La Patria de José Martí es Humanidad contra el COVID-19
- Opinión
Mientras la administración Trump no cesa de perseguirla y tomar represalias, la Patria de José Martí sigue venciendo al COVID-19 dentro y fuera de la isla.
El imperio que invadió tantos países e inició guerras para rapiñar su petróleo y recursos naturales, sus posiciones estratégicas y/o liquidar a gobiernos populares, socialistas o simplemente molestos por su nacionalismo, sigue posando de “democrático”.
En el colmo del caradurismo, levanta su dedo acusador contra países que serían terroristas y merecen ser sancionados por EE UU y la comunidad internacional. Ha puesto otra vez a Cuba dentro de la lista de países amigables con el terrorismo de donde había sido excluida en un breve período, al final de la presidencia de Barack Obama.
¿Qué acto terrorista habría perpetrado el gobierno de Miguel Díaz-Canel? Ninguno. La última estrambótica acusación desde EE UU habían sido los “ataques sónicos” contra su embajada en El Malecón, desmentidos por la realidad, la ciencia y la propia investigación estadounidense.
Son muchas las agresiones norteamericana contra la Mayor de las Antillas. Algunas son actos de terrorismo, como el atentado con fusil el 30 de abril pasado contra la embajada cubana en la capital norteamericana. De eso la administración Trump ni siquiera presentó sus excusas a La Habana. Tampoco hubo novedades en la investigación del suceso.
Otras políticas estadounidenses tienen calificaciones quizás más graves que actos de terrorismo. Por ejemplo , el impiadoso bloqueo comenzado en febrero de 1962; califica como acto de guerra y genocidio, según diversas convenciones internacionales.
En 1992 la ONU comenzó a votar en su Asamblea General mociones cubanas de rechazo al bloqueo. Ha habido 28 votaciones condenatorias de esa agresión del imperio, totalmente aislado desde el punto de vista político y diplomático a nivel mundial, pero el bloqueo no cesó.
Un cerco de ese tipo en tiempos de pandemia mundial por el coronavirus es doblemente criminal, pues priva de equipos sanitarios y medicinas a Cuba. Si bien ésta tiene un sistema de salud envidiable a nivel internacional, necesitaba importar ciertos productos para atender a su gente.
No hay mal que por bien no venga
El gobierno cubano quiso adquirir ventiladores pulmonares a las empresas suizas IMT Medial AG y Acutronic. No pudo porque estas firmas fueron compradas en abril pasado por la empresa estadounidense Vyaire Medical Inc. Y con ese traspaso las vendedoras adujeron que debían suspender la relación comercial por las leyes del bloqueo.
Ese corte fue dañino, pero dialécticamente permitió avances en la producción de 500 ventiladores pulmonares de fabricación propia.
“Se nos encargó entonces la tarea de hacer un ventilador en tiempo récord para que ningún cubano se quedara sin ese medio en caso necesario”, declaró a la agencia Xinhua el ingeniero Ernesto Velarde, jefe del proyecto que se lleva a cabo en el Centro de Neurociencias (CNEURO) de La Habana.
Velarde declaró: “a finales de octubre vamos a tener listos 250 ventiladores invasivos y 250 no invasivos para entregar al sistema nacional de salud y así fortalecer nuestra capacidad de respuesta a la COVID-19”.
En este punto a Trump le salió el tiro por la culata.
Las malas ideologías pueden nublar la vista a alguna gente y hacerles decir barbaridades contra Cuba y el socialismo. Si fuera una dificultad en la visión por causas como cataratas o terigium, esa gente podría acudir a cirujanos cubanos y sus discípulos que integran la “Operación Milagro”. En buena parte del mundo, también en Argentina, llevan operados en forma gratuita a 6 millones de personas, sin pedirles ningún carnet de afiliación política.
Contrastando con la pésima performance de míster Trump frente a la pandemia (3.48 millones de contagiados y 138.000 muertos), lo actuado por Díaz-Canel está en las antípodas. En los números, porque la isla desde marzo pasado acumuló 2.413 pacientes de COVID-19 y debió lamentar sólo 86 fallecidos, con un 94 por ciento de vidas salvadas. Hoy tiene 67 internados y uno sólo grave en todo el país.
También está mejor por otros parámetros. En las últimas dos semanas, solamente en dos provincias hubo contagios: La Habana y Mayabeque. En ese lapso no hubo nuevos casos graves ni muertos en los últimos 13 días.
Un dato sobresale. Desde que aparecieron los primeros enfermos, en la isla no hubo ningún profesional de la salud que falleciera por coronavirus, como tuiteó el canciller Bruno Rodríguez Parrilla.
Los argentinos sentimos una sana envidia por esos éxitos cubanos. Los médicos y enfermeros están en la primera línea de fuego y en gran parte del mundo figuran -junto con los internados en geriátricos - como quienes más se contagian y mueren.
En Argentina hasta el 24 de junio, según el Ministerio de Salud de la Nación, 3.652 profesionales de la salud dieron positivo en el test de COVID-19 y 19 de ellos murieron.
En EE UU, hasta el 7 de junio, 600 empleados sanitarios estadounidenses habían fallecido de coronavirus. El dato surgió de un estudio conjunto del diario británico The Guardian y la organización Kaiser Health News (KHN), con asiento en San Francisco (California).
¡En Cuba no murió ninguno!
Héroes merecen el Nobel
Los facultativos cubanos luchan en defensa de la vida en su isla y una parte de los mismos tiene esa misión alrededor del mundo.
Hasta ayer el último contingente de la Brigada Médica “Henry Reeve” que había partido con ese objetivo era el arribado a Bakú, Azerbaiyán. Lo integran 67 hombres y 49 mujeres, entre médicos y licenciados en enfermería. De ese modo ya son 42 brigadas “Henry Reeve” actuando en 35 países, jugándose la vida lejos de casa para salvar a sus semejantes. Así fueron formados en su país, como médicos y personas de bien.
Algunas de esas brigadas regresan, luego de tres meses de trabajo; la que estuvo en Italia salvó 170 vidas y sus 38 integrantes fueron condecorados por las autoridades italianas. De Turín vuelven felices con camisetas firmadas por Cristiano Ronaldo, el 7 de la Juventus.
El capitalismo toma a la medicina como un negocio y a la enfermedad como la posibilidad de lucro. Los valores humanistas de la medicina cubana, inculcados por Fidel Castro, están opuestos por el vértice a aquella concepción mercantil.
Unas 80 organizaciones de una veintena de países, incluida la Comisión Amplia de Argentina, están reuniendo firmas pidiendo al Comité Nobel de Oslo que el Nobel de la Paz 2020 sea concedido a la Brigada Médica Cubana. Seguro que habrá varias personas y entidades que merezcan ese premio, pero el de este año debería ser para la “Henry Reeve”. Que el clamor de tantas historias de vidas salvadas del cólera, el Ébola y el coronavirus, de inundaciones y terremotos, se escuche en la lejana Oslo.
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