Balance y perspectivas de la oleada de cambios en el siglo XXI
- Opinión
Fase impetuosa de la cuarta oleada de cambios
1.-En el temprano siglo XXI, América Latina y el Caribe han sido escenarios de una cuarta oleada de cambios políticos, sociales y culturales en dirección al rescate de la independencia, la modificación de las instituciones estatales (en el sentido de más democracia y participación popular) y transformaciones sociales progresivas; expresándose éstas con diferentes grados de radicalidad por países. Todo esto en el contexto de un previo y largo periodo de resistencias sociales, un nuevo auge de las luchas de clases y formidables protestas populares en toda la región.
Esas luchas y esos cambios acaecidos en el Siglo XXI estuvieron precedidos de intensas protestas y movilizaciones de rechazo a los paquetes neoliberales en Santo Domingo, Jamaica, Haití, Argentina, Venezuela (“Caracazo”), México, El Salvador, Costa Rica… y de significativas rebeliones armadas (4 de febrero de 1992 en Venezuela y rebelión Zapatista en México) a finales del siglo XX, que acompañaron la persistencia y el crecimiento de las insurgencias colombianas.
2.-Es la cuarta oleada, si situamos la primera a finales de los años 50 y principio de los 60 (a raíz de la victoria de la revolución cubana y su formidable onda expansiva); la segunda en ocasión de la victoria de Salvador Allende y la Unidad Popular y los cambios favorables de la correlación de fuerzas en el Cono Sur, y la tercera en el contexto de la revolución sandinista y el auge de las insurgencias centroamericanas, especialmente en El Salvador y Guatemala.
3.-Se trata de una oleada de cambios, considerablemente extensa y accidentada, todavía inconclusa, que arranca con una gran victoria política posterior al alzamiento militar del MRB-200 y a la conversión del coronel Hugo Chávez Frías en un líder popular: la conquista del gobierno por vía electoral por el Movimiento V República liderado por Chávez y el avance del proceso constituyente que determinó importante transformaciones en del Estado venezolano y un acelerado proceso de reemplazo del modelo neoliberal.
A continuación, la debilitada hegemonía del neoliberalismo siguió siendo erosionada más allá de las fronteras venezolanas por las insurgencias político-sociales en Ecuador, Bolivia y Argentina; seguidas de importantes victorias populares y triunfos electorales en esos países y de notorios avances del “progresismo” en Chile, Uruguay, y más tarde en Paraguay.
Por tanto, en el despliegue de esta oleada pudieron lograrse importantes avances en la lucha contra la hegemonía del neoliberalismo, pese a que aunque debilitada, seguía su marcha rauda, sin espavientos, en no pocos países, incluidos algunos donde se produjeron cambios políticos y se establecieron gobiernos progresistas, siendo significativo en el caso de Brasil donde el PT obvió desmontar ese modelo, limitándose a atenuarlo y dulcificarlo.
4.-El epicentro de esa confrontación político-social se ubicó en el Norte de Suramérica, con flujos expansivos en dirección primero hacia el Sur profundo y luego hacia a Centroamérica (victorias electorales en Nicaragua, Honduras, El Salvador…), produciendo, en comparación con el pasado, un cambio significativo en la correlación de fuerzas a favor de la independencia continental y de reformas políticas y sociales progresivas con variadas profundidades, en algunos casos acompañada de una proclamada vocación revolucionaria.
5.- Esa oleada -en la que se ha expresado una intensa y tortuosa dialéctica entre reforma y contra-reforma, y entre revolución y revolución, a lo largo de tres lustros- empalmó con la permanencia de la revolución cubana y con la heroica y persistente insurgencia armada colombiana, conformando una situación distinta y más promisoria; tanto en dirección a la autodeterminación, alianzas y confluencias de Estados y gobiernos no controlado ni por EEUU ni por otros centros imperialistas tradicionales, como a su acompañamiento de creciente flujo de las luchas populares y un elevado anhelo de cambio de los pueblos, acompañado de mayores niveles de conciencia política.
Creció el antiimperialismo y el proceso bolivariano en Venezuela, que con la audacia intelectual del comandante Chávez, catapultó, reactualizó y renovó la pertinencia del anti-capitalismo y de la alternativa socialista a escala continental y mundial; contrarrestando el impacto en sentido contrario del derrumbe del llamado socialismo real y de la desintegración de la URSS y del bloque euro-oriental pro-soviético.
Contraofensiva imperialista
6.-Ante este proceso de cambios políticos y transformaciones económico-sociales de variados alcances, WASHINGTON desplegó -también con altibajos y mezclada con rejuegos tácticos- una contrapartida contra-revolucionaria, contra-reformadora y negadora de soberanía, desatando una activa y multifacética contraofensiva estratégica en combinación con las derechas sociales y políticas del Continente, estimulando a la vez el resurgimiento de corrientes neo-fascistas y presionando a los sectores más vacilantes que le adversan.
Ya sea por temor a una radicalización anticapitalista y pro-socialista o por el deterioro de las partidocracias tradicionales y sus relevos modernizados, desde sectores derechizados de las capas medias – manipulados por elementos racistas, xenófobo y seudo-nacionalistas, y alimentados por la inteligencia estadounidense y local- surgieron movimientos políticos-sociales con rasgos fascistas en algunos países de Nuestra América. Sobresalen engendros iniciales de ese tipo en Venezuela, Argentina, Brasil, Paraguay, Honduras y República Dominicana.
