Sin lavarse las manos, unos cuentos protesta
- Opinión
EL AVE LIRA. En la naturaleza los mejores conciertos los ofrece –gratis- el ave lira que sabe cantar todo lo que quiere, porque todo lo que escucha, lo imita a la perfección. Es tan buen intérprete que es habitual que cuando un macho en cortejo con toda su cola izada canta imitando a la cucaburra, sea una hembra de esta especie la primera en aparecer. Igual que imita la música de la naturaleza, es capaz de imitar otros sonidos.
En Australia, su hábitat, cada vez más mermado por los intereses de las empresas forestales y ganaderas, imita a la perfección el sonido de la motosierra.
EL SAPO. En los años 30, en el estado de Queensland, al noreste de Australia los agricultores productores de caña de azúcar estaban en guerra contra un escarabajo que se les zampaba toditas las cosechas. Después de probar con muchas medidas recurrieron al armamento biológico más moderno del momento. Importaron el Sapo Gigante de Centroamérica, un gran devorador de escarabajos. La plaga la vencieron, pero el vencedor se hizo plaga, y desde entonces hay sapos colonizando el nuevo continente.
Los sapólogos, o estudiosos de los sapos, han analizado la evolución de esta especie descubriendo que sus mutaciones y adaptaciones no han llegado para mejorar sus capacidades de supervivencia y de reproducción, como diría Darwin, sino para mejorar sus condiciones de expansión. A cada nueva generación de sapos se les alargan las patas traseras, como si imitaran a los canguros autóctonos. Saltan más lejos, llegan más lejos, y conquistan mejor; pero en cambio sufren de artritis, lumbalgias y de infertilidad. Si hubieran llegado con la chequera en el bolsillo hubiera pensado que hablaban de otra especie invasora, ávida por comprar las mejores tierras agrícolas.
EL CUCO. Cuando le oyen llegar, en la primavera, el espanto entre las aves menores es generalizado. Su cu-cu que resuena en todo el bosque es el aviso de que ese pájaro holgazán ya está buscando un nido donde dejar –a pensión completa- a sus criaturitas. Paul, campesino de Lekeito, explica que ― es importante el cómo y cuándo escuchas tú primer cu-cu del año. Si en ese momento de aviso llevas dinero en tu bolsillo tendrás un buen año de cosechas y de frutos… si no, pues no.
Paul, además de naturalista aficionado, tiene entre ceja y ceja a todos aquellos organismos, sistemas económicos, políticas neoliberales o capitalistas, multinacionales de la alimentación… que hacen del campesinado como el Cuco hace con sus anfitriones: engordar a base de sus esfuerzos, crecer gracias a lo que ellos te dan [o les quitan], para al final de una patada echarlos de su propio nido. Y aunque los cucos son más grandes, Paul y sus compañeras y compañeros de
¿Cómo hacen para comunicarse cascara a cáscara la fecha y hora precisas de la eclosión comunal? En primer lugar –cuentan los estudiosos- aunque los huevos de arriba del nido, más calentitos, se desarrollan antes, los de abajo palpitan su metabolismo más rápido para estar crecidos por igual. En segundo lugar, el aviso de ―ya podemos salir, a la una, a las dos y a la de tres, es un palpitar más rápido de sus corazones embrionarios, que todas escuchan, entienden e interpretan. Las tortugas sin teléfono enseñan que la solidaridad nace y se hace con latidos de corazón.
- Gustavo Duch Guillot es autor de Lo que hay que tragar y coordinador de la revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas. http://gustavoduch.wordpress.com/
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