La población en general, bajo la conquista española

05/05/2017
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La gran población considerada como el conjunto de pueblos originarios en México, no contaba con un registro o un censo que fuera confiable, los cálculos eran, por lo mismo, inexactos en relación a los nacimientos; los decesos estaban aumentando considerablemente, debido a varios factores: los excesos a los que eran sometidos en la explotación laboral, los pagos de los tributos y la aparición y propagación del hambre y la insalubridad.

 

 

La causa principal o mayor de los fallecimientos fueron las enfermedades, es decir, la aparición de endemias y epidemias que aparecieron por todo el valle de México; las de 1545-49; las de 1576-81 y las de 1736-39, aparecieron en el siglo XVI y el XVII; éstas enfermedades eran de tipo infeccioso, aparecían en el verano y otoño, disminuyendo en la primavera; las epidemias de mayor frecuencia de estas estaciones, eran la viruela, el tifo y las paperas; esta propagación tenía relación con la anemia, que empezaba a gestarse rápidamente en la mayoría de la población.

 

 

Empezaron a preocuparse por la baja, según estadísticas, de la población relacionada con la cuestión tributaria de la totalidad del valle; por ello, López de Velasco se dio a la tarea de hacer un registro, el cual se acercaba a lo que la Iglesia tenía registrada. La cantidad arrojada fue de 125 mil tributarios (1570); sin embargo este dato se consideraba más o menos bueno pues era similar a los ya existentes, de los cuales no se sabe la fuente y que registraban a 325 mil ó 350 mil habitantes, incluyendo mujeres y niños.

 

 

Realmente era preocupante el descenso numérico de la población de los pueblos originarios; en la provincia de Xochimilco, se dice, en el año 1563, que la población disminuyó de 60 mil a 30 mil habitantes; si se toma en cuenta que, el número de habitantes desde la conquista hasta el año de 1570 era de 1 millón 500 mil en todo el valle, la disminución era alarmante.

 

 

La epidemia de 1576-81, muestra de cierta manera, la pérdida de vidas humanas de más de una cuarta parte, es decir que en el siglo XVI y XVII ya se calculaba que la disminución total, desde la conquista hasta 1576, fue del 90%. Se aprecia que en las disminuciones locales, en todos estos períodos, fue que pueblos de 8 mil habitantes disminuyó a 300; de 6 mil, a 200 y de 4 mil a 150; se demuestra con ello que, nuestros pueblos originarios estaban pasando por una etapa catastrófica humanitaria.

 

 

En el año de 1620, las listas de reclutamiento de mano de obra, ya no se podía realizar fácilmente y, para el año de 1633, el reclutamiento dejó de existir. Las cifras dadas a conocer por jurisdicción, fueron que, las regiones con mayor número de indígenas incluían también las poblaciones no indígenas, las cuales estaban en la ciudad de México y Coyoacán, y las menos pobladas eran Otumba y Citlaltepec.

 

 

Los datos numéricos sobre la mezcla racial, fueron difíciles de cuantificar, sólo se sabía que, la población más grande, en cuanto a la diversificación, estaba en la Ciudad de México; seguida por Coyoacán y, las zonas con menor población se localizaban en el norte: Otumba y Citlaltepetl, en las regiones del sur, Xochimilco y Coatepec, había desproporcionalidad, debido a pequeñas áreas no indígenas. Esto indica que la mayor mezcla étnica estaba, como ya se dijo, en la Ciudad de México, en pueblos pequeños, haciendas y en el campo.

 

 

Los matrimonios entre indígenas y españoles eran escasos, razón para que a la mayoría de mestizos de la primera generación los catalogaran vástagos ilegítimos, como resultado de la unión de españoles y mujeres indígenas. Había otras mezclas de razas, aparte de la (indígena-blanca); los mulatos, resultado de (negra y blanca) entre otros más; surge con ello, la diversidad de razas negra- mulata y mestiza.

