Pérdidas y valores

29/07/2002
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La sociedad cultiva ciertos detalles, creando una estética del consumo: muchacha rubia y delgada, ejecutivo de auto importado, locutor con tal o cual acento, actriz en su mansión con piscina, ferias en Nueva York, etc. La construcción de la personalidad es un juego de relaciones y comparaciones, arte mimética de abrazar como modelo aquello que merece nuestra admiración. Hoy las figuras paradigmáticas no se destacan por el altruismo de los iconos religiosos (Jesús, María, José, Francisco de Asís...) o de personalidades como Gandhi, Luther King, Che Guevara o Teresa de Calcuta. La estética del consumo rechaza la ética de los valores. El éxito lo justifica todo: el adulterio virtual, la hija engendrada por un padre de alquiler, el cantor negro que se metaforsea en blanco, los negocios del empresario notoriamente corrupto. Las familias y las escuelas debieran educar a sus alumnos para trabajar con pérdidas. Al final mueren no sólo personas sino también sueños, proyectos, posibilidades. Los medios de comunicación deberían destacar a las personas altruistas. Con todo, ¿cómo esperar que se enfatice la solidaridad en un mundo regido por la competitividad? ¿Cómo hablar de modestia en tiempos de exhibicionismo? ¿Cómo valorar el compartir si todo gira en torno a la lógica de la acumulación? Cada pueblo tiene el desgobierno que merece. Las drogas no se transformaron en la peste del siglo sólo por culpa del narcotráfico. Ellas son una quimérica tabla de salvación en esta sociedad que relativiza todos los valores y carnavaliza hasta la tragedia humana. No se culpe indagando en dónde falló usted como profesor o como padre. Pregúntese por los valores de la sociedad en que vive. ¿En qué medida tales valores, invertidos y pervertidos, no se posesionaron también de nuestras cabezas, envenenándonos el alma?
https://www.alainet.org/pt/node/108172
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