Baily & Company: Los peligrosos payasos mediáticos

05/09/2018
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No voy a incurrir en la cursilería de decir que Venezuela es el país más bello del mundo, ni a ponderar sus bellezas geográficas o naturales, todas obvias. Ni a ensalzar a su gente como la más simpática o inteligente. Ni mucho menos a hablar de la integridad moral de los políticos. Nada de lugares comunes o frases hechas.

 

Pero tampoco saldré en defensa de quienes denigran del país, dando la razón a una serie de personajes que han protagonizado acciones violentas o denigratorias en contra de nuestro pueblo. A veces el país se parece a un circo o a una farsa, a una obra teatral barata donde actúan una serie de personajes bufones, caricaturas de seres humanos que pretenden estar siempre en la palestra. Me refiero en este caso a políticos y periodistas de la derecha más recalcitrante que tienen muchos de ellos características acentuadas de un grotesco de segunda. Pongamos por caso las frases huecas de Ramos Allup, la perfecta degradación de Rómulo Betancourt, cuya voz atiplada y machacona nos provoca risa, una mueca de burla, pues el personaje se mete en el papel de bufón, de cómico de feria que alza la voz chillona en asambleas, reuniones o mítines haciendo énfasis graves que se vuelven ridículos por lo soez y grosero de las frases, que de seguro lo harán ingresar en los anales del ridículo nacional.

 

Por otro lado uno ve a Capriles Radonsky incapaz de pronunciar cinco frases coherentes seguidas, articular un discurso que posea un mínimo de sentido; este señor olvida lo que está diciendo; el contenido de sus alocuciones es inconexo y carente de todo fundamento aunque sea para para referirse a algo simple: el personaje pierde el hilo de lo que dice y de inmediato aparecen sus gestos alelados, sus palabras sin peso específico ni trasfondo, ni siquiera cuando se trata de una simple denuncia; este señor es incapaz de convencer a cualquier público por aburrido y superficial; diríamos que es el reverso complementario de Ramos Allup, su discípulo aventajado.

 

Mientras, Julio Borges se mueve entre una colección de lugares comunes y calumnias sucesivas, y ya nadie le cree ni siquiera dentro del pequeño gremio donde se mueve, creo; mientras que Antonio Ledezma lleva como cuarenta años haciendo discursos completamente inocuos y vacíos; puede repetir las mismas frases indefinidamente en distintos contextos, sin que éstas tengan la mínima relevancia. Y al que llaman Ismael García ni hablar, este señor es el summum de la tontería, un comediante innatural cuya mediocridad intelectual y mental es tan grande como su incompetencia como político. Reúne, creo yo, las características de todos estos juntos y los supera.

 

Voy a detener aquí la galería de políticos criollos para dar paso a la de los llamados comunicadores o periodistas que operan algunos de ellos fuera del país. Estos políticos han injuriado y difamado a Venezuela y a los venezolanos, y no solo al gobierno actual, con los adjetivos más cínicos y duros. Pero quienes han llegado quizá más lejos en este sentido son los periodistas y actores en Miami, venezolanos y peruanos.

 

En primer lugar tenemos a Jaime Baily, uno de los personajes más grotescos y deformados por el odio, que se vale de sus tendencias sexuales llevándolas al nivel de espectáculo mediático, para ganar espectadores y tener a un público cautivo que siempre quiere oír algo escandaloso. Se presenta a sí mismo como bisexual y exhibe esta condición frente a familia sin ningún pudor, se lo recalca a amigos y espectadores haciendo ademanes amanerados. Esta treta de usar la condición sexual para hacerla pasar como una condición de vanguardia en la sociedad, también encubre la expectativa de ser señalado por lo homofóbicos y luego acusarlos a ellos de desconocer los derechos de los sexo-diversos, quedando así justificada su imagen de avanzada en estas cuestiones. Comienza comentando banalidades y chismes escabrosos y pasa de inmediato al plano político; lleva años denigrando de Hugo Chávez Frías en su programa televisivo, presentándolo como la peor de las plagas políticas, burlándose de todos sus seguidores y de todos los políticos de la izquierda desde Fidel Castro para acá, usando las burlas más cínicas ataca a ministros, militares, autoridades. Celebró la muerte de Chávez y estaba enterado del reciente magnicidio frustrado al presidente Maduro; se dio el lujo de anticipar con pelos y señales el atentado en uno de sus programas, y afirmó que el presidente debía ser asesinado, con el beneplácito de los medios donde trabaja, que más bien deberían sancionarlo de acuerdo a la ley de medios vigente en ese país.

