Habermas y su teoría de la acción comunicativa (*)

20/06/2016
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Las ideas centrales expuestas por Habermas son su teoría de los “tres mundos” que, en cierta medida, ha tomado de Karl Popper1, el mundo objetivo, que consiste en la totalidad de las entidades sobre las que se pueden elaborar enunciados verdaderos, y que sería el mundo reservado a la ciencia; el mundo social, que serían las relaciones interpersonales reguladas legítimamente (ámbito de la economía, de la política y del Estado) y el mundo subjetivo, que sería el de las propias vivencias, a partir de las cuales se establecen entre los humanos relaciones intersubjetivas mediante el lenguaje y los símbolos. De esos “tres mundos” Habermas deriva los conceptos de “lebenswelt” (mundo de vida), de “sistema” y construye su teoría de la “acción comunicativa”.

 

Sucede que las explicaciones que proporciona Habermas de algunos conceptos, como el de “mundo de vida”, es muy compleja y a veces contradictoria, llena de referencias y citas de otros autores, como Husserl2 y Heidegger y de difícil lectura para no iniciados.

 

1. La categoría de mundo de la vida es central en la teoría de Habermas para intentar entender su Teoría de la Acción Comunicativa.

 

Dicho de otra manera, para Habermas el mundo que nos rodea no es susceptible de ser conocido sino interpretado mediante patrones culturales y sobre todo lingüísticos.

 

El “mundo de vida” –“lebenswelt”– es un concepto ambiguo y polivalente que se aplica a diferentes cosas. Y pareciera querer reemplazar a las nociones de conciencia y subconciencia. O a las nociones de mentalidad, cultura popular, vivencias, experiencia cotidiana, valores reconocidos, expectativas, etc.

 

Edmund Husserl fue el primero que escribió sobre el “mundo de vida” en el decenio de 1920, noción que precisó en su libro Crisis (1936): “El mundo de vida es para nosotros lo que en la vigilia siempre está ahí, lo que existe, lo que está ahí, lo que existe con anterioridad para nosotros, el “suelo” de toda praxis, ya sea teórica o extrateórica. El mundo está pre-dado para nosotros…”.

 

Siguiendo en parte a Husserl, Alfred Schütz profundizó y precisó el concepto de “mundo de vida” (“El sentido común y la interpretación científica de la acción humana”, 1953), incluido en la compilación de trabajos de Schütz El problema de la realidad social, Buenos Aires, Amorrortu. (pp. 35-70).

 

Schütz caracteriza el modo en que una persona adulta contempla el mundo intersubjetivo de la vida cotidiana (en cuyo interior actúa con sus semejantes), de la siguiente manera: “El mundo con que nos encontramos es un mundo que ya ha sido experimentado e interpretado por nuestros predecesores. De este modo, cuando nos toca experimentarlo e interpretarlo no nos enfrentamos a una realidad yerma, sino que “toda interpretación de este mundo se basa en un acervo de experiencias previas sobre él, que son nuestras o nos han sido transmitidas por padres o maestros; esas experiencias funcionan como un esquema de referencia en forma de “conocimiento a mano”. (p. 39).

 

El “lebenswelt” o “mundo de vida” que, al contrario de Habermas, Schütz describe de manera inteligible es, en definitiva, lo que cada persona con sus ideas y comportamientos “da por sentado”: saludar a las personas conocidas y también (o no) a las desconocidas, levantarse todas las mañanas para ir a trabajar, pensar que “pobres habrá siempre”, votar en las elecciones con la idea de poder influir en el curso de las políticas gubernamentales, creer que la economía de mercado es inherente a la sociedad humana, etc.

 

Desde los gestos y pensamientos más simples hasta los más complejos se adquieren del medio social y se internalizan natural y espontáneamente, es decir, en la mayoría de los casos, acríticamente.

 

Enrique Pichon-Rivière, psicólogo y psiquiatra residente en Argentina desde muy pequeño (Ginebra 1907-Buenos Aires, 1977) fundador de la Escuela de psicología social y Ana Pampliega de Quiroga, directora de la Escuela de psicología social fundada por Pichon-Rivière, escribieron Psicología de la vida cotidiana en cuya Introducción a la 2ª edición escribe Ana Pampliega: “Las formas concretas que reviste la vida de los hombres están directamente relacionadas con las modalidades en que la existencia material se produce y reproduce. El objeto, los medios y las formas de producción, así como la inserción de los sujetos en ese proceso productivo, la distribución de lo producido y la relación que guarda lo que se produce y su distribución con las necesidades de los hombres que constituyen, determina sus formas de vida, su cotidianidad.

