Cuestión de palabras

07/08/2005
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En 1857 el Sr. Carlos Marx escribió: “El capital, dice un redactor de la Quarterly Review, huye de la violencia y la refriega y es de condición tímida. Esto es muy cierto pero no es toda la verdad. El capital experimenta horror por la ausencia de ganancia o por una ganancia muy pequeña, como la naturaleza siente horror por el vacío. Si la ganancia es adecuada, el capital se vuelve audaz. Un 10% seguro, y se lo podrá emplear dondequiera; 20%, y se pondrá impulsivo; 50%, y llegará positivamente a la temeridad por 100% pisoteará todas las leyes humanas; por 300% y no hay crimen que lo arredre, aunque corra el riesgo de que lo ahorquen. Cuando la turbulencia y la refriega producen ganancias, el capital alentará una y otra. Lo prueban el contrabando y la trata de esclavos” (…) El Capital, Tomo I, volumen 3 páginas 950 y 951. Han pasado casi 150 años de esta semblanza. ¿Alguien podría decir que es exagerada? El viejo topo Días pasados, en un artículo breve, el ensayista brasileño Emir Sader se refería a la actualidad de la lucha de clases. ¡Vaya sociólogo este, tan joven y todavía apegado a esas viejas consignas marxistas!, comentaría arrogante algún plumífero de la burguesía de los que dejándose mimar por el poder, siempre están con la última moda. Pero sucede que no, que lo de Sader no es una consigna, ni una aspiración de deseos de un sociólogo belicoso. No, lo que él hace, siguiendo los lineamientos de una revista conservadora británica, es mostrar de qué manera se está redistribuyendo la riqueza en el mundo. Como, en silencio, sin Comunas de Paris, ni insurrecciones de obreros, campesinos y soldados, y sin soviets ni alzamientos se está produciendo, de manera sigilosa una enérgica lucha de clases. Una lucha que consiste que los ricos del mundo son cada vez más fuertes y más ricos y los pobres, incluyendo a los que viven en los países ricos, son despojadas y se vuelven cada vez más pobres, viven en peores condiciones y trabajan con menos garantías y en forma más precaria. La lucha de clases está ahí aunque no se vea ni se la pueda nombrar “en sociedad”. Actúa, como decía Marx, como un “viejo topo” que va socavando las bases de la sociedad preparando el terreno para los grandes cambios, que la injusticia triunfante hace imprescindibles aunque vayan demorados. Las comarcas ricas del mundo se benefician de los ahorros que los ricos de los países pobres envían a sus bancos. Luego ese dinero va en préstamos a los países pobres. Estos para pagar esos préstamos, eso lo sabemos en carne propia los uruguayos, no pueden invertir en sus hospitales, ni en sus escuelas y liceos ni en fabricar viviendas…. Todo esto puede llamarse Fondo Monetario, Organización Mundial del Comercio, Banco Mundial, pero es lucha de clases. Si usted lo mira con la cabeza de ellos, es un mundo organizado, en apariencia racional, moderno y bien ataviado. Si lo mira desde un barrio de San Pablo, Montevideo o Buenos Aires, es un mundo de miseria y violencia. Y ni hablar si usted lo mira desde Haití o el Congo donde a pesar de la obra benéfica de los contingentes de paz uruguayos, unas multinacionales, amparadas por “la paz”, depredan naciones con sus pueblos divididos, cada vez más enfermos y hambrientos. ¡Infiltración foránea! Durante mucho tiempo desde el gobierno se pretendía estigmatizar a la izquierda calificándola de foránea. La izquierda no pertenecía a la nación, no formaba parte del pueblo uruguayo. Era la antipatria. Y se clamaba ¡fuera lo foráneo! ¡Váyanse a Rusia! Foráneos, hijos de una tal por cual. Y aunque el ataque era absurdo, porque, en estos países, casi todo, lo bueno y lo malo, ha venido de afuera, no faltaba algún desdichado que lo repetía. Y ahí había que ocuparse en explicar que no éramos ni más ni menos foráneos que los Arzobispos, los pizzeros o los jugadores de fútbol. En estos días el Senado abordará el Tratado de Protección Recíproca de Inversiones con los EE.UU. Algunos dirigentes frenteamplistas sostienen con fervor la necesidad de suscribir ese tratado que, según afirman, facilitará el acceso de la inversión privada