 

 

Al principio la enseñanza para el aprendizaje del idioma español, estuvo dirigida por la Iglesia; posteriormente se fueron abriendo algunas escuelas civiles, las cuales se financiaban por los mismos pobladores; pero los pueblos originarios siguieron usando y preservando –hasta donde se podía-, su lengua materna, es por ello que aparece el término de ladino y españolado, refiriéndose a nuestros pueblos que empezaban a utilizar el idioma español con sus connotaciones.

 

 

En cuanto a la vida social, las familias empezaban a tener, hasta cierto punto, libertad de movilidad, es decir, el poder cambiar de un lugar a otro, sobre todo emigraban cuando se presentaban sequías o, desprenderse del pago de los tributos que eran sofocantes; esta libertad de movilidad la había otorgado el virrey Antonio de Mendoza y Pacheco; poco después fue presionado para cambiar la ley a como estaba, obligándolos a regresar a sus lugares de origen; sólo se les permitía cambiar de lugar con permiso, es decir, sólo si demostraban no tener ningún adeudo y el cumplimiento del pago anual de los tributos. La vida social también estaba restringida, el pulque sólo era permitido beberlo en las ceremonias públicas y en otras celebraciones; prohibieron el juego de pelota, los voladores y las danzas, debido a prejuicios religiosos y civiles; las buenas costumbres sociales y culturales de las comunidades indígenas se fueron perdiendo con el tiempo. Existen registros –desde antes de la conquista- en cuanto a la educación para la niñez, haciéndose un vacío durante la dominación e injerencia española. El calmecac como institución azteca y en cuanto a la educación de los niños prácticamente desapareció, pasando la tarea educativa a los misioneros.

 

 

Cuando llegaba la peste, trayendo dolor y muerte, provocaba que muchos niños quedaran en la orfandad, tan solo en el pueblo de Coatepec se supo que habían 400 niños huérfanos, la solución fue la adopción, que se dio a través del compadrazgo, es decir, los padrinos y madrinas se hacían cargo del niño o niña, según los datos o registros bautismales.

 

 

Los calpulli o chinancalli, (casa grande) que tenía objetivos sociales, persistieron en varias regiones, sobre todo en los barrios, allí las familias se asociaban haciendo vida en comunidad; al calpulli y tlaxicalli, los españoles lo entendían sólo como barrio o estancia; los mestizos y mulatos convivían en sus propios barrios.

 

 

Los indígenas comunes o (macehuales), en náhuatl (macehualtin) al igual que los esclavos estaban subordinados a pagar tributos y servicios a las capas altas de la sociedad pudiente; también les llamaban renteros, terrazgueros o tlalmaites o mayeques (términos españolizados), la diferencia es que estos gozaban de una libertad limitada, para casarse e inclusive para tener un pequeño espacio de tierra que podían trabajar para beneficio propio.

 

 

Los caciques y principales de origen indígena se hispanizaron y adoptaron los estilos de vida español; en lo material hacían sus casas como las de ellos, al igual que los muebles: camas, colchones, mesas, sillas, cómodas, etc., también en la parte económica siguieron el patrón español de establecer ranchos, criaderos de ovejas, entre otras actividades; se casaban entre ellos, es decir, conservando el status social. Aunque buscaron que las autoridades de la realeza les permitieran obtener órdenes de nobleza indígena, ésta no prosperó, es decir, no fue avalada. Para el resto de la población originaria dentro de sus comunidades conservaron el título de Tecutli, (señor) o mejor dicho tlaltecuhtli, (el señor de la tierra), de tlalli, tierra y tecuhtli, señor, esto estaba establecido todavía en el (siglo XVI y parte del XVII). La crónica Mexicayotl, de Fernando de Alvarado Tezozomoc, es un relato de la travesía azteca desde Aztlán, hasta la llegada y la fundación de la ciudad de Tenochtitlán. El número de principales variaban de un lugar a otro, según los registros indican que era del 2 al 10 por ciento de la población total.

