El papel de las grandes empresas en el Holocausto

14/03/2005
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COMISIÓN DE DERECHOS HUMANOS

61º período de sesiones – 14 de marzo al 22 de  abril de 2005

Tema  6  del programa provisional

EL RACISMO, LA DISCRIMINACION RACIAL, LA XENOFOBIA Y TODAS LAS FORMAS DE DISCRIMINACION

Exposición presentada por escrito por la Asociación Americana de Juristas, organización no gubernamental reconocida como entidad consultiva especial y el Centro Europa Tercer Mundo, organización no gubernamental con estatuto consultivo general

El Secretario General ha recibido la siguiente exposición por escrito que se distribuye con arreglo a la resolución 1996/31 del Consejo Económico y Social.

EL PAPEL DE LAS GRANDES EMPRESAS EN EL HOLOCAUSTO

I. El mundo conmemoró  recientemente el 60 aniversario de  la liberación de Auschwitz, en enero de 1945, que fue seguida por la liberación de numerosos otros campos de concentración nazis [1] .

Auschwitz fue el mayor campo de concentración y exterminio organizado por la maquinaria nazi, por el que pasaron millones de personas [2], las que fueron sometidas a  trabajos forzados, hambre, fusilamientos, hornos crematorios y cámaras de gas.  Fue  la industrialización de la muerte.

Esos campos han quedado en la memoria colectiva como la expresión de la máxima bestialidad que puede alcanzar el ser humano.

Pero en estas conmemoraciones, indispensables para conservar  la memoria de ese horror indecible, casi se ha olvidado un aspecto de los campos de concentración, campos de muerte pero también fuentes de mano de obra esclava para grandes empresas.

Conocer ese aspecto del holocausto es imprescindible para comprender los factores y mecanismos que llevaron a “la solución final”, confluencia de una ideología irracional y fanática, racista y agresiva y de los intereses de ese momento de los sectores dominantes del gran capital [3].

Comprensión que es absolutamente necesaria para despertar masivamente la “alerta temprana” frente a los primeros indicios de repetición de una situación semejante.

II. Después de la primera guerra mundial la revolución bolchevique produjo un  sentimiento de pánico  en los medios capitalistas de todo el mundo y despertó las simpatías de muchos intelectuales y en los pobres la esperanza de que era posible un mundo mejor, fundado en la fraternidad y la solidaridad.

Esto se reflejó también en Alemania donde, en enero de 1919,  los espartaquistas   intentaron seguir el ejemplo de los bolcheviques, pero fracasaron  y fueron sangrientamente reprimidos. Sus dirigentes más conocidos, Rosa Luxemburgo y Carlos Liebknecht, fueron asesinados.

Pero los trabajadores y los grupos de izquierda alemanes siguieron  preparándose para nuevos intentos como el de 1923,  también fracasado.

III. El gran capital alemán no quería correr esos riesgos y además debía hacer frente a la gran crisis económica con medidas drásticas en los planos económico y político.  Desde 1925-26 los grandes empresarios alemanes decidieron  financiar a las  fuerzas de choque antiobreras y anticomunistas del Partido Nacional Socialista,  las SA y las SS.  Pero a los grandes industriales y banqueros alemanes se les adelantó Henry Ford, que ya financiaba al movimiento de Hitler en 1922, como informaba The New York Times en su edición del 20 de diciembre de ese año [4].

Fritz Thyssen fue el promotor en Alemania de la ayuda financiera al nazismo y además extendió a los Estados Unidos las redes bancarias  que le permitieron expatriar sus ganancias y reenviar parte a Alemania para colaborar financieramente con Hitler.

En 1926, Thyssen y el empresario estadounidense Averell Harriman crearon la Union Banking Corporation (UBC).

En  el Directorio de la UBC participaban Roland Harriman en representación de   W.A. Harriman &Co,  y E.S. James, en representación de Brown Brothers. Y en los directorios de estas dos últimas compañías estaba Prescott Bush, abuelo de George W. Bush.

En octubre de 1942, las autoridades estadounidenses incautaron los fondos bancarios de la UBC.  La firma fue denunciada "como entidad financiera y comercial colaboradora del enemigo" y todos sus haberes fueron incautados.

Posteriormente, el Gobierno norteamericano ordenó también la incautación de otras dos sociedades de primera fila, vinculadas a la sociedad bancaria Harriman: la Holland-America Trading Corporation (Sociedad de comercio holandesa-norteamericana) y la Seamless Steel Equipment Corporation (Sociedad de Equipos de Acero).