 

…”Desde la Psicología Social jerarquizamos la producción de la propia vida como hecho fundante en tanto es condición de existencia y desde allí fundante en tanto y condicionante a su vez de toda otra experiencia. Insistimos en señalar que esa práctica, surgida de las necesidades y que implica una relación con la naturaleza y los otros hombres, es la que da lugar a la emergencia de los procesos psíquicos, al nacimiento y desarrollo de la subjetividad, la que se configura en el interior de esas relaciones”.

 

Desde esta afirmación queda planteado el carácter social e histórico de lo psíquico, dejando de lado la concepción de una naturaleza humana ahistórica y presocial, sostenida por la ideología dominante3.

 

Para Habermas, la acción comunicativa es toda acción social que está orientada al entendimiento. Si la acción no es social y está orientada al éxito, se trata de una acción instrumental. La acción comunicativa actúa sobre todas las funciones del lenguaje, su objetivo es el entendimiento e influye sobre los tres mundos (físico, intersubjetivo y objetivo-colectivo). El término “entendimiento” (Verständigung) se debe interpretar en el sentido de haber comprendido lo dicho, no tanto como en el de estar de acuerdo con lo dicho.

 

El acuerdo (Einverständnis) entre los participantes es más bien conducido por el proceso comunicativo una vez que se ha producido el entendimiento. Habermas afirma que ese entendimiento viene dado por la racionalidad inmanente al lenguaje y aplica la teoría de los actos de habla para seguir edificando su concepto de acción comunicativa. Según Habermas, el concepto de acción comunicativa “fuerza u obliga a considerar también a los actores como hablantes u oyentes que se refieren a algo en el mundo objetivo, en el mundo social y en el mundo subjetivo, y se entablan recíprocamente a este respecto pretensiones de validez que pueden ser aceptadas o ponerse en tela de juicio. Los actores no se refieren sin más intentione recta a algo en el mundo objetivo, en el mundo social o en el mundo subjetivo, sino que relativizan sus emisiones sobre algo en el mundo teniendo presente la posibilidad de que la validez de ellas pueda ser puesta en cuestión por otros actores” (Habermas, Teoría de la acción comunicativa: complementos a estudios previos, Madrid, Cátedra, 1989, Pág. 493).

 

Comenta el autor de la cita precedente: “…es un discurso, una forma especial de comunicación, donde, por medio de la argumentación se determina lo que es válido o verdadero. Es decir, la verdad no es una copia de la “realidad”a la cual se refieren los argumentos de los participantes en el discurso, sino que es un resultado consensual sobre el cual no actúa ninguna influencia que lo distorsione. Ese consenso se logra cuando se dan cuatro condiciones de validez aceptadas por todos los participantes: a) que el enunciado que hace un hablante sea comprensible; b) que el hablante sea fiable; c) que la acción pretendida sea correcta por referencia a un contexto normativo vigente; y d) que la intención manifiesta del hablante sea, en efecto, la que él expresa”. (Extracto de Guillermo Briones, Filosofía y teorías de las ciencias sociales, Dilemas y propuestas para su construcción. Editorial Dolmen, 1999, http://www.lapaginadelprofe.cl/sociologia/habermas/habersum.htm)

 

Descalificar la “acción comunicativa” de Habermas no significa negar la utilidad relativa de los estudios comunicacionales, sobre todo cuando se trabaja el tema con claridad y rigor.

 

Por ejemplo el Grupo Hacia una Comunicología Posible (GUCOM) de México, que existe desde 2003, se empeña en ese sentido e incluye a la economía política (a la que Habermas atribuye un rango inferior al de la sociología) como una de las nueve fuentes científicas de una posible ciencia de la comunicación y por cierto, como el medio de la comunicación es el lenguaje, el GUCOM incluye la lingüística y la semiología entre dichas fuentes. (Jesús Galindo Cáceres: “Las nueve fuentes científicas históricas de una Comunicología posible. Véase http://www.razonypalabra.org. mx/ anteriores/n57/jgalindo. html).

