La matriz de la crisis

19/10/2011
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“Nunca la parte se explica por sí sola,
tiene sentido dentro del todo”.
 
 “Cuando el dedo del sabio señala la luna,
el tonto mira el dedo” (Proverbio chino).
 
No se soluciona la crisis si no se conocen y erradican sus causas
 
Está visto cuál va a ser el resultado de las próximas elecciones si atendemos a las encuestas. El PP barre y se lleva la mayoría absoluta. Falta, sin embargo, el veredicto último de las urnas. Si al final es así, ese será el resultado querido por los españoles.
 
Hay hartazgo del PSOE y de Zapatero, como lo habría de cualquier otro Gobierno que le hubiera tocado la crisis. La desgracia se asocia a quien gobierna – y de ventilar eso se cuidan los adversarios políticos- y se cree que se resuelve con echarlo fuera. Ese es el requepetido mensaje del PP: la culpa de todo Zapatero. Y, en tiempos de crisis, eso cala. Las cosas han ido a peor, es cierto. Pero, cebarse con saña en Zapatero como único responsable, es simplismo y engaño.
 
El PP no ha entrado a explicar las causas de las crisis ni su propia responsabilidad, ni lo hará. La conyuntura le es propicia y le basta con alzar hasta las nubes los males que padecemos y que, por rara evidencia, son causados por Zapatero y su Gobierno: cinco millones de parados, congelación de las pensiones, subida de impuestos, injustas reformas y recortes, cierre diario de centenares de pequeñas empresas, etc. ¿Causas? Una: Zapatero.
 
Y tras esa aplaudida creencia, duermen en la oscuridad las causas que han generado la crisis, los responsables de ella y las propuestas que harían posible su solución. Para eso no hay lugar ni momento. Lo decisivo es cambiar, aunque no se sepa en qué, ni para qué.
 
Analistas de gran prestigio, y que han comprobado esto en otras naciones y situaciones, lo anuncian hace tiempo: el cambio es necesario pero no basta, el cambio por sí solo no trae la solución, no habrá creación de empleo porque no hay consumo ni inversores.
 
El fracaso del sistema neoliberal globalizado
 
Estamos en un momento histórico nuevo, donde ningún partido sólo tiene la solución y ninguna nación o imperio ofrece solución. Nuestro sistema neoliberal globalizado no tiene valores internos que le puedan hacer torcer el rumbo o limitar sus efectos inicuos, es como un avión en la pista que ha sobrepasado el punto crítico y acaba estrellándose. Somos víctimas de un modelo consumista y depredador, que degrada nuestro estilo de vida y nos hace someter a los demás seres. La máquina tecnológica, alimentada por la codicia y el dominio, es destructiva de todo, ejerce tal violencia sobre el planeta Tierra, que nos preguntamos sobre el límite de su sustentabilidad. Hemos experimentado hasta qué extremos este modelo nos lleva a un enfrentamiento de unos y otros, de los que están dentro y los que están fuera.
 
El fracaso de la Liga de las Naciones (1914-1918) y de las Naciones Unidas (1939-1945), está forzando una nueva articulación de pueblos y civilizaciones
 
La crisis es, pues, del sistema, de un modo de civilización que dura ya cuatrocientos años y que es incapaz de rehacerse y superar la contradicción fundamental de la injusticia mantenida hasta ahora por quienes están empeñados en dividir y contraponer y en no seguir los principios de un nuevo modelo que relaciona, incluye y compone todo con todo. Y no aparece como improbable una catástrofe ecológica por la ruptura de algún eslabón importante del equilibrio sistémico del planeta Tierra.
 
Rumbo a una nueva sociedad mundial
 
Caminamos rumbo a una nueva sociedad mundial, la primera de la humanidad unificada. Todos venimos de un gran exilio, aislados en las culturas regionales y en los límites de estados-naciones. Lentamente estamos regresando a la casa común, la Tierra, y nos descubrimos como familia humana. El derrocamiento del viejo sistema nos llevará a un nuevo Pacto Mundial de sobrevivencia y fraterna convivencia. Las diversidades coexistirán y convergerán en la busca del Bien Común de todos, aposentados en las raíces de la lógica del corazón y del cuidado de unos con los otros. Esa nueva sensibilidad fraguará la ética sobre los valores de la justa medida y del cuidado esencial.
 
