Integración de los pueblos en diseño de estrategia de lucha anti antimperialista
- Opinión
I. Introducción
Hace 10 años, específicamente el 20 de junio de 1997, presenté un trabajo ante un grupo de jóvenes brigadistas que se proponían viajar para realizar trabajo voluntario en la hermana república de Cuba como parte del Contingente Juan Ríus Rivera. Entonces sometí ante la consideración de ellos un trabajo que titulé Las Nuevas Perspectivas en el diseño de una estrategia de lucha anti imperialista: una reflexión en desarrollo. En él procuré ofrecer una perspectiva sobre la vigencia del pensamiento marxista en el contexto de la lucha anti imperialista y anti capitalista procurando rescatar en el mismo su esencia y proponiéndome, además, presentar ante los jóvenes un referente distinto desde el cual aproximarnos en los nuevos retos que la lucha anti imperialista imponía para los pueblos al cierre de un siglo.
La oportunidad que me brinda el Décimo Aniversario de la fundación del Partido Nueva Alternativa y las conferencias relacionadas con mi participación en este evento, la cual conocen bien, agradezco de todo corazón, me permite actualizar elementos que entonces planteara, sobre todo a la luz de la pasada década.
Una vez más, quisiera que mis palabras sean evaluadas, no como letra escrita en piedra, sino como parte de una nueva reflexión dentro de un análisis en continuo proceso de revisión a la luz de los cambios ocurridos día a día en la correlación de fuerzas entre el capital y las luchas de nuestros pueblos.
II. Un punto de partida necesario
Desde el punto de vista histórico, la palabra imperialismo la hemos estudiado en diferentes contextos. Durante la antigüedad, la asociamos con aquellas grandes civilizaciones que, mediante el uso de la fuerza de trabajo esclava, desarrollaron aquellos grandes imperios como fueron los casos de las civilizaciones egipcias, babilónicas, asirias, persas, griegas, cartagineses, fenicias, romanas, etc.
En
Esta noción de imperialismo, sin embargo, es distinta a aquella que nos compete discutir a la luz del desarrollo del capitalismo como modo de producción fundamental en los pasados siglos.
El imperialismo en un sentido histórico más reciente es el producto de una época particular, la época del capitalismo. Desde una perspectiva teórica marxista leninista, tanto el capitalismo como el imperialismo, fueron objeto de estudio y análisis meticuloso por parte de Carlos Marx. Federico Engels y Vladimir Ilich Ulianov. Sin embargo, las características que asume hoy el capitalismo como el imperialismo no son necesariamente las mismas que asumía cuando fuera analizado por éstos.
Marx y Engels, al formular una teoría que sirviera de instrumento para interpretar el desarrollo de las sociedades habidas a lo largo de la historia, recurrieron a la aplicación de las leyes de la dialéctica materialista al análisis de la historia. En estos, identificaron lo que consideraron era la fuerza propulsora de los grandes cambios y transformaciones sociales: la lucha de clases. Lo hicieron tomado en consideración fundamentalmente la experiencia europea. Marx y Engels definieron en sus análisis, a partir del modo de producción fundamental que identificaron en distintos períodos históricos, las siguiente etapas: comunismo primitivo, esclavitud, feudalismo, capitalismo y comunismo moderno.
Lenin, partiendo del marco teórico establecido por Marx y Engels, señala, sobre todo a partir de su trabajo El Estado y
En su obra El Imperialismo, fase superior del Capitalismo, Lenin indica que el capitalismo ha tenido dos etapas: la primera, aquella analizada por Marx en su época y la segunda, a la cual él le adjudica el nombre de imperialismo, la identifica surgiendo entre los años 1898-1900. De hecho, le adscribe a
En su trabajo publicado en 1916 titulado El Imperialismo y a escisión en el Socialismo, Lenin indica que el imperialismo responde a una etapa histórica del desarrollo del capitalismo el cual tiene tres peculiaridades: “el imperialismo es: 1) capitalismo monopolista; 2) capitalismo parasitario o en descomposición; 3) capitalismo agonizante.” Al identificar lo que es la esencia del imperialismo, indica además, que la misma reside en la sustitución de la libre competencia por el monopolio. Sobre este último señala:
“El monopolio se manifiesta en cinco formas principales: 1. carteles, sindicatos y trusts; la concentración de la producción ha alcanzado el grado que da origen a estas asociaciones monopolistas de los capitalistas; 2. situación monopolista de los grandes bancos: de tres a cinco Bancos gigantescos, manejan toda la vida económica de los EE. UU..., de Francia y de Alemania: 3. conquista de las fuentes de materias primas por los trusts y la oligarquía financiera (el capital financiero es el capital industrial monopolista fundido con el capital bancario); 4. se ha iniciado el reparto (económico) del mundo entre carteles internacionales...La exportación del capital, como fenómeno particularmente característico, a diferencia de la exportación de mercancías bajo el capitalismo no monopolista, guarda estrecha relación con el reparto económico y político-territorial del mundo;
Para Lenin, ese imperialismo es una etapa agonizante del capitalismo “en transición hacia el socialismo”. Finalmente, nos advierte, que un elemento distintivo de esta época será la tendencia entre los distintos estados imperialistas a disputarse los mercados por medio de conflictos bélicos ante la realidad de que ya el mundo ha quedado totalmente dividido en esferas de influencia por aquellos que arribaron a esta etapa imperialista con mayor anterioridad.
La creencia de que el imperialismo era la última fase del desarrollo capitalista llevó a no pocos debates ideológicos durante comienzos del siglo XX. Dentro de estos debates cabe mencionar los ocurridos en el seno de
También podemos mencionar los debates en torno al surgimiento de
Los sucesos ocurridos en Rusia en 1917 cambiaron el curso de la historia y sus debates. Allí donde el imperialismo manifestaba sus características de mayor atraso en la cadena imperialista; donde la monarquía y la clase capitalista rusa se encontraba a su vez subordinada al capital de otras potencias imperialistas; donde el atraso social, cultural y económico de la población superaba la realidad de lo que constituían esas premisas de desarrollo en otras grandes potencias capitalistas; y donde sin lugar a dudas, existía la mayor diversidad y conflicto entre naciones y nacionalidades integradas dentro de un estado político capitalista, se produciría la primera revolución socialista triunfante en el Siglo XX.
Posiblemente esta fue la primera experiencia en el Siglo XX que nos ilustra el por qué el diseño de las revoluciones sociales nunca debe quedar sujeto a los moldes rígidos, dogmas o paradigmas infranqueables con los que algunos teóricos políticos pretenden limitar las mismas.
El análisis hecho por Marx y Engels del modo de producción capitalista y sus propuestas de cambio social y económico revolucionarios tuvieron que ser puestos al día por Lenin, no solo en el contexto del nuevo desarrollo del capitalismo, sino también, en el contexto particular de
A riesgo de un salto histórico en el desarrollo de los procesos políticos y sociales, traemos esta discusión sobre la experiencia de Lenin en el análisis con algunas particularidades para así explicar el por qué, al momento de analizar hoy nuestra realidad dentro un mundo cambiante que a su vez no supera sino profundiza las desigualdades que heredó el capitalismo y aquellas otras que desarrolló y maximizó, es necesario también evaluar las nuevas condiciones prevalecientes. Es a base de ellas y no a base de fórmulas posiblemente superadas, sobre las cuales debemos identificar nuestras actuales propuestas de cambio y transformaciones revolucionarias.