Luego, el 11 de noviembre de 1942, otra sociedad del mismo grupo, la Silesian-American Corporation, fue embargada por la misma Ley sobre el comercio con el enemigo.

En 1951, se levantó el embargo [5].

IV. La clase media baja alemana empobrecida por la crisis y los numerosos desocupados eran un terreno fértil  para las arengas revanchistas  y racistas de Hitler y para su demagogia populista  reflejada en  el nombre de su partido (obrero y socialista).

En las elecciones de julio de 1932 el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (NSDAP) obtiene 230 bancas, contra 133 de los socialistas, 89 de los comunistas  y 156 de otros partidos. Hitler reclama la jefatura del Gobierno, pero el Presidente Hindenburg se niega y los nazis desatan la violencia en las calles y en el seno mismo del Parlamento.

En noviembre de 1932 se realizan nuevas elecciones. Los comunistas aumentan a 100 sus bancas, los socialistas pierden 12 y los nazis 34.

Hitler declara entonces que  Alemania está al borde la revolución bolchevique y un  grupo de  empresarios prominentes  pide al presidente  Hindenburg que lo nombre  jefe de Gobierno, a lo que éste accede. Pero Hitler rechaza la designación porque quiere los plenos poderes.

Los empresarios insisten en su apoyo a Hitler y éste asume la jefatura de Gobierno el 30 de enero de 1933.

A partir de ese momento la represión contra los opositores al hitlerismo se acentúa. En marzo se celebran  nuevas elecciones con resultados catastróficos: comunistas y socialistas sumados obtuvieron  201 bancas y el partido nazi 288, es decir la mayoría absoluta.

El 23 de marzo de 1933 el Reichstag vota los plenos poderes a Hitler.

El mismo mes se habilita  en Dachau el primer campo de concentración, donde fueron internados comunistas, anarquistas, socialistas y otros opositores.

En mayo de 1933 son  disueltos los sindicatos y en julio se dicta una ley ilegalizando todos los partidos, salvo el NSDAP que queda como partido único.

En enero de 1934 se dicta la ley de regulación del trabajo nacional, favorable a las empresas. Los patrones de las grandes empresas son designados "Führer".

El 30 de  junio son asesinados numerosos miembros de las SA, opositores a Hitler en el interior del NSDAP. Es  la llamada  « noche de los cuchillos largos ».

En setiembre de 1935 se promulgan en Nuremberg las leyes raciales.

Según  un informe de esa época del Socorro Rojo Internacional, entre  1933 y 1935 fueron asesinadas en Alemania más de 4.200 personas,   detenidas 317.800 y  218.600 fueron heridas y sometidas a torturas.

En marzo de 1938 Hitler proclama el « Anschluss » y ocupa Austria.

En agosto de 1938 se prohibe a los judíos ejercer como médicos y en setiembre se les prohibe ejercer la profesión de abogado. La “Noche de cristal”, del 9 al 10 de noviembre de 1938, dejó como saldo  191 sinagogas incendiadas, 91 judíos asesinados y 30000 arrestados y el  saqueo de 7300 tiendas.

V. El 29 de setiembre de 1938, cuando ya nadie podía ignorar la naturaleza dictatorial, racista, antisemita, belicista y expansionista  del régimen nazi, se reunen en Munich  Hitler, Mussolini, Chamberlain y Daladier. Ni el gobierno de Praga, ni la Unión Soviética, que se había ofrecido a cumplir su acuerdo de asistencia mutua con Checoslovaquia en caso de un ataque alemán, fueron invitadas a la reunión.

Hitler consigue prácticamente todo lo que reclamaba: el gobierno checoslovaco debe evacuar inmediatamente las regiones con predominio de población germana, Alemania se anexiona así más de 16.000 kilómetros cuadrados, donde vivían 3.500.000 de personas, entre los que había más de 700.000 checos. En marzo de 1939 Alemania completa la ocupación de Checoslovaquia [6].

En Munich las potencias occidentales siguieron  aplicando su estrategia básica: dejar las manos libres a Hitler para que finalmente agrediese  a la Unión Soviética.

Pero Hitler tenía otros planes, que llevaron al estallido de la Segunda Guerra Mundial en setiembre de 1939.

