La fascinación de la fama

16/07/2003
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A
Revestir a una persona de fama precoz es correr el riesgo de destruirla. Todos construimos una autoimagen, adornada por funciones, posesiones, talentos y relaciones familiares y sociales. Basta con que uno de dichos aspectos quede deteriorado para que caigamos en la inseguridad. Por eso el desempleo, que aumenta con las políticas neoliberales, es tan humillante. Se pierden la identidad social, la seguridad en cuanto a la sobrevivencia de la familia y a la calidad de vida. ¿Se fijó en qué sucede cuando le presentan a una persona? No es suficiente con saber su nombre. Hay curiosidad por saber qué hace, en qué trabaja. La falta de empleo es como una brecha que se abre bajo los pies. Se entra en depresión. Porque un empleo significa salario, que, a su vez, representa la posibilidad de una casa, de alimentación, salud, educación, etc. Hay padres que interiorizan en los hijos falsos ideales: destacarse como modelo en una pasarela de modas, convertirse en un deportista de élite, alcanzar la fama como actriz/actor. El sueño se congela en ambición y el niño pasa a darse una importancia ilusoria. Hasta que alcanza dos minutos de fama, son infinitamente mayores los tiempos vacíos en el palco que los momentos de aplausos. El adolescente cae en el estrés por querer corresponder a esa expectativa. Debe probar, a sí mismo y a los demás, que es capaz, el mejor o la más inteligente y encantadora. Pasa entonces a vivir no en función de los valores que posee sino de las miradas de los otros. La familia, perpleja, se pregunta: ¿ cómo es posible? ¡Él, tan inteligente! Fue posible porque la familia confundió brillantez con seguridad. Le consideró como un adulto precoz. Exigió el vuelo de quien aún no tenía las plumas crecidas.
https://www.alainet.org/pt/node/108154
Subscrever America Latina en Movimiento - RSS