En general la contraofensiva imperialista ha estado guiada por la estrategia del llamado “Poder Inteligente”, tarea encomendada a Barack Hussein Obama, que ha conseguido, luego de fracasar en sus primeros intentos, ganar espacios para el propósito re-colonizador contando para ello con los gobiernos entreguistas que terminaron por conformar el Eje Pacifico.
La contraofensiva imperialista -derrotados sucesivamente el intento de Golpe de Estado y el paro petrolero en Venezuela, así como los primeros planes desestabilizadores en Bolivia y el golpe policial en Ecuador- se concretó en primera fase en el criminal golpe de estado en Honduras, en el reforzamiento de la ocupación militar en Haití, en la imposición del el fraude electoral a favor de la derecha mexicana; en los triunfos de las fuerzas conservadoras en Chile, Costa Rica, Panamá, Guatemala… y en el golpe institucional en Paraguay, vertido posteriormente hacia una urnas amañadas.
A estos resultados le siguieron sucesivos programas desestabilizadores, cargados de violencia, contra el proceso bolivariano en Venezuela, que tampoco lograron prosperar a plenitud ni provocar el retroceso total planeado; aunque facilitaron avances de las derechas, concesiones al gran capital y repliegues gubernamentales.
Perú, con Ollanta Humala, pese a las expectativas de progresismo que generó inicialmente, volvió a girar a la derecha, incorporándose al bloque reaccionario de la Alianza Pacífico integrado por EEUU, Colombia, Chile, México y Perú; convirtiéndose recientemente en recipiente de tropas estadounidenses.
7.- Así, en el campo de la hegemonía neoliberal, de la subordinación esencial a EEUU, de la corrupción y narco-corrupción rampantes, de la dominación de las elites capitalistas, el autoritarismo y la represión –también con peculiaridades, manejos diferenciados y contrastes pronunciados- se sitúan los regímenes de México, Guatemala, Honduras, Panamá, Chile, República Dominicana, Puerto Rico (al que se agrega su prolongado estatus colonial y su desplome económico), Haití, Jamaica y otros países caribeños…
Entre ellos se destacan los casos de Colombia, Honduras y Haití. Este último desbastado en medio de ominosas complicidades intervencionistas imperialistas y latinoamericanas; con excepciones honrosas plasmadas en la generosa solidaridad venezolana, cubana y ecuatoriana, no comprometida con la intervención estadounidense y la MINUSTHA.
Los Estados o neo-gobernaciones de colonia de esos tres países se han convertido en verdaderos engendros de la recolonización, la narco-corrupción, la intervención gringa y el terrorismo de Estado; lamentablemente no enfrentados debidamente por una parte de la fuerzas gobernantes de las naciones avanzadas del continente y de las izquierdas social-reformistas; algunas de las cuales paradójicamente ayudaron en el pasado reciente a meter a Colombia y Honduras en la profundidad del hueco, así como a reforzar y legalizar la intervención imperialista en Haití; debilitando la solidaridad para con las heroicas luchas de sus pueblos, que en casos como el hondureño y el colombiano, han desplegado combates ejemplares.
Respecto al régimen de Colombia, incluidas las administraciones de los presidentes Álvaro Uribe y Manuel Santos, hay que agregar su rol de peón exportador de la política de contrarreforma y contrarrevolución estadounidense e israelí, de su experiencia paramilitar, de su guerra sucia, su dinero sucio y su horrenda vocación criminal, hacia los países más cercanos de Suramérica, Centroamérica y el Caribe; en mayor escala cuando encuentra receptividad de sus gobiernos como sucede en Honduras, Haití y República Dominicana.
Proceso contradictorio y tendencia al descenso
8.- En sus principales componentes y sus dinámicas fundamentales este proceso contradictorio hacia la nueva independencia, no ha podido ser totalmente revertido con esos contra-ataques.
Las agresiones imperialistas-derechistas tampoco han podido aplastar la resistencia y la voluntad de cambio de nuestros pueblos, la que a continuación se ha expresado en numerosos combates sociales; mientras el curso progresista de los procesos en Nicaragua, Brasil, Uruguay, Argentina, Venezuela, Bolivia, El Salvador -aunque con declinaciones significativas y mayores riesgos de retroceso en una parte de estos países- fue nueva vez confirmado en las urnas; mientras continuaron avanzando los procesos integradores a través del ALBA, UNASUR Y CELAC, cada uno con su propio impronta.
Esta cuarta oleada no ha sido totalmente revertida, pero si sensiblemente frenada, lentificada, entorpecida y mellada en no pocos de sus componentes, especialmente en la vertiente del llamado progresismo continental; sin excluir otras vertientes más avanzadas, en las que han ganado buenos espacios peligrosos repliegues político-ideológicos de importante sectores, que al interior de los nuevos gobiernos se proclamaron inicialmente como revolucionarios y pro-socialistas, y luego han optado por políticas reformistas.
En el seno de la Revolución Bolivariana, que abanderó la lucha anti-neoliberal en la región, siempre estuvieron agazapados agentes de ese pensamiento que se han quitado la máscara en la misma medida que ha variado la correlación de fuerzas internas del país (como resultado de la ausencia del líder del proceso y de otros factores) y se han debilitado las posiciones que los enfrente desde una posición de poder.
