Gobierno, poder y Frente Amplio
13/03/2006
- Opinión
Para llevar adelante el programa de cambios con el cual el Frente Amplio se comprometió ante la ciudadanía es necesario vencer escollos.
Los obstáculos que a todo cambio social, por modesto que sea, levantan los intereses conservadores.
En el país actual esos intereses se han atrincherado en algunos sectores sociales muy poderosos. Su base social no es amplia pero la propiedad de la riqueza y sus vínculos con el poder, interno y externo, los hace fuertes.
Los intereses conservadores locales siempre se han ligado bien con los representantes de las grandes potencias en el campo internacional, con Inglaterra, primero. Y, sobre todo, con los EE.UU.
Uno de los puntos más altos del largo idilio lo expresó sin pudores el Ing. Alejandro Vegh Villegas, que ahora le sopla piropos al FA. En 1968, en una interpelación parlamentaria, el amigo de Jorge Batlle expresó: “Yo no soy pro yanqui. Yo soy yanqui.”
De dónde venimos
Desde antes de la dictadura, y en los años que siguieron, las clases conservadoras llevaron adelante una ofensiva general contra los ingresos de los trabajadores y de las capas medias. Contra el Estado y las empresas públicas y contra la independencia y la soberanía del país.
Si en el plano de las libertades y los derechos humanos la dictadura fue sinónimo de despotismo y atropellos, en el plano económico-social el régimen autoritario fue enconadamente clasista.
Los sindicatos obreros legales fueron reprimidos con la misma meticulosidad que se persiguió a la guerrilla.
La caída del salario real iniciada en los años 60 fue drástica durante la dictadura.
La breve y escasa recuperación lograda en los primeros años de democracia no atenuó el deterioro radical de la calidad de vida de los trabajadores.
Según los cálculos realizados por el nada izquierdista Centro Latinoamericano de Economía Humana (CLAEH), en los veinte años que van de 1967 a 1987, el total de dólares transferidos de los asalariados a los no asalariados fue de 7.194 millones de dólares. Casi el monto total de la deuda externa en aquel momento.
En ese largo ciclo, las áreas sociales del Estado, salud, educación, vivienda conocieron el deterioro permanente.
La “obra social” de los intereses conservadores
La inmensa mayoría de los uruguayos ha sido despojada por el ejercicio duro e inflexible del clasismo de la política económica impuesta desde el poder.
El desmantelamiento de la industria nacional, que se acentuó a partir de 1990 con los gobiernos de Lacalle, Sanguinetti y Batlle y la ruina de las clases medias rurales coadyuvaron para aumentar el número de desocupados.
La desocupación endémica, en porcentajes que nunca antes había tenido el Uruguay, empujó a la marginalidad a una parte considerable de las clases trabajadoras.
Crecimiento de la desigualdad social, dos o tres generaciones de uruguayos nacidos, criados y reproduciéndose en condiciones de marginalidad: esa es la obra social de los intereses conservadores.
El ciclo uruguayo de predominio oligárquico se ha hecho tan dilatado en el tiempo que desde a vivencia personal o familiar hay dificultades para comparar el presente con las etapas anteriores.
Esa comparación es casi imposible hacerla desde el “sentido común” y no abundan los trabajos publicados que describan con precisión ese hecho fundamental de la sociología y de las relaciones de fuerza del país contemporáneo.
Desde el punto de vista político, en la larga ofensiva del capital, los partidos tradicionales fueron puestos al estricto servicio de los intereses conservadores. Por eso fueron perdiendo sus apoyos electorales populares.
El heredero de este proceso fue el Frente Amplio, expresión política de la resistencia al reajuste conservador que antes habían librado los gremios obreros y estudiantiles y un amplio sector de la intelectualidad.
Esa es la herencia y la identidad de la fuerza política que hoy gobierna. Una potente ilustración gráfica de ese proceso está contenida en las fotografías de 30 años recuperadas por el fotógrafo del diario El Popular, Aurelio González.
