Democracia real
09/10/2002
- Opinión
En su visita al Brasil el filósofo Jean Baudrillard declaró
que denuncias de corrupción en el servicio público existen
tanto en Brasil como en Francia. Y que allí, como aquí, "nada
sucede, nada cambia". Y recalcó: "La tragedia es la distancia
que existe entre los políticos y el resto de la sociedad".
En sociedades centradas en la primacía de la acumulación
privada de capital, sólo con ocasión de las elecciones el
régimen democrático acostumbra a convocar a la población. De
ahí su carácter formal, y no real. Con su voto, el elector
transfiere el poder que le pertenece a las manos de los
políticos elegidos, cuyos mandatos escapan al control
popular. Y cuando el desempeño no confirma los discursos de
campaña, el elector se siente frustrado, desencantado, y
tiende después a la abstención electoral o al voto nulo. En
nombre de sus intereses personales y corporativos muchos
políticos secuestran el poder que, por derecho, pertenece al
elector.
Los movimientos populares brasileños han tratado de reducir
esa distancia entre sociedad civil y poder público, incluso
empeñándose en la creación de una Central de Movimientos
Populares. Arrinconado, el poder público intenta atraerse a
los líderes y neutralizar esos movimientos. Pero raramente se
atreve a modificar el perfil de la maquinaria estatal y abrir
canales a la participación popular.
A comienzos de la década de 1990 la entonces prefecta de la
capital del Estado de São Paulo, Luiza Erundina, del Partido
de los Trabajadores, firmó un proyecto de ley sobre canales
de participación popular y lo remitió a la Cámara Municipal.
La propuesta preveía que todos los planes de acción
gubernamental y las directrices de inversiones habrían de
pasar por la criba de audiencias públicas convocadas a través
de movimientos sociales o solicitadas por suscripción del
0.1% de los electores del municipio. Las medidas que
repercutieran significativamente en el medio ambiente y en la
infraestructura urbana habrían de ser aprobadas en
plebiscitos. Preveía incluso la creación de Consejos
Municipales Sectoriales adjuntos a las Secretarías de Estado,
por delegación de la sociedad civil, en los cuales el peso
del poder público no podría sobrepasar el 50% de los
participantes. Y todos los equipamientos sociales estarían
bajo el control de Consejos de Gestión, integrados por
usuarios, servidores, concesionarios de servicios y
representantes del poder público.
Luiza Erundina propuso también la creación del Foro de la
Ciudad de São Paulo, para incidir en la formulación de
estrategias y políticas públicas, compuesto por entidades
empresariales, centrales sindicales, movimientos sociales,
entidades de la sociedad civil y los poderes legislativo y
ejecutivo municipales. Y por toda la ciudad serían instalados
puestos de información y recogida de sugerencias, para que
los ciudadanos pudieran saber lo que se hacía con el dinero
de los impuestos y dar su opinión.
La Ley Orgánica del Municipio ganaba así mecanismos eficaces
de aplicación, capaces de ampliar el espacio democrático. La
aprobación de este proyecto haría que la distancia señalada
por Baudrillard, entre políticos y sociedad, fuese tan
reducida como la que aún perdura entre el derecho al voto y
el ejercicio de la ciudadanía.
Con el resultado electoral de este año quedan en pie la
sugerencia y la esperanza de que, por fin, la democracia
formal ceda el paso, en nuestro país, a la democracia real.
https://www.alainet.org/pt/node/108181
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