A la memoria de Andrés Soliz Rada

05/09/2016
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 andres soliz rada evo
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El 2 de septiembre, en el corazón de la América profunda, en el viejo Alto Perú, se apagó el corazón de uno de los más grandes pensadores de la Patria Grande Indoamericana: el indomable Andrés Soliz Rada.

 

Abogado periodista, profesor, militante político, senador, y ministro de Hidrocarburos, Andrés Soliz Rada nació en la ciudad de La Paz el 21 de mayo de 1939. Sin embargo para comprender cabalmente la enorme talla política e intelectual de Andrés Soliz Rada, no basta con escribir una simple cronología de su vida, es preciso puntualizar que fue Andrés Soliz Rada, quién en 1970 - desde la dirección del Sindicato de Trabajadores de la Prensa de la Paz-, defendió la segunda nacionalización del petróleo y denunció, valientemente, la injerencia imperialista que, a través de jefes militares cipayos, preparaba un golpe de estado antirrevolucionario.

 

Que fue Andrés Soliz Rada quien, en 1971, pluma y fusil en mano, organizó gran parte de la resistencia al golpe militar pro imperialista del Coronel Hugo Banzer Suárez. Que fue Andrés Soliz Rada quien, en 1989 -cuando los viejos caudillos antiimperialistas se habían convertido en sirvientes del imperio-, uno de los más importantes impulsores de la resistencia popular al proyecto oligárquico imperialista, persistiendo en sus convicciones.

 

Que fue Andrés Soliz Rada quien, en el Congreso Nacional, de 1989 a 2002, se transformó en el baluarte de la defensa de las riquezas mineras y petroleras de Bolivia.

 

Que fue Andrés Soliz Rada, como Ministro de Energía e Hidrocarburos, quien, el 1º de mayo del 2006, impuso y ejecutó la tercera nacionalización de los hidrocarburos. Pero sobre todas las cosas, importa destacar que Andrés Soliz Rada no fue un político a secas, que no fue, tampoco, un intelectual a secas, Andrés Soliz Rada perteneció a la rara y tan necesaria estirpe de los políticos intelectuales. A esa estirpe pertenecieron, entre otros, Víctor Raúl Haya de la Torre y Juan Domingo Perón.

 

Preciso es aclarar que los políticos intelectuales sólo aparecen en la historia de las naciones cuando el destino de sus patrias está en juego, cuando los pueblos sienten el riesgo de su desaparición histórica. Los políticos intelectuales emergen en la historia cuando la supervivencia de la nación misma se encuentra amenazada.

 

Los políticos intelectuales surgen cuando la nación está en peligro de muerte. Son fruto, y a la vez respuesta, de y, frente a esa circunstancia límite. Son, sin temor a errar, ellos mismos “una luz en túnel”, son ellos, con su pensamiento y acción, aquellos que alumbran el túnel, son ellos quienes, desde el pensamiento, conducen a sus pueblos en medio de la oscuridad, justo en el mismo momento, en que todo parece perdido.

 

Sería imposible referirse a cada uno de los brillantes ensayos y artículos que conforman la obra de Andrés Soliz Rada. Sin embargo, queremos escoger y resaltar, de entre todos ellos, aquel que refleja, quizás, el combate más importante y desigual que debió enfrentar Andrés Soliz Rada en sus cincuenta años de lucha por la liberación de Bolivia y la reunificación de la Patria Grande indoamericana.

 

Un ensayo que admiramos por su importancia en tanto, en esa lucha, estaban en juego los destinos no sólo su queridísima patria chica sino también el de toda Nuestra América. Combate desigual porque en un principio, Andrés Soliz Rada estuvo solo frente al gobierno boliviano y sólo frente a poderosas ONGs al servicio del imperialismo. Nos referimos, específicamente, al ensayo titulado “Pugna de modelos civilizatorios: indigenismo o Estados continentales”, en el cual Andrés Soliz Rada alcanza plena y brillantemente la realización de su propósito: demostrar que el fundamentalismo indigenista como modelo de cambio civilizatorio es un engaño

 