Es a partir de esa identidad, forjada en las luchas sociales y políticas de los últimos decenios, que el Frente Amplio obtiene las mayorías que le otorgan la Presidencia de la República y la mayoría absoluta en ambas cámaras del Parlamento.
Gobierno y poder
Los grupos que han sustentado a los gobiernos conservadores, civiles y militares, siguen detentando poderosas palancas de poder. Del poder económico para empezar, con el control de la propiedad de la tierra, la industria, el comercio exterior y los bancos.
Algunas de estas palancas, como el predominio histórico conservador en los mandos superiores de las Fuerzas Armadas, son mecanismos ‘latentes’. Están por si acaso. Podrían operar decisivamente, como ocurrió en 1973, ‘si fuera necesario’.
Es significativo, en ese sentido, constatar cómo, una y otra vez, voceros de las cúpulas militares expresan públicamente que, en caso de una situación similar, volverían actuar de la misma manera.
No todas las palancas son virtuales. Otras están funcionando a pleno, como el control de los medios masivos de comunicación. La corriente principal de circulación de noticias se desenvuelve de acuerdo a los parámetros ideológicos de la CNN y sus embotelladores autorizados para Uruguay.
Las toscas formulaciones de Andrés Oppenheimer y sus ‘Cuentos chinos’, encuentran de inmediato en Uruguay quien le brinde toda clase de zalamerías y lo corone con laurel por repetir una vez más las recomendaciones y censuras de las Selecciones de Readers Digest.
Las pautas que regulan la acción ‘desinformativa’ de los medios incluyen la visión maliciosa y deformada de la actividad sindical en concordancia con el pensamiento que definen las cámaras patronales.
Otro factor de poder que actúa, sobre todo para sabotear desde adentro la acción del gobierno, está constituido por las capas de personal superior –gerentes, cuadros técnicos, directores, mandos administrativos- identificados, por reclutamiento o por adhesión política, con los intereses conservadores blancos y colorados.
Finalmente, ni el Partido Colorado ni el Nacional constituyen factores de peso para enfrentar la acción progresista de un gobierno con amplio apoyo popular como el obtenido por el Frente Amplio.
Pero los partidos tradicionales, en esta situación, aparecen como condensando los otros factores de poder real o latente. Sólo un milagro puede darle tonicidad y credibilidad a un Partido como el colorado o a dirigentes como Batlle, pero los asideros en la administración y las empresas y la concentración del poder mediático pueden hacer prodigios.
¿Conseguiremos el apoyo de los conservadores para cumplir un programa popular?
Formular la pregunta es contestarla. Sería una ingenuidad sociológicamente impresentable no reconocer que el gobernar con sentido popular y progresista se hará contrariando los intereses conservadores. Todo parece indicar que los obstáculos y los frenos al gobierno serán los mismos se avance poco o se avance mucho en el sentido popular del programa.
El gobierno frenteamplista y su partido el Frente Amplio
En estas últimas semanas, el FA como partido ha empezado a reflexionar sobre cuáles deben ser sus líneas de acción política cuando el gobierno está en manos frenteamplistas. Cómo puede coadyuvar con la acción del gobierno el partido FA en tanto corriente de opinión, como colectivo militante, como factor gravitante a través de su inserción en las organizaciones sociales.
Una comisión nombrada por la Mesa Política, integrada por dirigentes y parlamentarios de primera fila, acaba de redactar un documento breve y claro sobre las dificultades por las que atraviesa la relación entre el FA como partido y el gobierno de izquierda.
Resulta muy saludable el hecho que, sin vacilaciones y con el apoyo de prácticamente todas las corrientes que integran el FA, el documento haga referencia a la ‘necesidad de estimular un proceso autocrítico individual y colectivo’ en lo atinente a las relaciones partido-gobierno.
El texto incluye otra formulación importante y en cierto sentido insólita: “No es tal vez en el campo de los conceptos en los que deberemos avanzar sino en su efectiva operativización a lo interno de nosotros mismos”. Que así sea.
- H. Cores PVP-567-Frente Amplio. Publicado en La República el lunes 13 de marzo de 2006
https://www.alainet.org/de/node/114561?language=en
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