El crecimiento de las desigualdades
16/10/2014
- Opinión
El libro de Thomas Piketty titulado Capital in the Twenty-First Century ha tenido un gran impacto en el mundo académico de habla inglesa, y es probable que lo tenga en el de habla castellana cuando se publique en tal idioma este año (se publicará una versión en catalán esta semana, y otra en castellano el próximo mes). Una causa de dicha notoriedad se debe a que muestra, con gran cantidad de datos, muchas de las falsedades que se han reproducido en la sabiduría convencional del conocimiento económico, donde las creencias neoliberales han sido las dominantes. La gran cantidad de evidencia científica presentada en el libro le da una credibilidad y un rigor que han puesto al pensamiento neoliberal a la defensiva, ya en sí muy tocado por el gran fracaso que la aplicación de las políticas públicas basadas en este pensamiento ha tenido, siendo una de las principales causas de la Gran Recesión (para una mayor discusión del libro, véase mi artículo “El porqué de las desigualdades: una critica del libro de Thomas Piketty, Capital in the Twenty-First Century”, Público, 15.05.14).
Uno de los postulados característicos del dogma neoliberal, destruido por el libro de Piketty, es aquel que sostiene que el capitalismo, sin ningún tipo de regulación pública, no lleva a una mayor concentración de la riqueza. Ha sido y continúa siendo parte del dogma neoliberal creer que el capitalismo, dejado a su propia lógica, sin ningún tipo de intervención pública, se regula a sí mismo reduciendo las desigualdades. Los datos de Piketty desmontan claramente este componente del dogma. Ha sido solo en momentos históricos de gran intervencionismo público (el periodo 1932-1980) cuando las desigualdades de riqueza y de renta han disminuido.
Otro de los postulados del dogma neoliberal, que los datos presentados por Piketty también destruyen, es el que sostiene que las políticas neoliberales (que sistemáticamente favorecen a las rentas altas y a la propiedad del capital) son necesarias para estimular el crecimiento económico y la creación de riqueza. Piketty muestra cómo la tasa de crecimiento económico fue mucho más elevada cuando la carga fiscal al capital y los impuestos a las rentas superiores fueron más elevados (durante el periodo 1932-1980) que después (en el periodo 1980-2008), cuando los impuestos al capital y a las rentas superiores fueron mucho (pero que mucho) más bajos que en el periodo anterior.
Estos y otros componentes del libro explican la hostilidad de los autores y medios neoliberales en EEUU hacia el libro de Piketty. El Wall Street Journal (máximo exponente en EEUU del pensamiento neoliberal) llegó a definir el libro como un “panfleto comunista”. Y es más que probable que la gran mayoría de fórums neoliberales españoles –desde Nada es Gratis a Actualidad Económica- lo pongan verde. En realidad, en Catalunya, el programa neoliberal “Classe d’Economia” (Clase de Economía) de la televisión pública catalana, TV3, protagonizado exclusivamente por uno de los economistas más neoliberales en el país, también intentó cargárselo (sin permitir, por cierto, que voces alternativas cuestionaran elementos de ese dogma neoliberal. La falta de diversidad en este medio y en otro medio público radiofónico, Catalunya Ràdio (que le hace una entrevista a este mismo economista cada dos semanas sobre la situación económica) en áreas económicas es abusiva y antidemocrática en exceso, puesto que no se concede ni el derecho de réplica ni la posibilidad de presentar otras alternativas en tales programas. Tales medios televisivos y radiofónicos, que son financiados públicamente, están claramente instrumentalizados por el pensamiento neoliberal con escasa vocación democrática.
En realidad, una muestra de la derechización de la vida intelectual, política y mediática en España es que el dogma neoliberal continúe promoviéndose en los mayores medios de difusión y persuasión en España, incluyendo Catalunya, a pesar de que la evidencia de su fracaso sea tan robusta y convincente. El libro de Piketty es un documento más, de los muchos que se están publicando ahora, que muestra la gran falsedad de tal dogma, mostrando que “el rey está desnudo”. El hecho de que el libro esté escrito de una manera muy amena y clara se añade a su atractivo.
Algunos puntos débiles del libro de Piketty
Particularmente interesante para aquellos que trabajamos en instituciones académicas a los dos lados del Atlántico Norte –EEUU y Europa occidental- es su crítica a las instituciones académicas estadounidenses, que en sus áreas de conocimiento económico muestran una gran insensibilidad hacia el contexto político que condiciona el fenómeno económico. El énfasis metodológico que domina la producción de dicho conocimiento en aquel país oculta la falta de una visión más completa y acertada de la realidad económica, crítica que podría hacerse a todas las ciencias sociales, y no solo a la economía.
Pero como varios autores hemos indicado (véase mi artículo “No se puede entender el mundo del capital sin entender el mundo del trabajo”, Público, 11.07.14, y también el de David Harvey “Afterthoughts on Piketty’s Capital in the Twenty-First Century” en Challenge, octubre 2014), Piketty parece caer en el mismo error cuando sintetiza todo su trabajo en una fórmula matemática en la que muestra que la rentabilidad del capital (r) es siempre mayor que la tasa de crecimiento de la economía (g). Según él, esta realidad, definida en esta fórmula, es la que ha causado la enorme concentración de la riqueza en el 1% de la población (tanto en todo el mundo como en la mayoría de países capitalistas desarrollados) hecho denunciado por el movimiento Occupy Wall Street, inspirado, a su vez, por el movimiento español del 15-M.