III. Otras aproximaciones en el debate
En 1996 el Dr. Santos Negrón, reputado economista puertorriqueño, publicó un trabajo elaborado para el Club Roma, Capítulo Puertorriqueño, bajo el título Análisis de
“... la obsolescencia de la función empresarial; la destrucción de la capa protectora formada por la clase aristocrática y las instituciones de la sociedad pre capitalista, que jugaban un papel integrador en el gobierno del sistema; la destrucción del marco institucional de la competencia atomística y los mercados libres debido a la progresiva monopolización de las industrias; y la hostilidad creciente de las fuerzas anti capitalistas: el Estado (en forma de contribuciones altas a los negocios), las uniones y las cortes con sus exigencias salariales y sus acciones anti monopolísticas respectivamente.”
Dentro de esta camada de nuevos analistas y estudiosos defensores del desarrollo de las conformaciones que adoptan las nuevas sociedades capitalistas hasta nuestros días, merece la pena referirnos con particular interés a los libros elaborados por Alvin y Heidi Toffler, particularmente la trilogía conocida como
La Segunda Ola fue una criatura de la Revolución Industrial y se extiende hasta mediados de la década de 1950 cuando se comienzan a introducir los ordenadores, y por primera vez, en Estados Unidos, el número de empleados y los trabajadores de los servicios superaron en número a los obreros manuales. De acuerdo con Toffler, los elementos básicos sobre los cuales descansa el modelo implantado en esta Ola son los siguientes:
(A) Uniformización: sistemas de distribución; el Taylorismo; tamaño de las máquinas, productos y procesos; dinero; precios, etc.
(B) Especialización: separación entre el poseedor de conocimientos y el cliente; la profesionalización de las funciones, etc.
(C ) Sincronización: no se podía permitir que las máquinas costosas permanecieran ociosas durante parte del tiempo pudiendo encontrarse en producción. Por lo tanto, se impone en el ser humano el hábito de medir el tiempo, se generaliza el uso del reloj y la sirena en los centros de trabajo; se crean los horarios en los sistemas de transportación, en las escuelas, actividades comerciales, etc.
(D) Concentración: concentración de la energía, de la población, del trabajo a través de la creación de grandes fábricas, cárceles, manicomios; surgen las grandes corporaciones, monopolios, y trusts.
(E) Maximización: se eleva a nivel el principio de todo lo “grande” es “eficiente”.
(F) Centralización: se centraliza la información, los sistemas de dirección de las empresas; se centraliza el aparato estatal; se centraliza el poder de las distintas ramas del gobierno; se centraliza la banca y se regula el sistema financiero, etc.
‘...las naciones de la tercera ola venden al mundo información e innovación, gestión, cultura y cultura popular, tecnología, punta, programas informáticos, educación, adiestramientos, asistencia sanitaria y servicios financieros y de otro tipo...”
En este último renglón, se incluye la venta de protección de unos estados a otros, así como la venta de tecnología militar. En lugar de información, especialización sincronización, concentración, maximización y centralización, características de
Para conseguir tal propósito, se postula que los cambios tecnológicos constantes y la heterogeneidad pasen a cumplir un rol determinante en las nuevas organizaciones sociales. Para esto, los sistemas de intercambio de información, bancos de datos, ordenadores electrónicos en constante revolución, serían los instrumentos esenciales para el desarrollo.
El avance de la tecnología acorta las distancias entre unos países y otros, entre unos individuos y otros, lo que tiende a ir definiendo un nuevo mapa de lo que constituirá la sociedad futura y la manera en que los diferentes estados se relacionarán unos con otros.
Sin embargo, tratándose de un mundo que no ha evolucionado igual en todas sus partes; es decir, a partir del reconocimiento de la existencia de un mundo trisecado, un mundo que en palabras más conocidas para todos nosotros, el desarrollo del modo de producción capitalista ha estado expuesto precisamente a un desarrollo desigual, es lógico suponer que dichas diferencias repercuten y ciertamente continuarán repercutiendo en lo que son las relaciones entre los individuos y las relaciones entre los diferentes Estados.
La tendencia de esta Tercera Ola, utilizando los términos de Toffler, es la tendencia hacia la integración económica del mundo, aunque contradictoriamente, cada vez sus partes más pequeñas tiendan a jugar un rol cada vez más importante en los procesos de integración. En este proceso, claro está, el concepto integración adquiere significados diferentes en dependencia al proponente de la propuesta integradora.
El análisis del desarrollo del capitalismo de finales del siglo XIX como también aquel del comienzo y desarrollo del siglo XX, nos convoca a nuevas reflexiones en la búsqueda de nuevas estrategias de lucha.
En la primera década del siglo XXI no es correcto, si queremos formular propuestas revolucionarias que nos lleven a retomar una propuesta de socialismo que responda a las nuevas condiciones que heredamos del pasado siglo, hablar con el mismo discurso de hace cien años.
Hoy en la lucha de nuestros pueblos, aún con los avances de la luchas políticas en los pasados años, particularmente en América Latina, no podemos hablar de que asistimos históricamente hablando a un proceso que anuncia la muerte final del capitalismo.
IV. La nueva estructuración del capital
Lo que para Toffler es el comienzo de
Durante varias décadas siguientes los movimientos de liberación nacional en los países coloniales en tales continentes alcanzaron importantes victorias, accediendo la mayoría de ellos a su independencia nacional. En algunos casos, además, a la independencia nacional, siguió el establecimiento de relaciones de producción basadas en políticas nacionales anti imperialistas, anti capitalistas y en defensa de la soberanía nacional de sus pueblos.
Al calor también de dicho proceso de Guerra Fría, junto a las profundas derrotas sufridas por imperialismos como el francés, el belga, el holandés y el estadounidense, se acumularon profundas desviaciones, errores en la conducción del país y de la economía, de
El resultado de la restauración del capitalismo en estos países debilitó en el plano ideológico la lucha por el socialismo, no solo en dichos países, sino en países como los nuestros donde la propuesta de socialismo a nuestros pueblos en no pocas ocasiones tenía como referente las conquistas alcanzadas por los países del llamado campo socialista. El resultado fue el avance desde un mundo llamado “bi polar”, a un mundo denominado “unipolar”, sostenido en la ideología del capitalismo y desde el punto de vista económico, globalizado.