 

 

Fuertes controversias por la posesión de las tierras se dieron en el siglo XVI y XVII, las y los caciques lograron que se estableciera el derecho a la herencia y las dinastías sobre las extensas tierras que poseían. En Amecameca, existían 5 divisiones dinásticas de importancia, bajo la forma de tlatoani, éstas eran Tecuanipan, Tzacualtitlan Tenango, Tlaillotlacan, Iztlacocauhcan y Panohuacan prevalecieron bajo el título de Tecutli; después nombraron a un gobernador, siendo el primero de ellos, Juan Sandoval Tecmauxayacatzin, quien era además, tlatoani de Tlaillotlacan.

 

 

Estas cinco dinastías hereditarias, tuvieron algunas crisis menores, pero hábilmente encontraban formas de sobrevivir, haciéndose más fuertes e influyentes; los cacicazgos empiezan a multiplicarse por varias zonas, conservando algunos, el título o cargo de gobernadores, al mismo tiempo las autoridades reconocieron con esos mismos derechos, a que hubiera mujeres (casicas); éstos cacicazgos crecían o se extendían –en muchas ocasiones-, violando la ley, al adquirir copias de documentos en donde no había tlatoque, es decir, gobernantes tlatoanis, por lo tanto, los documentos que presentaban eran falsos o con fechas alteradas.

 

 

Muchas familias caciques, eran consideradas poderosas y, su poder dependía tanto de su posición de cacique como por su poder económico y político, no importando su origen; podrían ser caciques los españoles y mestizos, convirtiéndose en grandes poseedores de tierras, rentas, producción agrícola y, tener una forma de vida parecida a los hacendados o rancheros españoles; el cacique de Panohuayan, de Amecameca fue un mestizo bastante rico, propietario de la Hacienda de San Antonio Tlaxomulco, poseía propiedades de producción de trigo y magueyes, obteniendo altos ingresos de varios miles de pesos anuales.

 

 

Las numerosas leyes reales, que existían sobre los cacicazgos, cambiaron muy poco, sobre todo cuando empieza el inicio de la Independencia política de México. Como se dijo, el término caciquil ya se había extendido por todos lados e incluso, se dice se internacionalizó como categoría dinástica-hereditaria de los terratenientes en las Constituciones Fundamentales de Carolina de John Locke, (pensador inglés del Siglo de Las Luces conocido también, como el padre del liberalismo).

 

 

El Maestro Vicente Lombardo Toledano, en su artículo “El hambre del pueblo mexicano y su libertad” habla sobre la expoliación de los pueblos originarios y al respecto dice… “Y andando el tiempo ha de perder el indio sus tierras propias. Con la independencia de México el indio gana el título de ciudadano; pero no consigue el título de hombre libre.

 

 

“La burguesía española y el alto clero son reemplazados por la burguesía nacional naciente y por el clero mexicano en la posesión y disfrute de la tierra, de las minas y de otras importantes fuentes de la producción económica; pero para la gran masa del pueblo la situación permanece igual: hambre periódica; miseria permanente; enfermedades endémicas; ignorancia; fanatismo; vicios; degradación biológica y sufrimiento perpetuo.” Hasta aquí la cita.

 

 

En el siglo XIX en México se empezaba a gestar otro gran movimiento, contrarrestando de cierta forma el dominio económico y político que esta burguesía terrateniente había adquirido desde tiempo atrás; el término cacique y principal cambió por “jefe político” o, el tirano local. Por ello el Plan de Ayala de Emiliano Zapata (1911), clasificó a los caciques, hacendados y “científicos”, enemigos de la reforma y la Revolución.

 

 

 Bibliografía.

 

Algunos datos fueron tomados del libro “Los Aztecas bajo el dominio español”, 1519-1810” de Charles Gibson. Siglo XXI América Nuestra.

 

Del Libro, Conquista y Coloniaje, del Maestro Vicente Lombardo Toledano.

https://www.alainet.org/fr/node/185290
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