En verdad, en cuanto al rol del comandante Chávez, al mérito de proclamar a partir de 2005 la pertinencia y la necesidad de la lucha por el Socialismo, hay que agregarle, que en su permanente búsqueda creadora, optó por una ejemplar radicalidad ascendente que cierta izquierda arrepentida se ha empeñado en obviar, procurando ocultarla; limitándose de más en más a un especie de progresismo nacionalista que frena la necesaria profundización de los cambios realizados.
9.-En el curso de ese proceso contradictorio, esporádicamente, en detrimento de la extrema derecha se han producido también nuevas y limitadas expresiones a favor del llamado progresismo.
Volvió al gobierno de Chile la Concertación Democrática y la presidenta Michel Bachelet, desplazando otra vez la extrema derecha desde un posicionamiento socialdemócrata inclinado a un neoliberalismo light contaminado por la corrupción.
Igual se escenificaron cambios progresivos a nivel gubernamental en Costa Rica y Panamá, con la victoria de candidatos presidenciales y movimientos no preferidos por EEUU ni por las derechas tradicionales de esos países.
Pero al mismo tiempo la realidad brasileña exhibe fuertes tendencias a la derechización del PT y el Gobierno de Dilma Rousset, expresándose un cierto auge de las derechas aliadas o opositoras a él; mientras las elecciones argentinas muestran tendencias similares a favor de la derechización de kirschnerismo con Scioli a la cabeza y del crecimiento de la extrema derecha liderada por Macri.
Por su parte la situación venezolana se torna más compleja y bastante incierta en la medida el gobierno de Maduro no se decide por auto-renovarse, depurarse y profundizar las transformaciones bloqueadas desde dentro por las fuerzas más conservadoras del régimen y desde fuera por un imperialismo y las derechas radicales.
Colombia y perspectivas de los diálogos de paz
10.- En otro orden también tuvo lugar un fenómeno revolucionario de gran valor y trascendencia.
En Colombia, la insurgencia armada, integrada por las FARCF-EP y el ELN, y la resistencia civil de las fuerzas sociales y políticas alternativas, derrotaron el Plan Colombia y el Plan Patriota contra todos los malos augurios de los voceros de la guerra sucia y del Estado terrorista, debilitaron la extrema derecha uribista, impusieron el actual proceso a favor de una salida política al conflicto social armado y le abrieron cauce a los Diálogos de Paz de la Habana entre FARC-EP y Gobierno; aproximando los cambios hacia una nueva Colombia, desde una correlación de fuerza social y política más ventajosa.
Ahora se anuncia la apertura de la Mesa de Diálogo entre el Gobierno colombiano y el ELN, en tren de combinar dos mesas en un solo proceso hacia la paz.
Ese proceso -en el que la firmeza y la recuperación de las fuerzas insurgentes se combinaron con el auge de diversas luchas sociales, el fortalecimiento de nuevos movimientos políticos-sociales, el auge del movimiento pro-paz con justicia social y soberanía, y la existencia de vanguardias revolucionarias integrales con gran capacidad articuladoras, presenta una dinámica transformadora muy promisoria para contribuir a contrarrestar la tendencia al estancamiento y al retroceso de la oleada regional en sus expresiones gubernamentales.
Pero no se trata de una situación libre de incertidumbre, riesgos y tropiezos, dado que los avances en la Mesa de Dialogo -por momentos torpeados y no traducidos en acciones de Estado-gobierno- enfrenta giros tácticos del enemigo para facilitar una engañosa estrategia imperial.
11.-Detrás de las declaraciones e iniciativas teatrales sobre la paz, EEUU y el gobierno de Juan Manuel Santos esconden, en medio de sus dificultades, reajustes tácticos y estratégicos en procura de un control y un dominio más seguro en el Norte de Suramérica; apostando al desarme rápido y unilateral de la insurgencia con débiles garantías y a la permanencia de su ejército con unos 585 mil efectivos, bien fogueado y mejor armado, junto a la continuidad de las 7 BASES MILITARES ESTADOUNIDENSES y su red intervencionista establecida en Colombia.
Esa pretensión procura, que una vez liberado el régimen colombiano de las exigencias de la guerra interna, sus fuerzas militares y de inteligencia tengan más posibilidades de jugar el funesto rol regional que le ha sido asignado por el Pentágono; en primer orden contra Venezuela (si resulta necesario), pero también en toda la región amazónica y en el Continente, donde EEUU y aliados se proponen derrotar los gobiernos independientes y restaurar plenamente su reinado contra-revolucionario a través de fuerzas políticas subordinadas y eventualmente con tropas “ajenas”, paramilitarismo ya infiltrado en países vecinos y con presiones extraordinarias y planes desplegados desde sus bases militares.
Calculado está en esa estrategia el impacto colateral negativo de todo esto sobre Cuba, frente a la cual EEUU se ha visto forzado a desmontar temporalmente su táctica agresiva para auspiciar una “normalización de relaciones”, que de su parte persigue los mismos fines por otros medios; especialmente haciendo uso del daño económico que le ocasionaría la victoria por cualquier vía de la contrarrevolución en Venezuela, sin el contrapeso disuasivo de la insurgencia colombiana.
