Dilma: una victoria de la izquierda

28/10/2014
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La reiteración de la polarización entre petistas y tucanos en la segunda vuelta de la elección brasileña refuerza la centralidad de la polarización entre neoliberalismo y posneoliberalismo en el campo político brasileño, al igual que en los otros países de América Latina. El enfrentamiento de programas y de las fuerzas en cada campo, reitera de forma ineludible la polarización entre derecha e izquierda en la forma que ésta asume en la era neoliberal.
 
Especialmente por la claridad de la disputa en la segunda vuelta, sumada a la gran movilización de la militancia del PT y de los otros partidos de izquierda (incluido el principal partido de la izquierda radical, el PSOL), de todos los movimientos sociales, culturales y populares, así como de los medios de comunicación alternativos, permitió retratar lo que es hoy la izquierda brasileña. El liderazgo incuestionable de Lula fue decisivo en la recta final de la campaña, así como un gran protagonismo de Dilma, haciendo que los dos salgan de la disputa como los dos grandes líderes populares de Brasil en la actualidad.
 
La monstruosidad de la campaña, interna e internacional, para intentar ganar las elecciones y cambiar los rumbos de la política brasileña, incluido su rol en los procesos de integración latinoamericana y del Sur del mundo, da el tamaño de lo que estaba en juego en las elecciones.  La derecha brasileña, latinoamericana y mundial se excitaron con la posibilidad de cambiar la política económica, de adueñarse de los gigantescos recursos del Pre-sal, de debilitar al Mercosur, a Unasur, a Celac y, muy especialmente, a los Brics, cuyos últimos acuerdos incomodan profundamente a Estados Unidos y a sus aliados.
 
La defensa de la continuidad del modelo de desarrollo económico con distribución de renta, de la explotación del Pre-sal por Petrobras, con recursos destinados a la educación y a la salud, de la reforma política que termine con los financiamientos empresariales a las campañas políticas, la democratización de los medios de comunicación, han dado el tono de izquierda de la campaña electoral de Dilma. Aún más cuando ha representado la resistencia a las propuestas de rebaja de los salarios, de alza del desempleo y de reducción drástica de los bancos públicos, como formas de reactivar la economía, con todas las concesiones al gran capital privado. Además del debilitamiento del rol de Brasil en los procesos de integración, de recuperación del acercamiento estratégico con Estados Unidos, de entrega de la explotación del Pre-sal a empresas privadas internacionales y de salida de Brasil de los Brics.
 
Por ello la victoria de Dilma –que es, a la vez, una victoria de Lula y del PT– es una victoria de la izquierda, brasileña y latinoamericana. Que, además de evitar los cambios internos e internacionales en la política brasileña propuestos por la oposición, tendrá, entre otras responsabilidades, participar activamente del relanzamiento de Unasur, ahora bajo la Secretaria General del ex-presidente colombiano Ernesto Samper, así como de la concreción de los estratégicos acuerdos firmados por los Brics en Fortaleza, en julio de este año.
 
No por casualidad la apretada victoria de Dilma fue inmediatamente saludada por los presidentes de la región – antes de todo por Cristina, así como por Rafael Correa, Evo Morales, Pepe Mujica, Nicolás Maduro, entre otros. Saben que es una victoria de la corriente de la que todos ellos hacen parte.
 
- Emir Sader, sociólogo y cientista político brasileño, es coordinador del Laboratório de Políticas Públicas de la Universidade Estadual do Rio de Janeiro (Uerj).
 
https://www.alainet.org/pt/node/165092
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