Este es el marco global, imprescindible para entender la crisis particular de cada nación, en la que finalmente aparece la gran farsa del desfase entre el capital productivo (cerca de treinta y cinco trillones de dólares) y el capital especulativo (entre ochenta y cien trillones). Es una locura que un país, con todos los adelantos que se quiera, por ejemplo Estados Unidos, que representa un porcentaje demográfico de un 7 %, posea casi 1/3 de la riqueza de la humanidad y mantenga inmutable su política de la desigualdad con un presupuesto militar anual (más de 700.000 mil millones de dólares) que supera el resto de todos los países y una dominación superplanifica con más de 800 bases en el mundo.
 
Matriz de la crisis: una política internacional dominadora
           
Pero, nuestra ingenuidad, seguramente a muchos, les hará sonreir y no les impedirá encasillar el análisis de la crisis dentro del horizonte exclusivo del propio país. ¡Como si los 50.000 mil millones de dólares que viene costando trimestralmente la guerra del Irak a EE. UU. y los incontables miles y miles de millones para proseguir su guerra de invasión en Afganistán, manteniendo allí a centenares de miles de soldados, en buena parte mercenarios, y su deuda exterior de 15 billones de euros, nos fuera indiferente y no repercutiera negativamente en el seno de la vida individual, familiar, social, cultural, económica y política de nuestro país! La locura bélica, en la que estamos metidos, nos parece está lejos y no parece afectarnos mucho, pero en realidad es la causa primordial de la crisis y de nuestros males.
 
¿Qué análisis hacen los partidos políticos sobre este contexto global de la crisis, de sus causas y consecuencias, y qué van a exigir a sus más directos responsables?
 
 Ningún pueblo puede construir su historia a base de ignorar o someter a otro. Todos los pueblos tienen una misma dignidad y unos mismos derechos. Son principios de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
 
Atentos a este análisis, muchos se preguntan si el PP, probable titular en el nuevo Gobierno, será capaz de cuestionar la política exterior de EE. UU. y distanciarse de ella o la secundará sumisamente como otros muchos gobiernos. En tal caso, las causas profundas de la crisis quedarán sin remover y no habrá solución veraz y duradera, porque quien manda manda y seguirán imponiendo su política tal cual hace tiempo han declarado sus ideólogos: “Poseemos cerca de la mitad de la riqueza mundial. Nuestra tarea principal consiste en diseñar sistemas de relaciones que nos permitan mantener esta posición de disparidad sin ningún detrimento positivo de nuestra seguridad” (George Kennan, jefe en su tiempo del grupo de Departamento de Estado). ”El destino nos ha trazado nuestra política: el comercio mundial debe ser y será nuestro...Cubriremos los océanos con nuestros barcos mercantes... La le ley americana, el orden americano, la civilización americana y la bandera americana se plantarán en lugares hasta ahora sepultados en la violencia y en el oscurantismo” (Alberto J. Beveridge, uno de los máximos exponentes de la ideología del Destino Manifiesto).
 
Concuerda esto con las palabras del estadounidense Noam Chomsky, figura insigne de la lingüística del siglo XX, socialista libertario, gran crítico de la política exterior de EE. UU. y a quien el New Yort Times denomina ´el más importante de los pensadores cotemporáneos`: “Cuando en nuestras posesiones se cuestiona la quinta libertad (libertad de saquear y explotar) los Estados Unidos suelen recurrir a la subversión, al terror o a la agresión directa para instaurarla”.
 
 O sea, que la matriz de la crisis no está propiamente en el área más inmediata de nuestro país, sino en el área escondida de la política internacional, capitaneada hasta ahora de cara a nosotros por Estados Unidos. Europa, aún débil y desunida políticamente, representa a través del Euro una amenaza para la prepotencia del Dólar. Más que por un proyecto de igualdad y humanismo, basado en el respeto y cooperación recíproca, la pugna es por un proyecto hegemónico estadounidense basado en la dominación tal como aparece en el Destino Manifiesto. Obama, a quien muchos admiramos por sus nobles razones y metas, tiene el cargo pero no el poder. El poder, que lo rodea y paraliza, le llega desde la herencia económico-cultural de un imperialismo hoy obsoleto, pero muy arraigado en las costumbres, procedimientos y estructuras de una buena parte de la sociedad estadounidense.
 
Ignorar este marco de la crisis y no explicarlo a los ciudadanos es encerrar la política en un horizonte irreal, dejando sin explicar la realidad de la crisis y haciendo creer a la gente soluciones que no serán veraces y que, a no mucho tardar, se descubrirán en todo lo que tienen de engaño, oportunismo y cobardía. Sufriremos, con algún terror, los desmanes de este psunami neoconservador.
https://www.alainet.org/pt/node/153430
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