Algunos autores como Octavio Ianni, en su libro Teorías de
“...sugiere una transformación cuantitativa y cualitativa del capitalismo, más allá de sus fronteras y subsumiendo formal o realmente todas las otras formas de organización social y técnica del trabajo, de la producción y la reproducción ampliada del capital. Toda economía nacional, sea cual sea, se vuelve provincia de la economía global. El modo capitalista de producción entra en una época propiamente global, y no internacional o multinacional. Así el mercado, las fuerzas productivas, la nueva división internacional del trabajo, la reproducción ampliada del capital, se desarrolla en escala mundial. Una globalización que, progresiva y contradictoriamente subsume real o formalmente otras y diversas formas de organización de las fuerzas productivas, y abarca la producción material y espiritual.”
Al internacionalizarse el capital y lograr penetrar sin mucha dificultad dentro de las fronteras de los llamados “estados nacionales socialistas”, estas economías comienzan a convertirse en las nuevas fronteras de negocios, inversiones, asociaciones de capitales, transferencias de tecnologías y otro tipo de operaciones que promueven y facilitan la reproducción del capital a escala mundial. Si bien dicha penetración de capital no ha ido en dichos países acompañada de cruentas guerras entre los principales estados imperialistas por el control de esferas de influencia como en el pasado; como dice Lowell Bryan y Diana Farrell hablando desde una perspectiva del capitalismo neo liberal en su libro Market Unbound, sería “ingenuo”(naive) creer que estos cambios serán incruentos (bloodless). Indican también estos autores que uno de los primeros efectos de esta globalización de los mercados, es que permite a los gobiernos nacionales un endeudamiento mayor, sin precedente en tiempos de paz, donde los déficit acumulados terminan afectando gravemente la capacidad fiscal del Estado para atender los programas sociales dirigidos a la población, incluyendo pensiones, cuidado de salud, asistencia social y desempleo. Es precisamente esa indisposición del Estado a asumir sus responsabilidades sociales en estos extremos uno de los mayores detonantes capaces de implosionar serios conflictos en tales países.
Aunque el sistema capitalista aún mantiene a escala mundial carteles nacionales, ya los mismos no son determinantes para la expansión del propio capital. Ahora son las instituciones, organizaciones, y corporaciones multilaterales, transnacionales, o propiamente mundiales, las que dictan el paso de las economías, aún por encima de los gobiernos nacionales.
Al ser internacionalizado por éstas el capital, se internacionaliza también el proceso productivo. Sin embargo, a diferencia de antes, lo que se internacionaliza es el capital global y no el capital de un país en particular.
Nos dice Ianni, Op. Cit. haciendo referencia a José Carlos de Souza Braga, en su libro A financeirazacao de riqueza, “las finanzas dican el ritmo de la economía...El predominio financiero – la financierización– es expresión general de las formas contemporáneas de definir, gestionar y realizar la riqueza en el capitalismo...”
Es precisamente de esta premisa teórica que parte Paul M. Sweezy en su escrito titulado The triunf of Financial Capital (El triunfo del capital financiero), según citado por Ianni, cuando dice:
“El locus del poder económico y político se dislocó debido a la ascensión del capital financiero. Se ha dicho, en especial por radicales [cuidado con el uso del término] que el lugar del poder en la sociedad capitalista estaba en los escritorios de las centrales de unos cuantos centenares de corporaciones multinacionales gigantescas. Ahora que no hay duda acerca del papel de estas entidades en la asignación de los recursos y otras actividades correlacionadas, pienso que hay que agregar una consideración que merece ser enfatizada. Los ocupantes de estos escritorios centrales están ellos mismos, en creciente medida, constreñidos y controlados por el capital financiero. En otras palabras, el poder real no está totalmente en los escritorios de las corporaciones sino en los mercados financieros. Lo que es válido para los directores de corporaciones también lo es para los que controlan el poder político (nacional). Cada vez más, ellos también son controlados por los mercados financieros en lo que pueden y en lo que no pueden hacer.”
Sin embargo, a pesar de lo anterior, el hilo conductor a través del cual hoy sigue expresándose el señorío del capital financiero lo constituye o constituyen el (los) conjunto(s) de estados-nacionales desde donde sus redes se extienden, tanto hacia otros estados-nacionales como es el caso de aquellos países más desarrollados, como sobre sus propias clases trabajadoras en todos los casos.
En estos últimos, los efectos los vemos además directamente en el desenfreno de las clases dominantes por limitar cada vez más el rol económico del Estado en las diversas funciones del proceso productivo condenándolo, bajo consignas neoliberales de privatización, a la posición del Estado como un mero facilitador de la empresa privada, a la par que busca a través de él, implantar a cambio de llamadas sutilmente “reformas”, dirigidas a desreglamentar actividades que protegen o resguardan derechos de los trabajadores; facilitar mecanismos de explotación de la fuerza de trabajo; la eliminación de subsidios gubernamentales a la población; y la eliminación de las conquistas laborales alcanzadas por los trabajadores a través de largos años de luchas.
Detrás de la privatización de los servicios públicos y de la adopción de estas medidas neoliberales, el capitalismo en estas naciones-estados, persigue encontrar la fuente de la eterna juventud que le permita renovarse constantemente y aún más, perpetuarse.
A nivel de los países más desarrollados, mediante instituciones como el Fondo Monetario Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial, entre otros, se somete a la voluntad de unos cuantos las economías de los países en vías de desarrollo, e incluso, las economías de aquellos países que hace apenas una década eran países dentro del llamado “campo socialista, quedando así agrietada, comprometida y sometida la soberanía política de los mismos.
Pero como ocurrió antes durante el proceso de forcejo inicial del imperialismo, cuando algunos países desean entrar en competencia con aquellos que arribaron primero históricamente hablando al desarrollo pleno del sus propias economías, la lucha por la hegemonía sigue su curso; un curso ininterrumpido en la historia, reproduciendo situaciones similares en esta competencia, aunque en ocasiones revestidas de formas más sutiles.
Por eso no podemos perder la perspectiva de que, aún dentro de lo parecido que pueda resultar la situación, la realidad es que estamos ante escenarios diferentes. El imperialismo ha hecho sus ajustes. Ahora, ante la debilidad relativa que puede representar para los diferentes estados-nacionales imperialistas un enfrentamiento militar de proporciones mayores entre ellos, y dado los vínculos que les atan a unos y otros por parte del capital financiero integrador de sus economías, la alternativa a la cual se recurre es a la de compartir entre ellos la distribución de los mercados y las esferas económicas de influencia, cuidándose de no desatar en lo inmediato conflictos militares como los que enfrentó el mundo en las dos Guerras Mundiales del siglo pasado.
Así vemos a Europa caminando hacia una integración económica, monetaria, militar y política como mecanismo que le permita enfrentar el poder económico, militar y financiero de Estados Unidos; mientras éste último, en el Hemisferio americano, ha hecho esfuerzos a lo largo de más de una década, primero por establecer un tratado de libre comercio junto con Canadá y México, y luego, por extender el mismo concepto de tratados de libre comercio con el resto de América Latina creando el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y ante su fracaso, la creación de tratados bilaterales de libre comercio con diferentes países latinoamericanos y caribeño. Estos procesos de integración, si bien no son necesariamente armónicos entre sí, se sostienen en la premisa de grandes desigualdades y divergencias entre los diferentes estados que los conforman en los planos culturales, económicos y políticos, haciendo de estos procesos de llamada integración, procesos conflictivos que además atentan contra la soberanía nacional de nuestros países. Más adelante nos referiremos especialmente a este tema.
