Campesinas e impacto ambiental
12/05/1997
- Opinión
La depredación del medio ambiente, agudizada por el proceso de
agro-industrialización mercantil, no sólo precariza la situación de las
mujeres como principales proveedoras de insumos alimentarios sino que,
la rarificación de recursos (agua y tierra, principalmente) actúa como
el verdugo que multiplica las actividades laborales de las campesinas y
las aleja, cada vez más, del eventual derecho a una mínima calidad de
vida y salubridad.
Así mismo, el incremento del uso de abonos, pesticidas y plaguicidas
químicos, cuyo abuso es moneda corriente para incrementar la producción,
acarrea problemas en su salud, muchos de ellos irreversibles, para la
tierra y para las mujeres.
La concentración de la tierra y el agua, la desecación de reservas para
canales y construcción de represas hidro-eléctricas, el mal manejo de
los suelos, la contaminación del aire por el uso de plaguicidas y
pesticidas, la deforestación, la contaminación por hidrocarburantes,
entre otros, acarrean daños irreversibles a la naturaleza e infringen a
las colectividades problemas masivos de salud pública.
Pero como esto aporta sustantivos dividendos a las empresas que provocan
estos desastres y que el eslogan de moda es seducir a los capitales,
estos crímenes contra la naturaleza y la humanidad permanecen impunes y,
de manera general, los compromisos adoptados por los Estados en la
Cumbre Mundial del Medio Ambiente de la ONU (Rio/1992) han pasado a la
historia.
La incapacidad del mercado para tener en cuenta las condiciones de
reproducción del medio natural, así como de ciertas necesidades humanas,
y el colateral agotamiento de recursos, comprometen directamente el
objetivo de desarrollo sustentable y más aún el futuro de la humanidad.
En esas condiciones, las modalidades del proceso de industrialización
agrícola en la región, trae consigo problemas de degradación del medio
ambiente que deterioran de manera singular la salud de las mujeres,
debido a la segregación laboral y a la división sexual del trabajo, que
las exponen más directamente al contacto con ciertos contaminantes, sea
en la recolección de residuos, el contacto con aguas contaminadas, o en
el propio trabajo agrícola.
Químicos fatales
El uso de pesticidas y plaguicidas químicos, en las áreas rurales,
tienen efectos nocivos en la salud reproductiva, principalmente en las
mujeres embarazadas, y provocan intoxicaciones, cuyos efectos son
irreversibles. En la industria de flores para la exportación, por
ejemplo, la irrigación de pesticidas y plaguicidas se efectúa durante
las horas de trabajo, en algunos casos, tanto sobre las plantas como
sobre las trabajadoras.
Pero, también los/as pequeños/as agricultores/as frente al agotamiento
de los suelos, la exigencia de ?competir? o simplemente de lograr
cosechar algo, se han visto en la obligación de acudir al uso de esos
productos químicos, frecuentemente sin el conocimiento adecuado sobre el
empleo de éstos y sin las indumentarias de protección apropiadas. Hay
veces en las cuales la familia entera participa en esta actividad.
Según el Banco Mundial, en muchos países la producción se basa en el
incremento del uso de pesticidas, que no sólo generan problemas en la
población sino que impiden la eventual exportación de los productos.
Brasil figura entre los países que han incrementado de dos a tres veces
el consumo mundial de dichos productos químicos.
Por otro lado, ?En la medida en que son las mujeres quienes asumen el
peso de los problemas de supervivencia y el cuidado de la salud
familiar, son las que reciben más directamente el impacto del deterioro
de los sistemas de drenaje, la contaminación atmosférica y la existencia
de basurales, problemas que deben enfrentar con un aumento de su carga
de trabajo?(1).
Pobreza y medio ambiente
En la cotidiana lucha por la supervivencia, para garantizar la
alimentación familiar diaria, en un marco de agudización de la pobreza,
las mujeres se ven obligadas a obtener todos los insumos posibles -
contaminados o no-, a buscar a todo precio leña u otros combustibles
para la preparación de alimentos, a utilizar aguas servidas para el
consumo doméstico y devolverlas a la naturaleza aún más turbias.
Máxime, si los programas de apoyo y los incentivos económicos y
tecnológicos dirigidos a las principales proveedoras de insumos
alimentarios son incipientes.
Por ello, algunos ¿planificadores? y analistas ambientales al ubicar la
relación entre pobreza y medio ambiente, considerada por ellos como el
mayor obstáculo para lograr un desarrollo sustentable, han señalado
directamente a las mujeres entre las principales responsables del
deterioro ambiental. Culpando así a las/os pobres por vivir en la
pobreza, substrayendo con ese criterio a la industria -nacional o
transnacional- de su responsabilidad capital en el deterioro del medio
ambiente y obviando las incompatibilidades entre ecología y libre
mercado.
Estos aspectos demuestran que la relación mujeres y medio ambiente es
compleja, pues en una región de desigualdades y de hambre generalizada,
en un contexto de dominio neoliberal, las mujeres -y todos/as los/as
pobres- se ven obligadas ha luchar por la supervivencia, casi siempre
lejos de las preocupaciones ambientales pero al mismo tiempo sufriendo
en sus vidas cotidianas los efectos del deterioro ecológico.
Esa complejidad se expresa también en otros aspectos, en el caso de la
deforestación masiva de la Amazonía por ejemplo intervienen por un lado
la búsqueda de lucro de las madereras y las necesidades de sobrevivencia
de quienes trabajan en ellas; por otro lado están los intereses
estratégicos de los países que denuncian formalmente la situación
amazónica pero silencian el consumo de las maderas en sus países; y la
situación de los pueblos indígenas, los únicos que han hecho pública una
visión global y futurista del problema, cuya sobrevivencia étnica se ve
amenazada tanto por las madereras como por la irrupción de los colonos
pobres.
Estos antecedentes demuestran hasta que punto la relación entre las
mujeres y el medio ambiente requiere ser enfocada de manera integral,
englobando tanto los elementos inherentes a una verdadera sostenibilidad
del desarrollo, a la pobreza, a las relaciones de género, a la
sobrevivencia étnica, a la educación ambiental, entre otros.
"En una estrategia de desarrollo sustentable sería preciso especificar
las funciones que cumplen y deberían cumplir mujeres y hombres. Pero el
reconocimiento del actual papel desempeñado por las mujeres en materia
de medio ambiente no puede convertirlas en las responsables principales
de su solución"(2). Los gobiernos están llamados a delinear políticas
que ubiquen las causas del deterioro del medio ambiente, señalen a los
principales actores de ello y establezcan verdaderos sistemas
regulatorios.
(1) Naciones Unidas, CEPAL, Las Mujeres en América Latina y el Caribe en
los años noventa: elementos de diagnóstico y propuesta, Conferencia
Regional de Mar del Plata, Argentina, sept/94, pg 30.
(2) Ibid 2
https://www.alainet.org/pt/node/104715
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