¿Qué es el sumaq kawsay? (IV)

05/08/2016
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Cuando Europa “descubrió” América, se encontró frente a frente con una utopía real, con un «saber vivir bien» del indígena americano que hizo germinar en la mente del intelectual europeo la idea de que otro mundo era posible. 287 años después del desembarco de Colón, un líder indígena del Cusco, en el año 1779, el Inka José Gabriel Túpac Amaru, proclama para la historia, el “Primer bando anti-esclavista” de la humanidad, es decir desde una sociedad tildada como “de salvajes”, lanza las primeras ideas anti-esclavistas, que luego en el largo proceso de las revoluciones “americana” de 1787 y francesa en 1789 “maduran” los derechos del hombre y del ciudadano y recién en 1948 en la ONU-Paris, se convierten en los  “derechos humanos”.  El ideario de la revolución francesa, la constitución americana, el socialismo utópico y el ecologismo, constituyen pues, algunos de los intentos del europeo por implementar en una sociedad individualista, mercantilizada y estratificada ese vivir bien y con dignidad (sumaq kawsay) del indio americano. Y pensar que hasta el día de hoy, existen intelectuales (¿?) que afirman que aquí hubo un “imperio” y que la sociedad inka fue un sistema “esclavista”.

 

Estudiosos de la "colonialidad" y de nuestra historia como el sociólogo Aníbal Quijano y luchadores anti-colonialistas como el economista Virgilio Roel, dicen que cuando los europeos pisaron territorio Inka vislumbraron o se imaginaron “una Utopía” porque “no vieron gente hambrienta” o “gente pobre”, y explican esto apelando a la eficiencia agraria de los pueblos Inkas, a los avances en la generación de germoplasma nativo, etc. Estas afirmaciones, aunque son avances importantes de la definición del tema, no son suficientes para comprender plenamente la cultura andina, y mucho menos para comprender lo que significa el Sumaq Kawsay.

 

En Europa, desde que Américo Vespucio, comenzó a informar a sus empleadores de la familia De Medici lo que ‘veía’ en tierras continentales, se comenzó a forjar la imagen del nuevo continente, como la tierra de una “utopía real”, de la que se ocuparán después, influidos también por lo que escribió el Inca Garcilaso de la Vega, intelectuales como Pedro Mártir de Anglería, Bartolomé de las Casas, Mitchel de Montaigne, Voltaire, d’Alembert, Campanela, Francis Bacón, Fourier y Proudhon, estos últimos dos impactados por Morelly (un asiduo lector del Inca Garcilaso), que según Edgar Montiel fue el fundador nada menos que del Socialismo Utópico y del Ecologismo.

 

Es decir, que desde el primer informante que fue Vespucio, lo que se dijo de la utopía americana, causo tal revuelo en Europa que fue por ello que nuestro continente después llevaría su nombre. La sensación que causaron las cartas de Américo Vespucio en Europa, hacían decir a sus habitantes con asombro: “así son las tierras de Américo”, y que luego se simplificó a “tierras de América”, según sugiere Montiel.

 

Posteriormente, los libros del Inca Garcilaso fueron verdaderos betsellers en una Europa que hacía poco había descubierto la imprenta. “La Florida del Inca” fue traducida a muchos idiomas y tuvo 20 ediciones en pocos años, un verdadero fenómeno de la literatura renacentista. Su obra cumbre, “Los Comentarios Reales de los Incas”, reales por su realismo o veracidad y no por ningún monarquismo, según aclara Montiel, definitivamente influyo y altero profundamente la conciencia de la elite intelectual europea y renacentista, consolidando la ‘imagen utópica’ generada por Vespucio, incorporándoles las ideas seminales de lo que después fueron el socialismo utópico, el socialismo “científico”, además del ambientalismo y ecologismo nacientes. Otros autores que fueron influidos por estas Ideas utópicas o “paradisiacas” que van desde Vespucio hasta el Inca Garcilaso, fueron Montesquieu, sobre todo en su obra El Espíritu de la leyes, Tomas Moro, en su libro Utopía, y Diderot, entre otros pensadores e ideólogos de la revolución francesa.

