Ecos de la Cumbre

06/11/2006
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La realización de la Conferencia Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno y su transmisión simultánea por radio y por TV permitió que los uruguayos se familiarizaran con la cuestión de las migraciones y por lo menos con algunos de los grandes problemas que aquejan a los países pobres en su inserción en el campo internacional.

Las condiciones por las que atraviesa el capitalismo actual han sido propicias para el crecimiento de las diferencias entre las naciones más ricas y las áreas sumergidas donde habita la mayor parte de la comunidad humana. Demás está decir que la gravitación de estas tensiones y antagonismos, en el que se despliega el fenómeno migratorio, no es el resultado de ‘hechos de la naturaleza’ o de la existencia de ‘etnias superiores’ más aptas para el progreso material y formaciones nacionales menos dotadas para acceder a los beneficios del progreso material. Se trata de decisiones políticas y del desarrollo de tendencias que son inherentes al modo de producción capitalista.

El mito de la libertad de comercio

En el agravamiento de esta brecha está una de las causas esenciales del creciente flujo migratorio que ha sido objeto de intercambios, declaraciones y compromisos en la conferencia.

Como ha dicho la organización OXFAM INTERNACIONAL, examinando las raíces del atraso que encadenan al Tercer Mundo, “Los países ricos mantienen una política hipócrita en sus relaciones comerciales. Aplican medidas proteccionistas cuando les interesa, obligan a los países empobrecidos a abrir sus mercados sin ningún tipo de protección e inundan los mercados de los países pobres con productos subvencionados, provocando una competencia desleal y poniendo en peligro la seguridad alimentaria de la población.
Gastar 41.000 millones de dólares al año en subsidios agrarios, incluyendo subsidios a la exportación, sin tener en cuenta su desastroso impacto en los pequeños productores del Sur. No proporcionar acceso total al mercado a todas las exportaciones de los 49 países menos desarrollados, y retrasar la eliminación de las cuotas restrictivas a las exportaciones de textiles y prendas de vestir de los países en desarrollo.
A pesar de la retórica de sus gobiernos sobre el libre mercado, los países ricos se han mantenido fuertemente proteccionistas frente a las exportaciones de los países en desarrollo. Estas políticas comerciales proteccionistas son una de las razones por las que no están llegando a los países pobres los beneficios de la integración en los mercados mundiales.
EEUU y la Unión Europea son los dos bloques comerciales más proteccionistas del mundo. A la vez que cierran sus mercados fuerzan a los países del Sur a liberalizar los suyos, a través de la imposición de programas del FMI y del Banco Mundial”.

Como ha hecho notar el ensayista portugués Boaventura de Souza, el hecho nuevo es que los países del Sur consiguieron el mínimo de unión (para lo que contribuyeron mucho Brasil, India y Sudáfrica) para poder hacer oír lo obvio: el comercio libre ha sido el fraude con que las naciones ricas han impuesto a los países pobres los términos de comercio más desiguales desde el colonialismo. El mismo fraude fue denunciado por los movimientos sociales con respecto al ALCA.

Presiones y amenazas

La explotación económica que empobrece a los pueblos del Tercer Mundo es inseparable de las formas de opresión política que operan a nivel planetario. Desde los medios de comunicación de masas y la proyección de sus pautas culturales hasta las agresiones donde hacen alarde de su potencia militar, los países más ricos liderados por los Estados Unidos mantienen un orden mundial político mundial que resulta funcional al mantenimiento del statu quo y la perpetuación de las desigualdades.

Nuestra América Latina ha sufrido y sufre la presión política que a menudo en forma descarada pretende ejercer la diplomacia norteamericana sobre el destino de nuestros pueblos.
En momentos que escribimos esta nota desde varias partes del mundo y desde la propia Nicaragua se alzan voces contra las presiones que Washington está ejerciendo sobre el pueblo nica en momentos que el cuerpo electoral se apresta a elegir nuevo presidente. El candidato del Frente Sandinista, Daniel Ortega, ha sido puesto en la lista negra del gobierno norteamericano. Con descaro, el gobierno de los EE.UU. anuncia que los planes de ayuda financiera a la maltrecha economía nicaragüense serán suspendidos en caso de una victoria del sandinismo.

Las presiones tanto norteamericanas como europeas, incluyendo España, que se ejercen contra Cuba y Venezuela son también un intento, sin éxito, de bloquear no solo los procesos transformadores que avanzan en esos países sino también de poner obstáculos a la posibilidad de una integración regional basada en principios de solidaridad y cooperación distintos y opuestos a los de la integración bajo la hegemonía norteamericana.


La continuidad de esta situación de injusticia en las relaciones económicas internacionales ha reposado hasta hoy en la existencia de clases o estamentos sociales privilegiados que operan dentro de los países más postergados y que actúan de hecho como aliados de los intereses externos, haciendo posible la existencia de formas de dominación neocolonial impuestas desde afuera.

De un modo u otro, en el curso de la Cumbre aparecieron referencias a los efectos ruinosos que para nuestra región tiene la actual división internacional del trabajo y hasta qué punto el discurso del liberalismo económico esconde la realidad de unas relaciones de explotación cada vez más ávidas.

Un muro en nombre de la libertad

Como expresión del doble discurso por parte del gobierno norteamericano resulta significativo el anuncio de la construcción de un muro de más de 1220 kilómetros a lo largo de la frontera entre México y los Estados Unidos.
La fortificación de lo que separa en la frontera contrasta con la lógica neoliberal plasmada en el Tratado de Libre Comercio para Norteamérica (el NAFTA de acuerdo a la sigla en inglés) agregando material inflamable en México, sacudido por tensiones políticas y sociales extremadamente graves.

No ha concluido todavía la crisis cívica nacida de las denuncias de fraude electoral formuladas por el candidato de la oposición de izquierda Andrés Manuel López Obrador cuando ha estallado una movilización popular incontenible en Oaxaca, donde la represión ha dejado ya numerosas víctimas y no obstante la insurgencia popular continúa.
Como trasfondo social, la presión migratoria de trabajadores mexicanos, que se procura bloquear con el muro, nace de la ruina de una parte significativa de los agricultores mexicanos que no soportaron las condiciones impuestas por las políticas económicas aplicadas por los gobiernos, como el de Fox, sumisos a los intereses norteamericanos.

Integración para el desarrollo

En la Cumbre de Montevideo han estado en juego muchas tensiones y antagonismos. Quizás a partir del análisis de los mismos se pueda llegar a conclusiones razonables acerca de algunas ausencias por demás significativas, como las de Lula y Chávez.
Lo que resulta claro es que la búsqueda de acuerdos en el seno de los países sudamericanos y la voluntad de impulsar un proceso de integración continental sudamericana va a contrapelo de los intereses conservadores de adentro y a contracorriente de la política de concertación de tratados de libre comercio que impulsa el gobierno de los EE.UU.

Una integración, con el MERCOSUR como uno de sus ejes capitales, que haga posible un desarrollo económico capaz de dar empleo y salarios decorosos a millones de compatriotas que no ven otro camino que la migración para conseguir un empleo.

Para los gobiernos progresistas de la región, incluyendo al de Uruguay, la reafirmación de esta integración regional sin hegemonía norteamericana es un aspecto fundamental en el desarrollo del programa popular y democrático por el que, uno tras otro, se han venido pronunciando los pueblos cada vez que se los ha convocado.

- Hugo Cores PVP-567 Frente Amplio

https://www.alainet.org/de/node/118036?language=en
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