 

Pero hay un elemento esencial que falta en algunas de las teorías comunicativas o comunicacionales (entre ellas la de Habermas) y que es imprescindible para una comprensión cabal de la comunicación, tanto social como intersubjetiva: que el medio social donde toma forma el “lebenswelt” y se realiza la comunicación está compuesto por personas pertenecientes a diferentes clases y capas sociales, algunas objetivamente antagónicas, otras enfrentadas sólo ideológicamente, y que dicho medio social está impregnado (sería mejor decir saturado) por las distintas variantes de la ideología y de la cultura de las clases dominantes, dejando a las ideas críticas del orden vigente y que postulan un cambio radical del sistema social muy poco espacio y posibilidades de influir sobre el “mundo de vida”.

 

Ello es así porque la concentración oligopólica de los medios de comunicación de masas (incluida la comunicación electrónica) y de los productos de entretenimiento de masas (series televisivas, música popular, parques de diversiones, juegos de vídeo, filmes, etc.) está en su apogeo. Grandes empresas tienen el control mundial casi total de esos productos, mediante los cuales dictan a los seres humanos cómo deben pensar, qué deben consumir, cómo deben utilizar su tiempo libre, cuáles deben ser sus aspiraciones, etc. Son el instrumento destinado a mantener y consolidar la hegemonía de la ideología y la cultura del sistema capitalista y formidables instrumentos para la neutralización del espíritu crítico, la domesticación y la degradación intelectual, ética y estética del ser humano. Uniformizan a escala planetaria los reflejos y comportamientos del ser humano, destruyendo la originalidad y riqueza de la cultura de cada pueblo. Son los vectores de la ideología del sistema dominante, que filtran la información y que tiñen la información ya filtrada de esa misma ideología en función de sus intereses particulares.

 

Sirven de plataforma privilegiada a periodistas obsecuentes, politólogos, sociólogos, economistas, filósofos mediáticos y otros “formadores de opinión” justificadores del sistema y del TINA –“There Is No Alternative”– formulado en su momento por Margaret Tatcher y actualizado ahora por la directora general del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde: “No hay alternativa a la austeridad” (Diario Le Monde y AFP, 2 de mayo de 2013).

 

Los consorcios transnacionales llegan con sus productos (informativos y otros) a centenares de millones de personas y son los verdaderos formadores (más bien deformadores) de la opinión pública. Las técnicas para mantener la hegemonía de la ideología capitalista han adquirido jerarquía científica. Los mecanismos de manipulación mental son objeto de trabajos académicos y de seminarios internacionales.

 

En la Universidad de Stanford, California, funciona un Laboratorio de Tecnología Persuasiva que dirige B. J Fogg, quien ha escrito un libro cuyo título lo dice todo: Tecnología Persuasiva: utilizar las computadoras para cambiar lo que pensamos y lo que hacemos (tecnologías interactivas [Persuasive Technology: Using Computers to Change What We Think and Do (Interactive Technologies)]. También se llama a esta disciplina captología. Del 6 al 8 de junio de 2012 se celebró en Linköping (Suecia) el “VII Congreso internacional sobre tecnología persuasiva”.

 

En la convocatoria al Congreso se explicaba que “La tecnología persuasiva es un campo científico interdisciplinario que estudia el diseño de tecnologías y servicios interactivos para cambiar la actitud y el comportamiento de las personas. En él confluyen ámbitos como la retórica clásica, la psicología social y la computación ubicua4 y sus especialistas suelen dedicarse al diseño de aplicaciones en dominios como el sanitario, empresarial, de seguridad y educativo. El congreso contará con la información más actual sobre cómo diseñar aplicaciones móviles y basadas en Internet, como por ejemplo juegos móviles y sitios dedicados a las redes sociales, para influir en comportamientos, pensamientos y sentimientos”. Otras reuniones y conferencias similares se suelen celebrar en distintas partes del mundo.

 

Alain Accardo resume bien esto cuando escribe: “De hecho, todas las prácticas sociales en las que tomamos parte tienen efectos pedagógicos implícitos y contribuyen, poco o mucho, a “plier la machine” en nosotros, en un sentido lo más a menudo, aunque no siempre, conforme con las necesidades del sistema”. La expresión “plier la machine”, literalmente plegar la máquina, hace alusión a la idea cartesiana retomada por Pascal de que el ser humano es por una parte espíritu y corporalmente una máquina, un autómata. Literariamente se podría traducir en el sentido de que el Poder pone a la gente de rodillas para llevarlos a que crean lo que el Poder quiere que crean5.

 

Accardo se refiere a continuación a los tres dispositivos de domesticación integrados al sistema capitalista que considera esenciales: el sistema escolar y universitario, el sistema mediático de información-comunicación y el sistema político de democracia representativa.