No perdamos de perspectiva, sin embargo, que si bien no estamos hablando de guerras en el sentido que las conocimos antes, detrás de estos esfuerzos se esconde una guerra no declarada, donde en este nuevo encuentro entre titanes, no son las divisiones acorazadas, ni los ejércitos, ni grandes flotas navales, o incluso, el despliegue de misiles nucleares, lo que en esta etapa define el resultado de la contienda. Este se define hoy por el nivel del control global en el conocimiento, el dominio de la tecnología, de la informática y de la capacidad de revolucionar constantemente el mercado de desarrollo económico.
De esta manera, las posibilidades de desarrollo de cada unidad de producción, de cada corporación, de cada estado-nacional, dependerán del dominio de la informática, del conocimiento de los especialistas del conocimiento, los cuales lejos de sustituir o suplantar a los viejos políticos a la cabeza del estado-nación, sencillamente pasarán a dirigirlos. Controlando la información, se desgasta el poder de las instituciones tradicionales (iglesias, partidos políticos, asociaciones, clubes culturales, sindicatos, gremios profesionales, etc.) Mientras dicho desgaste ocurre, se va estableciendo a la par una verdad oficial, una ideología oficial, una conducta social e individual oficial, una nueva escala de valores sociales. El conocimiento y el manejo de la información pasa a convertirse entonces en el sustituto por excelencia de otros mecanismo tradicionales de dominación.
Cuando esto ocurre, el mundo comienza a invertirse. Contrario a como lo expresara John Naisbitt en su libro The Global Paradox (La paradoja global), a los efectos de que mientras más grande sea la globalización de la economía, más poderosos se presentarán en el terreno de juego los jugadores más pequeños; aquí los más poderosos, que no necesariamente serán estados nacionales sino corporaciones supra nacionales, se presentarán en el juego con mayores consecuencias para los jugadores más pequeños, sean estos pueblos en vías de desarrollo, o sean estos países con mayores niveles de desarrollo económicos pero dependientes de tales jugadores en el manejo de la informática y el conocimiento.
El acceso al conocimiento como ente liberador colocado en unas pocas manos, se convierte así en su contrario. Mientras antes permitía demostrar que las economías más fuertes ya no tenían que ser las más grandes sino las más dinámicas, ahora nuevamente entra en el forcejeo conceptual como lo fue antes, definido por la lucha entre la superación de la necesidad frente al reclamo de la libertad.
Tiene al menos razón Toffler en la siguiente conclusión cuando indica:
“...dentro y por encima de la economía nacional, del imperialismo y del multilateralismo, además de otras realidades y conceptos que siguen siendo presentes y válidos, se desarrollan las relaciones, los procesos y las estructuras que constituyen la organización y la dinámica del capital en escala mundial. Así se subvierten nociones, conceptos, categorías o interpretaciones. Lo que parecía evidente y consolidado puede parecer dudoso, no acabado o superado. De forma errática o sistemática, el pensamiento científico está siendo provocado por los desafíos de la globalización del capital.”
V. La nueva geografía de los mercados en el Caribe
Puerto Rico, ocupa una zona privilegiada en la región del Caribe. Localizado en el extremo oriental del archipiélago de las Antillas Mayores y siendo la menor de éstas, las dos islas municipios localizadas al Este, Vieques y Culebra, inician a su vez la configuración geográfica de lo que constituye el archipiélago de las Antillas Menores. Hacia el occidente y muy próximo, se encuentra la República Dominicana, uno de los dos países que comparten territorialmente la Isla de la Española.
Si preguntáramos a varias personas cuántos países conforman el Caribe, encontraríamos varias respuestas.
Para algunos el Caribe lo conforman el conjunto de islas que configuran ambos archipiélagos. Para otros, el Caribe lo conforman todos aquellos países y territorios cuyas costas son tocadas por las aguas del Mar Caribe.
Sin embargo, si asumiéramos como cierta esta última premisa, tendríamos que incluir en el Caribe los países centroamericanos, con excepción de El Salvador, México, y los estados de la región del Golfo de México dentro de la jurisdicción de Estados Unidos; como también, aquellos a lo largo de la costa norte de América del Sur, como Colombia, Venezuela, Guyana, Suriname y
No obstante, si nos colocamos en la perspectiva de los países centroamericanos, para ellos el Caribe no es sino aquellas islas más allá de lo que para ellos es la Costa Atlántica, en contraposición a la Costa del Pacífico que les toca por el Oeste.
En ocasiones utilizamos el concepto América Latina y como parte de él ubicamos la región del Caribe. Sin embargo, hacemos la abstracción de incluir dentro de dicho conglomerado a Haití y los departamentos caribeños franceses. Olvidamos a su vez que Jamaica es un estado angloparlante como lo es Bahamas, o lo son las Islas Vírgenes, sean estas inglesas o estadounidense. Sin embargo, forman parte de la región del Caribe tanto como puede ser el caso de Cuba, Puerto Rico o
La realidad es que en la región del Caribe, “latinos” somos los pueblos de habla hispana o francesa, de modo que ver el Caribe como parte de América Latina, tampoco sería correcto. Más aún, no perdamos de perspectiva que también en este gran Caribe confluyen pueblos de habla holandesa, los cuales a su vez han desarrollado, como en el caso haitiano, su vernáculo particular para comunicarse entre sí como es el “creole” o el “papiamento”.
En el caso del Caribe Oriental, algunas de las islas que configuran el Archipiélago o territorios continentales, mantienen distintos grados de relación política respecto a Holanda o Francia, como son los casos de Aruba, Curazao, Bonaire, San Martín y Suriname. Igualmente ocurre con relación a Inglaterra en el caso de Islas Vírgenes Inglesas, St. Vincent y las Granadinas, St. Kitts y Nevis, St. Lucía, Barbados, Antigua y Barbuda, Anguila, Belice, Jamaica, Guyana, Bahamas, etc., en cuanto a sus diferentes niveles relación política.
Existen también otros pueblos de habla francesa como son Haití, San Martín, Guadalupe, Martinica, Guayana Francesa, etc., también con diferentes niveles de relación política respecto a sus metrópolis. Finalmente, está el caso de Puerto Rico en su relación política de subordinación colonial respecto a Estados Unidos.
Puerto Rico es un país de habla española, vinculado en los pasados ciento nueve años a Estados Unidos bajo un modelo de relación política de apariencia no colonial, donde los poderes soberanos, sin embargo, no descansan en el pueblo puertorriqueño, sino en el Congreso de Estados Unidos, como suele ocurrir en las relaciones de dependencia coloniales.