De ahí las evasivas y dobleces del gobierno de Santos (el cual que responde al interés imperial) en el tema nodal del paramilitarismo y su marcada insistencia en la entrega de armas y en el paso puro y simple de la insurgencia armada a la vida civil y a la legalidad política a corto plazo, lo que significaría caer en una trampa con impactos muy negativos en Colombia, Venezuela y el Continente.
A esto se agrega que los resultados de las recientes elecciones municipales, sensiblemente viciadas, favorecen en buena medida, a fuerzas anti-paz, muy especialmente a las lideradas por el actual vice-presidente, Germán Vargas Lleras, quien apunta ser el relevo del presidente Manuel Santos.
Todavía es temprano para vaticinar si en Colombia habrá o no acuerdo definitivo en el plazo anunciado. Y una vez alcanzado, se observa mucha complejidad en su implementación (dada la naturaleza del régimen colombiano y la gravitación de EEUU sobre él), especialmente en cuanto al destino y al nuevo rol de los ejércitos populares forjados por las FARC y el ELN durante 50 años de heroicos combates; sobre todo si el conjunto de las fuerzas revolucionarias y transformadoras sigue valorando consecuentemente los riesgos de un desarme unilateral sin previos cambios sustanciales en la realidad colombiana y si se mantiene alerta y en pie de lucha hasta lograrlos; que es lo necesario y deseable.
La paz, como anhelo abrumadoramente mayoritario, no debe ser obviada por la insurgencia armada; pero tampoco puede sujetarse a ese pérfido y evidente interés de las fuerzas enemigas. Por lo que es pertinente construir las garantías de una paz con justicia social, soberanía y dignidad en medio de un cese al fuego bilateral y una desmilitarización progresiva y acelerada de la lucha política; sin desmantelar anticipadamente los ejércitos populares creados durante medio siglo de heroísmo e impulsando a la vez la movilización popular y la ofensiva político-social como garantías de equilibrio y cumplimiento de los acuerdos concertados, especialmente la Asamblea Constituyente llamada a consagrar cambios estructurales decisivos para la transición hacia una democracia participativa soberana, lo que exige hechos incontrovertibles en el tiempo necesario.
Factores para un repunte de la ola
12.- La posibilidad de reimpulsar la ola de cambios actualmente en proceso de declinación en Nuestra América, tiene mucho que ver con el destino de los diálogos de paz y el curso de la situación colombiana indisolublemente vinculada a la venezolana.
Otro gran factor reside en las luchas de los/as de abajo en los diferentes países el Continente. Me refiero al potencial ascendente de las periódicas y variadas protestas de los/as explotados/as, excluidos y oprimidos/as, y sectores intermedios contra los desastres sociales, ambientales y morales provocados por la prolongada era neoliberal del capitalismo, allí donde domina la derecha monda y lironda; así como para profundizar y ampliar las insuficientes respuestas ofrecidas desde el denominado progresismo, desde regímenes de centro-izquierda y desde procesos con vocación revolucionaria que se han estancado o retrocedido parcialmente.
Y un tercero corresponde a los avances en la conformación de las nuevas vanguardias o fuerzas articuladoras y conductoras de las nuevas revoluciones
De ser sensiblemente afectados estos tres factores y/o propósitos la contrarrevolución y el caos se entronizarían por largo tiempo.
Es un buen estímulo que los movimientos masivos anticorrupción y contra la impunidad hayan conmovido recientemente las sociedades brasileña, hondureña y guatemalteca. Igual que la gansterización del Estado mexicano en alianza con las narco-mafias haya generado indignaciones masivas.
Desde abajo, en Nuestra América y en el mundo, han crecido las luchas por la vida, contra la voracidad destructiva minero-energética, la contaminación, la precarización del trabajo y el empleo, el empobrecimiento humano y ambiental, la criminalidad policial-militar, la falta de democracia, las discriminaciones, la violencia de género, el racismo, la xenofobia, la homofobia, el Estado y las partidocracia corrompidas; contra las bases militares gringas, la sobre-explotación, la violencia contra niños y jóvenes y la criminalización de las protestas…
En muchos puntos del Continente y del planeta se siguen desarrollando importantes combates por la soberanía y por la participación del pueblo en las decisiones.
La ola a veces se estanca arriba y brota de nuevo desde abajo. Toma cauces políticos inconsecuentes y luego se sale de ellos para expresarse como descontento activo y exigir profundización o radicalización de los cambios frenados.
La debilidad consiste en la dispersión, en los déficits de articulación y politización revolucionaria, en las carencias y/o ausencias de las vanguardias transformadoras, en el predominio de lo reivindicativo sin capacidad insurgente, en la débil vocación internacionalista y en la escasa determinación de construcción de poder popular con decisión de ruptura del orden decadente y creación de lo nuevo. El reto es superar esas tendencias negativas.Un reto de vida o muerte.
Perduran avances en procesos de reformas
13.-Vista esa realidad es evidente que en la vertiente reformas vs. contra-reformas dentro de la nueva oleada de cambios continentales, los avances de las primeras fueron inicialmente tan notables que cambiaron el mapa político latino-caribeño en detrimento del viejo dominio burgués-imperialista, de la vieja partidocracia y la nefasta hegemonía neoliberal; a favor de procesos reformadores (algunos con vocación antiimperialista y revolucionaria) o de regímenes reformistas (con moderado posicionamientos independientes).
