Cuba y el fracaso de Bush

26/01/2006
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La corrupta y fanática pandilla de Bush es presa de la desesperación porque se da cuenta de que la aventura en Irak es un rotundo fracaso que no tiene cómo impedir y que América Latina se le va de las manos. El plan imperial de conquista del mundo, conocido como Proyecto para un Nuevo Siglo Americano, hace agua por todas partes, pero es en la región latinoamericana –su presunto traspatio- donde choca con los mayores obstáculos. Al surgimiento de gobiernos que le hacen resistencia y marchan por un camino de integración soberana ajena al ALCA y a los TLC y de un proceso profundamente popular como el que encabeza Hugo Chávez en Venezuela, ahora se suma la histórica asunción de la presidencia de Bolivia por Evo Morales. Evo encarna el símbolo de una nueva época en que como profetizó Martí “ha echado a andar el indio”, que es echar a andar nuestra América. Junto al indio, los pobres, los marginados, los desheredados del sistema y los intelectuales honestos que se colocan a su lado. En ese cuadro, Cuba es una pesadilla mayor para Bush porque, aunque nulo intelectualmente, el instinto de clase le dice que de la isla emana un ejemplo de independencia y autodeterminación para los pueblos que él quiere ver sometidos eternamente. Ello explica la cada vez más agresiva e irracional conducta de Washington hacia la isla y los recientes pronunciamientos de Fidel Castro respaldados por un río de pueblo que inundó el malecón habanero. Fidel denunció actos hostiles y provocaciones llevadas a cabo o en trance de realizarse contra Cuba, por parte del gobierno de George W. Bush, que se “desespera peligrosamente” ante el fracaso de sus planes para asfixiarla económicamente. En respuesta a su denuncia, una marcha multitudinaria desfiló durante varias horas frente a la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana, donde el líder cubano reiteró lo que había planteado dos días antes. Entre las acciones hostiles que enumeró está el intento de poner en libertad al terrorista y ex agente de la CIA Luis Posada Carriles, autor intelectual de la voladura de un avión civil cubano con 73 personas a bordo y de una ola de atentados contra instalaciones turísticas isleñas. Esto, en un contexto en que el gobierno de Estados Unidos “hizo todo lo posible por satisfacer los deseos de la mafia terrorista cubano-americana” y en que se ha comprometido con el Plan de Transición para Cuba, calificado por el presidente cubano como una grosera injerencia en la soberanía del país, “que lo conduciría a siglos de retraso”. La denuncia incluyó las medidas para privar a Cuba del envío de remesas y para impedir las visitas de residentes de ese origen en Estados Unidos a sus familiares en la isla. Además, advirtió sobre la intención del gobierno de Bush de “violar abiertamente” el Acuerdo Migratorio con Cuba y buscar pretextos para impedir a toda costa la venta de productos agrícolas de ese país a La Habana. Como colofón, alertó, el gobierno de Bush se propone “forzar” una ruptura de los actuales vínculos diplomáticos mínimos con Cuba establecidos por decisión del presidente James Carter en 1977, para lo cual viene realizando groseras provocaciones desde su Sección de Intereses en La Habana, que “no tienen ni pueden tener otro objetivo”. En un Estados Unidos dirigido por un facineroso como Bush cualquier cosa puede ocurrir. De modo que no debiera sorprender que Posada Carriles, certeramente calificado por algunos como el Bin Laden latinoamericano, apareciera de repente caminando en libertad por las calles de Miami. Sería una afrenta a todos los seres humanos dignos en este mundo, pero no sólo por sus crímenes contra el pueblo cubano. Posada es un profesional del terror que torturó personalmente revolucionarios venezolanos con el sobrenombre de comisario Basilio de la policía política de ese país, participó en la Operación Cóndor y en la logística a la contra nicaragüense, en aviones que venían cargados de armas de Estados Unidos y regresaban llevando cocaína. Existe, además, el precedente que Orlando Bosch, el cómplice principal de Posada en la voladura del avión fue perdonado por el padre del actual presidente, cuyos vínculos con los terroristas cubanos se remontan a la época en que era oficial de la CIA a cargo de su reclutamiento y seguridad. Fidel subrayó que Cuba contestará pacíficamente, con la fuerza de su moral, a estas provocaciones. Algo de lo que carece el imperio.
https://www.alainet.org/pt/node/114178
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