 

En una entrevista, Accardo agrega: …”la socialización de los individuos en una sociedad en la que todo es una mercancía y donde el dinero es rey tiende a dar forma a un homo economicus portador de propiedades materiales y psicológicas –por ejemplo el espíritu de lucro y la búsqueda del placer– que lo inclina espontáneamente a someterse a la dominación del capital económico y participar en él, por ejemplo (un ejemplo entre miles) confiar sus ahorros a su banco para que éste especule en su nombre y le rinda los intereses de esa especulación financiera, la misma que quizás él condena cuando es el resultado de grandes inversores y de las multinacionales. Si esa persona es un hombre o una mujer de “izquierda”, “hostil a la dominación del capital”, ¿debemos ver en la contradicción entre sus acciones y sus creencias una marca de cinismo o hipocresía? No necesariamente. El culpable es el sistema de educación generalizado e institucionalizado que ha formado a esta persona, que ha estructurado su inteligencia y su afectividad de manera que sea capaz de percibir, pensar y sentir algunas cosas y que permanece ciega e insensible a otras. Cada formación social fabrica los tipos humanos que necesita para funcionar y perdurar”.

 

Habermas atribuye al lenguaje un papel fundamental en su teoría de la “acción comunicativa” a través de la cual los seres humanos pueden llegar a interpretar el mundo, al entendimiento y al consenso. Pero parece ignorar que un medio muy importante de dominación ideológica y cultural es el idioma. Existen desde siempre una serie de expresiones que tienen un preciso contenido ideológico que confortan el orden establecido. Políticos, economistas, periodistas, etc., cambian el sentido habitual de algunas expresiones y crean y popularizan otras en función de la necesidad del sistema dominante de enmascarar la realidad y mantener el consenso de las mayorías.

 

Algunos ejemplos: a los crímenes de guerra se los llama “daños colaterales”, a los países pobres se los llama “países subdesarrollados” o “en vías de desarrollo”, a la explotación capitalista “desigualdad en la distribución de las riquezas”, “comunidad internacional” a la dictadura mundial de un puñado de grandes potencias, etc.

 

Víctor Klemperer, escritor y filólogo alemán que sufrió persecución bajo el nazismo a causa de sus orígenes judíos, escribió un libro donde muestra a través de anécdotas, pasajes y lecturas, las palabras más mencionadas por las autoridades del Tercer Reich (y por el pueblo que, sin reflexionar sobre las mismas, las repetía) como ‘heroísmo’, ‘fanatismo’, ‘eternidad’, entre muchas otras, unidas a diversas ideas que fueron conformando la teoría (y la práctica) del nazismo.

 

Según Klemperer, “el nazismo se introducía en la carne y en la sangre de las masas a través de palabras aisladas, de expresiones, de formas sintácticas que imponía repitiéndolas millones de veces y que eran adoptadas de forma mecánica e inconsciente”6.

 

Eric Hazan, en su libro LQR, (Lingua Quintae Repúblicae) La propagande au quotidien, Editions Raisons d’Agir, Paris, 2006, se inspira en el trabajo de Klemperer para analizar la actual “novlange” en Francia. Se ha dicho, con razón, que cada idioma o grupo de idiomas contiene una estructura propia de pensamiento. No cabe duda que actualmente el inglés es la lengua vehicular a escala mundial, propulsada en los últimos decenios por las comunicaciones y los juegos electrónicos y utilizada de manera predominante en todos los medios: artísticos, políticos, culturales, científicos, etc. Esta situación produce un doble efecto: por un lado se imponen los contenidos ideológicos de muchas expresiones utilizadas comúnmente en inglés y las estructuras mentales propias de ese idioma y por el otro se pierde, por no uso, la diversidad ideológica y estructural de otros idiomas. Además, teniendo en cuenta la interrelación dialéctica entre el lenguaje y el pensamiento, el predominio del inglés como “lingua franca” conduce a una especie de pensamiento único mundial, como sostiene el lingüista francés Claude Hagège7.

 

Cabe agregar que la “twitterización” del lenguaje, es decir su empobrecimiento extremo, conduce inevitablemente al empobrecimiento del pensamiento8. Las redes de comunicación electrónica como Facebook, suelen tener consecuencias negativas para el ejercicio de la conciencia reflexiva o introspección9, uno de los elementos fundamentales (el otro es la comunicación externa) del desarrollo de la conciencia y la formación de la personalidad. En efecto, el momento indispensable de la introspección (¿quién soy? ¿qué hago? ¿qué haré?) es suplantado por la comunicación irreflexiva a terceros (a veces a una cantidad indeterminada de personas desconocidas) de esas cuestiones existenciales.