En una gran parte de los casos puede apreciarse la presencia determinante de nuevos sujetos políticos y sociales en función de Estados, unos con las viejas instituciones casi intactas y otras con nuevas instituciones entremezcladas con viejas.
Diversas son las correlaciones de fuerzas en lo relativo a los llamados poderes temporales y permanentes de sus respectivos Estados y sociedades, y disímiles sus direcciones políticas, partidos y movimientos en la gestión de cambios y avances enmarcados dentro de un curso predominantemente progresista o reformador, sin rebasar el capitalismo.
Esto -pese registrar retrocesos puntuales, estancamientos significativo y declinaciones riesgosas- se reflejó incluso en la reciente CUMBRE DE LAS AMERICAS, en la que EEUU recibió fuertes reveses en temas como el venezolano y el cubano; viéndose forzado como imperio a recular en el caso venezolano luego de haber aceptado el proceso hacia la normalización de las relaciones con Cuba con la idea de concentrarse en la desestabilización violenta del proceso bolivariano bajo el absurdo de acusar a Venezuela de constituirse en una “amenaza para la seguridad estadounidense”, términos que luego replegó sin desistir de sus propósitos contra-revolucionarios.
Declina temporalmente la posibilidad de revoluciones
13.- Pero si bien es cierto ese balance relativamente favorable para los pueblos en el plano de la controversia reformas y contra-reforma, no pasa así en cuanto a convertir en realidad la necesidad de realizar nuevas revoluciones anticapitalistas en medio de una crisis que las facilita.
La realidad presenta, todavía como resultado inconcluso, un balance muy precario, a punto de desaparecer, en lo relativo a la dialéctica inicial a favor de las revoluciones de orientación socialista.
Las transiciones en los procesos que en su despliegue estelar proclamaron su vocación revolucionaria, que se definieron como revoluciones de nuevo tipo o que incluso proclamaron el camino de un socialismo renovado y adecuado al presente siglo (Venezuela, Bolivia, Ecuador…), aun con trascendentes logros sociales, ensayos de participación comunitaria, conquistas democráticas, avances en el desmonte del neoliberalismo y recuperación de soberanía; aun con sus certeras críticas y puntuales acciones contra sectores del gran capital imperialista y local… no han logrado avanzar significativamente hacia la abolición del capitalismo privado, ni hacia la socialización de la parte estatizada; menos aun hacia la socialización del poder en términos integrales.
15.- En la línea de la contra-reforma y la contra-revolución, la contraofensiva imperialista ha logrado revertir totalmente procesos como el hondureño y el paraguayo hacia la fascistización, contener en otros casos la vocación por reformas transformadoras en favor de posiciones simplemente reformistas; estancar y hacer retroceder parcialmente procesos promisorios como el venezolano a través de los diálogos y concertaciones con las cúpulas derechistas y empresariales presionados por las guarimbas y la sedición, y frenar tendencias revolucionarias en la conducción de una parte de los países con actitudes autónomas.
Esto ha sido así sin que ese contra-taque imperial haya logrado conjurar los riegos de levantamientos populares radicales en caso de optar por nuevas y más radicales imposiciones y agresiones imperiales, y sin que su persistente reacción haya podido revocar la corriente mayoritaria hacia la superación de la tutela imperial estadounidense y hacia el avance de la segunda independencia, expresada en grados diferenciados a través del ALBA, UNASUR, CELAC y presente hasta en el seno de la cumbre americana. La debilidad del imperio en crisis no le posibilita salirse siempre con las suyas.
El potencial insurgente persiste
Más allá de esos hechos contradictorios, en América Latina asistimos a un proceso de crisis muy profunda; donde convergen procesos transformadores, más o menos estancado o en descenso, progresismos declinantes junto a neoliberalismos integralmente degradados, como pasa en Colombia, Honduras o México; conformando un panorama común de pérdida de legitimidad del poder político, avances de grupos económicos saqueadores y un activismo imperialista cada vez más fuerte.
A este panorama sombrío es necesario incorporar elementos esperanzadores sin los cuales no podríamos empezar a entender lo que está ocurriendo. Por debajo de las jugarretas políticas, los negocios rápidos y las histerias fascistas, aparecen las protestas populares multitudinarias, la persistencia de izquierdas no cooptadas por el sistema (más allá de sus perfiles más o menos moderados o radicales), y la presencia de insurgencias incipientes o poderosas (como en Colombia).
Ni los cantos de sirena progresistas ni la represión neoliberal han podido hacer desaparecer o marginalizar completamente a esos fantasmas. Realidad latinoamericana-caribeña que preocupa a los estrategas del Imperio que temen que lo que ellos consideran como su inevitable arremetida contra la región pueda desatar el infierno de la insurgencia continental. En ese caso el paraíso de los grandes negocios podría convertirse en una tembladera donde se hundiría el conjunto del sistema.