VI. El 30 de abril de 1942, Oswald Pohl, jefe de la “Oficina principal económica y administrativa SS” enviaba a Himmler un informe sobre “La situación actual de los campos de concentración”:

La guerra ha producido cambios estructurales visibles en los campos de concentración y ha modificado radicalmente sus tareas, en lo que se refiere a la utilización de los detenidos. La detención sólo por motivos de seguridad, educativos o preventivos, no está ya en primer plano. El centro de gravedad se ha desplazado hacia el lado económico”.

El reglamento que se dictó en consecuencia decía que los detenidos debían trabajar hasta el agotamiento, a fin de alcanzar el máximo rendimiento, que la jornada de trabajo  era ilimitada y que sólo dependía de la estructura y de la naturaleza del trabajo.

De esta mano de obra gratuita y esclava aprovecharon grandes empresas como Krupp y Siemens, pero particularmente en Auschwitz la IG Farbenindustrie, que instaló en Buna, tercer campo de Auschwitz, una fábrica de caucho sintético.  Por allí pasaron unos 35.000 detenidos de los cuales murieron 25.000 (Raul Hilberg, La destruction des Juifs d'Europe, Fayard, 1988).

Otras grandes empresas alemanas también participaron y  se beneficiaron del holocausto, entre ellas la Bayerische Motoren-Werke (BMW), Volkswagen y Daimler Benz.

Un libro reciente «IBM y el Holocausto » de Edwin Black (edic. Laffont, París, febrero 2001), informa como el conocido gigante estadounidense de la informática trabajó para el régimen nazi (las tarjetas perforadas de IBM sirvieron para identificar y catalogar a quienes serían perseguidos y eliminados).

También la Ford y la General Motors utilizaron el trabajo esclavo bajo Hitler, fabricando durante la guerra vehículos militares en Colonia,  Alemania, para el ejército alemán.

Varias de esas empresas  que participaron y se beneficiaron  del holocausto intervienen   hoy en grandes reuniones internacionales, influyen  sobre los organismos del sistema de las Naciones Unidas, financian fundaciones y  subvencionan ONGs, pero retacean, como Volkswagen y Ford [7], el  pago las indemnizaciones que reclaman los  sobrevivientes de los trabajos forzados.

Pero nunca abandonaron del todo sus viejas prácticas y aun hoy  violan reiteradamente  los derechos humanos, instigando  guerras civiles,  promoviendo golpes de Estado (en colaboración con la CIA), apoyando dictaduras, violando  el derecho a la salud, los derechos laborales y ambientales, etc.

Y por cierto las emulan sociedades transnacionales más recientes o antiguas que han cambiado de nombre, pero no de hábitos. Con  las consignas de máximo rendimiento, reducción de salarios, aumento de la jornada de trabajo y flexibilización laboral, el Reglamento de trabajo de Auschwitz sigue siendo el ideal de esas empresas.

Y la esclavitud subsiste en forma de tráfico de  hombres mujeres y niños, con fines de explotación laboral o sexual [8], lo mismo que subsiste el racismo, la xenofobia y  las diversas formas de discriminación y de intolerancia, no pocas veces impulsadas desde los gobiernos.

Los discursos mesiánicos de Bush sobre la misión liberadora planetaria de Estados Unidos no difieren mucho de los de Hitler  sobre la  Gran Alemania,  destinada a barrer al bolchevismo de la faz de la tierra y a fundar un Imperio milenario.

Como también se asemejan las “blitzkriegs” nazis a la invasión de Panamá, a la guerra del Golfo,  a las guerras en  Afganistán y en Yugoslavia y a la invasión de Irak. Cinco guerras en catorce años y una sexta, contra Irán, anunciada.

En este 60º aniversario de la liberación de los campos nazis conviene recordar la  frase con que termina La resistible ascensión de Arturo Ui de Bertold Brecht:

APRENDAN A VER EN LUGAR DE MIRAR TONTAMENTE, ACTÚEN EN LUGAR DE CHARLAR ¡Y PIENSEN QUE UNA VEZ ESO ESTUVO POR DOMINAR EL MUNDO! LOS PUEBLOS CONSIGUIERON VENCER;

PERO NADIE DEBE CANTAR VICTORIA ANTES DE TIEMPO…¡AUN ES FECUNDO EL VIENTRE DEL QUE SALIÓ LO INMUNDO!

