¿Derechos humanos o derechos animales?
13/11/2003
- Opinión
El próximo 10 de diciembre se conmemora el Día Internacional de
los Derechos Humanos. En 1948 los países reunidos en la ONU
aprobaron la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Han
pasado 55 años desde entonces y los derechos humanos han sido
violados, vilipendiados y ridiculizados, incluso por parte de las
fuerzas militares y policiales, las que debieran, por deber
público y constitucional, velar para que fuesen respetados.
Entre en una delegación policial (en Brasil), visite una prisión,
vaya a un hospital público, converse con niños de la calle, con
vendedores ambulantes y desempleados, con negros. Verá cómo son
tratados los derechos humanos. Haga la prueba de vivir un mes con
el salario de 80 dólares y después diga si eso garantiza el
derecho a la sobrevivencia a nivel de dignidad.
En 1968 la ONU convocó en Teherán una Conferencia Mundial de
Derechos Humanos; allí se constató que, veinte años después de la
aprobación de la Declaración, proseguían las violaciones:
torturas, asesinatos, censura, abuso de los niños y violencia
contra la mujer. Se trazó un plan y todos se pusieron de acuerdo
en sentarse veinticinco años más tarde a evaluar los resultados.
Ese balance se hizo en 1993, en Viena, en la 2ª Conferencia
Mundial de Derechos Humanos, convocada por la ONU. Se constató
que las violaciones han ido aumentando, desde los genocidios
indígenas hasta las matanzas de campesinos, desde el recorte de
libertad a los inmigrantes hasta el resurgimiento de grupos
neonazis. Hace 108 años que la princesa Isabel firmó la abolición
oficial de la esclavitud; y sin embargo este régimen de trabajo
perdura en Brasil, sobre todo en los latifundios dela Amazonía.
Incluso en Austria, país anfitrión de aquel encuentro, se
denunció durante el mismo la existencia de un "vivero" de niños
destinados a ser sacrificados en beneficio del tráfico de
órganos.
Hablar de derechos humanos en América Latina es un lujo, pues
aquí todavía luchamos por los derechos animales, puesto que
comer, abrigarse de la intemperie, educar a la prole, son
necesidades animales. Nunca vi a un becerro abandonado en las
calles o una vaca en la esquina esperando que le den comida. Pero
hay millones de niños abandonados y millares de mendigos
rebuscando restos de comido en los basureros. Sería bueno que los
miembros de la ONU y de las ONGs se preguntaran por qué nuestro
planeta, tan rico, tiene dos mil millones de hambrientos. Por qué
mueren de desnutrición 700 mil niños al año en América Latina.
Por qué de los 170 mil millardos de dólares del PIB mundial, 12
mil están en manos de apenas siete países.
Cualquier programa de derechos humanos debe ir acompañado de
medidas económicas, urgentes y eficaces, para reducir el
desempleo, aumentar la escolarización, erradicar el trabajo
infantil, poner fin al trabajo esclavo, sanear las fuerzas
militares y policiales y, sobre todo, implementar la reforma
agraria. Hoy el crecimiento de la pobreza, la ineficiencia del
sistema judicial, el irrespeto a los derechos de la mujer y del
niño, exige medidas concretas. Un tema prioritario es la
impunidad de quienes violan los derechos humanos, como la
represión policial-militar a los guerrilleros del Araguaia y los
torturadores acuartelados por el poder público. La impunidad
favorece el desprecio de la ley. De nada sirven programas,
conferencias y acuerdos si los gobiernos y las autoridades,
responsables de la defensa de los derechos humanos, son cómplices
de policías que torturan, de grupos de exterminio, del racismo,
de la violencia contra mujeres y niños, de intereses corporativos
que excluyen la cuestión social del presupuesto y de la agenda
gubernamental.
Pero hay un dato aún más grave en cuanto a los alarmantes índices
sociales: hoy en Brasil denunciar violaciones a los derechos
humanos es un crimen ante los ojos de ciertas autoridades. La
corrupción del alma es más grave que la del bolsillo. Y casi
siempre las denuncias terminan en impunidad para el denunciado y
en problemas y riesgos para el denunciante.
Traducción de José Luis Burguet.
https://www.alainet.org/pt/node/108810
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