 

Evgueni Morozov, un intelectual de origen bielorruso residente en Boston, respondió a un reportaje que se publicó en El Pais Semanal (España) el 21/12/2015 (http://elpais.com/elpais/2015/12/17/eps/1450358550_362012.html). El reportaje comienza así: Fue a mediados de la década de los años 2000, en los días en que Morozov vio cómo los blogs y los mensajes de texto espoleaban la “revolución naranja» de Ucrania y el ­crowdfunding avivaba la campaña del candidato demócrata norteamericano Howard Dean. Poco tardó en darse cuenta de que las nuevas herramientas tecnológicas también podían ser usadas por los Gobiernos para vigilar, generar propaganda y manipular la conversación en las redes. Fruto de estas reflexiones fue El desengaño de Internet (Editorial Destino, 2012), libro en el que se mostraba escéptico sobre la capacidad de las redes de ser instrumento de cambio político. Un escepticismo que se expande en su nuevo libro, La locura del solucionismo tecnológico (Editorial Clave Intelectual, 2015).

 

A continuación, algunos de los comentarios de Morozov en el mencionado reportaje: « Silicon Valley hizo una especie de alianza en los setenta con intelectuales. Siempre habrá gente, a los que llamaré idiotas útiles, que intentarán capturar el zeitgeist [espíritu de la época]. Habrá libros, conferencias y charlas para que esos intelectuales puedan hacer de portavoces de la causa. Silicon Valley promueve mininarrativas. Nos habla de la web 2.0 y, cuando se agota, habla del Internet de las cosas, de la economía colaborativa… Identifican pequeños fragmentos, ocupan el debate durante dos años y luego salen con una nueva historia. No hay mucho contenido en esas narrativas. He trabajado durante suficiente tiempo en esto como para decir que son tonterías. Después de la economía colaborativa vendrá la economía solidaria, de los cuidados. Lo que nos dicen estas empresas es falso. Cuando voy por ahí diciendo que para entender a Silicon Valley hay que mirar a Wall Street, al Pentágono, a las finanzas, a la geopolítica o al imperialismo, les resulta incómodo escucharlo porque prefieren hablar de los fondos de capital riesgo, de los emprendedores, del garaje de Steve Jobs, del LSD…

 

Esos dispositivos que usamos, llamados inteligentes, ¿nos pueden convertir en más estúpidos? Hay que impugnar la palabra inteligente. Me gusta aplicar una perspectiva histórica. Muchos de los dispositivos inteligentes que nos rodean reflejan intereses y compromisos de la gente que los fabrica o configura. El motivo por el que la gente comprueba una y otra vez su Facebook oTwitter en el teléfono es que los sistemas han sido diseñados para crear esas dependencias. El modelo de negocio de este tipo de servicios es así. Cuantos más clics hago, más valioso soy; ocurre, casi, como con el condicionamiento de Pavlov. Cuantos más clics míos consiguen, más dinero hacen conmigo, lo que hace que diseñen los servicios para maximizar esos clics. Yo tengo una perspectiva cínica, banal y racional de que el dinero es lo que rige el mundo. Y eso explica el modo en que se conciben los servicios. ¿Que ese sistema nos distrae y dificulta que nos centremos? Por supuesto. ¿Es un problema de los dispositivos inteligentes? No. Es cuestión del modelo de negocio. Me niego a creer que no haya otra manera de generar comunicación entre la gente sin generar distracción. Sería la derrota final de la imaginación”.

 

Como señala Accardo, dicha hegemonía ideológico-cultural también se mantiene y consolida de una manera más sutil y menos visible a través de todas las actividades humanas, sociales, culturales, ideológicas e incluso científicas, “formateando” la conciencia de la gran mayoría de los seres humanos.

