Los huérfanos de la globalización

29/11/2005
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  • Opinión
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Hay 20 mil brasileños presos en la frontera de México con los Estados Unidos: la única frontera del mundo, que divide el tercer y el primer mundo. Por esta razón, el gobierno de Estados Unidos impuso la reanudación de la visa de entrada de los brasileños hacia México, y Brasil, en reciprocidad, tomó la misma actitud para la entrada de los mexicanos aquí. Para irse a México, se requiere solicitar la visa en los consulados, lo que implica llenar un formulario, con una foto reciente, y presentar comprobantes de reservación de hoteles en México, de ingresos de los últimos tres meses, del pago de tarjetas de crédito en los últimos tres meses, entre otros documentos. Una vez entregados todos los documentos, los visados serán concedidos en tres días hábiles, en caso de que los documentos sean aprobados. La circulación entre los dos países más importantes del continente se encuentra sometida a estos trámites, a partir de la decisión del gobierno de Estados Unidos. ¿Qué tiene que ver esto con los otros conflictos mundiales? ¿Qué tiene que ver con los árabes y negros en Francia? ¿Con los millones de turcos en Alemania? ¿Con los centenares de miles de ecuatorianos y marroquíes en España? ¿Con los 21 millones de trabajadores extranjeros en Estados Unidos, de los cuáles, un 40% provienen de México y de América Central y un tercio está ilegalmente en el país? Todas esas situaciones tienen que ver con los huérfanos de la globalización. Todos ellos son trabajadores buscando empleos que no encuentran en sus países o salarios un poco mejores que las miserables remuneraciones que reciben en sus países de origen. Africanos saliendo de sus países, abandonados por el capitalismo, que desconoce a África. Ecuatorianos huyendo de la dolarización de su país. Mexicanos huyendo de los salarios de hambre que reciben, cuando encuentran empleo en sus países. Situaciones dramáticas, resultado de la acentuación gigantesca de la desigualdad dentro de cada país y entre países y regiones del mundo, producida por la "libre circulación" de los capitales, promovida por las políticas neoliberales. Aún discriminados, viviendo en condiciones incomparablemente inferiores a las de los nativos de los países a los que llegan, los trabajadores inmigrantes, aun así, tienen más posibilidades de supervivencia que en sus países de origen, lo que da una idea de la brutal miseria a la que han sido sometidas las regiones globalizadas del mundo. La globalización neoliberal anula -además del derecho al empleo y a condiciones de vida mínimamente decentes- el derecho de las personas a vivir en su propio país, colocándoles entre el dilema cruel de permanecer en su país, junto a sus familias y sus amigos, con su idioma, su cultura y su mundo, o desplazarse a un mundo hostil, que los discrimina, los condena a la marginalidad, pero que les permite obtener algunos recursos adicionales que en parte envían a sus familias. Todos conforman un inmenso mercado internacional de mano de obra, sin derechos, sin poder desplazarse, radicarse o ser ciudadanos, disponibles para ser explotados de forma ilimitada por el gran capital internacional. Esta es la realidad humana más aguda de la globalización neoliberal. ¡Que no se sorprendan con las revueltas actuales en Francia! ¿Cómo pueden reaccionar los marroquíes impedidos de entrar a España y arrojados en medio del desierto, abandonados para que mueran en la miseria? ¿Cómo pueden reaccionar los mexicanos, brasileños, centro-americanos, abatidos o presos en la frontera con Estados Unidos, cercados por el muro de la vergüenza del neoliberalismo? (Traducción: ALAI). Emir Sader, es profesor de la Universidad de Sao Paulo (USP), y de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (Uerj).
https://www.alainet.org/pt/node/115605
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