El talibán arrasa el norte de Afganistán

13/07/2018
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Casi al unísono, mientras el presidente norteamericano Donald Trump detonaba la cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), exigiéndole a sus 29 socios, que eleven del 2% al 4 %, del PIB,  sus gastos de defensa y seguridad, un ataque del cuerpo de elite del Talibán en el distrito de Dasht-i-Archi, en la norteña provincia afgana de Kunduz y otros puntos del noreste de país, pareció señalarles a los remisos socios de Trump que viven a las afueras de Bruselas.

 

El talibán, en una operación coordinada tomó una base del ENA (Ejército Nacional Afgano) de Dasht-i-Archi, y asaltó varios puestos de control en las áreas de Momin, Pul-Yo-Yousefuddin, Balol, Kamal y Jamal, territorios, que ya están fuera del control Kabul. Asesinando a unos 40 militares e hirieron a otros veinte, además de haber capturado armas y otros insumos militares. Según informaciones de la prensa afgana, en los enfrentamientos habrían muerto unos 50 muyahidines. Durante el ataque, los talibanes llevaron sofisticados lentes de visión nocturna, lo que indica el constante reaprovisionamiento militar del grupo fundamentalista. En esa dirección, el portavoz de las fuerzas de seguridad, a cargo del norte del país, Mohammad Hanif Rezayee, del Cuerpo 209 declaró: “Los talibanes usaron equipo de visión nocturna que solo tienen las “unidades rojas” o fuerzas especiales del grupo terrorista. Como no tenemos equipo de visión nocturna, los talibanes pueden acercarse a nuestros soldados sin ser detectados”. Por su parte, un vocero del Ministerio del Interior informó el despliegue aéreo y terrestre en persecución de los atacantes.

 

Tras la retirada de las tropas de combate de la OTAN en 2014, el talibán ha ido conquistando el terreno perdido tras la invasión de 2001; en Kunduz funcionó, por ejemplo, el campo de Bundeswehr de la misión alemana, que en 2013 entregó a las fuerzas de seguridad afganas.

 

En la ciudad de Jalalabad, capital de la provincia de Nangarhar al este de Kabul, el último miércoles, un grupo armado, en el que había elementos suicidas, asaltó un edificio del Ministerio de Educación matando al menos una docena de personas. Está ha sido la sexta acción armada desde mediados del mes pasado en Nangarhar, si bien hasta ahora ninguno de los grupos que opera en la provincia se adjudicó el hecho, es importante anotar que las anteriores han sido reclamadas por el Daesh Khorasan, como se conocen a los hombres de Abu Bakr al-Bagdadí que operan en el país.

 

El día anterior se había registrado otro ataque en Jalalabad, revindicado por el Daesh, en un lavadero de autos donde murieron una docena de personas, incluido varios niños que trabajaban allí. El ataque, que se produjo en cercanías a una estación de servicio, provocó un gran incendio. Entre las víctimas se encuentran dos agentes de la inteligencia nacional, cuyas oficinas cercanas al hecho parecen haber sido el objetivo. La milicia terrorista, en un comunicado, reconocía que el ataque suicida se había producido contra una reunión de hombres de la inteligencia.

 

La cadena de ataques por parte del Daesh, en la provincia de Nangahar se produce en momentos que las fuerzas de operaciones especiales norteamericanas, junto al ejército afgano, están intensificando sus acciones antiterroristas conjuntas contra ese grupo en el norte del país. Ya en el mes de abril pasado, el comandante general del Daesh Khorasan, en el norte afgano, Qari Hekmatullah, ex líder talibán, fue eliminado durante un ataque con drones en la aldea de Mughul en la provincia de Jawzan y remplazado inmediatamente por Mawlavi Habibur Rahiman. En estas mismas operaciones, el ejército afgano atacó una madrassa durante una ceremonia de graduación, en la que murieron 36 personas, de ellas 30 niños, mientras 71 resultaron heridas.

 

El Daesh Khorasan no opera con un mando unificado, sino que sus cuatro frentes funcionan de manera independiente: Nangarhar, al este, Ghor en el centro, Badghis, al oeste, y Faryab al norte, con objetivos diferentes de acuerdo a sus necesidades estratégicas, por lo que su detección y combate son altamente complejos.

