide cocaína, contiene proteínas, vitaminas, carbohidratos, grasas, fibras, calorías, calcio, fósforo y hierro.
En cambio, para elaborar cocaína se usa kerosene, gasolina, carbonatos de sodio, potasio o calcio, hidróxido de sodio u óxido de calcio; ácido el sulfúrico, permanganato de potasio o peróxido de hidrógeno; solución acuosa de amoniaco y otros insumos químicos.
Es la cocaína la que se comercializa y abastece el mercado norteamericano, europeo y otras regiones. La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) reporta que “se necesitan unas 196 toneladas de cocaína para satisfacer la demanda de los Estados Unidos, valuada en 38.000 millones de dólares en 2008(…). Los cultivadores de coca de los tres países andinos ganaron unos 1.100 millones de dólares ese año. Las sumas generadas en los países andinos mediante las actividades de procesamiento y tráfico de cocaína destinada a los países de América del Norte ascendieron a unos 400 millones de dólares. Los ingresos brutos totales obtenidos por las personas que importaron cocaína a México se estiman en unos 2.400 millones de dólares (excluyendo los gastosde envío) en tanto que los cárteles mexicanos obtuvieron 2.900 millones de dólares ese año por el transporte de cocaína a través de la frontera a los Estados Unidos. No obstante, los mayores beneficios fueron los generados dentro de los Estados Unidos, que ascendieron a 29.500 millones de dólares entre el nivel mayorista y los consumidores estadounidenses”[14].
Estos ingentes ingresos económicos son asimilados por el sistema financiero. El periódico londinense The Observer[15], ha reportado que el Banco Wachovia, comprado en  el 2008 por Wells Fargo, blanqueó dinero del narcotráfico por el monto de 373,6 mil millones de dólares en CDCs, y 4,7 mil millones de dólares en efectivo entre 2004 y el  2007. Para librarse de la acción penal y de acuerdo a las leyes norteamericanas, le bastó pagar 160 millones de dólares. Martin Woods, ex funcionario del Banco Wachovia y la persona que denunció toda la operación de lavado de dinero, denuncia que “Nueva York y Londres son los centros financieros más grandes de lavado de dinero criminal y de drogas del mundo. Para Antonio María Costa[16], director de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, hay evidencias de que el producto de la delincuencia organizada es "el único capital de inversiones líquidas" a disposición de bancos al borde del colapso el año pasado (2008). Dijo que la mayor parte de los $ 352bn (352, mil millones de dólares en español) generados por el tráfico de drogas, fue absorbido por el sistema económico.
Vistas las cosas así, el tráfico de drogas se ha constituido en uno de los mayores negocios que mueve la economía. Y es en los Estados Unidos donde se reditúa los mayores beneficios. Pero son nuestros pueblos los que sufren la llamada guerra contra las drogas. En Colombia torpedearon el proceso de paz, con un altísimo costo de vidas y millones de desplazados. En México, en lo que va del gobierno de Calderón, son  40,000 los muertos, con proyección a expandirse a toda Centro América. Las autorizaciones de ingreso de tropas y navíos a Costa Rica, la implementación de bases aeronavales en ambas costas de Panamá y el apoyo a los golpistas y  la represión al pueblo en Honduras, presagian mayor sufrimiento y dolor para esos pueblos.
Esta es la guerra que   Estados Unidos ha declarado a América Latina, donde los ejércitos y fuerzas represivas de nuestros países están a su servicio, en el propósito de reposicionar su sistema militar de dominación.
A decir de Laura Carlsen[17], “la guerra de la droga se ha convertido en el mayor vehículo de militarización en Latinoamérica. Es un vehículo financiado e impulsado por el gobierno de EE.UU. y alimentado por una combinación de falsa moral, hipocresía y mucho miedo fuerte e irracional. La denominada “guerra contra la droga” es en realidad una guerra contra la gente, especialmente los jóvenes, las mujeres, los pueblos indígenas y los disidentes. La guerra contra la droga se ha convertido en el principal camino para que el Pentágono ocupe y controle países a costa de sociedades completas y muchas, muchas vidas”.
Conclusiones
Karl von Clausewist definió a la guerra como la continuación de la política por otros medios. Es fundamental y prioritario que la Paz reine en nuestra región y que los conflictos y tensiones las resolvamos en el marco de UNASUR. Por eso es relevante que el conflicto entre Ecuador y Colombia, la solidaridad unánime a Evo Morales contra el intento de golpe, como el retorno del presidente Zelaya, se hayan logrado sin que medien los Estados Unidos. Las agresiones imperiales cada vez más buscan su legitimización bajo el amparo de la ONU y alianzas continentales, como ha acontecido en Libia.
Es entonces en la esfera política en donde se dan las primeras acciones “bélicas” de una futura guerra. Fortalecer y hacer del UNASUR el espacio de convivencia y resolución de conflictos entre nuestros países, es prioritario. Así mismo hacer del Consejo de Defensa Suramericano la alianza militar que disuada todo tipo de agresión. En lo inmediato debemos lograr que nuestros países no envíen más militares y policías a la Escuela de las Américas y a otros estamentos del estado a la  Academia Internacional para el Cumplimiento de la Ley-ILEA. Pero lo imperativo es no aceptar bases militares y  las que existen erradicarlas. Solo así haremos realidad el lema de UNASUR: “Suramérica unida, un sueño que se hace realidad”  
Urge que nuestros gobiernos se desliguen de la  estrategia intervencionista de la guerra contra las drogas.  Y a cambio, elaboren una estrategia que preserve y garantice la soberanía de las naciones  y la vida de nuestros pueblos. Necesitamos que el estado y la sociedad civil asuman  como agenda prioritaria el cómo afrontar el consumo y tráfico de estupefacientes. No basta que la Comisión Global de Políticas sobre de Drogas, nos diga ahora que “la guerra global a las drogas ha fracasado, con consecuencias devastadoras para individuos y sociedades alrededor del mundo”.
 Ayer fue la lucha contra el comunismo, luego contra el terrorismo y ahora contra las drogas. Todas pretexto para encubrir la agresión del imperio, los Estados Unidos.  
- Ponencia presentada en la Conferencia Internacional “La integración Latino Americana y la Lucha por la Paz", llevada a cabo entre el 17 y 18 de junio en São Paulo, Brasil


https://www.alainet.org/en/node/150606
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