 

En los medios culturales, ideológicos, políticos, científicos y “comunicacionales” se produce una especie de selección o jerarquización –entre espontánea y provocada– del prestigio o renombre de determinadas personas, donde ocupan casi siempre los primeros puestos –y son beneficiarios de una “discriminación positiva” en materia de mediatización, cargos, subvenciones y premios– los que (dicho de manera muy esquemática) tienen en común algunas de las siguientes ideas: no cuestionar la propiedad privada de los medios de producción y de cambio; atribuir al mercado capitalista la cualidad de inherente a la sociedad humana; no cuestionar el sistema político-social elitista existente (la llamada “democracia representativa” según la entienden las clases poseedoras); el rechazo (expreso o no) del materialismo dialéctico como método de investigación en las ciencias sociales y en las ciencias llamadas “duras”. Y considerar políticamente incorrecto referirse a la explotación capitalista10. Se advierte ahora una tendencia a privilegiar la mediatización de expositores de ideas seudofilosóficas racistas, elitistas y conservadoras, (a menudo con un disfraz populista) funcionales a las nefastas prácticas político-sociales que el sistema dominante está infligiendo al mundo.

 

Tomando la terminología de Thomas Kuhn este sería el “paradigma” de nuestra época. Dicho más precisamente: el paradigma capitalista. Sobre el tema de la comunicación ha escrito mucho y bien Armand Mattelart, sólo y en colaboración: “Historia de las teorías de la comunicación”; “La invención de la comunicación; “Communication and Class Struggle”; Para un análisis de clase de la comunicación”. Introducción a Comunicación y lucha de clases, vol. 1, entre otros trabajos.

 

Confrontada con la realidad de los hechos sociales, entre otros, los problemas planteados a la comunicación entre sujetos de diferentes clases sociales y niveles culturales, perturbada por diferencias de orden lingüístico, semántico y semiótico y la contaminación general de las conciencias por la cultura y la ideología dominantes, hechos que Habermas ignora, su teoría de la acción comunicativa no pasa de ser una pura especulación sin sentido, una cáscara vacía.

 

(*) Extractos del libro del autor: « El papel desempeñado por las ideas y culturas dominantes en la preservación del orden vigente ». Editorial Dunken, Buenos Aires, diciembre 2015. Próximamente una nueva edición será publicada por la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia.

1 Karl Popper, reverenciado por no pocos científicos y estudiosos en ciencias humanas, formuló su teoría de la “falsabilidad”, según la cual no es científica una teoría cuya falsedad es imposible de demostrar. Sería el caso, para Popper, de la teoría marxista. La verificación reiterada en la práctica y durante largo tiempo de una teoría no aseguraría su carácter científico. La “falsabilidad” de Popper es puramente ideológica, no es científica y lleva a un callejón sin salida epistemológico. Sokal y Bricmont (Impostures intellectuelles, Cap. III (Le relativisme cognitif en philosophie des sciences). Edit Odile Jacob 1997, págs. 62-63) escriben: “El esquema poperiano –falsabilidad y falsificación– no es malo si se toma con abundantes (grandes) granos de sal. Pero se encuentran muchas dificultades cuando se lo toma al pie de la letra. En resumen, Popper propone abandonar la incertidumbre de la verificación a favor de la certidumbre de la falsificación. Pero este enfoque se enfrenta con dos problemas: abandonando la verificación se paga un precio muy elevado; además no se consigue lo que se nos promete, porque la falsificación es mucho menos certera de lo que cree Popper”.

 

2 Pero las diferencias entre Habermas y Husserl son notables. Mientras para el primero el mundo no puede ser conocido sino interpretado en el marco de una acción intersubjetiva, como un “acervo de patrones de interpretación transmitidos cultural y lingüísticamente” para el segundo la conciencia individual del sujeto accede a los fenómenos (no a las cosas) mediante una suerte de intuición. No es posible concebir la conciencia como estructura interna del sujeto que espera ser afectada por los objetos. Toda aprehensión que la conciencia tenga del objeto constituye ya una actividad de ésta, así sea de manera pasiva, la conciencia pre-constituye objetos.

 

Según Husserl, la conciencia es el punto de partida de la actividad humana, que es incontestable y necesaria puesto que resulta evidente para sí misma. Toda actividad de la conciencia no puede ser cuestionada, pero lo que no puede garantizar la conciencia es la certidumbre de lo que está conociendo, ya que la cosa es variable. El sujeto impone o constituye su propia realidad incuestionable a lo contingente de las cosas del mundo. Husserl define la conciencia como un conjunto de actos que se conocen con el nombre de vivencias. La conciencia –según Husserl– no percibe objetos reales sino que aprehende objetos que se denominan fenómenos.