Que el fundamentalismo indigenista es una construcción neocolonial, ejercitada por pseudo izquierdistas, para destruir a los Estados nacionales in constituidos de Indoamérica e impedir la construcción de un Estado continental indoamericano, único instrumento político capaz de enfrentar, con éxito, a las grandes compañías transnacionales, al capital financiero internacional y, a las grandes potencias del siglo XXI. Hace ya muchos años, Jorge Abelardo Ramos - el profeta de la Patria Grande, el padre de la izquierda nacional argentina- escribía premonitoriamente: “El imperialismo está extendiendo en América Latina un nuevo motivo de división. Con motivo del comienzo de la celebración del V Centenario de Descubrimiento de América, se han multiplicado las manifestaciones, ingenuas a veces, pérfidas otras, de repudio a la España de la Conquista y a la evangelización. Por el contrario, se glorifica a las razas indígenas…Muy noble resulta la tesis de la defensa de los indios. Pero muy sospechoso es el origen. Pues separar a las masas indígenas o negras, de las criollas o blancas de la actual Nación Latinoamericana, es acentuar las condiciones de esclavización general y de la balcanización hasta hoy lograda. Se trata - y he aquí, el servicio que rinden, una vez más, la ‘izquierda’ y los ‘progresistas’ al imperialismo- , de separar a las etnias, después de haber separado a las clases y a los Estados del magno proyecto bolivariano. Es una campaña contra la Nación latinoamericana.” (1)

 

Quizás de todas las grandes batallas libradas por Andrés Soliz Rada la que librara contra el “fundamentalismo indigenista”, haya sido la más trascendente. Es por ello que importa resaltar que Andrés Soliz Rada fue el primero en advertir que se estaban sembrando en Bolivia las semillas de su futura fragmentación territorial. Semillas que el imperialismo, oportunamente, regaría para hacerlas germinar cuando lo considerara conveniente.

 

Que Andrés Soliz Rada fue el primero en señalar que estas semillas, una vez sembradas, esperarían pacientemente el impulso imperial que las hiciese germinar para que, creciendo, destruyesen completamente, la unidad boliviana y, con ella, el pivote estratégico de la integración andino-rioplatense. Una integración, es decir la de los hispanoparlantes que es -como nos enseñó Alberto Methol Ferré - la única garantía para que, la integración de la América del Sur, no termine siendo un disfraz de la hegemonía de la oligarquía paulista que, con un discurso integracionista, disfraza, muchas veces, la expansión de sus grandes empresas en la América del Sur, bajo el ropaje de una supuesta “cooperación fraternal”.

 

Que Andrés Soliz Rada fue el primero en intuir que, si Bolivia se fragmentaba desaparecía, también, la posibilidad de que todos los hispanoparlantes nos sentásemos juntos primero para, luego, sentarnos con nuestros hermanos lusoparlantes y, evitar de esta forma que, la oligarquía paulista caiga en la tentación de dominarnos y explotarnos con palabras dulces al oído. Que Andrés Soliz Rada fue el primero en hacernos comprender que, sin Bolivia, la unidad de los hispanoparlantes está perdida.

 

Sin duda alguna los escritos de Andrés Soliz Rada deberían ser de lectura obligatoria para todos los jóvenes bolivianos e indoamericanos de la América del Sur pues, Andrés Soliz Rada, nos hace ver en sus escritos que, en Bolivia, como durante las guerras de la independencia, se juega, un vez más, el destino de la Patria Grande, es decir nuestro destino.

 

Andrés Soliz Rada ha muerto como todos los nuestros, como todos los grandes pensadores de la Patria Grande indoamericana: de pie, fiel a sus ideales y principios. Ahora lo tenemos en la Patria Celestial junto a Rodó, Vasconcelos y Ugarte.

 

Nota

 

  1. RAMOS, Jorge Abelardo, Judíos y quechuas en el campo de batalla del imperialismo, Buenos Aires, Revista Marcha, Nº 12, 23 de octubre de 1986, págs., 13 y 14.

 

 

Marcelo Gullo y Miguel Ángel Barrios discípulos del Maestro 

 

 

https://www.alainet.org/pt/node/180009
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