Mensajes del primero de mayo

02/05/2010
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Ni en sus mejores sueños se imaginó Javier Lozano Alarcón ser el personaje central en las diversas movilizaciones obreras y populares del primero de mayo, tanto en la capital de la República como en otras ciudades.
 
Los discursos, pancartas, octavillas, cartulinas y coros de los trabajadores de la ciudad y del campo, tanto del sindicalismo independiente como del agrupado en el Congreso del Trabajo, que se pronunciaron por separado, convergieron en el rechazo a la iniciativa para reformar la Ley Federal del Trabajo, elaborada en la secretaría que conduce el abogado y experto en telecomunicaciones, pero bajo la directriz de Felipe de Jesús Calderón Hinojosa.
 
Fue en el Zócalo capitalino donde a iniciativa del secretario general del Sindicato Mexicano de Electricistas, Martín Esparza Flores, se entiende que consensada, se votó a mano alzada por la multitud la renuncia y el “desafuero” del egresado del Conservatorio Nacional de Música, otrora colaborador de diarios y revistas (en opera y música clásica), y pianista.
 
Pero la sensibilidad indispensable para cualquier actividad artística no aparece por ningún lado en el quehacer público –donde más se requiere-- y profesional del funcionario de 47 años que empezó por tejer sueños como aspirante a la candidatura del Partido Acción Nacional a la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal y, conforme suscita el creciente rechazo de los asalariados y sus disminuidas representaciones sindicales, de plano sólo le interesa la candidatura presidencial.
 
Sería un formidable candidato del PAN. Entre otras razones porque ayudaría como nadie a polarizar en el terreno político-electoral, que es en el que se puede producir la disputa por el rumbo del país, el ancho mundo del trabajo y el estrechísimo del gran capital.
 
Los aliados del sindicalismo corporativo con el panismo en Los Pinos –desde los tiempos en que allí despachaba la grotesca y corrupta pareja presidencial--, tomaron clara distancia al propinar una inusitada rechifla generalizada al actor de la multimillonaria historieta Coopelas o cuello, aún no dilucidada legalmente, quien “actúa como militante de su partido”, además de que “quiere dejar hueco el artículo 23 constitucional” y “ofrecer al mejor postor los derechos de los trabajadores”.
 
Jamás aceptaremos una reforma laboral regresiva, prometió Beatriz Elena Paredes Rangel a sus compañeros del CT. Hechos necesitan los asalariados con la más baja tasa de sindicación en siete décadas; una persistente caída del poder adquisitivo del salario a partir de 1982, y pronunciada con los gobiernos de las Camisas azules, manos negras; una embestida contra los sindicatos y los trabajadores acaso sin precedente; la extraordinaria multiplicación de los sindicatos blancos, de protección; la precarización del trabajo y una iniciativa de ley de la bancada del partido del “bien común”, el blanquiazul, para darle carta de legalidad al retroceso.
 
Todo indica que la suerte del proyecto oficialista, bajo el garlito de la nueva cultural laboral, enarbolado desde que Carlos Salinas de Gortari ocupaba la Presidencia de la República --gracias a la alianza transexenal con el Prian, el Ejército,la jerarquía católica y el narcotráfico--, tendrá la misma que entonces.
 
Los varios mensajes que encierran las movilizaciones obreras y populares mexicanas –así como las protagonizadas en 80 ciudades estadunidenses y que estuvieron marcadas por el repudio a la ley Arizona--, no debieran ser ignorados por las autoridades, salvo que persistan en el nada aconsejable riesgo de multiplicar los síntomas de la ingobernabilidad que --como explican expertos al reportero Patricio Cortés Cruz en Forum demayo-- ya desplomaron la gobernabilidad.
 
Utopía 819
https://www.alainet.org/pt/node/141051
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