EEUU apuesta a la contrarrevolución en todas partes
16.- En cuanto al accionar general de EEUU como imperio inmerso en su guerra global y como sistema decadente, es preciso entender que no se trata simplemente de un plan a favor de una “restauración conservadora” del neoliberalismo, como piensan algunos defensores de los avances logrados; si no de una firme determinación a favor de imposiciones contra-revolucionarias, e incluso contra-reformistas, altamente traumáticas, fuertemente impregnadas de una suerte de neofascismo y de agresiones destructivas de imprevisibles consecuencias, que a su vez podrían generar intensas insubordinaciones populares, especialmente en casos como los de Cuba. Venezuela, Ecuador y Bolivia.
Y esas perspectivas de resistencia y ofensiva de los sectores populares beneficiarios de las conquistas alcanzadas y proclives a radicalizarlas, motivan periódicos reajustes tácticos dentro de esa estrategia imperial.
Eso explica el paso dado por Obama respecto a Cuba, el respaldo del gobierno estadounidense a la política del Presidente Santos respecto a los diálogos de paz con las FARC-EP y sus momentáneo repliegues frente al gobierno de Nicolás Maduro, luego de encontrar una amplia y diversa resistencia continental al componente guerrerista y subversivo de su estrategia; temporalmente atenuada en esos casos, para retomarla en otros momentos.
Cuba, Colombia y EEUU
17.- En ese contexto los gobiernos de Cuba y EEUU anunciaron a través de sus respectivos presidentes un proceso de restablecimiento y normalización de relaciones entre ambos Estados.
Hace 53 años el imperialismo estadounidense optó por una política de cerco, agresión y bloqueo a la Revolución Cubana, que se ha traducido en enormes daños y perjuicios para ese hermano país y su heroico pueblo.
Ahora, el gobierno de Barak Obama, camino a ser desplazado, ha decidido cambiar de política cuando la anterior lucía agotada e ineficaz para lograr la completa revocación contrarrevolucionaria de ese proceso caribeño, lo que implica una victoria relativa de Cuba.
EEUU recula, claro está, para posiblemente emprender otro tipo de contraofensiva, a su entender más eficaz; cediendo además a las presiones empresariales internas que ambicionan entrar cuanto antes al ya abierto mercado cubano y aprovechar su ley de inversiones extranjeras; dando por descontado que el mal mayor causado por el bloqueo a Cuba ya se produjo y Cuba resistió heroicamente.
Ese giro en la política estadounidense respecto a Cuba, si bien implica una importante victoria táctica de David frente a Goliat, no indica un cambio de esencia ni el inicio de una fase más moderada en la política de ese imperio, sino modalidades temporales y puntuales de acción que procuran hacer avanzar el capitalismo privado y la economía de mercado en ese país hermano, debilitar las tendencias socialistas y antiimperialistas y, eventualmente, mellar la soberanía cubana y favorecer un modelo político seudo-democrático; sin renunciar a la subversión violenta.
La dirección histórica de ese proceso ha respondido con mucha dignidad en defensa de su autodeterminación y tiene por delante los desafíos que encierra esta nueva fase de sus relaciones con EEUU.
18.-Igual puede decirse del nuevo giro de EEUU y de la gran burguesía local frente al proceso colombiano, que persigue la desmovilización de la insurgencia en pro de una paz sin cambios sustanciales, procurando aislar y golpear a Venezuela para producir otros retrocesos en cadena; por lo que la aparente distención estadounidense respecto al gobierno de Maduro, además de procurar concesiones que debiliten su beligerancia antiimperialista, luce ser un recurso político momentáneo que no implica anulación del plan agresivo recientemente replegado en espera de la nuevas elecciones.
A los retos históricos se agregan nuevos desafíos políticos, ciertamente insoslayables.
La crisis capitalista para largo
19.- Situaciones así no son comunes. Ellas se presentan en determinados periodos históricos y ofrecen oportunidades excepcionales para la fuerzas con vocación transformadora y determinación de ruptura del orden -más bien del desorden- dominante.
Hay señales de que el capitalismo actual no está en condiciones de salir por ahora de estas crisis, pero sí está claro que ella tiende a empeorarse y complicarse, con evidente perspectivas de rebeliones crecientes, por lo insoportables y agobiantes que resultan sus efectos, en el contexto del capitalismo y el imperialismo actual, contra la dignidad humana y la vida en el planeta.
Estamos ante una crisis posiblemente terminal de la civilización burguesa, aunque vale decir que las crisis por si solas no producen revoluciones, aunque éstas formen parte de sus precondiciones.
No hay, por demás, países “blindados” respecto a esa perspectiva, incluidos aquellos cuyos movimientos de resistencia exhiben mayores dificultades para repuntar.
Perspectivas hacia nueva rebeldías y nuevas vanguardias
En tales circunstancias, para que las perspectivas revolucionarias puedan ser mejores en nuestra América y el mundo es imprescindible promover las justas indignaciones y rebeliones que esta crisis sistémica genera; apoyarlas, participar en ellas, hacerlas crecer y desde ellas construir nuevas fuerzas y propuestas transformadoras-alternativas vía creación de conciencia y organización con capacidad articuladora y conductora. Todo esto camino a la INSURGENCIA GLOBAL de los pueblos.
Al Movimiento Continental Bolivariano-MCB le toca auto-transformarse y relanzarse con esa lógica… hasta convertirse en un espacio de construcción de la internacional antiimperialista y anti-capitalista de estos tiempos, asumiendo los grandes ejes de movilización y confrontación con este sistema en crisis mayor.
