apariencias de los ultraliberales
La libertad, ¿un bien democrático?
20/07/2003
- Opinión
No es para nada raro que los personajes esencialmente
más autoritarios de nuestra sociedad, que en ocasiones
apoyaron a las dictaduras militares en América Latina,
sean hoy en su amplia mayoría un reflejo en espejo de
los ultraliberales que nos gobiernan. Porque, en su
raíz, el neoliberalismo como sostiene el escritor Jorge
Majfud asume que la libertad no puede ser un bien
democrático.
Son, por ejemplo, quienes analizan el desarrollo
económico del continente y sostienen que en Chile, para
manejar un ejemplo cercano, su situación económica que
tuviera un carácter paradigmático para estos señores es
el resultado de la sangrienta dictadura de Augusto
Pinochet. Dicen que fue la que "encarriló" al país
trasandino, concretando las reformas que otros fueron
incapaces de realizar.
Claro, callan en público cuando se trata de analizar
otras realidades, por ejemplo la uruguaya, pero
sostienen en privado que durante el régimen de facto se
debieron concretar algunas cosas (privatizaciones) que
hoy ayudarían a que el país fuera "más abierto".
No es vano, lo decimos y entendemos, que hay que tenerlo
presente; en esas apreciaciones hay un implícito
cuestionamiento a algunos capitostes ultraliberales por
ejemplo, Alejandro Végh Villegas que tuvieron durante
la dictadura una muy destacada actuación que, a la luz
de los "pichones" que hoy manejan la economía, aparece
como tibia.
Los de ahora se lamentan que toda la fuerza que pusieron
los militares para reprimir a los sectores
representativos de los intereses populares, no sirvió
para que paralelamente se concretaran las "reformas",
que eran el motivo central de la estrategia del
Departamento de Estado que imbuido en las enseñanzas de
Milton Friedman, entendía que la contracción del
neoliberalismo sólo era posible en el marco de una
tiranía.
Las "reformas" determinaban una rápida marginación de
grandes sectores de población que quedaban excluidos de
la sociedad. Kissinger, el mentor de la estrategia de
los golpes de Estado a lo largo y ancho de América
Latina, entendía que era necesario que se conculcaran
las libertades y se reprimiera a sangre y fuego a los
pueblos, de lo contrario no se obtendrían los efectos
buscados por los neoliberales. Por ello diseñó un papel
específico para que los ejércitos, munidos de la
Doctrina de la Seguridad Nacional, ejercieran junto a
civiles cómplices la totalidad del poder. Para Kissinger
el estallido social se convertiría en una alternativa
correlativa a la aplicación de ese liberalismo
económico. Por eso, en nombre de la libertad, se ordenó
liquidar la democracia.
De aquellas lluvias a estos lodos. Los uruguayos, que
vivimos en el país del mundo que tiene la proporción
mayor de ciudadanos fuera de su frontera, dato más que
alarmante proporcionado por la investigadora Adela
Pellegrino, el que por sí solo da cuenta de la
profundidad de la crisis que sufrimos ante las
alternativas impuestas por la misma ideología que siguió
rampante, desarrollando una nueva estrategia, utilizando
a civiles cómplices incrustados en los sectores de
poder, especialmente en los ministerios de Economía.
En pocas décadas la estrategia de estos ultraliberales
cambió. Luego del desastre militar prefirieron
integrarse en gobiernos de apariencia democrática,
introduciendo a los países en el marco de una
globalización financiera, que no hace más que estampar
otros tipos de claudicaciones: como la pérdida de la
soberanía y la aplicación, sin reparos, de políticas de
exclusión social que, varias décadas atrás llevaron a
Kissinger, a diseñar la política de los golpes de
Estado.
Todo un proceso conducido por personajes similares, con
parecidos basamentos ideológicos e idénticos intereses.
Han logrado que a principios del nuevo siglo el país
esté viviendo en la mayor tragedia de su historia, la
que se visualiza en ese millón largo de personas que hoy
se encuentran por debajo de la línea de la pobreza y el
medio millón que buscan insertarse en el exterior en
sociedades que cada día aparecen como más hostiles.
* Carlos Santiago. Periodista, secretario de redacción
del suplemento Bitácora.
https://www.alainet.org/pt/node/107926
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