Dicha fórmula matemática, sin embargo, describe pero no explica esta realidad. Como bien señala David Harvey, por qué el capital se está concentrando es la pregunta clave. No es suficiente con escribir que ello se debe a que la rentabilidad del capital crece más rápido que el crecimiento de la economía. Lo que hay que explicar es porqué ello ocurre. Y ahí es donde el contexto político en el que ocurre esta concentración es determinante. No puede entenderse la evolución del capital sin entender su relación con el mundo del trabajo. El periodo post II Guerra Mundial (1945-1980) se caracterizó por un Pacto Social entre el mundo empresarial (propietario y gestor del capital) y el mundo del trabajo y sus instrumentos políticos y sindicales. Tal Pacto dio lugar a que las rentas del trabajo (como porcentaje de las rentas totales) alcanzaran unos niveles elevados (alrededor del 70 al 75%) de la renta nacional en la mayoría de países a los dos lados del Atlántico Norte (EEUU y Europa Occidental). Fue, también, durante este periodo, cuando las políticas fiscales fueron claramente progresivas, con un elevado gravamen en las rentas derivadas de la propiedad del capital. Fue en esta época también cuando el Estado del Bienestar se estableció y expandió, estando su expansión directamente relacionada con la fuerza del mundo del trabajo. A mayor poder de este último, mayor extensión del Estado del Bienestar, siendo los países escandinavos (donde el mundo del trabajo alcanzó mayor poder) el mayor exponente de esta situación.
Este Pacto Social se rompió con la elección como Presidente de EEUU de Ronald Reagan (el gran gurú de los neoliberales) y de la Sra. Thatcher como Primera Ministra del Reino Unido, cuyo objetivo era recuperar el poder del capital a costa del debilitamiento del mundo del trabajo. Alan Budd, el consejero económico de la Sra. Thatcher, lo dijo claramente: las medidas neoliberales tomadas por el gobierno Thatcher “tenían como objetivo aumentar el desempleo, lo cual era muy importante y deseable, a fin de reducir la fuerza de la clase trabajadora…. Lo que hicimos era lo que Karl Marx definió como crisis del capitalismo, que consiste en expandir el desempleo (reserve army), lo que permite la bajada de salarios y el aumento de la rentabilidad del capital a partir de entonces” (The Observer, 21.06.92). Esta fue la causa de que las desigualdades crecieran enormemente. La diferencia entre lo que ingresaba un trabajador promedio y el director delegado de las grandes empresas pasó de ser de 30 a 1 en 1970 a 300 a 1 ahora. Estaba claro que, como bien dijo Warren Buffett, “seguro que hay una guerra de clases (class war) en este país. Y mi clase, los ricos, son los que la están haciendo y ganando diariamente” (New York Times, 26.11. 06). El punto débil de Piketty es que no hace referencia a este contexto político. Analiza la evolución del capital, sin analizar su relación con el mundo del trabajo.
Pero este silencio de Piketty tiene también un coste, pues no hace ninguna referencia a las consecuencias de esta concentración. Es cierto que este autor habla del impacto negativo que tal concentración tiene sobre la salud e higiene democráticas, pues tal concentración afecta y deteriora la calidad democrática de las sociedades capitalistas desarrolladas. Pero, además de ello, esta concentración de la riqueza y de las rentas y el consiguiente aumento de las desigualdades, ha sido una de las mayores causas de la Gran Recesión en la que se encuentran tales países. Tal empobrecimiento del mundo del trabajo creó un gran endeudamiento de la mayoría de las clases populares, que obtenían sus rentas del trabajo, y, más tarde, un grave descenso de la demanda, que es lo que causó la Gran Recesión. La evidencia de ello es abrumadora. El promedio de renta del trabajo pasó de representar el 72% de la renta nacional en los países de los dos lados del Atlántico Norte en los años setenta, a un 61% en el año 2010. En realidad, en España el porcentaje ha sido menor, un 52% (ver mi artículo “Capital-Trabajo: el origen de la crisis actual”, Le Monde Diplomatique, julio 2013). Este enorme descenso determinó la crisis económica, y también causó la crisis financiera, pues la enorme expansión del sector financiero, fruto del endeudamiento generalizado y la escasa rentabilidad de las inversiones productivas (resultado de la escasez de la demanda) potenció el incremento de las inversiones especulativas, creándose el capitalismo del casino, cuyos estallidos originaron la crisis financiera. De esto, Piketty tampoco dice nada. Ahora bien, estos silencios o limitaciones no diluyen la importancia de su texto. Su publicación contribuirá al tan necesario descrédito del pensamiento neoliberal que todavía domina los centros de producción y reproducción del conocimiento económico. Aconsejo su lectura.
https://www.alainet.org/pt/node/164796
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