 

Es insólito que un animador de TV llame al magnicidio del presidente de una nación, no importa su signo político, y esto no sea penalizado. Recordemos que este periodista viene de fungir como novelista aupado por su coterráneo Vargas Llosa, quien lo presentó hace añales como un genio narrativo, pero creo que Baily le salió mal discípulo cuando emplazó a Vargas Llosa en uno de su programas debido a un error de inconsistencia política que detectó en Vargas Llosa (cómo sería la magnitud del dislate), quien se debate permanentemente entre la ambigua personalidad del doctor Vargas y la de Míster Llosa: el primero escribe novelas y el segundo panfletos políticos para apoyar a la derecha internacional (Macri, Temer, Santos, Duque, Peña Nieto, Rajoy, etc.), y sale a diario en los medios como un personaje prestigioso de la farándula española. Ahora debe andar un poco incómodo con la reciente victoria de los socialistas en el Congreso de los Diputados en España.

 

Lo más asombroso de Baily es que se burla de cualquiera haciendo uso de su personalidad andrógina, de un humor viscoso que corre desde su boca y va a dar a los oídos atónitos de sus seguidores enfermizos: expone su condición sexual y la mezcla a sus juicios destemplados ante los medios sin ningún problema, para aumentar el rating. Entrevista entre muchos otros a actores como el venezolano Orlando Urdaneta, quien estará allí sentado ante las cámaras cada vez que Baily lo requiera, con el fin exclusivo de derramar sus juicios venenosos sobre los políticos venezolanos e intentar convencer a los espectadores de sus ideas anticomunistas o antichavistas. Parece que le ha ido muy bien apoyando en Miami a venezolanos despistados. Es deprimente ver a Urdaneta blasfemando con los ojos desorbitados y profiriendo maldiciones y anatemas de todo tipo, como si estuviera poseso de sustancias tóxicas y estimulantes.

 

Algo similar ocurre con Patricia Poleo, cuyo evidente desequilibrio emocional se traduce en unos programas completamente incoherentes, desaliñados y vulgares dirigidos al público más burdo e ignorante. No olvidemos que Patricia Poleo proviene del padre del periodismo sensacionalista en Venezuela: Rafael Poleo, un verdadero clásico de las infamias, de los embustes mejor cobrados en el tiempo de la "guanábana" adeco-copeyana. Han tenido entre padre e hija algunas diferencias debidas a ciertas exquisitas sutilezas de fondo en el manejo de la información; también Baily entrevistó a Poleo en su programa y estuvo a punto de echarlo del estudio por las mismas razones.

 

Estos son sólo algunos ejemplares de esta fauna de payasos peligrosos tornados en periodistas o comunicadores, fabricantes no sólo de falsos positivos, sino que claman urgentemente por un golpe de estado en Venezuela, desean con vehemencia una intervención militar y no les importaría que corriera la sangre por las calles con tal de ver a nuestra nación dominada totalmente por los ejércitos de Estados Unidos y de sus aliados colombianos o europeos.

 

Miami siempre fue, es y será la capital estadounidense de la superficialidad y las extravagancias, los vicios y el mal gusto, además de servir como madriguera a traidores de la peor calaña, de asesinos profesionales como Posada Carriles, y de periodistas como Carlos Alberto Montaner, que han hecho de la disidencia una profesión muy lucrativa; de no existir la revolución cubana este señor Montaner se habría muerto de hambre en Miami, donde lleva casi medio siglo arremetiendo contra los gobiernos revolucionarios.

 

Recordemos que Miami fue la ciudad a donde acudió la mayor cantidad de cubamos disidentes cuando se produjo el triunfo de la revolución cubana, y crearon con el tiempo un ghetto de pro-norteamericanos que no han cejado en sus intenciones de desprestigiar la revolución cubana. No tendría nada de raro que ahora pretendan hacer algo similar muchos venezolanos disidentes del proceso bolivariano en Venezuela.

 

También Miami es la meca donde van a triunfar muchos cantantes de moda y actores de pacotilla rechazados en Hollywood. Hay una industria comercial poderosa con transnacionales en todas partes y de todos los tipos, muchas de ellas financiadas directamente por el narcotráfico, bien sean disqueras o panaderías, circuitos de cine o licorerías, lo mismo da. Por mucho tiempo fue la ciudad preferida de los venezolanos de la tribu "Tabarato" ("ta barato, deme dos", exclamaban los consumidores al adquirir los productos en sus paseos mayameros), donde los venezolanos iban a derrochar sus bolívares mal habidos. Miami es una de las pocas ciudades con clima tropical en Estados Unidos, y una especie de paraíso de consumo, de centro comercial gigante, de súper mall donde confluyen buena parte de los renegados que luego se hacen pasar por exiliados o por víctimas propiciatorias, y a los pocos años se convierten en tipos muy exitosos. Estos seres no sólo son capaces de traicionar a sus amigos, familiares u oponentes políticos, también tienen una capacidad excepcional para traicionarse a sí mismos.

 

© Gabriel Jiménez Emán

 

 

https://www.alainet.org/fr/node/195139?language=es
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