 

“El fenómeno de la cosa (la vivencia) no es la cosa que se halla frente a nosotros supuestamente en su propio ser. Como pertenecientes a la conciencia, vivimos los fenómenos. Los fenómenos mismos no aparecen, son vividos” (Husserl, Investigaciones lógicas). Husserl escribe en las Investigaciones lógicas: La ciencia no quiere ni puede ser el campo para un juego arquitectónico. El sistema inherente a la ciencia-naturalmente a la verdadera ciencia-no es invención nuestra, sino que reside en las cosas, donde lo descubrimos simplemente. La ciencia aspira a ser el medio de conquistar para nuestro saber el reino de la verdad, en la mayor extensión posible. Pero el reino de la verdad no es un caos desordenado; rige en él unidad de leyes; y por eso la investigación y la exposición de ls verdades debe ser sistemática, debe reflejar sus conexiones sistemáticas y utilizarlas a su vez como escala de progreso, para poder penetrar en regiones cada vez más altas del reino de la verdad, partiendo del saber que nos es dado o hemos ya obtenido.(edición Alianza Editorial, 2011, pág.43).

 

Una crítica marxista de las ideas de Husserl puede encontrarse en Tran- Duc-Thao, Fenomenología y materialismo dialéctico. Thao reconoce los méritos de Husserl, quien somete las vivencias a una descripción metódica y precisa, con la pretensión de un estudio científico de la existencia humana. Según Thao, las ideas de Husserl representarían la última tentativa racionalista –infructuosa- en ese sentido dentro de las corrientes filosóficas idealistas, las que después se volcarían a distintas formas de irracionalismo, como consecuencia de su rechazo a reconocer la relación sujeto-objeto a través de la praxis, como explicación de la existencia humana. Que expresa – escribe Thao- la repugnancia de las clases dominantes a reconocer el papel del trabajo, que éstas explotan, como praxis humana.

 

Para Thao, el materialismo dialéctico es el único camino posible para resolver las contradicciones y paradojas irresolubles de la fenomenología husserliana. Y, con mayor razón –agregamos- de otras corrientes idealistas e irracionalistas.

 

3 Enrique Pichon-Rivière y Ana Pampliega de Quiroga, Psicología de la vida cotidiana, Ediciones Nueva Visión, 13ª reimpresión, Buenos Aires, 2002.

 

4 Computación ubicua o “inteligencia ambiental” es la integración de la informática en el entorno de las personas, de forma que los ordenadores no se perciban como objetos diferenciados.

 

La persona interactúa de manera natural con los dispositivos informáticos y sistemas computacionales que a su vez interactúan entre sí y puede realizar cualquier tarea diaria a través de dichos dispositivos (encender las luces, poner en marcha la calefacción, el horno de la cocina o el televisor, encender y apagar la computadora en el lugar de trabajo, etc. desde cerca o a distancia).

 

Estos dispositivos pueden tener una utilidad práctica (como el que impide poner en marcha el automóvil si el conductor no ha ajustado su cinturón de seguridad, lo que induce un comportamiento positivo) pero por un lado tienden a convertir al ser humano en un robot más y por el otro permiten controlar a distancia todas las actividades, aún las más rutinarias, de las personas.

 

5 Alain Accardo, Notre servitude involontaire, Edit. Agone, Francia, 2001, pág. 50 y ss.

 

6 Víctor Klemperer, Lingua Tertii Imperii, La lengua del Tercer Reich. Reflexiones de un filólogo. Editorial Minúscula, Barcelona, 2001).

 

7 Claude Hagège, Contre la pensée unique, Edit. Odile Jacob, enero 2012.

 

8 Existe una interdependencia o relación dialéctica entre la expresión oral y escrita y la formación del pensamiento lógico, la capacidad de abstracción y de conceptualización y la capacidad de diferenciar lo real y lo virtual. Lev Vigotsky escribe: Todas las funciones psíquicas elementales habitualmente relacionadas con el proceso de formación de conceptos participan de hecho en él, pero de un modo completamente diferente. No se desarrollan como procesos independientes según la lógica interna de sus propias leyes, sino como procesos mediados por el signo o la palabra, como procesos orientados a resolver una tarea dada, formando parte de una combinación nueva, una nueva síntesis en la cual, cada uno de los procesos participantes adquiere su verdadero valor funcional. En relación con el problema del desarrollo de los conceptos, esto significa que ninguno de estos procesos, ni la acumulación de asociaciones, ni el desarrollo de la capacidad y de la estabilidad de la atención, ni la combinación de ideas, ni las tendencias determinantes, por muy desarrollado que esté, puede por separado llevar a la formación de conceptos. Por consiguiente, ninguno de esos procesos puede ser tomado como el factor evolutivo determinante, esencial y decisivo del desarrollo de los conceptos. El concepto es imposible sin palabras, el pensamiento en conceptos es imposible sin el pensamiento basado en el lenguaje. El aspecto nuevo, esencial y central de todo este proceso, que puede ser considerado con fundamento la causa de la maduración de los conceptos, es el uso específico de la palabra, la utilización funcional del signo como medio de formación de conceptos. (Vigotsky, Pensamiento y Lenguaje, pag 72 de la edición electrónica http://www.ateneodelainfancia.org.ar/uploads/Vygotsky_Obras_ escogidas_TOMO_2.pdf).