 

Y no solamente se trata de que los europeos “no observaron hambrientos ni infelices” cuando invaden el territorio Inka, sino que estas Ideas Utópicas germinaron como semillas en terreno abonado, en toda la Europa renacentista, lo que les permitió a los intelectuales europeos percibir algo del “sumaq kawsay” como “buen vivir” de los pueblos indígenas, por lo que recién pudieron imaginar, es decir, tener pautas de un mundo mejor real y posible, como en el caso de lo que sería una sociedad utópica o “socialista”, en el lenguaje de Louis Boudin uno de los autores e intelectuales formadores de opinión en aquellos tiempos en Europa.

 

Estas ideas utópicas o “paradisiacas” las podemos resumir en siete grandes conceptos que hasta el día de hoy no han dejado de rebotar en la conciencia de los revolucionarios y románticos, en aquellos que hicieron la revolución norteamericana (1776) y la revolución francesa (1789); pues si Montesquieu, Voltaire y Diderot ideólogos de la toma de la Bastilla, fueron lectores del Inca, el gran Rousseau lo fue de las cartas de su amigo Lafayette, el que le envió finalmente copia de la llamada Constitución Americana, que fue una copia de la Constitución Confederativa de las cinco naciones Iroquesas. Las siete grandes ideas utópicas que han sido sugeridas por Montiel, son las siguientes, y que aquí solo las enumeramos muy brevemente:

 

1. “La libertad reyna…”. Frente a las sociedades monárquicas y feudales, ¿de qué libertades podían disfrutar los europeos?, pero aquí también hay un reclamo más puntual por la libertad de conciencia y la libertad religiosa, con una clara “ansiedad” por la libertad sexual.

 

2. “Existe el hombre bueno…no hay jerarquías, y las mujeres andan desnudas…”. (Claro que hablaba de climas tórridos y tropicales como los de Centro América) Aquí se debe entender que no hay el tipo de jerarquías absolutistas como las europeas. Su opinión sobre la desnudez de las mujeres está referido a que las mujeres no son asaltadas y violadas, porque no hay represión sexual como en Europa; al respecto Abel Posse escribe: “el oro y las perlas dejaron de ser la única atracción; en adelante los invasores encontrarían un gran consuelo. El otro oro fueron los cuerpos, todas las clases sociales en España -incluidos los eclesiásticos- pronto supieron de esta atracción, del oro secreto”;

 

3. “No hay propiedad individual…”; que es un cuestionamiento a la propiedad privada absoluta y por tanto al “individuo” mismo.

 

4. “Las flores y plumas valen más que el oro y la plata…”. Recién se dan las pautas en su imaginario de que pueden existir sociedades con valores totalmente diferentes al oro y la plata, lo cual se denominó después: “relativismo cultural”.

 

5. La organización estatal es colectivista. No hay imperios, ni “naciones” sino confederaciones.

 

6. Hay un control de la natalidad. Se da un equilibrio entre producción económica y reproducción de la vida humana.

 

7. Existe una sociedad organizada en cruz (Tawa en lengua Quechua) cuya fuerza motriz es el trabajo.

 

Es decir, los “utopistas”, captan la imagen que en América existía una práctica social de “la felicidad por el trabajo colectivo”.

 

En este mundo de la utopía, “el trabajo” dejó por siempre de ser un castigo. Una cultura como la Andina que consideró (y practica aún) el trabajo colectivo como “práctica festiva”, como alegría cotidiana, tiene en esta “práctica laboral celebradora” y colectiva el fundamento del Sumaq Kawsay.

 

(Extracto corregido del artículo sobre el "Sumaq Kawsay", aparecido en la revista "DEBATES" del Instituto de Ciencia y Tecnología ICT, N° 12, Nov. 2013, de la URP-Lima)

 

https://www.alainet.org/pt/node/179312?language=es
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