Esta región geográfica a la que nos referimos de diferentes maneras y nombres, es una región de diversas culturas, diversas lenguas vernáculas y también diversa desde el punto de vista de su desarrollo económico. Tienen en común un pasado de explotación humana, basada inicialmente en el trabajo esclavo; el monocultivo del azúcar y otros renglones agrícolas; la sujeción a la dominación de otras potencias europeas hasta el siglo XIX y estadounidense a partir del 1898; y tiene en común intereses económicos básicos por los cuales unirse para defensa y protección recíproca, sobre todo en época en que las grandes potencias han ido desarrollando nuevos bloques económicos y comerciales que responden exclusivamente a sus particulares intereses económicos imperiales y no a las poblaciones de sus respectivos países y territorios.
Dentro de la región existen al presente diversos esfuerzos de integración económica. A tales efectos, valga mencionar: a) Asociación de Estados del Caribe; b) Comunidad del Caribe (CARICOM); [1] c) Organización de Estados del Caribe Oriental.[2]
Existen también otro tipo de acuerdos de integración regionales mayores, los cuales afectan de una manera directa o indirecta la región caribeña, a saber: el Tratado de Libre Comercio de Norte América (NAFTA por sus siglas en inglés), suscrito inicialmente entre Estados Unidos y Canadá en 1989 bajo el nombre de Acuerdo de Libre Comercio y que posteriormente en 1994 integrara a México, para pasar a llamarse Tratado de Libre Comercio de América del Norte [3]; el Mercado Común Centroamericano (MCCA); [4] el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), cuyo origen podemos trazarlo al Tratado de Asunción de 26 de marzo de 1991 [5] Para Eduardo Rofman, economista del Centro de Estudios Avanzados de
En ocasión de
Fernando Ramón Bossi nos señala, en ocasión de
De acuerdo con el propio proponente de la idea, el Comandante Chávez, en ocasión de sus discurso ante
Esta visión de integración respecto a los pueblos de América Latina y el Caribe tiene como fundamento racional la necesidad de nuestros pueblos de estructurar su desarrollo, libres de injerencia extranjera, libres de dominación colonial o neo colonial, y libres de controles hacia sus poblaciones en aras de privilegios y beneficios económicos para las burguesías y oligarquías nacionales o extranjeras que por tantos siglos les han chupado hasta el mismo vivir.
Así propone en respuesta y como propuesta alternativa para nuestros pueblos, nuevas relaciones basadas en la cooperación, la solidaridad, la defensa de la soberanía popular y la integración.
Tal visión, en el contexto de nuestros pueblos, no es nueva. Ya Simón Bolívar, en ocasión del Congreso Anfictiónico de 22 de junio de 1826, la impulsaba como alternativa real de las nuevas repúblicas latinoamericanas emergentes desde los escenarios de las guerras de independencia que sacudieron Centro y Sur América. Se trataba entonces de una propuesta dirigida a atender la necesidad particular de éstas para su desarrollo, como también, una barrera de contención a la ya evidente voracidad imperialista de Estados Unidos por nuestra región, la cual como sabemos, tomaría forma en la llamadas Doctrina Monroe y en la doctrina del Destino Manifiesto.
En el marco de nuestro Caribe particular, los escenarios de lucha descolonizadora entre los pueblos de las Antillas Mayores, tuvieron como guía durante el siglo XIX la lucha del pueblo haitiano frente a la dominación francesa; y más adelante, en República Dominicana, la lucha de su pueblo, primero frente a las dominaciones española y haitiana, como más adelante en su historia, resistiendo y luchando decididamente ante las intervenciones militares de Estados Unidos.
En el caso de la hermana república de Cuba, esta lucha descolonizadora toma concreción mediante sus tres guerras de independencia durante el siglo XIX, como también la lucha revolucionaria encabezada por el Movimiento 26 de Julio durante la década de 1950 como parte de la lucha contra el neo colonialismo y por el socialismo.
En el caso de Puerto Rico, aún dentro de sus circunstancias históricas particulares como resultado de una intervención y ocupación militar por parte de Estados Unidos, que al presente se ejerce bajo la fachada de un Estado Libre Asociado, además de su vinculación histórica con los procesos de lucha de independencia de sus hermanas antillanas, particularmente Cuba y República Dominicana, se inscribe también la resistencia demostrada por nuestro pueblo ante los intentos de asimilación de nuestra cultura e idioma como parte del proyecto imperialista de anexión política. En estas condiciones, además, si bien nuestro pueblo no ha logrado aún el ejercicio pleno de su derecho a la libre determinación e independencia, el proyecto imperialista de destrucción de nuestra identidad nacional caribeña y latinoamericana no ha logrado imponerse sobre nuestro pueblo.
En todos estos casos, la idea integradora de una Confederación de las Antillas Unidas en un todo político ha estado presente. Para Ramón Emeterio Betances, para Luperón, para Martí y Hostos, la independencia de América Latina no estaría nunca completa sin la independencia de las Antillas. Para ellos, la independencia de las Antillas debería ser parte de la aportación integradora de nuestras islas en la defensa de la independencia de América Latina, configurando así, como dijera Eugenio María de Hostos,
A pesar de las diferencias que sobre nuestros pueblos existe, en gran medida como resultado mismo de las políticas de dominación imperiales sobre la región, al menos en los casos de los pueblos de Cuba, República Dominicana y Puerto Rico, existen elementos comunes que nos acercan, como son los casos de la historia que nos une, el idioma y nuestras culturas, elementos esenciales a la hora de plantearnos un proyecto de integración que vaya mucho más allá, como sería el caso de una integración económica o política en la cual el elemento definitorio para avanzar en dicha ruta lo es el ejercicio pleno de la soberanía política de cada uno de nuestros pueblos.
Se trata en todo caso, de la convergencia de nuestros padres fundadores de patrias en la idea de una sola, unida y grande, Patria Latinoamericana a partir de la independencia de nuestras islas y de su integración en una Confederación política.
Es la visión concreta y práctica de aquella cita de Martí cuando en referencia a las tres islas, nos recordaba que éstas, desde hacía años, venían intercambiándose libertadores, por lo que parte de su misión histórica y del derrotero de sus pueblos era hacer con sangre y cariño por debajo de la mar, lo que por encima de la mar hacía la Cordillera Andina con sus pueblos: fundirlos en uno solo.
Ese ideal de integración de nuestras Antillas, aún con las dificultades que hoy los procesos de intervención política, militar y económica imperialistas nos imponen, resulta ser más vigente que nunca antes.
Nunca antes desde los tiempos en que Bolívar soñó una Patria unida latinoamericana, se han producido condiciones tan favorables para echar a andar el sueño de nuestros pueblos.
Sin embargo, la ruta de la integración no puede quedar solamente sujeta a nuestra imaginación. Tenemos que trabajar día a día hacia el logro de tal objetivo si es que queremos en algún momento ver el resultado de su concreción. El ALBA es solo un paso, importante sí, pero un paso que por sí solo no nos llevará a esa integración sino asumimos como nuestro el pueblo de cada uno de nuestros países. Hoy el llamado martiano de hacer por debajo de la mar lo que por encima de la mar hace
Para nosotros, cubanos, dominicanos, haitianos, puertorriqueños, como eventualmente para los pueblos caribeños en conjunto, la unidad que nos define el espacio geográfico es un punto natural de partida. Sin la soberanía política de nuestros respectivos pueblos sobre su territorio, sobre sus economías y su gente, la propuesta de integración caribeña tardará mucho más. De lo anterior se desprende que la independencia de nuestros pueblos respecto a la dominación colonial o neo colonial, sigue siendo prioridad en nuestra hoja de ruta hacia el ejercicio pleno de nuestra soberanía de la misma manera que la soberanía es la garantía en la ruta hacia la integración.