Jean Piaget, con un enfoque diferente al de Vigotsky, resaltó también la íntima relación entre el pensamiento y el lenguaje (Piaget, J. e Inhelder, B. (1968). Psicología del niño; Piaget, J. (1968/1976). El lenguaje y el pensamiento en el niño. Estudio sobre la lógica del niño (I), etc. Michel Desmurget proporciona estadísticas sobre los efectos extremadamente nocivos del sobreconsumo de televisión y de la utilización del lenguaje twitter sobre los niños y los adolescentes franceses (Desmurget, TV Lobotomie, la vérité scientifique sur les effetts de la televisión.Edit J‘Ai Lu, Paris, reedición septiembre 2013).

 

9 La introspección o percepción interna tiene como fundamento la capacidad reflexiva que la mente posee de referirse o ser consciente de forma inmediata de sus propios estados. Cuando esta capacidad reflexiva se ejerce en la forma del recuerdo sobre los estados mentales pasados, tenemos la llamada “introspección retrospectiva”; pero la introspección puede ser un conocimiento de las vivencias pasadas y también de las presentes, de las que se dan conjuntamente y en el presente del propio acto introspectivo.

 

10 Marx se refirió a este rechazo del materialismo dialéctico en el Epílogo a la segunda edición alemana de El Capital (Londres, 24 de enero de 1873):

En su forma racional, [la dialéctica] es escándalo y abominación para la burguesía y sus portavoces doctrinarios, porque en la intelección positiva de lo existente incluye también, al propio tiempo, la inteligencia de su negación, de su necesaria ruina, porque concibe toda forma desarrollada en el fluir de su movimiento… sin perder de vista su lado perecedero, porque nada la hace retroceder y es, por esencia, crítica y revolucionaria”.

 

Dicho de otra manera, dialéctica materialista y “statu quo” son incompatibles. Marx habla de la dialéctica “en su forma racional” para oponerla a la dialéctica hegeliana, a la que se refiere en el mismo párrafo en los siguientes términos: “Mi método dialéctico no sólo difiere del de Hegel, en cuanto a sus fundamentos, sino que es su antítesis directa. Para Hegel el proceso del pensar, al que convierte incluso, bajo el nombre de idea, en un sujeto autónomo, es el demiurgo de lo real; lo real no es más que su manifestación externa. Para mí, a la inversa, lo ideal no es sino lo material traspuesto y traducido en la mente humana.

 

Hace casi treinta años sometí a crítica el aspecto mistificador de la dialéctica hegeliana, en

tiempos en que todavía estaba de moda. Pero precisamente cuando trabajaba en la preparación del primer tomo de “El Capital”, los irascibles, presuntuosos y mediocres epígonos que llevan hoy la voz cantante en la Alemania culta, dieron en tratar a Hegel como el bueno de Moses Mendelssohn trataba a Spinoza en tiempos de Lessing: como a un “perro muerto”. Me declaré abiertamente, pues, discípulo de aquel gran pensador, y llegué incluso a coquetear aquí y allá, en el capítulo acerca de la teoría del valor, con el modo de expresión que le es peculiar. La mistificación que sufre la dialéctica en manos de Hegel, en modo alguno obsta para que haya sido él quien, por vez primera, expuso de manera amplia y consciente las formas generales del movimiento de aquélla. En él la dialéctica está puesta al revés.

 

Es necesario darla vuelta, para descubrir así el núcleo racional que se oculta bajo la envoltura mística.

En su forma mistificada, la dialéctica [hegeliana] estuvo en boga en Alemania, porque parecía glorificar lo existente”.

https://www.alainet.org/pt/node/178238
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