El valor de la familia
12/05/2014
- Opinión
El 15 de mayo de 2014 se conmemora el vigésimo aniversario de la proclamación, por las Naciones Unidas, del Día Internacional de la Familia. Según la ONU, la fecha es propicia para volverse a plantear el papel que tienen las familias en el desarrollo social, hacer un balance de las tendencias actuales en temas de política familiar, compartir las buenas prácticas, analizar los desafíos a los que se enfrentan las familias hoy y recomendar soluciones. Sin duda, son temas actuales de gran importancia.
No obstante, en el marco de una sociedad con un gran déficit de valores, es necesario enfatizar la tarea humanizadora que compete a la familia: ayudar a cada uno de sus integrantes a entender, asumir, desarrollar y vivir los valores que constituyen lo específicamente humano. En la familia, la persona debería encontrar un espacio de acogida, confianza, cariño, libertad, comprensión y ayuda. Un lugar donde las relaciones tengan más en cuenta al otro como persona, con su riqueza y limitación, cualidades y defectos; donde predomine el amor sobre la función, la gratuidad sobre el interés, la capacidad de entrega sobre el egoísmo. La realidad de la familia, por tanto, tiene que ver no solo con la necesidad de cambios políticos y económicos, sino también con su responsabilidad ética.
La función humanizadora de la familia implica la transmisión de un conjunto de valores que han de ser asumidos de forma consciente y comprometida. Entre otros, pueden recordarse el amor, la justicia, la igualdad, la dignidad, la honradez, la fidelidad, la solidaridad, la responsabilidad, el diálogo y la libertad. Son, en definitiva, valores que están en correspondencia con los derechos humanos. Sabemos también que en el interior de la familia se lesionan estos derechos cuando, por ejemplo, hay agresiones y violencia, se discrimina a los más débiles o se procede de manera autoritaria en las relaciones de los esposos, de los padres con los hijos y de los hermanos entre sí. Cuando esto ocurre, se está frenando la tarea humanizadora.
Ahora bien, si la familia es el mejor y el más necesario lugar de humanización integral, deberán darse las condiciones para que pueda llevarse a cabo su realización concreta. Y esto implica la justa promoción de sus derechos. Recordemos, en este sentido, que la familia tiene derecho a existir y progresar, a procrear con responsabilidad los hijos que se deseen, aproteger a los menores de edad contra el abandono de los padres, la falta de educación, la pornografía, el trabajo impropio para su edad, el abuso sexual, etc. Tiene derecho aparticipar en el desarrollo de la sociedad, a que sus miembros adultos tengan un trabajo digno y bien remunerado, dispongan de un seguro para la enfermedad y la ancianidad, expresenlibremente sus convicciones políticas, ideológicas y religiosas.
La humanización, por ende, exige unas condiciones materiales básicas, que permitan satisfacer las necesidades fundamentales de la vida familiar. Cuando la familia lucha por su subsistencia y carece de los medios y espacios adecuados para el desarrollo de sus funciones, puede convertirse también en un lugar de deshumanización. Una justa política familiar debería hacer posible que tales condiciones se den en todos los niveles: económico, social, laboral, habitacional, etc. La propuesta de las Naciones Unidas es integrar a la familia en su programa de empoderamiento de la mujer, cuyos avances han sido encomiables. Según la ONU, añadir la familia a este programa sería otro paso adelante siempre y cuando se incluya la eliminación de todas las barreras a la participación activa de las familias en la sociedad, especialmente en lo que se refiere a las inversiones en salud, vivienda y educación. Señala, además, que con demasiada frecuencia el tiempo, esfuerzo y dinero que las familias invierten en sus hijos no tiene un retorno social ni económico por parte de la sociedad, porque no existen instrumentos políticos que lo permitan.
Si nos situamos en el contexto salvadoreño, uno de los principales obstáculos para que la familia sea un ámbito para el desarrollo de las capacidades de una persona es la presencia de las pandillas. El informe sobre desarrollo humano de 2013 indica que estos grupos están transformando las dinámicas de las familias salvadoreñas. Para las que tienen hijos o hijas en una pandilla, esta afiliación es percibida como un punto de tensión. El sentimiento dominante suele ser de impotencia ante la rápida autonomía del hijo o hija; en algunas ocasiones, sin embargo, se asume una posición de complicidad. Esa complicidad ha debilitado severamente la capacidad protectora, social, cultural y afectiva de la familia. Según el informe, este tipo de familias agravan el debilitamiento del núcleo familiar, presentando una mayor diversidad de problemas, que van desde la pérdida de modelos positivos hasta el aprendizaje de patrones de violencia y de cultura pandilleril en edades cada vez más tempranas.
Cuando en el informe se habla de la necesidad de implementar una política pública al servicio del bienestar de la gente, el primer ámbito considerado como clave es el hogar. Se estima que las oportunidades vitales de las personas dependen de la capacidad de sus hogares para dotarlos del capital social, cultural, cognitivo y relacional necesario. En consecuencia, cualquier política que pretenda la igualdad de oportunidades y la lucha contra la exclusión debe centrarse prioritariamente en la familia, garantizando el derecho de niños y niñas de vivir y ser parte de hogares con condiciones dignas.
En suma, cuando una familia educa, forma, motiva y ayuda a sus miembros, invistiéndolos y capacitándolos para el futuro, está haciendo uno de los mejores actos de humanización. Pero estos tienen como condición ineludible el fortalecimiento de la seguridad social de la familia. Hacer de la familia una prioridad supone poner en marcha todos los medios preventivos que anulen en lo posible las situaciones problemáticas y difíciles. En definitiva, se trata de hacer de este espacio primordial un lugar de humanización, es decir, fortalecer el valor de la familia.
Carlos Ayala Ramírez, director de Radio YSUCA
https://www.alainet.org/fr/node/85497
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