De lo anterior, se deduce la necesidad de que en el reclamo de tal soberanía, nuestros pueblos se opongan con una sola voz a toda medida que comprometa nuestra independencia y soberanía política. Tal es el caso hoy de las propuestas de integración económica hechas por las potencias imperialistas, como son el Área de Libre Comercio de las Américas o los Tratados de Libre Comercio que propugna, a titulo de “tratados bilaterales” entre naciones, Estados Unidos o aquellas que nos propone hoy
En esta nueva geografía de los mercados del Caribe, de la misma manera que Estados Unidos adelanta hoy su visión estratégica, mediante el desarrollo de tratados bilaterales, similares al negociado con México, con diversos estados-nacionales en la región,
A partir de sus esfuerzos y logros en Centro América, negociando acuerdos de “libre comercio” bilaterales y con el beneficio adicional de tener integrado dentro de su economía como resultado de su relación colonial a Puerto Rico[8]Edwin Irizarry Mora, reputado economista y dirigente del Partido Independentista Puertorriqueño, por su parte señala, que durante el año 2006 las empresas estadounidenses obtuvieron de Puerto Rico sobre $54,800 millones de los cuales alrededor de $33,300 millones fueron ganancias. De acuerdo con él, desde 1975 al presente, el monto de las ganancias obtenidas por empresas estadounidenses en Puerto Rico asciende a más de $400,000 millones., Estados Unidos se dirige a integrar en su esfera de dominación neo colonial
La experiencia de aquellos países que han entrado dentro de la órbita estadounidense con tales tratados ha sido la de un mayor empobrecimiento para sus pueblos, una mayor acumulación de riqueza para sus propias burguesías y oligarquías y un mayor nivel de compromiso con Estados Unidos en la entrega de su soberanía política y económica.
A diferencia de la propuesta del ALBA, ninguno de tales tratados ha venido a repercutir en beneficios para la población trabajadora, campesina y obrera de nuestros pueblos latinoamericanos.
Se trata de un nuevo mapa geográfico en el cual se agrandan las ya históricas áreas de pobreza, desnutrición, expoliación de los recursos naturales, daño al medio ambiente, hambre y pérdida de soberanía, entre otros, de los países suscriptores de tales tratados.
Desde el punto de vista de los intereses estadounidenses en la región, los tratados de libre comercio persiguen, además, otro propósito. Al presente, la violación de la soberanía de los pueblos y con ella, la colocación de sus economías en la órbita particular de un Estado o corporación multinacional, no necesariamente la definen relaciones de fuerza física o militar. Ciertamente la opción militar siempre ha estado presente en los planes de dominación mundial de Estados Unidos. Sin embargo, estos tratados vienen a cumplir la función no solo de someter las economías de los pueblos latinoamericanos y caribeños a la economía de Estados Unidos, sino también, a detener a tiempo, los intentos de otros bloques económicos en ascenso y desarrollo por el control de las economías latinoamericanas.
Datos publicados por
bajo la firma de Peter Hakim indican que, al presente, el 10% del comercio exterior de América Latina se desarrolla con la República Popular China; que Estados Unidos, en su aventura guerrerista en el Mediano Oriente y Afganistán, ha descuidado su influencia sobre América Latina, propiciando el acercamiento hacia este mercado no solo de China sino también de la Unión Europea.
Recientemente, en ocasión de la celebración de la Cuarta Cumbre de Jefes de Estados y de Gobierno de la Unión Europea y América Latina y el Caribe de mayo de 2006, se planteó por los participantes europeos su interés; es decir, el interés de la Unión Europea de, mediante la negociación de acuerdos económicos estratégicos con los países de este Hemisferio basados en acuerdos de libre comercio, desarrollar nuevas relaciones comerciales y económicas con la región.
Esta visión, contenida y desarrollada en su propuesta de Europa Global de octubre de 2006, postula el desarrollo de acercamientos con los bloques de integración económica ya existentes en América del Sur y América Central, como también con aquellos en el Caribe, como parte de los tratados que viene desarrollando la Unión Europea con países de África, el Pacífico y el Caribe bajo el nombre de “Acuerdos de Asociación Económica”.
Esta presencia de la Unión Europea dentro de los planes de dominación imperialista sobre nuestros pueblos es lo que llevó recientemente, en ocasión del “VI Encuentro Hemisférico de lucha contra los TLC’s y por la integración de los pueblos”, efectuado en La Habana, Cuba, del 3 al 5 de mayo de 2007, a denunciar los propósitos perseguidos por la Unión Europea. Así, se planteó como parte de los hallazgos del panel titulado “La ofensiva de la Europa del capital en América Latina y el Caribe. Las luchas contra los Tratados de Libre Comercio proyectados por la Unión Europea y contra las empresas transnacionales”, lo siguiente:
“...
....
... Denunciar y resistir a esa “Europa”securitaria y militarista en ascenso, es cada día que pasa un imperativo más importante para acometer cualquier proceso de transformación social, política y ecológica en el espacio europeo, pero también mundial.
...”
La denuncia de los tratados de libre comercio sobre nuestros pueblos hoy, suponen no solo la denuncia de aquellos que promueve Estados Unidos, sino de todos aquellos que propendan al control imperialista de nuestra región y que en su aplicación, no solo comprometan la soberanía nacional de nuestros países, sino que estén predicados en el enriquecimiento de estos Estados, junto con las empresas multinacionales a cuyos intereses responden, a costa de profundizar la miseria y pobreza, dependencia y el subdesarrollo de nuestras poblaciones.
VI. La vigencia de la lucha anti imperialista para América Latina y el Caribe
Hace diez años, en la búsqueda de referentes políticos que plantearan las bases sobre las cuales pudiera orientarse la lucha anti imperialista en los nuevos escenarios, indicábamos la necesidad para nuestros pueblos, de iniciar la búsqueda de nuevos rumbos dentro de viejas fronteras. Nos preguntábamos cuáles podrían ser los desafíos que conllevarían hoy la formulación de una postura definitoria anti imperialista. En el proceso identifiqué poco más de una decena de propuestas, que con sus ajustes en el tiempo, podrían servirnos hoy de punto de partida en una reflexión mucho más abarcadora y enriquecedora.
Para mí, el primer desafío sería buscar una interpretación adecuada que nos permita, antes de etiquetar las manifestaciones que asumen hoy las relaciones de producción en países industrializados y poderosos, identificar en cada caso, en cada situación, en cada contexto, sus particularidades. Al hacerlo, estaríamos eliminando categorías absolutas que en última instancia tan solo reducen nuestro entendimiento y nuestras propuestas a dogmas inmutables que frenan el desarrollo de nuestras posibilidades.
