Los versos de la realidad

30/01/2006
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No son versos ni realidad
Pedro Guerra
1- ‘Consumir’, escribiendo, seis o siete mil caracteres en la contratapa del diario, ¿qué sentido tiene? No es, no puede ser, el del desahogo, de los desplantes o las majaderías. Por respeto a los demás y a nosotros no tiene sentido escribir solo para encender los festejos de una claque. Lo veo más bien como una forma de pedir la palabra en la asamblea, la palabra desnuda, que apela a la razón, en medio de los pareceres, las afirmaciones y las dudas de los que se sienten interesados y comprometidos por ‘la cosa pública’, con ‘la política’. Solo eso, que es bastante. 2- El Presidente de la República ha dicho en estos días que el gobierno se maneja con dos Biblias: la Constitución de la República y el Programa del Frente Amplio. El apego a la Constitución podría ser obvio. Sin embargo, las últimas administraciones coloradas y blancas han tenido un cumplimiento inestable e incompleto del desafío constitucional. Porque no se han respetado principios básicos como el de la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley y se ha eludido el cumplimiento de la Constitución, con el mantenimiento del olvido y de la impunidad, en la medida que eso afectaba a ciertos estamentos a los que se les ha permitido instalarse en posiciones de privilegio. Los gobiernos anteriores tampoco han cumplido con la Carta cuando asistieron impasibles a la destrucción del tejido social, al crecimiento de la exclusión y del exilio económico y ante todo esto ni siquiera ingresaron a la agenda de sus gobiernos el mandato de cumplir con los derechos económicos y sociales de todos los uruguayos. De donde se deduce que el más elemental y palmario de los propósitos de un gobierno (cumplir con la Constitución) significa, en Uruguay y aquí y ahora, una ruptura de las rutinas y el fin de las inercias de los gobierno anteriores. Como toda alteración de las rutinas, ese cumplimiento implica un esfuerzo, una energía específica, una voluntad para cumplir con los aspectos programáticos de la Constitución: el derecho a la vivienda, a la salud, a la educación. Cumplir con la Ley encuentra escollos. Requiere una militancia, es decir un partido, que haga suyos los mandatos de la Biblia, para seguir con la metáfora presidencial. 3- Ni hablar entonces del caudal de energía y determinación que exige el cumplimiento con la otra Biblia, con el programa aprobado en el IV Congreso del Frente Amplio. Es justamente por eso que resulta significativa la afirmación del presidente. Incorporar como referencia el programa del FA supone un acto de pensamiento y una voluntad política poco frecuente. Suelen predominar las tendencias (perversas) que condenan al olvido lo comprometido antes de las elecciones. Para estas tendencias los propósitos del pasado (todo lo anterior a las elecciones es pasado) se transforma en cartas viejas, promesas trazadas en letras borroneadas en papeles ya amarillentos. 4- Toda acción política es una opción entre los propósitos estampados en el programa y las nuevas condiciones. Son dos pilares de sustentación, la realidad y el programa. Lo nuevo de la realidad, aquello que podría cambiar los datos sobre los que aplicar nuestra voluntad de cambio hay que exponerlo, describirlo con palabras para compararlo a cómo la veíamos hace dos años, cuando se aprobó el programa. Nuestro ‘adaptarse a la realidad’ es a partir de nuestras definiciones pues, a diferencia de los gobiernos anteriores, el del FA no se propuso “administrar” la realidad injusta sino transformarla. Se llamó a votar por el cambio. No hay legitimación posible para la adaptación a la que apelaba, días pasados, un dirigente del FA. 5- Como Frente Amplio ¿cuáles son los ejes de nuestro compromiso con los ciudadanos? El nuestro ha sido definido como un programa de cambios nacional (para todo el país, en defensa de su soberanía y contra la dominación externa), popular, que ponga el acento en la justicia en la distribución de la riqueza, el pago de la deuda social con los que han sido despojados y empujados a situaciones de exclusión y democrático que repose en la transparencia de los asuntos públicos, en la participación de los ciudadanos y en el respeto de todos sus derechos civiles y políticos. Un aspecto sobre el que habría que detenerse remite a cómo se llegó a un programa apoyado en estas concepciones. Un programa que no fue fruto de uno o cuatro congresos de la izquierda sino de muchos años de acción y de pensamiento político. Avanzar en el pienso también es acción. 6- Llegar a lo ‘nacional’ supuso superar la idea de un humanismo abstracto, de una genérica lucha por la emancipación humana o una línea de acción confinada a las demandas de una clase social. La definición de nacional (que no aparecía enunciado con claridad por la izquierda en los años 50) supone la compresión de un mundo con desarrollo desigual y con intereses antagónicos entre unas naciones que dominan y otras que son dominadas. Y reconocer que los uruguayos formamos parte de esa porción de la humanidad explotada y sometida. Y que, por tanto, la liberación nacional presupone una ruptura con esas relaciones de dominación económica, política y cultural que conocemos con el nombre de imperialismo. Cuando se caracteriza nuestro programa como popular es que reconocemos que no basta con constituir una república democrática sino que es imprescindible actuar, desde la acción política, a favor de los intereses del pueblo, de los trabajadores manuales e intelectuales, de los más pobres. No es el libre juego del mercado o de la democracia representativa lo que permite avanzar en la justicia social. Nuestro programa como democrático contiene un fuerte potencial transformador. El enunciado de un gobierno del pueblo y para el pueblo ha sido históricamente, y lo es en la actualidad, incómodo para las clases conservadores, molesto para los que se benefician de las tendencias ‘espontáneas’ de la distribución del poder y de la riqueza en una sociedad de clases, esa que hace, aún en las crisis, que el gran capital siga creciendo a expensas de todos los demás. En Latinoamérica cada vez que un gobierno democrático ha emprendido tareas de signo popular y asumido un rumbo de defensa de lo nacional, los poderes conservadores y el gobierno de los EE.UU. lo han considerado un factor de inestabilidad y un peligro. Pese a su respaldo en las urnas, los han hostigado como anti-democráticos, como sucede con Hugo Chávez y como, todo parece indicar, sucederá con Evo Morales si este no se somete. 7- La realidad, a la que hay que trasformar con nuestro programa, está ahí. No es necesario que ningún compañero nos la recuerde. Ladra y amenaza. No quiere que nadie la toque. Están ahí, se pueden ver y leer, los milicos torturadores y golpistas que no cesan de amenazar. Bertolotti y la revista El Soldado, hablando el mismo lenguaje o los mismos silencios que empleaban durante la dictadura… ¡Qué realidad tan presente y a la vez tan trasnochada! Ahí están lo empresarios que no admiten que a los trabajadores se les reconozcan sus fueros sindicales. Los capitalistas que no invierten ni crean fuentes de empleo. ¡Qué realidad las injusticias sociales que nadie defiende y parecen intocables! Ahí está la CNN, sus socios y repetidores, que pretenden organizar las noticias del mundo de modo que reproduzca los absurdos del mundo. Ahí está la diplomacia y ahí están los estrategas militares estadounidenses procurando tejer sus cordones en defensa de su hegemonía planetaria. ¿Acaso fue para aceptarla resignadamente o para enfrentar y cambiar esta realidad que nos organizamos como Frente Amplio? No creo que tengamos nada que agradecer a los que, viendo lo mismo que nosotros, no cesan de dar voces para alertarnos que en el circo de la realidad hay peligros. Más fecundo sería discutir entre todos como juntamos la fuerza para aplicar las dos Biblias.
https://www.alainet.org/de/node/114192?language=en
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