extranjera, “que tanto necesita el país para su desarrollo y para la creación de empleo”. Como muchos frenteamplistas, no creo que ese tratado vaya a favorecernos en nada. Pero al pasar quiero llamar la atención acerca de cómo el tema se ha discutido en Méjico, donde la inversión norteamericana llegó a ser considerable. No hace mucho tiempo, un analista de aquel país, Ricardo González Amador, publicó un artículo basado en un estudio reciente de la CEPAL según el cual: América Latina logró en 2004 el mejor desempeño económico en una década, pero al mismo tiempo transfirió al exterior 77 mil 826 millones de dólares como pago de intereses y remisión de utilidades a las matrices de empresas foráneas que operan en la región, cantidad que duplicó el ingreso de inversión extranjera directa, revelaron reportes oficiales. No hay crimen que las detenga El cuadro que González Amador traza para Méjico, lo hace extensivo a todos los países de América Latina, incluyendo al nuestro. Del análisis citado retengo el adjetivo de “foránea” aplicada a la inversión que viene de afuera o a las empresas trasnacionales que invierten en nuestra región. Como sabemos en estos países, viendo el desempeño de las empresas foráneas que se hicieron cargo de las impresas privatizadas, que, como decía Marx en 1857, ¡no hay crimen que las arredre! Batallón 14: viejas verdades se abren camino Todo parece indicar que la verdad seguirá avanzando. Es un terreno que duele. Pero la verdad compensa. Sobre los desaparecidos en Orletti empezamos nuestras denuncias hace 29 años. En agosto de 1976, con el testimonio Washington “Perro” Pérez, obrero de Funsa, uno de los fundadores de la CNT, luchador de toda la vida, a quien rindo hoy mi homenaje. Falleció el 13 de julio de 1986, después de hablar en un mitin en su sindicato cuando se conmemoraban los 10 años del secuestro de León Duarte. Desde agosto de 1976, el Perro Pérez no dejó lugar ni periódico ni tribunal adonde llevar su denuncia. La primera versión escrita de su testimonio se la dictó, en la sede de Amnesty en Londres a Wilson Ferreira, que la pasó a máquina. Unos meses después, en diciembre de 1976, se conoció el testimonio del periodista Enrique Rodríguez Larreta Piera, a quien también quiero homenajear. Por su coraje, por la precisión de su testimonio, por su constancia para llevar la denuncia a toda la prensa y a todos los tribunales que fue posible. En América y en Europa. Aprovecho para realizar una pequeña referencia “de autoría”. En los años que siguieron, con Pablo Anzalone, Mariela Salaberry y otros compañeros contribuimos a preguntar, pasar en limpio las respuestas, editar, difundir en la prensa, presentar al SIJAU y llevar a los tribunales los contenidos testimoniales de cinco (5) libros de oficiales o soldados desertores de la dictadura que en Brasil se prestaron a brindar testimonios y fotos sobre oficiales y centros de detención y tortura. Así conocieron estado público las obras de Hugo García Rivas (con fotos de oficiales acusados), Daniel Rey Piuma (con abundante material fotográfico) Eduardo Laborde Baffico, el Coronel Rodolfo González Díaz y el Teniente Julio César Cooper. Todos ellos realizaron testimonios ante tribunales y organismos de derechos humanos, ante la prensa europea y de A. Latina entre 1980 y 1984. Un ejemplar de todos esos textos ha sido donado a la Biblioteca Nacional y pronto estarán en un sitio Web frenteamplista: www.pvp.org.uy Han pasado entre 20 y 29 años de todas estas denuncias públicas, formales, por escrito, ante jueces, escribanos, fiscales y abogados. Nunca nada de eso fue desmentido. Muchos hechos ya han sido confirmados. Los mandos civiles y militares durante el proceso nunca se dieron por enterados. Amos del presente se sentían también los dueños del futuro. La dictadura era así. Hoy aquellas voces silenciadas son guía en la búsqueda de la verdad. Lo que parecía muerto revivió. Y lo derrotado está en los umbrales de la victoria. - Hugo Cores es dirigente del PVP-Frente Amplio. La República, Montevideo, 8 de agosto de 2005.
https://www.alainet.org/de/node/112651?language=en
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