 


[1] Dachau fue el primer campo abierto por el régimen nazi,  en marzo de 1933. Después se crearon muchos otros : Oranienburg, Buchenwald,  Sachsenhausen, Chelmno, Belzeck, Maidanek, Sobibor, Treblinka…

[2]  Si bien la inmensa mayoría de las víctimas de Auschwitz fueron judíos, aunque también  murieron en Auchswitz resistentes de diveras nacionalidades,  prisioneros  soviéticos, roms, negros, homosexuales, etcétera, preferimos hablar de personas, porque aunque las razones  para eliminar a cada grupo racial, religioso o político fueron diferentes, el objetivo  fundamental perseguido en los campos de concentración fue destruir la  dignidad  inherente a la  condición humana. 

[3] El antisemitismo no lo inventó Hitler . Tiene una historia más que milenaria , obedece a razones religiosas y económicas a las que Hitler añadió el ingrediente racial y estaba y sigue estando arraigado en la mente de mucha gente.  Para los objetivos del hitlerismo y del gran capital alemán en el decenio del 30 fue un mensaje que encontró receptividad  entre las masas golpeadas por la crisis económica y ayudó también a la « arianización » de la economía, es decir al despojo de los bienes  y empresas propiedad  de judíos  en el marco de la fuerte concentración del capital operada bajo el nazismo. “En el mundo de los negocios…los “arios” estaban al acecho para aprovechar a expensas de sus homólogos judíos…Centenares de sociedades judías, incluidos bancos establecidos después de mucho tiempo, como el Warburg y el Bleichröder, fueron obligados a ceder sus activos a compradores “arios” por sumas ínfimas. Fueron los grandes grupos los que más ganaron…como Mannesmann, Krupp, Thyssen, Flick y IG Farben y grandes bancos como Deutsche Bank y el Dresdner Bank”(Ian Kershaw, Hitler, 1936-1945, Ed. Flammarion, 2000, pág. 223).

[4] Antony C. Sutton, Wall Street And The Rise Of Hitler, Cap. VI, año 2000.

Hitler, en cuyo despacho colgaba  el retrato de Henry Ford, condecoró a éste en 1938 con la Gran Cruz del Águila Alemana. Tenían en común, entre otras cosas,  un furibundo antisemitismo. Hitler era un gran admirador  del trabajo en cadena implantado por Ford en sus fábricas. En su autobiografía My life and work, Ford escribió, como recuerda  Charles Petterson ( "Eternal Treblinka: Our Treatment of Animals and the Holocaust"),  que se había inspirado para el trabajo en cadena en el modo de operar de los mataderos de Chicago. Así se cierra simbólicamente el círculo. Como dice un personaje  de la novela La vida de los animales de J.M.Coetzee:  « Chicago nos mostró el camino, fue de los corrales para animales de Chicago de dónde los nazis aprendieron cómo procesar los cuerpos ».  

[5] Webster G. Tarpley y Anton Chaitkin,  George Bush: The Unauthorized Biography, 1992 .

[6] Munich no fue la primera gran concesión al fascismo de las potencias occidentales : ante el « putsch » de Franco en 1936 contra la República Española  proclamaron la « no intervención », mientras Alemania nazi e Italia fascista enviaban a Franco tropas, armas y escuadrillas de aviones, que bombardeaban indiscriminadamente a la población civil en zona republicana. 

[7] En 1999 el Gobierno alemán anunció la creación de un fondo para la indemnización de los trabajadores forzados de la época nazi.  Dicho fondo es aprovisionado por el Estado alemán y por las siguientes empresas, entre otras: Allianz, BASF, Bayer, BMW, Daimler-Chrysler, el Deutsche Bank, Friedrich-Krupp, Krupp-Hoescht, Hoechst, Siemens, Volkswagen y el Dresdner Bank. Dichas empresas confiaron en la « solución  biológica », es decir la muerte de los sobrevivientes,  pero  la publicidad creciente  sobre  su rentable implicación con el nazismo las obligó a buscar la solución de crear un fondo para dejar a salvo su imagen. Pero en Europa Oriental, en particular, cientos de miles de ex-trabajadores esclavos de los nazis todavía están vivos. En la región del Báltico, Polonia, Rusia, la República Checa, Hungría y Ucrania hay por lo menos un millón de personas quienes hasta hoy solamente recibieron limosnas (aproximadamente 500 marcos por persona, según la ley de compensaciones de 1993) o ninguna compensación. Sin embargo estas víctimas fueron excluidas de las negociaciones.  

[8]      Según las fuentes, ese tráfico involucra anualmente  entre cuatro y veinte millones de personas  y los beneficios entre 5000 y 7000 millones de dólares .

https://www.alainet.org/de/node/111605
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