Cuba y su mandato mayor
27/01/2009
- Opinión
El joven José Martí que combate y cae apenas comenzada la guerra necesaria había iniciado en su adolescencia temprana lo que era y es el deber supremo para todo cubano y cubana. El tiempo transcurrido entre uno y otro momento fue la mitad de los años que llevamos de Revolución triunfante. ¿Cómo fue posible en tan corto decursar hacer tanto? Y lo más importante: guiarnos para siempre en la defensa de la independencia de nuestra tierra como base para alcanzar la patria grande latinoamericana y hacer que esta contribuya a que la mayor crezca hasta convertirse en la más justa y hermosa, con el nombre que también le dio de Humanidad. Pero al afirmarlo no se quedaba limitado a un concepto ilusorio que igualara al opresor y al oprimido, al explotador y al explotado.
Él completó su pensamiento al decir que "patria es comunidad de intereses, unidad de tradiciones, unidad de fines: fusión dulcísima y consoladora de amores y esperanzas". ¿Y acaso ese término podría incluir al sionismo israelí, autor de las masacres recientes que incluyen a centenares de niños, de familias enteras en el agredido territorio de Gaza? Se trata de la expresión actual de las bombas atómicas lanzadas por Estados Unidos sobre ciudades abiertas en Japón en 1945, realizada por el genocida de hoy, con la complicidad del conocido autor contemporáneo del asesinato de más de un millón de civiles en Iraq.
Martí, que vivió en las entrañas del imperio, fue el primero en calificarlo así y denunciarlo, al convocar a la segunda y definitiva independencia, de nuestra América, esa que comienza a integrarse con fuerza en la actualidad. Por supuesto que no se refería a ninguna otra patria el autor intelectual del asalto al Moncada al inspirar a la generación del centenario, encabezada por Fidel a concretarla revolucionariamente. Tampoco puede ser otro el legítimo sentido de la libertad que, como expresara Simón Bolívar, únicamente es válido si honra a la humanidad. De ese inmenso valor partimos a 156 años de aquel nacimiento y lo hacemos con la resistencia y sabiduría de un pueblo que ha demostrado ser invencible, como sus cinco héroes secuestrados y encarcelados injustamente por el imperio.
Nada ni nadie podrá ignorar la historia del pueblo de tan grandes hombres y mujeres, que solo alcanzara en el pasado una falsa libertad casi un siglo después de la independencia de las otras naciones de la región, pero obtuvo la segunda y definitiva independencia primero que los países hermanos y que lo hizo con el pensamiento antimperialista martiano. Nada ni nadie será capaz, ni los desafíos externos e internos, de interrumpirla, de derrotarla, ni su pueblo renunciará jamás a la dignidad y ética heredadas de los mártires de todas las generaciones de cubanos, ni del pensar y la obra del Héroe Nacional, del tan nuestro y universal José Martí.
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