De la misma manera que el desarrollo capitalista no ha sido igual en todos los países, lo mismo podemos decir sobre el desarrollo del imperialismo a lo largo del pasado siglo, o de la globalización, como propuesta actual en el mundo dominado por el capital.
A la globalización del capital y la dominación imperialista corresponde la globalización de una respuesta de lucha y resistencia desde los pueblos. Esta respuesta tiene que partir a su vez, del análisis de las particularidades de cada uno de nuestros pueblos, y a partir de ellas, articular una respuesta conjunta y coordinada.
El segundo desafío que tenemos, es cómo identificar la manera en que se manifiesta, en los planos económicos, políticos, ideológicos y militares, las particularidades de los diferentes estados o bloques imperialistas, en referencia al entorno geográfico que nos ha correspondido vivir. En este proceso, nos corresponde buscar precisamente las similitudes que existan entre nuestros pueblos al igual que sus diferencias; nuestros propios modelos de desarrollo nacional, enfrentando así las propuestas de modelos de desarrollo a los cuales nos pretendan empujar las propuestas imperialistas.
En tercer lugar, es necesario identificar hoy, en aquellas propuestas económicas implantadas en nuestros respectivos países, si las mismas responden a los intereses de la mayoría de nuestra población; o si se trata de medidas que a corto o mediano plazo, eventualmente estarán beneficiando a los grandes intereses económicos a costa del sufrimiento y dolor de las poblaciones de nuestros países.
Al hacer este análisis, no debemos perder la perspectiva que nuestras conclusiones deben en todo momento, reforzar una propuesta de lucha y resistencia desde el punto de vista de los intereses de los explotados. La forma en que abordemos el análisis las medidas adoptadas por nuestros gobiernos no debe perder tampoco la perspectiva de la lucha de clases, tanto en lo que concierne a nuestras luchas nacionales como las internacionales.
Aunque quizás no lo percibamos, cómo podría percibirse el análisis de las condiciones de trabajo de un gran taller en la época de
Entre el conjunto de dichas manifestaciones se impone también, además, la necesidad de analizar la lucha anti imperialista desde la perspectiva de la lucha contra el daño ecológico; la lucha contra el analfabetismo y la desnutrición; la lucha contra la privatización y las medidas neoliberales y de choque por parte de los diferentes estados contra la población de sus propios países; así como las condiciones impuestas por los organismos financieros a nivel internacional contra los pueblos; la lucha contra los bajos salarios; la lucha por el mejoramiento de las condiciones de salud de la población; la lucha contra la injerencia de los grandes Estados en las decisiones soberanas que adoptan pueblos como los nuestros; la lucha contra la adopción por parte de estados imperialistas y organismos internacionales de medidas legales extra territoriales, que interfieren con el ejercicio de los derechos soberanos de los pueblos; el rechazo al uso de los mecanismos de presión económica, bloqueos comerciales o militares, orientados hacia causar perjuicio a la población civil; la adopción de medidas militares dirigidas a interferir con el desarrollo político, económico y social de otros pueblos; el saqueo de los recursos naturales y de la riqueza de los países en vías de desarrollo; y el respaldo a la lucha de los pueblos aborígenes por la reivindicación de sus derechos, la afirmación de sus culturas, lenguas y su inclusión y participación en los procesos políticos en sus respectivos países en igualdad de condiciones al resto de los ciudadanos.
En cuarto lugar, es necesario identificar, como parte de esta lucha anti imperialista, la lucha por romper el cerco al acceso a la información y el conocimiento por parte de un puñado naciones poderosas, y el derecho a socializar ese conocimiento y esa información con los sectores populares.
En quinto lugar, es importante retomar, posiblemente con un mayor sentido de urgencia, a la luz de la nueva realidad de un mundo unipolar, el planteamiento hecho a título de advertencia por el Comandante Ernesto Guevara en ocasión del II Seminario Económico de Solidaridad Afroasiático el 24 de febrero de 1964. Entonces, en referencia a
“...¿Cómo puede significar ‘beneficio mutuo’ vender a precios de mercado mundial las materias primas que cuestan sudor y sufrimientos sin límites a los países atrasados y comprar a precios del mercado mundial las máquina producidas en las grandes fábricas automatizadas del presente? Si establecemos este tipo de relación entre los dos grupos de naciones, debemos convenir que los países socialistas son, en cierta manera, cómplices de la explotación imperial. Se puede argüir que el monto del intercambio con los países subdesarrollados, constituye una parte insignificante del comercio exterior de dichos países. Es una gran verdad, pero no elimina el carácter inmoral del intercambio.”
En sexto lugar, toda propuesta de lucha por la integración de nuestros pueblos no puede perder de perspectiva la diferencia existente entre lo que representa la integración de los estados nacionales y la integración de los intereses de los pueblos que los configuran. En ese sentido, toda lucha nacional por la integración latinoamericana y caribeña debe tener presente el desarrollo de la lucha de clases en cada país y no la abstracción sobre tal realidad.
En muchos de nuestros países, la existencia de grandes contradicciones entre clases y sectores de clases a nivel interno con respecto a los intereses de las grandes multinacionales, e incluso algunos bloques económicos en particular, no debe confundirse, ni llevarnos a hacer abstracción de la naturaleza de clase del Estado y los intereses que el mismo representa. En tal sentido, la lucha popular de los pueblos, las luchas de la clase trabajadora por sus reivindicaciones clasistas frente al capital nacional e internacional, siguen ahí presente y sobre ellas debemos tener una clara identificación con la clase trabajadora y sus luchas.
En la anterior perspectiva, le que corresponde a las clases trabajadoras en cada uno de estos países, junto a sus respectivos pueblos, continuar y profundizar la lucha por el socialismo.
En séptimo lugar, la lucha anti imperialista supone también la necesidad de combatir y enfrentar toda medida dirigida a degradar la dignidad del ser humano con la adopción de políticas discriminatorias y xenofóbicas que en estos momentos son fomentadas en todo el mundo. Tal es la situación con la globalización del discrimen basado en en consideraciones étnicas, raciales y de origen nacional; como también, aquellas otras sostenidas en consideración al género, la edad, la condición social o ideas políticas o religiosas de las personas.
En octavo lugar, una posición política que aspire a ser consecuentemente anti imperialista, presupone a su vez, la obligación en cada revolucionario de ser consecuentemente anti colonialista, no importa detrás de cual disfraz venga vestida una política de esta naturaleza. De aquí que en las colonias, la lucha anti imperialista no pueda estar desvinculada, bajo ningún concepto, de la lucha anti colonial; y esta última, al menos desde los pueblos coloniales, no puede estar afirmada si no es en la lucha por el verdadero ejercicio de tales pueblos a la libre determinación e independencia.