20.- En todos estos procesos-desafíos, los déficits en las definiciones o en la ejecución de estrategia innovadoras hacia el socialismo, en la actualización de las transiciones revolucionarias, en la construcción de poder popular, en la conformación de vanguardias de nuevo tipo, en el rol de las fuerzas revolucionarias y de los Estados y gobiernos, en las garantías de des-burocratización, en las formas progresivas de reducción del poder del Estado a favor del poder de la sociedad; en los déficits en las políticas de seguridad y defensa militar antiimperialista desde los nuevos Estado a implantar o establecido, y desde los pueblos explotados y excluidos; en el ejercicio consecuente de un renovado internacionalismo revolucionario… son déficits muy evidentes, aunque no uniformes ni idénticos en cada caso.
Resaltan -cruzando y causando en cierta medida estos déficits- las ausencias, las precariedades y/o la dispersión de las vanguardias o fuerzas de conducción de las nuevas revoluciones, capaces de luchar en todos los escenarios y desplegar todas las formas de lucha, violentas o no violentas, necesarias para vencer las reacciones políticas y militares de las fuerzas dominantes.
La oleada ha resultado revolucionaria en lo relativo a la insumisión de los/as de abajo y a la posibilidad de desplazar a los de arriba. Pero no en cuanto a la necesaria presencia en esos procesos de pensamientos transformadores coherenciados, ni de consistentes estrategias revolucionarias socialistas, ni de organizaciones políticas o político-sociales cualificadas para y articular las multifacéticas indignaciones y rebeldías de los diversos movimientos y sujetos sociales potencialmente anticapitalistas.
Falta desarrollar a niveles más altos los factores cualitativos, articuladores y conductores de las transiciones revolucionarias y de la construcción de los nuevos poderes a nivel de sociedad y Estado, en tanto conciencia y organización surgidas de las formidables experiencias acumuladas por la humanidad a lo largo de los siglos XX y XXI.
Están pendientes –en grado y circunstancias variadas- de conformarse las nuevas vanguardias revolucionarias colectivas o fuerzas conductoras de los nuevos procesos revolucionarios en esta etapa del capitalismo, junto a sus respectivas direcciones revolucionarias legitimadas democráticamente por bases populares activas.
Urge detectar y hacer confluir en cada país, continental y mundialmente a todos los actores políticos, sociales y culturales con condiciones, aun embrionarios, para crear esas fuerzas conductoras y articuladoras de las crecientes rebeldías populares del presente.
21.- Esto nos exige combate de calle, democracia de calle, iniciativas audaces, para convertir la indignación en movilización activa, en rebeldía, en insumisión y desobediencia civil cada vez más generalizada; sin dejar de enriquecer constantemente la propuesta estratégica a favor de una sociedad en que prime la solidaridad humana, la igualdad de derechos y oportunidades, y el bienestar colectivo
Tengamos presente además los desafíos que implican la amenaza de la llamada guerra antiterrorista global y sus puntuales guerras preventivas a cargo de un imperialismo altamente militarizado que se propone controlar como sea todos los patrimonios naturales en medio del caos. Preparémonos para los desafíos que exige enfrentar esa estrategia destructiva.
Pensemos por tanto la lucha en nuestros respectivos países en relación con esta América rebelde y este mundo convulsionado.
Pensemos nuestro proceso en sus vínculos indisolubles con un proceso mundial signado por el declive del capitalismo senil y la necesidad del rearme y la emergencia de una renovada propuesta socialista-comunista, capaz por sus atractivos, su capacidad de generar pasión revolucionaria y por su justeza científica, de fundirse con las nuevas indignaciones multitudinarias y la insurgencia global.
Impulsar y politizar los movimientos sociales en lucha
22. El gran tesoro de esta oleada inconclusa ha sido el rol relevante de los movimientos sociales, su crecimiento y politización en la resistencia al endurecimiento de la voracidad del gran capital en la era neoliberal del capitalismo, la elevación de la conciencia social sobre el tema ambiental, la acumulación de la conciencia de clase de los/as trabajadores y la podrecía, las indignaciones colectivas contra la corrupción, la opresión de género, el racismo los crímenes de Estado y la impunidad, la conquista de espacios democráticos desde abajo…
En los antecedentes de los cambios a nivel gubernamental están los levantamientos populares o cívicos-militares, sobre todo en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina… Antes de ganar con votos se tomaron las calles y caminos.
23. En la impugnación de los retrocesos se destaca el caso emblemático de la RESISISTENCIA HONDUREÑA y las eficaces movilizaciones combativas contra las perniciosas y violentas “guarimbas” en Venezuela.
El movimiento campesino paraguayo ha dado lecciones de combatividad y resistencia, no renuncia a los enfrentamientos necesarios.
En Perú, República Dominicana (recientemente respaldadas por el Papa Francisco sus luchas estelares en defensa de su patrimonio natural y en el caso emblemático de Loma Miranda), México, Honduras, Guatemala… no cesan las protestas y movilizaciones.
En Chile el movimiento estudiantil ha librado batallas significativas. Igual en Argentina y Colombia.
En Colombia la diversidad del sujeto popular (jóvenes, mujeres, indígenas, trabajadores, campesinado, indígenas, minorías afro-descendientes, ambientalistas, intelectuales…) se expresa periódicamente en grandes paros y en enormes movilizaciones por la paz con justicia social, por la democracia y por la vida.
