África
Hace exactamente seis años...
06/03/2013
- Opinión
Una mirada retrospectiva a seis años del Foro Mundial por la Soberanía Alimentaria organizado por La Vía Campesina Internacional en la República de Mali, situada en África occidental, pone de manifiesto el restablecimiento del orden neocolonial a sangre y fuego.
Hace exactamente seis años realizaba la cobertura periodística para APAS del Foro Mundial por la Soberanía Alimentaria en la aldea de Sélingué, Mali. La elección del lugar, no fue obra de la casualidad. Pese a ser uno de los países más pobres de África, Mali gozaba de un período de paz y constituía una de las democracias más estables de la región.
Su presidente, Amadou Toumani Touré, conocido por la sigla ATT, era un buen alumno de las potencias occidentales, llevaba adelante con ayuda de las agencias internacionales de cooperación, diversas campañas de desarrollo que exponía en cuanto foro hubiera, a la vez que negociaba con los Tuaregs, pueblo originario del Sahel, un acuerdo para el reconocimiento de su autonomía.
Durante el Foro realizado a fines de febrero de 2007, ATT firmó una adhesión a la petición de los Pueblos Originarios presentes para la adopción de la “Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas”. El apoyo del mandatario contribuyó al tratamiento de la Declaración que fue aprobada por la Asamblea General de la ONU en septiembre de ese mismo año, convirtiéndose en el instrumento jurídico internacional más completo y avanzado sobre los derechos de los Pueblos Originarios.
La adhesión firmada por ATT benefició a todos los Pueblos Originarios y, en esta región de África, especialmente a los Tuaregs, pastores nómades –cuya población transita el sur de Libia y Argelia, el norte de Mali y Burkina Faso y el oeste de Níger- que han estado en lucha por su libre determinación desde hace años, fortaleciendo un tratado de paz que había sido acordado recientemente.
A seis años de la realización del Foro, el panorama ha cambiado, encontramos en Mali a una intervención militar francesa, a ATT depuesto por un golpe militar, una hambruna sin parangón y los Tuaregs de Mali en condición de refugiados.
ATT no volverá al poder, las potencias occidentales le soltaron la mano, fue acusado de tibio para enfrentar militarmente a los Tuaregs. Derrocado el 22 de marzo de 2012 por una fracción del ejército con anuencia de parte de la población del sur de Mali, fue reemplazado por Dioncounda Traoré, presidente del Congreso, y fueron atrasadas las elecciones que debían realizarse pocos días después.
El conflicto se disparó con una rebelión por parte del Movimiento Nacional para la Liberación de Azawad (MNLA), integrado por Tuaregs de tendencia laica, que tomó el control del norte del país prácticamente sin resistencia en marzo de 2012, declarando la independencia de este territorio el 6 de abril del mismo año.
Según el MNLA, la decisión de crear un nuevo país, con el nombre de Azawad, fue producto de más de 50 años de marginalización cultural y económica de esta región por parte de los gobiernos de Mali desde su independencia de la República Francesa en 1960.
Seguidamente a la declaración de independencia de Asawad, una coalición de grupos armados, vinculados al sospechoso accionar de la red Al Qaeda –Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) y Ansar Dine, entre otros-, expulsó bélicamente a los Tuaregs del MNLA, ocupando el territorio hasta la intervención armada de Francia junto al ejército de Mali, efectivos de Chad y de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) que recuperaron el norte del país en enero pasado, a pesar de que los combates continúan.
El 11 de enero de 2013, el presidente de facto de Mali le requirió al presidente francés François Hollande intervenir militarmente para detener a los grupos armados que avanzaban hacia el sur del país. Hollande accedió al pedido con el consentimiento del Consejo de Seguridad de la ONU, comenzando dos días después una invasión –con respaldo logístico de Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea- que llevaba meses de preparación.
Según la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), el conflicto dejó 170.000 refugiados en los países vecinos, además de 260.000 desplazados dentro de Mali.
Recientemente, se anunció un llamado a elecciones para mediados de año, en medio de una guerra que Francia justifica con argumentos antiterroristas una invasión más en sus antiguas colonias, desplegando más de 4.000 efectivos militares. La invasión militar francesa en Mali pareciera reproducir la estrategia llevada a cabo en Libia, de intervenir en momentos de revueltas con el fin de establecer un orden “constitucional y democrático”.
Sin embargo, Paul Martial, integrante del colectivo “Afriques en Lutte”, señala que “el gran temor es que Mali se emancipe del orden neocolonial establecido”, recordando que “la intervención de Francia en Mali se inscribe en una larga tradición de intervenciones. Desde la independencia de sus colonias africanas, Francia ha intervenido sesenta veces. La estrategia de Francia es mantener su influencia política y económica a través de un apoyo inquebrantable a varias dictaduras que a cambio promueven los intereses franceses. De esta manera, las multinacionales francesas tienen auténticos nichos de mercado en la industria alimentaria, logística, transporte, telefonía, además del saqueo de los recursos naturales, incluido el petróleo y el uranio”.
La fecha de retiro de las tropas francesas todavía es incierta, el costo de la guerra para Francia supera los 100 millones de euros. Todos sabemos quiénes cubrirán ese costo, el pueblo de Mali, oro mediante. El país es el tercer productor de oro de África, después de Sudáfrica y Ghana.
A seis años del Foro Mundial por la Soberanía Alimentaria –quizás el Foro más importante en la temática que se haya realizado-, del que participaron los movimientos sociales que luchan por otro mundo y un mundo sin hambre, las banderas francesas ondean en las aldeas y ciudades de Mali, y la Soberanía del Pueblo africano se ve nuevamente avasallada.