Sin embargo, resulta necesario reafirmar, como parte indispensable de lo que constituye el contenido de la lucha anti colonial a partir de la época del imperialismo, que una lucha de naturaleza anti colonial solo mantiene su condición revolucionaria en la medida que incorpore en sus aspiraciones, además de la independencia, la lucha por una verdadera justicia social, que supere y trascienda el marco de las condiciones de explotación del trabajo humano legado por el capitalismo y el imperialismo.
En el caso específico de Puerto Rico, la independencia por la cual luchamos tiene que ser una sostenida en una propuesta clara de redistribución, justa y adecuada, de la riqueza social producida por nuestro pueblo trabajador.
En noveno lugar, en la lucha anti imperialista de la época donde el capital se ha internacionalizado y donde, como dijéramos antes, se habla de una economía globalizada, no se puede perder de perspectiva que tal lucha reviste también aspectos internacionales como parte de la agenda de todos los trabajadores del mundo por construir, edificar, o desarrollar un mundo mejor. En ese sentido, toda lucha anti imperialista debe partir del supuesto de la solidaridad con todos aquellos y aquellas que son víctimas de la opresión y explotación, no importa el lugar donde estos se encuentren, o el nivel de desarrollo alcanzado en sus respectivos procesos de lucha.
En décimo lugar, la lucha anti imperialista presupone defender el derecho al desarrollo económico de cada pueblo desde la perspectiva del mejoramiento material y espiritual de sus clases trabajadoras y de sus intereses.
En undécimo lugar, la lucha anti imperialista tiene que partir de la aspiración de todos nosotros por alcanzar el más amplio y directo grado de democracia participativa de nuestros pueblos. En ese sentido, el triunfo del anti imperialismo sobre las formas de dominación políticas impuestas a nuestras poblaciones por el imperialismo, unido a décadas de control burocrático del aparato estatal por la burguesía y las oligarquías, supone en cada país, la superación de los moldes autoritarios y excluyentes, todo ello a partir de las condiciones específicas y de las experiencias concretas de cada país.
En duodécimo lugar, no puede haber anti imperialismo si el mismo está sostenido en la perpetuación de la explotación del trabajo humano. El anti imperialismo, para que mantenga estratégicamente su condición revolucionaria, tiene que aspirar a sustituir eventualmente el capitalismo en sus diferentes manifestaciones, para dar paso a un socialismo democrático, participativo y revolucionario.
En ese sentido, parte de la posición anti imperialista en cada uno de nosotros presupone también la participación activa, junto a las fuerzas sociales capaces de debilitar su hegemonía en cada país, como son los sindicatos obreros, organizaciones ambientalistas, comunales, juveniles, feministas, campesinas, etc., de las luchas que se libran cada día a nivel nacional e internacional contra el capital.
En el contexto latinoamericano en particular, tiene un espacio especial en la lucha anti imperialista contemporánea, no solo continuar defendiendo el proceso revolucionario cubano frente a todo intento de debilitar su Revolución o destruirla. Frente a las profundas transformaciones y cambios que hoy promueve
VII. Trazando las coordenadas para la lucha
Las coordenadas en esta lucha, es decir, la lucha que junto a nosotros le corresponde también librar a las nuevas generaciones en un futuro inmediato, son hoy y serán mañana diferentes. Los diferentes ajustes hechos por capital para intentar perpetuarse, a largo plazo tienen inherentemente la imposibilidad de superar la contradicción principal que el capitalismo como sistema económico y modo de producción les impone. Tal contradicción es aquella que se sintetiza en la imposibilidad de poder satisfacer las necesidades más apremiantes de todos los productores, mientras prevalezca la apropiación individual de los beneficios que genera tal producción social. Por esto la lucha revolucionaria sigue manteniendo su vigencia.
De la misma manera que los desarrollos científicos, la tecnología y la informática han ido globalizando los procesos de producción a escala mundial, paso a paso integrando economías y formando nuevos bloques económicos, de esa misma manera se han ido globalizando también los métodos de explotación del trabajo del ser humano. El capital, sin embargo, a la par que ha ido globalizando los mecanismos de dominación sobre el trabajador individual, sobre los pueblos, sus economías y sus gobiernos, inevitablemente también ha ido creando las condiciones materiales que permiten globalizar nuevas formas de lucha y resistencia. Cómo diseñar una estrategia unificada que le imprima cause revolucionario a tales luchas y resistencias es el reto de las nuevas generaciones.
La respuesta a esta interrogante viene surgiendo y desarrollándose en los inicios del Siglo XXI desde América Latina. No perdamos de vista que como caribeños y latinoamericanos, somos sujetos activos de ese proceso maravilloso y prometedor. Nuestra responsabilidad es aportar en la medida posible a la culminación de este sueño integrador de nuestros pueblos.
[1]
[2]Durante los pasados años Puerto Rico ha tratado de mantenerse vinculado a dicho Organismo. En el pasado cuatrienio presente, bajo la administración de
[3]De acuerdo con Rina Bertaccini, ¿Integración con soberanía o integración subordinada?, publicado originalmente en “Desafíos para pensar el mundo”, Núm. 26, diciembre de 2000, Buenos Aires, Argentina y reproducido en ALCA: Imperialismo Neoliberal, Revista Bimestral Paradigmas y Utopías, diciembre-enero 2002, Núm. 3, México, mediante el mismo se haría una nueva estructuración de la economía de México “en función de una relación de integración subordinada a la economía de Estados Unidos.”
[4]Originalmente en 1958 surgió el “Tratado Multilateral de Libre Comercio e Integración Económica” entre Costa Rica, Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua, el cual fue posteriormente ampliado mediante el Tratado de Asociación Económica Centroamericana y el “Tratado General de Integración Económica Centroamericana”, el cual de acuerdo con José A. Quintero Gómez, da vida al Mercado Común Centroamericano (MCCA). Véase
[5]Para Arturo Huerta González, profesor de economía de
[6]Para Rita Giacalone, El Grupo de los Tres: sus perspectivas según formas de incorporación al ALCA, revista “Realidad Económica”, Núm.156, 1998, citada por Rina Bertaccini, Op. Cit., “su negociación se vio facilitada por la implementación de políticas de ajuste y reestructuración macroeconómica en las tres naciones, cuyos gobiernos proponían modelos similares de crecimiento y desarrollo’(el modelo de capitalismo neoliberal), con economías orientadas principalmente hacia los EE. UU. El acuerdo, que entró en vigencia en enero de 1995, tiene en la mira su inserción en el ALCA.”
[7]América Central y América del Sur es un mercado compuesto de más de 800 millones de habitantes de los cuales casi 240 millones viven en la pobreza. De éstos, más de 90 millones pueden catalogarse como indigentes, es decir, en pobreza extrema. A pesar de lo anterior, se ha indicado que el 20% de la población recibe un ingreso que es 19 veces superior al 20% más pobre. A la misma vez, es un mercado hacia donde Estados unidos exporta el 40% de todas sus exportaciones.
De acuerdo con Osvaldo Martínez, Presidente de
[8] Los activos del sector financiero en Puerto Rico para marzo de 2006 ascendían, según datos de
Otro índice importante a señalar es que mientras el producto interno bruto de Puerto Rico ascendió en el año
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