La lucha desde abajo por la defensa de la madre tierra, la confrontación con la voracidad destructiva de las transnacionales mineros-energética, contra la depredación y contaminación, contra los transgénicos, contra las bases militares estadounidenses, contra la privatización del agua, los cultivos bio-energéticos, alcanza niveles inédito e la sociedad de los/as, vinculada al tema soberanía.
En Argentina, Chile, Brasil, Ecuador, Colombia, Perú, Dominicana, México…se expresan diversos niveles y vertientes de estas luchas. Presentes antes y durante esta ola de cambios.
Igual pasa con la indignación abierta o soterrada contra la corrupción y la impunidad que la protege: se expresa con fuerza contra las derechas en el poder, y late y hasta llega a expresarse frente a gobiernos progresistas y/o de izquierda.
23. Valen no solo las preocupaciones y la repuestas superadoras respecto a las crueles represiones y a los déficits organizativos y políticos en el despliegue de estos formidables movimientos sociales en aquellos países bajo el yugo de las derechas y ultraderechas sociales y políticas…
Vale también reflexionar y buscar soluciones a los efectos negativos de la contención, cooptación, presiones y frenos impuestos por los gobiernos y por los modelos de partidos-estados (con tutela de las organizaciones sociales) en el contexto de gobiernos independientes de EEUU, enfrentados a las derechas tradicionales y con vocación transformadora, reformadora o reformista. Es notorio como en esos casos se produce un cierto entrampamiento, un debilitamiento de la actitud de clase, de la presión de abajo, de la independencia revolucionaria.
Esto ha pasado en Brasil, Venezuela y otros países con los movimientos obreros, populares, campesinos, medio-ambientales, femeninos de avanzadas…donde además el oportunismo de las derechas y los movimientos sociales conservadores complejizan la situación y nos exige reflexionar sobre este tema en interés de lograr un equilibrio entre la defensa de los avances conquistados, el rechazo al retroceso político y la intervención crítica e independiente de los movimientos sociales y las nuevas vanguardias opuestas a la conciliación con las fuerzas pro-capitalistas y a lo que perdura del viejo orden político.
24. De todas maneras, acrecentar el tesoro acumulado en los movimientos sociales autónomos del capitalismo, independientes de los Estados o partidos-estados que procuran domesticarlos; recrear las vanguardias revolucionarias anticapitalistas o fuerzas conductoras de las insurgencias sociales, darle direccionalidad política transformadora, desde una práctica internacionalista y un esfuerzo propositivo que prefigure la negación del capitalismo de este siglo y la construcción del socialismo y el comunismo que corresponde a su reemplazo y superación, es una misión primordial para relanzar la oleada que sigue vibrando en las bases de las sociedades de nuestra América.
El significado del viraje del Papa Francisco
25. Entre los factores nuevos a escala mundial y continental que deben ser ponderados está el giro que le está dando el Papa Francisco a la intervención de la Iglesia Católica, a la política del Vaticano y al rol del Papado.
Hay un cambio. Está marcha un proceso de reformas a nivel interno y un intento sentar bases para un papel sacerdotal a favor de reformas sociales más o menos avanzadas y/o significativas.
No es que el nuevo Papa esté abrazando la idea de la revolución y del socialismo, ni que se haya convertido al marxismo o asumido el programa comunista; ni siquiera que sus pronunciamientos sean definidamente antiimperialistas y anticapitalistas.
Tampoco lo planteado y asumido por el Papa Francisco anula los vínculos del Vaticano con el capitalismo mundial ni la gravitación de las fuerzas conservadoras y ultraconservadoras que históricamente han copado esa institución.
Pero indudablemente su voz reformadora, con los límites que le impone la esencia y la historia reaccionaria de esa institución, es influyente, está gravitando con temas y directrices que posibilitan mayores coincidencias y oportunidades de unidad de acción de amplios sectores católicos con las fuerzas revolucionarias y transformadoras.
El despliegue de esos giros no elimina ni el riesgo del freno ni el retroceso. Hay otras experiencias más moderadas que han sido cercenadas espuriamente por la curia reaccionaria.
En la actitud de Bergolio-Francisco hay mucho de readecuación, de viraje para contener el desgaste, de imposibilidad de sostener el inmovilismo católico sin un alto costo frente a un sistema imperialista occidental muy destructivo y a un capitalismo global en crisis integral crónica y en franca decadencia como civilización.
Hay, además, interés de romper el creciente aislamiento de la Iglesia católica institucional respecto a los movimientos sociales en lucha por la defensa de la vida y del planeta. Por la conquista de las llamadas tres T: tierra, techo y trabajo, tan pertinente en la periferia empobrecida y excluida del capitalismo.
En ese plano hay que destacar la importancia de la Encíclica LAUDATO SI y del discurso pronunciado en Bolivia en el encuentro del Papa Francisco con los movimientos sociales, cuyos contenidos posibilitan ampliar las confluencias en la vertiente de los graves problemas socio-ambientales generados por la voracidad del capital transnacional y local, potenciar la movilizaciones en defensa de la madre tierra y desplegar nuevas luchas por la tierra, el trabajo y el techo, a favor de la pobrecía explotada y excluida, y en detrimento del modelo global de dominación.
1-11-15, Santo Domingo, RD.
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