Su presidente, Amadou Toumani Touré, conocido por la sigla ATT, era un buen alumno de las potencias occidentales, llevaba adelante con ayuda de las agencias internacionales de cooperación, diversas campañas de desarrollo que exponía en cuanto foro hubiera, a la vez que negociaba con los Tuaregs, pueblo originario del Sahel, un acuerdo para el reconocimiento de su autonomía.
Durante el Foro realizado a fines de febrero de 2007, ATT firmó una adhesión a la petición de los Pueblos Originarios presentes para la adopción de la “Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas”. El apoyo del mandatario contribuyó al tratamiento de la Declaración que fue aprobada por la Asamblea General de la ONU en septiembre de ese mismo año, convirtiéndose en el instrumento jurídico internacional más completo y avanzado sobre los derechos de los Pueblos Originarios.
La adhesión firmada por ATT benefició a todos los Pueblos Originarios y, en esta región de África, especialmente a los Tuaregs, pastores nómades –cuya población transita el sur de Libia y Argelia, el norte de Mali y Burkina Faso y el oeste de Níger- que han estado en lucha por su libre determinación desde hace años, fortaleciendo un tratado de paz que había sido acordado recientemente.
A seis años de la realización del Foro, el panorama ha cambiado, encontramos en Mali a una intervención militar francesa, a ATT depuesto por un golpe militar, una hambruna sin parangón y los Tuaregs de Mali en condición de refugiados.
ATT no volverá al poder, las potencias occidentales le soltaron la mano, fue acusado de tibio para enfrentar militarmente a los Tuaregs. Derrocado el 22 de marzo de 2012 por una fracción del ejército con anuencia de parte de la población del sur de Mali, fue reemplazado por Dioncounda Traoré, presidente del Congreso, y fueron atrasadas las elecciones que debían realizarse pocos días después.
El conflicto se disparó con una rebelión por parte del Movimiento Nacional para la Liberación de Azawad (MNLA), integrado por Tuaregs de tendencia laica, que tomó el control del norte del país prácticamente sin resistencia en marzo de 2012, declarando la independencia de este territorio el 6 de abril del mismo año.
Según el MNLA, la decisión de crear un nuevo país, con el nombre de Azawad, fue producto de más de 50 años de marginalización cultural y económica de esta región por parte de los gobiernos de Mali desde su independencia de la República Francesa en 1960.
Seguidamente a la declaración de independencia de Asawad, una coalición de grupos armados, vinculados al sospechoso accionar de la red Al Qaeda –Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) y Ansar Dine, entre otros-, expulsó bélicamente a los Tuaregs del MNLA, ocupando el territorio hasta la intervención armada de Francia junto al ejército de Mali, efectivos de Chad y de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) que recuperaron el norte del país en enero pasado, a pesar de que los combates continúan.
El 11 de enero de 2013, el presidente de facto de Mali le requirió al presidente francés François Hollande intervenir militarmente para detener a los grupos armados que avanzaban hacia el sur del país. Hollande accedió al pedido con el consentimiento del Consejo de Seguridad de la ONU, comenzando dos días después una invasión –con respaldo logístico de Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea- que llevaba meses de preparación.
Según la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), el conflicto dejó 170.000 refugiados en los países vecinos, además de 260.000 desplazados dentro de Mali.
Recientemente, se anunció un llamado a elecciones para mediados de año, en medio de una guerra que Francia justifica con argumentos antiterroristas una invasión más en sus antiguas colonias, desplegando más de 4.000 efectivos militares. La invasión militar francesa en Mali pareciera reproducir la estrategia llevada a cabo en Libia, de intervenir en momentos de revueltas con el fin de establecer un orden “constitucional y democrático”.
Sin embargo, Paul Martial, integrante del colectivo “Afriques en Lutte”, señala que “el gran temor es que Mali se emancipe del orden neocolonial establecido”, recordando que “la intervención de Francia en Mali se inscribe en una larga tradición de intervenciones. Desde la independencia de sus colonias africanas, Francia ha intervenido sesenta veces. La estrategia de Francia es mantener su influencia política y económica a través de un apoyo inquebrantable a varias dictaduras que a cambio promueven los intereses franceses. De esta manera, las multinacionales francesas tienen auténticos nichos de mercado en la industria alimentaria, logística, transporte, telefonía, además del saqueo de los recursos naturales, incluido el petróleo y el uranio”.
La fecha de retiro de las tropas francesas todavía es incierta, el costo de la guerra para Francia supera los 100 millones de euros. Todos sabemos quiénes cubrirán ese costo, el pueblo de Mali, oro mediante. El país es el tercer productor de oro de África, después de Sudáfrica y Ghana.
A seis años del Foro Mundial por la Soberanía Alimentaria –quizás el Foro más importante en la temática que se haya realizado-, del que participaron los movimientos sociales que luchan por otro mundo y un mundo sin hambre, las banderas francesas ondean en las aldeas y ciudades de Mali, y la Soberanía del Pueblo africano se ve nuevamente avasallada.
APAS | Agencia Periodística de América del Sur | www.prensamercosur.com.ar
Facultad de Periodismo y Comunicación Social. Universidad Nacional de La Plata.
Facultad de Periodismo y Comunicación Social. Universidad Nacional de La Plata.
https://www.alainet.org/pt/node/74278?language=en
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