 

La mayoría de los militantes que operan bajo la cobertura del Daesh, en Afganistán, pertenecieron hasta hace unos años al talibán que ha sufrido una serie de revueltas internas, que derivaron en la secesión y rompimiento con el liderazgo del mulá Hibatullah Akhundzada, máximo jefe del talibán.

 

La muerte de Hekmatullah es un fuerte golpe a la compleja estructura del Daesh Khorasan, ya que en abril de 2017 había muerto Abdul Hasib, quién, tras romper con la estructura jerárquica del talibán juró bayat (lealtad) a al-Bagdadí o al Califa Ibrahim, pero nunca se ha podido constituir en territorio para establecer el califato.

 

En el atardecer del jueves 12, un nuevo bombardeo aliado contra una reunión celebrada por los insurgentes en la localidad de Langai en la provincia de Ghazni (centro) dejó al menos 24 talibanes muertos y otros 17 heridos. Entre ellos, Amir Jan Mutaqi, quien fuera ministro de Información y Cultura durante el gobierno del mulá Omar, y otros miembros del Consejo Supremo de Talibán y de la Shura (consejo consultivo) de Quetta. Según las fuentes estarían heridos importantes jefes provinciales como el mulá Jalifa y el mulá Sha Mohamad, y el “gobernador” de Talibán en Ghazni, el mulá Yusuf.

 

El fracaso de la Resolute Support

 

La misión de la OTAN Resolute Support o RSM (Apoyo Decidido) puesta en marcha en 2015, tras el fin de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF) a finales de 2014, no ha conseguido hacer retroceder un paso a las fuerzas integristas que asolan el país desde el retiro soviético en 1992. Son 39 los estados miembros y países socios de la OTAN que operan en cuatro regiones: Mazar-e Sharif, Herat, Kandahar y Laghman. A la RSM se sumaron, durante la última cumbre de Bruselas, Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Qatar.

 

La OTAN tiene unos 16 mil efectivos desplegados en Afganistán, de los cuales, 13 mil son estadounidenses, que solo cumplen misiones de asesoramiento, inteligencia, apoyo y entrenamiento, intentado no involucrarse en combates.

 

Theresa May, la primera ministra británica, anunció este último miércoles que incrementará con 440 soldados su dotación en Afganistán llegando a un total de unos mil cien hombres. La dotación británica más numerosa desde la retirada de 2015, por orden del entonces primer ministro David Cameron. Ucrania, a su vez, ha notificado que aumentará al doble su contingente militar cercano a unos 50 efectivos.

 

La insurgencia en estos últimos años ha ido aumentando su presencia en diferentes puntos de país, teniendo bajo su control a unos 15 de un total de 37 millones de habitantes. Según una investigación de principios de 2018, la guerrilla integrista tiene en su poder absoluto un 4% del país, además de moverse con libertad para generar operaciones en otro 66%, mientras que las fuerzas federales manejan cerca de 30% del país. El Daesh Khorasan tiene presencia en unos 30 de los 399 distritos afganos, pero no alcanzan a controlar ninguno.

 

Sergei Lavrov, ministro ruso de Asuntos Exteriores, ha denunciado que el norte afgano, se está convirtiendo en una reserva del terrorismo internacional. Mientras que el jefe del jefe del Estado Mayor de Irán, el General Mohammad Hossein, declaró que son “los Estados Unidos que lleva tiempo trasladando terroristas del Daesh a Afganistán después de que fueran derrotados en Siria e Irak”.

 

Mientras tanto Moscú y Washington disienten en el número de muyahidines del Daesh que se encuentran en el país centroasiático. Según fuentes de Moscú, dicen que ya habría unos 10 mil combatientes del Daesh, que podrían expandirse en la región y permear a Rusia. En cambio, el General John Nicholson, comandante de las fuerzas norteamericanas y de la OTAN en Afganistán, asegura que no serían más de 1500 los milicianos, además de negar que las fuerzas del Califa se estén haciendo fuertes en todo el país como para intentar establecer un territorio.

 

Los países de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) (Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Rusia y Tayikistán), consideran que la OTAN en Afganistán, no actúa de manera transparente. Lavrov denunció que los gobernadores de varias provincias afganas confirmaron que cada vez más son más frecuentes los traslados de helicópteros sin identificaciones de nacionalidad, ni matrícula hacia las zonas controladas por los terroristas que se afianzan cada vez con más fuerza, arrasando el norte afgano.

 

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.

En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC

 

 

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