La historia de 1.000 euros
16/02/2011
- Opinión
Tenía todo el proyecto de la nueva quesería a punto, tan sólo me faltaban comprar algunos utensilios pero ya no me alcanzaban mis ahorros agotados. Los últimos años habían sido pésimos para mi pequeña explotación de vacuno. En nuestra zona dos grandes marcas controlan toda la compra de leche y marcan unos precios cada vez más bajos. La subida de precios de los cereales para el pienso, me remató. Cuanto más producía, más perdía.
Pensé que siendo un emprendimiento que generaría al menos un par de puestos de trabajo, la administración me apoyaría. En el Departamento de Agricultura al que solicité una ayuda de mil euros, me dijeron que «no, nos quedan fondos para esto. Con los recortes, el presupuesto de subvenciones se ha volatilizado». El técnico irónico resolvió que «seguramente, esos fondos estarán reflotando algún banco».
Bien, pues si el dinero voló hacia algún banco, me dirigí a algunos de ellos. Quizás, esos mil euros recién llegados, estarían disponibles. Pero no, me dijeron en varias sucursales, «no tenemos liquidez, y no podemos arriesgarnos a proyectos como el suyo».
Volviendo a casa no podía dejar de preguntarme, entonces ¿qué hacen los bancos con todo lo que se les entrega para sanearles? ¿A qué lo dedican? Pensé en los salarios de los directivos, pero tenían que existir otros destinos. Así que al día siguiente visité otras sucursales bancarias con otra estrategia y les consulté sobre mil euros que tenía ahorrados. ¿Dónde los podía invertir?
Tuve varias propuestas. En la primera entidad me ofrecieron un fondo de inversión ligado a la agroindustria, de forma que invertiría en alguna de las mejores empresas agroalimentarias del sector que –seguro- cotizarán a la alza. En la segunda me presentaron un fondo ligado a los cereales. «Es un buen momento, con las sequías y el aumento de la demanda, el precio del grano está subiendo como la espuma», comentó el empleado.
Entendí muchas cosas: mil euros de los fondos públicos que podrían reactivar economías locales, son mil euros para aumentar el poder de las agroindustrias que, colosos del monopolio, me estrangulan; o son fondos especulativos que me arruinan aumentado mis costes de producción.
NOTA: Ayer recibí una comunicación del Departamento de Agricultura. Tengo que pagar una sanción por haber vendido leche directamente a clientes sin todos los permisos. Importe a pagar: mil euros.
Gustavo Duch Guillot es autor de Lo que hay que tragar y coordinador de la revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas.
https://www.alainet.org/pt/node/147618
Del mismo autor
- Renovables, ¿no, gracias? 04/03/2021
- ¿Otra revolución verde? (1/2) 26/01/2021
- Los holobiontes 16/12/2020
- Panfleto para la DesCivilización 01/12/2020
- Compra pública para ayudar, para transformar 23/10/2020
- El colapso de la soja (3/3) 07/10/2020
- Las fábricas de la soja (2/3) 29/09/2020
- Los trenes de la soja 23/09/2020
- España: Soberanía rural 30/07/2020
- La huertocracia 01/07/2020